Alfredo Sosabravo (1939 -act) pintor, ceramista y grabador cubano caracterizado por sus figuras multicolores y mitológicas.

Nació en Sagua la Grande, Las Villas, 1930 y nuestra historia comienza cuando, hace medio siglo, un joven de veinte años que quería ser pintor queda fascinado ante la obra de otro gigante de la plástica cubana, Wifredo Lam, y ya no pudo detener el impulso avasallador que lo llevaría para siempre por la senda del arte. Laborioso, tenaz e incansable, el esfuerzo puesto en el empeño soltó las bridas de un prolífero ingenio y una desbordante pasión creadora, dando paso a lo que hoy asumimos como su primera etapa, transcurrida entre los años 1950 y 1966, en la que lo mueve la ávida curiosidad del principiante, que en breve deja de serlo dado el rápido dominio de las técnicas experimentadas.

Trabaja el óleo sobre tela o cartón y el dibujo en obras que ya delatan su cualidad minuciosa y detallística, que lo obliga de detenerse con dedicación en cada pequeña zona del área acometida, como quien va sumando diminutos fragmentos a la conjunción de un gran todo, principio constante en su obra, porque de la parte se expande en consideraciones disímiles que lo llevan por la turbulenta realidad de la vida, representada en su propia cosmovisión. De esta etapa son las pinturas Ala de mariposa,1959 y Horno,1964 y la tinta sobre cartulina .

Primera Etapa

En 1960 se estrena en el grabado mediante la xilografía y cinco años después comienza a trabajar la litografía y, como una nueva suerte de Rey Midas, todo lo salido de sus manos resulta de incuestionable valor artístico. El grabado y el dibujo le acompañarán ya por siempre: Jardín de los desechos,1970-1971 y Una dama de visión limitada,1971. También en 1965 conoce de cerca la cerámica, que se irá infiltrando íntimamente en sus sentidos hasta llegar a capitalizar prácticamente todo su tiempo.

Segunda Etapa

El año 1966 abre una segunda etapa de especial significación en la obra total del artista. La intención del relieve incorpora al lienzo pedazos de tela o papel pegados y luego literalmente cosidos en interminables puntadas que dotan al trabajo de un especial encanto y un relieve muy sui generis. Destacan de este período los collage sobre lienzo Mariposa acuática, Florero sobre fondo rojo, Personaje frente al sol y Si yo tuviera un martillo, todos de 1967, y Regresando de Indochina, de 1970. Son obras en las que señorean los colores planos y la planimetría composicional.

Ya desde temprano continua búsqueda de los efectos de las texturas desemboca en las superposiciones de planos y va más allá, en el volumen, al contrapunto visual entre superficies diversas. El ansia inventiva lo orienta por nuevos rumbos y en 1971, se entrega fascinado al reto de la cerámica dando ocasional abandono a la pintura; sin embargo, su filiación al plano bidimensional se mantiene por medio del dibujo y la intensa y exitosa dedicación al grabado: Ave,1989; El Caribe, 1974; Momia contemporánea,1975.

Asistimos entonces al inicio de un tercer momento en su exuberante creación artística. Lo mismo en desnuda terracota que mediante rejuegos de superficies esmaltadas, hundiéndose en sugerentes hoquedades cual si en ellas buscaran las entrañas mismas de la arcilla, donde hallaría el artesano recursos para la expresión de sus inquietudes, las piezas van alineándose en el tiempo cual inesperados seres del mundo ilusionista de la imaginación. Sosabravo inicia con el mural cerámico Carro de la Revolución, 1973, una serie de obras murales compuestas por piezas ensambladas:Flor azul, 1983; así como obras cerámicas de gran formato con sentido ambiental consistentes en módulos imbricados también mediante el método de ensamblaje, las cuales van diseminándose a lo largo y ancho del país; al tiempo que van brotando de sus manos toda una verdadera galería de esculturas cerámicas de diversas dimensiones, que tratan el tema de los aparatos de ascendencia mecánica y, algo después, el de las formas de anatómicas alegorías: Aparato flor, 1978; Aparato prolífero, 1972. En 1980 se interesa por las posibilidades del torso humano en Autopsia del robot, 1982, en las que más tarde indagará más detenidamente, dando inicio tres años después a la serie Anatomicum: Anatomicum No.61,1990.

Sosabravo va incorporando técnicas que asimila y ya no abandonará definitivamente jamás, las cuales van reapareciendo en el intrincado ámbito de su creación artística, cual si se imbricaran entre sí como lo hacen las piezas que arman sus grandes obras cerámicas ambientales o los componentes de sus collages. Interacción, 1986 hecha con arcilla roja chamoteada, esmaltes y modelado.

Etapa Actual

El óleo Salvemos lo verde, 1992, de expresa filiación ecológica, es de las obras que inauguran la actual etapa creativa del artista, caracterizada precisamente por la vuelta a la pintura. Retoma la técnica del cosido, pero esta vez imitando las puntadas de manera pictórica; lo que resulta de algún modo el retorno al efecto de aquellas interminables costuras de la década de los años 60. Una sola obra de este período, "Carnaval de animales", 1995, muestra verdaderas puntadas atravesando la tela, en lo que sugiere un homenaje a los viejos tiempos.

La experiencia vital acumulada y el enriquecimiento del oficio hacen que el artista vaya con toda naturalidad de una técnica a otra intercambiando entre ellas características propias de cada medio expresivo, en compleja interiorización de su mundo creativo. Desde el mismo rigor técnico y personal pulcritud y sosiego constructivo van apareciendo pinturas de mayor colorido, más intrincada composición y dinámica más expresa; aparece un nuevo interés por la ilusión de volumen en el juego de luces y sombras, mientras el espacio pictórico parece ahondarse en comparación con la planimetría de obras anteriores, ante efectos que inducen una cierta perspectiva. Abandona el hieratismo anterior de sus personajes para dotarlos de una pesada ligereza que parece hacerlos flotar en el aire; mientras emerge un cierto tono agresivo en la aparición de objetos punzantes como cuchillos, tijeras, serruchos y hasta formas vegetales de puntiagudos contornos y aserradas siluetas, o de esquemáticos rayos. Se acentúa la línea punteada que rodea insistentemente a las figuras, así como la gruesa línea negra que las bordea, al tiempo que el colorido se enciende en una verdadera fiesta cromática, que se nos muestra en obras como Naturaleza muerta con sirena,1995, con un muy especial sentido del tradicional motivo.

Del grabado no se separa y ahora gusta de experimentar con técnicas mixtas, con las que logra piezas muy sugestivas.

Como alma poseída por la necesidad constante de la nueva creación, Sosabravo, en distintas visitas a Italia, pinta en 1993 dos murales en acrílico en las localidades de Marzabotto y Cerdeña; al año siguiente crea un centenar de platos de cerámica en Albisola Mare y a partir de 1998, da origen a una serie de deliciosas piezas en cristal de Murano, en Venecia, para las que acude de nuevo al hombre y otras criaturas de la Naturaleza como motivos de inspiración. Entre una y otra de las etapas esbozadas se producen puntos de giro en su quehacer artístico, que lo son al mismo tiempo de confirmación de la ruta trazada; nuevos puntos de partida y catalizadores de la experiencia juntada; proposiciones de inéditas fases de trabajo, mientras que afirmación creadora. La obra de Sosabravo se extiende diversa y original como muestra de genuina expresión personal; fiel a temas de eterna magnitud: la Naturaleza, el hombre y la máquina como extensión de éste, en composiciones de gamas monocromas o de franca invención colorística, donde las reflexiones de carácter filosófico y las preocupaciones existenciales encuentran cauce expresivo en la apropiación de frases callejeras y refranes populares o de títulos de famosas piezas cinematográficas que el creador utiliza para dar nombre a sus obras con evidente intención humorística y sutil ironía, y así de paso, le sirve para orientarnos en el encuentro con su mensaje. Títulos que a menudo aparecen literalmente escritos en la obra, siguiendo el patrón expresivo que el artista se ha impuesto desde sus comienzos, integrado por letras, palabras y frases completas que brotan en torrentes; junto a flechas, cabezas de tornillo, líneas discontínuas que rodean y refuerzan lo negro y sólido de los contornos; pequeñas e "inquietas" líneas que simulan movimiento ---directa influencia de las tiras cómicas---; zonas cuadriculadas de vivos colores, espejuelos o pájaros y peces, que a veces se trocan en caprichosos mounstruillos; las aludidas puntadas y pequeños receptáculos cúbicos que casi siempre dejan abierto uno de sus lados, como cajitas de sorpresa de las que brotan flechas o sirven de acomodo a cualquier figuración. Elementos arquetípicos de su personal estilo, que en permanente urdimbre unifican toda la producción en su carácter cohesivo e identificatorio. Junto a esto, la presencia, más que referencia, del hombre mediante formas que unas veces lo insinúan y otras, sencillamente representan partes de su anatomía. Todo ello resulta en atmósferas de singular efecto, donde códigos ambivalentes apuntan a agudas implicaciones en medio de un clima de dulce inocencia y de inquietantes presagios.