- Indudable
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Indudable es cualquier proposición o enunciado del que es imposible (o acaso, imprudente) dudar. La voz puede aplicarse de manera absoluta, i.e., a una proposición que fuese intrínsecamente evidente o digna de crédito, o también en forma relativa. Este último caso se daría sólo cuando se satisfacen ciertas condiciones -por ejemplo, si el enunciado de referencia tiene pruebas inobjetables, y éstas se se consideran conjuntamente con él (por el contrario, aislado de sus pruebas, el enunciado podría parecer dudoso).
Las nociones de duda e indubitabilidad tienen gran importancia en la filosofía de René Descartes, quien las analiza. Para Descartes serían indudables aquéllas "ideas", i.e., proposiciones o creencias que "no tenemos ocasión para poner en duda" (Discurso, 2). Sin embargo, la duda que Descartes considera como un buen medio para examinar la validez (o la "verdad") de sus creencias, no es arbitraria. En la aplicación real del método cartesiano, sólo la existencia de razones, o argumentos escépticos vigentes, da "ocasión para dudar".
Descartes admite que hay ideas evidentes. "Evidente" sería para él, por definición, una proposición tal que quien atiende a ella no tiene más opción que juzgarla verdadera. Así, dado que para dudar de una idea es preciso ponerle atención, la duda parece imposible; como ejemplo puede servir el célebre cogito, propuesto por el mismo autor: si me engaño es porque estoy pensando, y para ello es preciso que yo exista (o en forma resumida, "Pienso, luego existo"). Sin embargo, Descartes mismo señala que también las ideas evidentes pueden ponerse en duda (esto sucede hacia el final de la Meditación Primera, cuando considera la hipótesis del Dios engañador). Naturalmente, cosas que para alguien resultan evidentes, pueden no serlo para otra persona; así, otro puede dudar de que una idea que a mí me parezca evidente. En segundo lugar, yo mismo puedo pensar que estoy expuesto a errar cuando llevo a cabo una operación elemental, cuyo resultado siempre me ha parecido ejemplarmente evidente (p. ej., al sumar 2+3 o enumerar los lados de un cuadrado). Y por último, cualquiera puede plantear la duda en términos generales, ya que la frase "las ideas evidentes podrían ser falsas" es inteligible.
Dado que la duda puede extenderse sin absurdo hasta las ideas "evidentes", parece indispensable tomar en cuenta, para la interpretación de Descartes, una segunda manera en que las ideas merecerían considerarse como indudables: esto ocurre cuando todas las razones conocidas que subyacen a la duda pueden refutarse. Esto lleva a interpretar la prueba cartesiana de la verdad de las ideas que él mismo llama claras y distintas de manera dialéctica.
Categoría:- Terminología filosófica
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