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La úlcera de Buruli
La úlcera de Buruli -conocida como la lepra del siglo XXI- es una enfermedad que produce lesiones graves en el cuerpo humano -principalmente en los niños- que pueden incluso causar la muerte de la persona que la padece. Es una enfermedad reciente y prácticamente desconocida, ya que la extrema lentitud con la que se desarrolla la bacteria en los cultivos de laboratorio ralentiza las investigaciones que puedan realizarse con vistas a encontrar un tratamiento preventivo o curativo adecuado.
La denominada lepra del siglo XXI parece transmitirse principalmente a través del agua y afecta principalmente a los niños menores de 15 años. Los primeros síntomas se manifiestan como pequeñas úlceras y llagas que no son dolorosas pero que con el paso del tiempo van siendo más extensas, y que posteriormente devora literalmente los músculos y huesos afectados, provocando amputaciones y, en ocasiones, la muerte. Se han descrito casos de úlcera de Buruli en 30 países de África, las Américas, Asia y Pacífico Occidental, sobre todo en las regiones tropicales y subtropicales. La mayoría de los casos recientes se han registrado en el Estado de Victoria y en la ciudad de Point Lonsdale. En varios países (Camerún, Congo, Gabón, Sudán, Togo y Uganda) se están notificando cada vez más casos. Después de 30 años en los que no ha habido notificaciones oficiales, un estudio llevado a cabo en la región sudoriental de Nigeria en 2006 confirmó algunos casos. Informes recientes indican por primera vez que la enfermedad puede ser endémica en la zona de Brasil fronteriza con la Guyana Francesa. Estas cifras señalan la presencia de la enfermedad, pero es posible que no reflejen la magnitud real del problema.
La UB suele comenzar como una tumefacción cutánea, llamada nódulo. La enfermedad puede presentarse como una gran zona de tumefacción difusa de las piernas o brazos. Las cepas de M. ulcerans aisladas en las diferentes formas clínicas de la enfermedad en una determinada región geográfica parecen ser idénticas, lo cual indica que los factores del huésped pueden desempeñar un importante papel como determinantes de las diferentes presentaciones clínicas. Debido a las propiedades inmunosupresoras locales de la micolactona, o quizás a otros mecanismos desconocidos, la enfermedad progresa sin dolor ni fiebre, y eso puede explicar que los pacientes no busquen tratamiento rápidamente. De cualquier modo, en ausencia de tratamiento aparecen úlceras masivas, con los clásicos bordes socavados. La ocasional afectación ósea se asocia a grandes deformidades. Cuando las lesiones se curan, la fibrosis puede producir limitación de la movilidad de los miembros y otras discapacidades permanentes en aproximadamente un cuarto de los pacientes. En las zonas endémicas, los profesionales sanitarios con experiencia suelen establecer el diagnóstico de la UB basándose en los hallazgos clínicos. Debido a problemas logísticos y operativos, las pruebas de laboratorio raramente se utilizan para tomar decisiones terapéuticas. Las cuatro pruebas de laboratorio que más se utilizan para confirmar el diagnóstico son:
• El examen directo de las extensiones. En los servicios de salud locales donde se puedan realizar baciloscopias para la tuberculosis también se puede efectuar rápidamente un examen de las extensiones de material procedente de las úlceras o de biopsias. Sin embargo, la sensibilidad de este método es baja (aproximadamente 40%). • Cultivo de M. ulcerans. Es un procedimiento que se realiza con las muestras de las úlceras o las biopsias y que tarda 6 a 8 semanas o más. • Reacción en cadena de la polimerasa (RCP). Es una técnica que proporciona resultados en dos días y en la que se utilizan muestras de biopsias o extensiones de material procedente de las úlceras. • Histopatología. Es un método que requiere biopsias y es útil para establecer el diagnóstico diferencial cuando los resultados de los tres métodos anteriores son negativos.
Recientemente se ha desarrollado una prueba de RCP innovadora, basada en reactivos secos, que se puede utilizar en los laboratorios de los hospitales distritales.
Las recomendaciones terapéuticas actuales consisten en: • La combinación de rifampicina y estreptomicina/amikacina durante 8 semanas como tratamiento de primera línea contra todas las formas activas de la enfermedad. Los casos nodulares y los no complicados pueden tratarse sin necesidad de hospitalizarlos. • Intervención quirúrgica para eliminar el tejido necrosado, cubrir los defectos cutáneos y corregir las deformidades. • Intervenciones para evitar o minimizar las discapacidades.
La experiencia terapéutica adquirida ha revelado que la administración de rifampicina y estreptomicina durante 8 semanas, produce la curación completa de cerca de un 50% de las lesiones. Además, es posible tratar a algunos pacientes en régimen ambulatorio. Las recidivas tras el tratamiento antibiótico son de menos del 2%, en comparación con un 16-30% tras el tratamiento exclusivamente quirúrgico. Estos datos alentadores están cambiando la estrategia de control y tratamiento de la úlcera.
En febrero de 2007 se publicó la secuencia genómica completa de M. ulcerans, que contribuirá al avance de las investigaciones sobre el desarrollo de pruebas diagnósticas simples y rápidas y de nuevos tratamientos farmacológicos y vacunas. Esta información está ayudando a los científicos a encontrar la forma de bloquear su producción, que podría convertirse en una nueva opción terapéutica.
La resolución adoptada por la Asamblea de la Salud en 2004 está contribuyendo a generar el interés y el apoyo necesarios, alentando a todos los Estados Miembros de la OMS «a que intensifiquen las investigaciones con miras a desarrollar medios de diagnóstico, tratamiento y prevención de la enfermedad, así como [a] integrar la úlcera de Buruli en el sistema nacional de vigilancia de las enfermedades».
La actual ola de interés por las enfermedades tropicales desatendidas contribuirá sin duda a dar mayor notoriedad a la úlcera de Buruli y a atraer recursos necesarios para acelerar las investigaciones relacionadas con el desarrollo de nuevos instrumentos diagnósticos, terapéuticos y profilácticos.
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