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Fetichismo religioso
En su primera acepción, el fetichismo implica una forma de creencia y práctica religiosa en la cual se imputan atributos sobrenaturales a objetos animados o inanimados conocidos como “fetiches”.
El hombre se protege de las fuerzas naturales a través de los fetiches, único medio del que dispone para actuar sobre los elementos que no es capaz de controlar. La figura del fetiche puede consistir en un objeto esculpido o modelado en arcilla, piedra, madera, vidrio u otro material que imita a un animal divinizado; en otros casos son las plumas, piel, pelo, un hueso o diente de la “divinidad tutelar”; a veces, es el propio animal, árbol, río, piedra o lugar concreto que los devotos asocian a la divinidad.
El fetichismo, concepción mágica del mundo, concede al fetiche una importancia muy superior que al espíritu que representa. Animismo y fetichismo van unidos, aunque éste ha perdurado más tiempo. En un principio se creía que era un ejercicio religioso exclusivo de los pueblos de África occidental; hoy, sin embargo, se considera que su práctica está extendida en todo el mundo.
El culto de las reliquias por parte del cristianismo constituye también una manifestación del fetichismo: se veneran partes del cuerpo —y hasta la propia imagen— de los santos, en cuyo caso los objetos se convierten en instrumentos de la devoción, formas materiales intermediarias entre el fiel y la divinidad con la que desea comunicarse o fundirse.
Categoría: Conceptos religiosos
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