García de Alvarado

García de Alvarado (* Badajoz, España ¿…? – † Cuzco, 1542). Aventurero español, que luchó durante la Guerra civil entre los conquistadores del Perú. Fue uno de los principales oficiales del bando almagrista, al servicio de Diego de Almagro el Mozo.

García de Alvarado, muy joven aún cuando inició la “carrera de Indias”, era de temperamento muy inquieto y bullicioso. Recordaba mucho a su pariente, el Adelantado Pedro de Alvarado. Tuvo fama de no cansarse nunca, motivo por el cual jamás se quitaba las armas. Terminó sus días asesinado por el mismo Almagro el Mozo, por sospecha de traición.

Primeras menciones en las crónicas

Hijo de don García de Alvarado y doña Beatriz Tordolla Bazán, fue hermano de Diego de Alvarado y sobrino de los primos hermanos del Adelantado Pedro de Alvarado. Posiblemente llegó al Perú en 1537. Se decía que había peleado en la batalla de las Salinas (6 de abril de 1538), en el bando almagrista.

Lo cierto es que en víspera del asesinato del gobernador Francisco Pizarro, andaba con un grupo de soldados por las calles de Lima, haciendo recorridos y visitas sospechosas. El día del crimen salió al mismo tiempo que los conjurados y a caballo los escoltó por la Plaza de Armas hasta que entraron a Palacio; entonces quedó afuera dispuesto a intervenir al menor pedido de socorro.

Al servicio de Almagro el Mozo

Muerto Pizarro, los almagristas nombraron a Diego de Almagro el Mozo como gobernador del Perú (1541). García de Alvarado integró con Juan de Rada y Francisco de Chaves el almagrista una junta en la que se decidió prender a los principales vecinos de Lima para quitarles las armas y arrebatarles sus bienes. Partió luego hacia Trujillo para proclamar allá a Almagro el Mozo como Gobernador del Perú, pero ya en camino se encontró con Luis García de San Mamés quien lo convenció de volver a Lima, asegurándole que ya Trujillo se había plegado a la causa almagrista.

De todos modos, Almagro el Mozo le volvió a mandar hacia el norte, embarcado en un galeón con 150 jinetes y 20 arcabuceros. Llegó a Santa, bajó a tierra y prendió a Alonso de Cabrera y a otros cuatro leales del Rey, a todos los cuales llevó consigo a Trujillo. Allí confiscó en el Cabildo todos los bienes de los difuntos, robó armas y caballos, apresó a los más leales y los envió por mar a Lima.

Prosiguiendo hacia el norte, dejó en Jayanca al grueso de sus hombres, adelantándose con solo 20 jinetes a la ciudad de San Miguel de Piura, donde repitió lo hecho en Trujillo y mató a algunos prominentes vecinos. Camino de vuelta a Trujillo, en Saña se enteró que su pariente Alonso de Alvarado se había alzado por el Rey. Ya en Trujillo confirmó dicha información, con la novedad agregada de que un criado de Alonso de Alvarado se había llevado lo mejor de su gente con sus armas y cabalgaduras. Furioso, pasó a Huaylas donde dio tormento a los curacas para que le dieran oro y plata para el pago de su tropa.

Rivalidad con Cristóbal de Sotelo

Llegó a finalmente a Lima, con un cuantioso botín, recibiendo las felicitaciones de Almagro. Pero mientras Juan de Rada era nombrado Capitán General, él solo obtuvo una capitanía de jinetes.

Estando ya por arribar el Visitador Cristóbal Vaca de Castro a la cabeza de los realistas (o partidarios del Rey), el ejército almagrista marchó hacia la sierra, rumbo al Cuzco, para contener a Perálvarez, que se había sublevado alzando la bandera del Rey. En Huarochirí enfermó Rada, quien recomendó a Almagro que eligiera en su reemplazo a Cristóbal de Sotelo y a García de Alvarado como Capitanes Generales.

En Jauja renunció Sotelo a su cargo, de modo que García de Alvarado quedó como único Capitán General. Almagro lo envió en búsqueda de Perálvarez, que ya bajaba a la costa para unirse con Alonso de Alvarado. Pero García fracasó en la misión, al escabullírsele dicho jefe realista. Almagro lo destituyó entonces, proclamándose él mismo como único Capitán General, y nombrando a la vez como Maese de Campo a Cristóbal de Sotelo. Quedó dolido García y aún más cuando no se le dejó bajar a Lima a traer hierro. Empezó entonces a frecuentar con los adversarios de Sotelo.

El ejército almagrista prosiguió la marcha, llegando a Huamanga, donde fabricaron cañones. Continuaron luego hacia el sur, pero antes de llegar al Cuzco, Almagro envió a García de Alvarado hacia Arequipa, para que consiguiera más armas y caballos. Bajó entonces García por Lunahuaná, cometiendo una serie de tropelías en los pueblos a su paso, sin respetar a las iglesias, hasta llegar a Arequipa, que sufrió también su furia depredadora. Luego prosiguió hacia el Cuzco.

Asesinato de Cristóbal de Sotelo

Reunido con el resto del ejército almagrista en el Cuzco, García de Alvarado llegó justo en el momento en que Almagro sentenciaba a muerte a los Machines (dos soldados que habían asesinado a otro), por quienes intercedió. No se le hizo caso y esto le produjo más resentimiento contra Almagro, determinándose al mismo tiempo vengarse de Cristóbal de Sotelo, quien había dicho públicamente que los Alvarado poco o nada valían para él.

Aprovechando que Sotelo estaba enfermo en cama, García de Alvarado le fue a pedir explicaciones, trabándose entre ambos una discusión, lo que llevó a Sotelo a levantarse de la cama para empuñar su arma. Ambos se dieron de estocadas hasta que finalmente Juan García, amigo de Alvarado, mató a Sotelo.

Este crimen causó conmoción entre los almagristas. Asustado por la reacción de los amigos de Sotelo, García de Alvarado, junto con sus partidarios, se atrincheró en su morada. Pero al calmarse la situación, Almagro hizo las paces con él, nombrándolo Capitán General y Teniente Gobernador, cargos que apetecía y con los que se ensorbeció aún más.

Planes de traición

Sin embargo, Almagro no le dio la potestad de nombrar capitanes, lo que puso frenético a García de Alvarado. Algunos soldados le aconsejaron que se rebelara y tomara el mando del ejército almagrista para así comandar él mismo la guerra contra los realistas. Sin embargo, García, que no era torpe, pensó en otra salida: matar a Almagro, luego entregar el ejército almagrista a Vaca de Castro, reconociendo a éste como Gobernador nombrado por el Rey, y así reconciliarse, para enseguida pedirle su autorización para marchar al descubrimiento de cierta provincia remota que, aunque no precisada, tenía fama de ser muy rica.

Su muerte

Planeó pues García de Alvarado asesinar a Almagro el Mozo, para lo cual organizó un banquete en el Cuzco, invitando a su jefe a asistir. Llegado el día, Almagro no asistió, por fingirse enfermo; en realidad, sospechando la traición de su subordinado, preparó a su vez una emboscada, reuniendo en torno suyo a varios de sus oficiales y soldados, entre ellos a los amigos de Sotelo, quienes deseaban venganza.

García de Alvarado mordió el anzuelo y fue a buscar personalmente a Almagro, para obligarlo a asistir al banquete. Llegado a la casa del caudillo, entró en ella, sin sospechar nada, y la puerta se cerró tras de él. Fue la última vez que lo vieron sus partidarios con vida; después se supo que en el interior lo mataron a puñaladas los amigos de Sotelo y el propio Almagro, quien le dio una cuchillada en la cabeza, mientras García era sujetado por los otros.

Este hecho trajo alboroto entre los soldados de Almagro el Mozo, algunos de los cuales se pasaron al campamento realista de Jauja. Sin embargo, Almagro logró consolidar su mando y comandó a su bien equipado ejército de 500 hombres contra las fuerzas realistas de Vaca de Castro, ante quienes finalmente sucumbió en la sangrienta batalla de Chupas (16 de septiembre de 1542), cerca de Huamanga.

Bibliografía

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• Del Busto Duthurburu, José Antonio: La pacificación del Perú. Librería STUDIUM S.A., Lima, 1984.
• Inca Garcilaso de la Vega: Historia general del Perú. Tomo I. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.
• Navarro del Castillo, Vicente: La epopeya de la raza extremeña en Indias. Mérida, 1978. ISBN 84-400-5359-2
• Prescott, Guillermo: Historia de la conquista del Perú. Tomo III. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.