Alfredo Martínez García-Argëlles (Oviedo 1877 - Oviedo, 24 de marzo de 1936) fue un médico ovetense y político español.

Fue uno de los fundadores de la Academia Médico-Qurúrgica Asturiana, y su primer presidente. Inició muy joven la carrera eclesiática, pasando después a estudiar en el Instituto de Oviedo y en la Universidad de Valladolid, donde obtuvo el título en Medicina con apenas veintidós años, y obtuvo más tarde el título de doctor, con la calificación de sobresaliente. Terminada su carrera fue nombrado médico del Hospital de la Hullera Española, y en 1903 ingresó por oposición en el Cuerpo Médico de la Beneficencia Municipal de Oviedo, con destino en Trubia. Posteriormente, se instaló en Oviedo, donde compartió durante muchos años con Julián Clavería el máximo prestigio de la medicina asturiana. Como jefe de la beneficencia y del laboratorio municipal, tuvo una actividad brillante, especialmente en todo lo relacionado con el suministro de aguas potables. Dejó escritas las Memorias que llevan por título Anafilaxis y Aplicación de la Bacteriología a la Higiene de las poblaciones. En este mismo sentido, es de recordar la conferencia que con el título El Cólera pronunció en el curso 1908-1909 de la Extensión Universitaria. En 1911 trabajó en el Instituto Pasteur de París.

Como político formó en las filas del Partido Reformista, por su amistad e identificación con Melquiades Álvarez. Fue jefe político de este partido en Asturias. Fue diputado a Cortes por el distrito de Pravia, desde 1919 hasta 1923, y después por la provincia de Oviedo. Tras la proclamación de la Segunda República Española volvería a obtener dicho escaño en las elecciones de 1933 como representante del Partido Demócrata Liberal por asturias, en la coalición que su partido formó con el de Acción Popular, siendo nombrado vicepresidente de la Cámara.

Fue ministro de Trabajo entre el 14 de diciembre y el 30 de diciembre de 1935 en el gobierno que presidió Manuel Portela Valladares, en representación del Partido Reformista, pero la situación política era entonces tan tensa que no tardó en presentarse la crisis total.

En la noche del domingo 22 de marzo de 1936, cuando Alfredo Martínez se disponía a entrar en su chalet de la calle Ramiro I, de Oviedo, fue agredido a tiros, y, a consecuencia de las heridas, falleció en la madrugada del día 25. Por disposición suya, el entierro se realizó sin previo anuncio a las seis de la mañana del día siguiente, pero a pesar de todo, una manifestación inmensa acompañó el cadáver hasta el cementerio, pues el Doctor, además de sus partidarios políticos, contaba con la admiración de la mayoría de las gentes.