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Francisco Palacios
Francisco Palacios (Madrid, h. 1623- íbid. 1652), pintor barroco español, según Antonio Palomino discípulo de Velázquez y «de los que más imitaron su manera».
Vida y obra
De Palacios se conocían dos pequeños bodegones de factura suelta en la colección Harrach, Rohrau (Austria), adquiridos en Madrid a finales del siglo XVII por el conde Fernando Buenaventura Harrach, y dos pinturas de San Onofre y San Francisco de Asís en el convento de las Calatravas de Moralzarzal, Madrid, procedentes de las Recogidas de la callle de Hortaleza, donde los viera Antonio Ponz quien, reconociendo la firma de Palacios en el primero, pensó que el segundo sería de El Greco. El mayor convencionalismo de estos, frente a la modernidad de los bodegones, hizo que se considerase a Palacios pintor de naturalezas muertas, a pesar de que Palomino destacaba la calidad de sus retratos.
Estos escasos datos pueden completarse ahora gracias a la documentación aportada por José Luis Barrio Moya, que permite, ante todo, delimitar el espacio cronológico de su breve existencia, fallecido a una edad más temprana de la indicada por Palmino, cuando aún apenas habría cumplido los treinta años. En enero de 1646 contrajo matrimonio con Josefa Bergés, hija del pintor y mercader de pintura Francisco Bergés, declarando en las capitulaciones que ambos eran menores de veinticinco años, pero mayores de veinte. Del matrimonio nacieron dos hijos, y en diciembre de 1651, hallándose gravemente enfermo, dictó testamento, ordenando seiscientas misas con otras mandas, entre ellas una para la canonización de Santa María de la Cabeza. Falleció en Madrid en enero de 1652, teniendo su residencia en la calle de Alcalá. Tanto en el testamento como en la almoneda de los bienes de su suegro, fallecido en 1672, se encuentran interesantes noticias sobre la variada obra pictórica de Palacios, que abarcaba todos los géneros. Junto a unas pinturas no especificadas para un Nicolás Jacobs, se citan en el testamento un retrato de Doña Teresa, mujer de José Ferriol, oficial de la secretaría de Indias, y unos paisajes en número indeterminado que hizo para Juan Pastrana, de los que aún se le debían ciertas cantidades. Además, para Jerónimo González de Bricianos, cajero de Manuel López de Salcedo, hizo un cuadro grande de la Virgen con San José y el Niño Jesús y una gloria con el Padre Eterno, y para Luis de Carrión, arpista de la Real Capilla del Monasterio de las Descalzas Reales, hizo otro cuadro grande «de un geroglífico que significa el Desengaño del mundo» que tenía acabado en su casa sin haberlo cobrado. Es curioso el convenio para la ejecución de este cuadro, por el que cobraría parte en moneda (500 reales) y parte en especie: un bufete de caoba, una losa de moler colores, una caja de concha de tortuga para reliquias y algunas láminas. Además de ellos, en la almoneda de los bienes dejados por Francisco Bergés se citan de mano de Palacios tres «fruteros manchados por el natural», otro bodegón de «una mesa con unos melocotones y unas aceitunas y un barro», un paisaje y una Coronación de espinas que se dice copia.
La relación con Velázquez podría verse confirmada indirectamente por una curiosa clausula del testamento por la que decía tener prestado «a Don Diego de Silva un aderezo de espada y daga que es el que trae puesta al presente». Por dicha relación de aprendizaje, corroborada en la factura suelta de sus bodegones y en la semejanza entre el tipo humano del San Onofre con el San Pablo Ermitaño de Velázquez, además de por la mención explícita en el testamento a un jeroglífico del desengaño de la vida, Alfonso E. Pérez Sánchez ha atribuido recientemente a Palacios la célebre pintura de El sueño del caballero de la Academia de San Fernando, tradicionalmente asignada a Antonio de Pereda.
Últimamente Javier Azanza López, de la Universidad de Navarra, ha dado a conocer un Apostolado en la parroquia de San Pedro de Arrarás (Navarra) que, además de ampliar considerablemente el número de obras conocidas del pintor, permite confirmar su calidad en el tratamiento individualizado de los rostros, auténticos retratos. El delicado tratamiento de las manos, tan distinto del que se encuentra habitualmente en la obra de Pereda, podría ser, además, otro argumento a favor de la atribución a Palacios del sueño del caballero.
Bibliografía consultada
- ANGULO ÍÑIGUEZ, Diego, y PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E.: Pintura madrileña del segundo tercio del siglo XVII, 1983, Madrid: Instituto Diego Velázquez, CSIC, ISBN 84-00-05635-3
- PALOMINO, Antonio (1988). El museo pictórico y escala óptica III. El parnaso español pintoresco laureado.. Madrid : Aguilar S.A. de Ediciones. ISBN 84-03-88005-7.
- PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E. (1992). Pintura barroca en España 1600-1750. Madrid : Ediciones Cátedra. ISBN 84-376-0994-1.
- BARRIO MOYA, José Luis: «El pintor Francisco de Palacios. Algunas noticias sobre su vida y su obra», BSAA, tomo 53, 1987, págs. 425-435.
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