- La dama del abanico
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''La dama del abanico'' Diego Velázquez, c. 1635 Óleo sobre lienzo • Barroco 95 cm × 70 cm Colección Wallace, Londres, Reino Unido La dama del abanico es un cuadro de Diego Velázquez (Sevilla, 1599 – Madrid, 6 de agosto de 1660), pintado hacia 1635. Se documenta a comienzos del siglo XIX en la colección de Lucien Bonaparte, puesta en venta en Londres en 1815. Adquirida por Alejandro María Aguado, marqués de las Marismas, volvió a salir a la venta en París en 1843, siendo adquirida por James Mayer de Rothschild. En 1872 pasó a propiedad de Richard Wallace, integrándose en su colección de Hertford House, encontrándose actualmente expuesto en el museo de la Colección Wallace de Londres, situada en Manchester Square.
Contenido
Historia y características de la obra
Se desconoce con certeza y los expertos discrepan sobre la identidad de la mujer que protagoniza el lienzo. Para Lafuente Ferrari y otros podría ser Francisca Velázquez, hija del pintor, posibilidad descartada por José López-Rey. En 2006 un estudio de la restauradora británica Zahira Veliz Bomford propuso identificarla con Marie de Rohan-Montbazon, duquesa de Chevreuse, una noble francesa que huyó de su país hacia España, basándose en una carta de enero de 1638 en la que se informaba de que Velázquez estaba retratando a la duquesa, «que en todo se porta con mucha modestia, y Diego Velázquez la está ahora retratando con el aire y traje francés».[1]
A algunos críticos ha sorprendido el escote que luce la dama y afirmado que se trataría de uno de los retratos más atrevidos y sensuales pintados por Velázquez, aunque vaya tocada con un amplio velo negro que envuelve los hombros, guantes blancos y un rosario de oro en la mano izquierda. La sensualidad de ese escote contrastaría con los usos recatados en el vestir de las damas españolas, aduciéndose que se opone a la modestia exigida por la moral y las leyes contra el lujo y los excesos en el vestir dictadas por Felipe IV.
José López-Rey opuso a esa interpretación que el primer decreto por el que se prohibía a las mujeres españolas emplear vestidos considerados indecentes —guardainfantes, enaguas, escotes— es ya de 1639, y su eficacia puede ponerse en duda teniendo en cuenta que hubo de ser refrendado en 1649 y 1657.[2] Para Jonathan Brown, que atribuye el escotado a la moda francesa introducida en Madrid por la duquesa y recuerda la prohibición de 1639, tomándola como fecha límite para la ejecución del retrato, el «aire de velada sensualidad» queda contrarrestado por la «casta intención» que revelan el rosario y la medalla religiosa que cuelga del lazo azul, de modo que «la belleza y la piedad se unen así directamente en este retrato magistral».[3]
El uso de amplios escotes está atestiguado también por numerosas fuentes literarias. Así el capitán Francisco Santos, en su novela Los Gigantones de Madrid por defuera, aludía a unas damas de la corte vestidas «con un trage tan deshonesto que verdaderamente me parecieron rameras; pues tanto adorno y tan desvergonçado, no permitía más caudal de entendimiento (...) de más de llevar descubierto hasta la media espalda, y trages costosissimos». Siendo los escotes motivo constante de preocupación para los moralistas, se escribieron algunos libros específicamente destinados a condenar las modas deshonestas en el vestir, como el del padre Galindo, elocuentemente titulado: Verdades morales en que se reprehenden y condenan los trages vanos, superfluos y profanos, con otros vicios y abusos que oy se usan, mayormente los escotados deshonestos de las mujeres. Pero no faltaron tampoco quienes salieran en su defensa, alegando que su uso no era inmoralidad sino moda, como sostuvo un tal Godoy en un libro, editado en Sevilla en 1684, titulado Breve satisfación a algunas ponderaciones contra los trajes, que sin más fin que el de ser acostumbrados usan las mujeres de España.[4]
El cuadro ha sido relacionado también con el «Retrato de una dama de superior belleza», cuya identidad no desvela, citado por Antonio Palomino y al que el poeta Gabriel Bocángel dedicó un epigrama publicado en 1637 con La lira de las Musas:
- Llegaste los soberanos
- Ojos de Lisi a imitar,
- Tal, que pudiste engañar
- Nuestros ojos, nuestras manos.
- Ofendiste su belleza,
- Silvio, a todas desigual.
- Porque tú la diste igual
- Y no la naturaleza.[5]
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Fernando Marías, por su parte, encuentra en este retrato de dama escotada «a la moda francesa» un carácter más íntimo que el mostrado en otros retratos de los mismos años y con protagonistas de cierta alcurnia, por lo que no descarta que pueda tratarse, según la vieja propuesta, de su hija Francisca, y que con el Retrato de niña, quizá su nieta, fuese uno de los conservados hasta su muerte y citados junto a un autorretrato inacabado en los inventarios de sus bienes.[6]
Referencias
Bibliografía
- Brown, Jonathan (1986). Velázquez. Pintor y cortesano. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-206-9031-7.
- Corpus velazqueño (2000). Corpus velazqueño. Documentos y textos, 2 vols., bajo la dirección de J. M. Pita Andrade.. Madrid. ISBN 84-369-3347-8.
- López-Rey, José (1996). Velázquez. Catalogue raisonné, vol. II. Colonia: Taschen Wildenstein Institute. ISBN 3-8228-8731-5.
- Marías, Fernando (1999). Velázquez. Pintor y criado del rey. Madrid: Nerea. ISBN 84-89569-33-9.
- Veliz, Zahira «Signs of identity in Lady with a Fan by Diego Velázquez: Costume and Likeness Reconsidered - Critical Essay», The Art Bulletin, Marzo, 2004.
Enlaces externos
- Colección Wallace - Página web oficial
- A Visitor's Experience: The Wallace Collection
- CGFA Diego Velázquez
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