- Jubileo
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El Jubileo o Año Santo es en la Iglesia Católica Romana una celebración ordinaria que se celebra cada 25 años y que tiene por objeto obtener la indulgencia plenaria.
El Jubileo católico tiene su origen en el Jubileo hebreo el cual encuentra sus raíces en el Antiguo Testamento al establecerse en Levítico (25:10) "Declararéis santo el año cincuenta, y proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes. Será para vosotros un jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y cada cual regresara a su familia".
El jubileo católico puede ser ordinario o extraordinario. El Año Santo ordinario, o año jubilar, es el celebrado en los intervalos preestablecidos mientras que el extraordinario, o jubileo, es el proclamado como celebración de un hecho destacado.
La Iglesia ha celebrado jubileos ordinarios en los siguientes años:
Contenido
Lista de Jubileos ordinarios
- 1300. El Papa Bonifacio VIII convoca el primer Año Santo de la historia de la Iglesia mediante la publicación, el 22 de febrero, de la bula Antiquorum habet fida relatio, en las que se precisan como condiciones para la obtención de la indulgencia que el peregrino se encuentre en estado de penitencia tras la confesión y la absolución; y que se visiten las basílicas de San Pedro y San Pablo Extramuros durante treinta días (quince días si no habita en Roma). Se establece asimismo que los jubileos se celebrarán cada cien años.
- 1350. El Papa Clemente VI convoca para este año el segundo Año Santo de la Iglesia Católica mediante la publicación, el 27 de enero de 1347, de la bula Unigénitus. La anticipación en el plazo establecido en su día por Bonifacio VIII se debió a la petición que el pueblo romano, asolado por la Peste Negra y devastado por un terremoto. Este Año Santo se celebró con la ausencia tanto del Papa como de la Curia pontificia ya que esta tenía su sede en la ciudad francesa de Avignon. Se estableció que un intervalo de cincuenta años entre jubileos era más adecuado para hacer posible que, teniendo en cuenta la esperanza de vida de la época, cada generación pudiera al menos celebrar un Año Santo. En la lista de basílicas a visitar se agrega la de San Juan de Letrán.
- 1390. El Papa Urbano VI convoca, con diez años de antelación a la fecha prevista, el tercer Año Santo mediante la publicación, el 8 de abril de 1389 de la bula Salvador noster, en la que establecía que el intervalo en años jubilares debía reducirse a treintaitrés años en recuerdo y homenaje a la edad de Jesucristo al morir en la cruz. Se añadió la cuarta y última basílica a la relación a visitar incluyendo a la de Santa María la Mayor. El cambio continúo de los plazos entre Años Santos provocó que en el año 1400 confluyera en Roma un gran número de peregrinos creyendo que se había convocado el correspondiente año jubilar tras el de 1350. Ello obligó al papa Bonifacio IX a conceder una indulgencia plenaria de modo extraordinario.
- 1423. Convocado por el papa Martín V cumpliendo el nuevo plazo de 33 años establecido en 1390.
- 1450. El papa Nicolás V vuelve a cambiar la periodicidad entre Años Santos y retornando al intervalo de 50 años convoca el nuevo año jubilar para 1450. Este jubileo es recordado por la epidemia de peste que propagaron los numerosos peregrinos que llegaron a Roma y por el grave accidente ocurrido, el 24 de diciembre, en el puente de San Angelo y que provocó la muerte de casi 200 personas.
- 1475. El nuevo plazo de 50 años, establecido con ocasión de la celebración del anterior Año Jubilar, es nuevamente cambiado por el papa Pablo II que mediante la publicación, el 19 de abril de 1470, de la bula Ineffabilis providentia fijó el nuevo, y hasta ahora definitivo, plazo en 25 años, convocando el nuevo Año Santo para el año 1475. El desbordamiento del río Tíber, que obligó al entonces papa, Sixto IV, a abandonar Roma, provocó que el jubileo se retrasara hasta el año 1476 con una escasa afluencia de peregrinos.
- 1500. Decretado y celebrado bajo el papado de Alejandro VI
- 1525. Decretado y celebrado bajo el papado de Clemente VII. Se vio afectado por una epidemia de peste.
- 1550. Decretado por el papa Pablo III se celebró bajo el pontificado de Julio III.
- 1575. Decretado y celebrado bajo el papado de Gregorio XIII.
- 1600. Decretado y celebrado bajo el papado de Clemente VIII, se desarrolló en un clima de fuerte agitación religiosa que desembocó en la condenación, y muerte en la hoguera, de Giordano Bruno
- 1625. Decretado y celebrado bajo el papado de Urbano VIII.
- 1650. Decretado y celebrado bajo el papado de Inocencio X.
- 1675. Decretado y celebrado bajo el papado de Clemente X.
- 1700. Decretado por el papa Inocencio XII y celebrado por el papa Clemente XI.
- 1725. Decretado y celebrado bajo el papado de Benedicto XIII.
- 1750. Decretado y celebrado bajo el papado de Benedicto XIV.
- 1775. Decretado por el papa Clemente XIV y celebrado por el papa Pío VI.
- 1825. Tras la no celebración del Año Santo de 1800, por la agitación política en Europa por los efectos de la Revolución francesa, el papa León XII decretó y celebró el correspondiente a 1825.
- 1875. Debido a las inestabilidad política en Europa derivada de las revoluciones sufridas en el año 1848 el jubileo correspondiente al año 1850 no se celebró, siendo por tanto el siguiente en la lista de Años Santos el correspondiente a 1875, el cual, convocado y celebrado por el papa Pío IX no tuvo gran solemnidad debido a que el papa se encontraba retenido en el Vaticano por los revolucionarios italianos.
- 1900. Decretado y celebrado bajo el papado de León XIII.
- 1925. Decretado y celebrado bajo el papado de Pío XI.
- 1950. Decretado y celebrado bajo el papado de Pío XII.
- 1975. Decretado y celebrado bajo el papado de Pablo VI.
- 2000. Decretado y celebrado bajo el papado de Juan Pablo II.
Ejemplos de Jubileos extraordinarios
Entre los jubileos extraordinarios caben mencionar los "Años Santos de la Redención", que se celebran como forma de conmemorar especialmente el sacrificio redentor de Nuestro Señor Jesucristo. El último de ellos fue convocado y posteriormente celebrado por Juan Pablo II en 1983, al cumplirse el 1950° aniversario de la Redención. Así lo anunciaba:
«Cada año litúrgico es en verdad celebración de los misterios de nuestra Redención; pero la conmemoración jubilar de la muerte salvífica de Cristo sugiere que tal celebración sea más intensamente participada. Ya en 1933 el Papa Pío XI de venerable memoria quiso recordar, con feliz intuición, el XIX Centenario de la Redención con un Año Extraordinario, sin entrar por otra parte en la cuestión de la fecha precisa en que fue crucificado el Señor. Dado que este año 1983 coincide con el 1950 aniversario de aquel gran acontecimiento, ha sido madurado dentro de mí la decisión, que ya manifesté al Colegio Cardenalicio el 26 de noviembre de 1982, de dedicar un año entero a recordar de modo especial la Redención, con el fin de que ésta penetre más a fondo en el pensamiento y en la acción de toda la Iglesia. Tal Jubileo comenzará el día 25 del próximo mes de marzo, Solemnidad de la Anunciación del Señor, que recuerda el instante providencial en que el Verbo eterno, haciéndose hombre por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María, participó de nuestra carne "para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y liberar a aquellos que por temor de la muerte estaban toda la vida sujetos a servidumbre". Se concluirá el día 22 de abril de 1984, Domingo de Pascua, día de la plenitud de la alegría procurada por el Sacrificio redentor de Cristo, gracias al cual la Iglesia "renace y se alimenta continuamente de modo maravilloso" Sea pues éste un Año verdaderamente Santo, sea realmente un tiempo de gracia y de salvación, más intensamente santificado por la aceptación de las gracias de la Redención por parte de la humanidad de nuestro tiempo, mediante la renovación espiritual de todo el pueblo de Dios, que tiene como cabeza a Cristo "que fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación".(...)»
Juan Pablo IIJubileo ordinario
La ceremonia que se observa en Roma para abrir el jubileo ordinario o Año Santo, consiste que el Papa va a la iglesia de San Pedro para abrir la llamada Puerta Santa, que está cerrada a cal y canto. Esta puerta solamente se abre para esta ceremonia y por este motivo. El Papa toma un martillo de oro y da tres golpes diciendo la frase A perite mihi portas justitia, etc. Se derriba la mampostería que cierra la puerta y después el Papa se arrodilla delante de la puerta, mientras los penitenciarios de San Pedro la lavan con agua bendita. Luego, tomando la cruz, se empieza el Te Deum y entra a la iglesia con el clero.
Posteriormente tres cardenales legados que ha enviado el Papa a las otras tres puertas santas las abren con la misma ceremonia.
Estas tres puertas están en la iglesia de San Juan de Letrán, la iglesia de San Pablo y la iglesia de Santa María la Mayor. Todo esto se hace en vísperas de Navidad.
Al siguiente día por la mañana el Papa da la bendición al pueblo en forma de jubileo. Expirado el Año Santo se vuelve a cerrar la puerta la víspera de Navidad y el Papa bendice las piedras y la argamasa, pone la primera piedra y doce cajetillas de moneda o medallas de plata y oro, lo cual se ejecuta con la misma ceremonia en las otras tres puertas santas.
En tiempos pretéritos se veía durante el jubileo gran multitud de gentes que iban a Roma desde todos los puntos de Europa, pero hoy solo lo hacen desde las provincias de Italia porque los papas conceden a todos los países católicos el permiso de poder ganar el jubileo sin necesidad de pasar por Roma.
El jubileo de los judíos
Se celebra cada cincuenta años. El término jubileo proviene del hebreo jobel, que significa cuerno de macho cabrío, dado que se utilizaba este cuerno, como instrumento sonoro, para anunciar al pueblo el año del jubileo.
Este era un año sabático en el cual se descansaba, se ponían los esclavos en libertad.
También se restituían las posesiones que se habían comprado.
Se habla de ello en el capítulo XXV del Levítico. En este libro se ordena a los judíos contar siete semanas de años, es decir, siete veces siete, que hace cuarenta y nueve años.
Santificar el cincuenta en el cual debía cada uno volver a entrar en posesión de su caudal y en su familia.
No se sabe con exactitud si ese jubileo era cuarenta y nueve o cincuenta pero las compras que se hacían entre los judíos no eran para siempre sino hasta el año del jubileo y los agricultores descansaban ya que estaba prohibido cultivar o sembrar la tierra.
Los judíos observaron esta práctica con mucha exactitud hasta su cautiverio en Babilonia pero no la siguieron después como lo notan sus doctores en el Talmud, quiénes aseguran que no hubo más jubileos en tiempo del segundo templo.
Sin embargo esto R. Moises hijo de Maimon asegura en su compendio del Talmud que los judíos han continuado siempre sus jubileos porque este modo de contar les servía para arreglar sus años y para la celebración de ciertas festividades.
Referencias
Categoría:- Liturgia cristiana
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