- Lucio Licinio Luculo
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Lucio Licinio Luculo
Lucio Licinio Luculo (Roma, c. 118 - Ibidem, 56 a. C.) fue un destacado político y militar romano del siglo I a. C.. Combatió a las órdenes de Sila en la Guerra Social y la Primera Guerra Mitridática, y le apoyó en la Primera Guerra Civil, cónsul en 74 a. C. y vencedor de la Tercera Guerra Mitridática en Asia Menor.
Contenido
Vida
Juventud
Era nieto del cónsul Lucio Licinio Luculo y sobrino de Quinto Cecilio Metelo el Numídico, pero su padre había sido condenado por aceptar un soborno y su madre, Cecilia, era conocida por el poco recato de su vida. La primera obra por donde Luculo se dio a conocer, antes de pedir magistratura ninguna y antes de tomar parte en el gobierno, fue la de hacer juzgar al acusador de su padre, Quinto Servilio el augur, que había malversado los caudales públicos pero finalmente fue absuelto.
Recibió una excelente instrucción, y hablaba correctamente las lenguas griega y latina. Inició su carrera como tribuno militar en 89 a. C., durante la llamada Guerra Social, siendo nombrado un año después cuestor a las órdenes de Sila, quien tenía la mejor opinión de su talento e integridad, encargándole las más importantes empresas a pesar de su juventud. Fue el único oficial que lo apoyó en su marcha sobre Roma.
Durante la Primera Guerra Mitridática, como procuestor, en el 86 a. C., recibió el encargo de organizar una flota para contrarrestar el dominio marítimo de la armada del Ponto, por lo que visitó varias islas y ciudades del Mediterráneo oriental. Consiguió reunir una flota considerable que dirigió con maestría, auxiliando a Sila en el asedio de Atenas y derrotando a la flota póntica dirigida por Neoptólemo en la Batalla de Tenedos (86 a. C.), lo cual permitió que Sila cruzara a Asia Menor.
Del 85 al 80 a. C. permaneció en Asia, siempre como procuestor, recaudando dinero para financiar la guerra de Sila contra los populares. Nombrado edil en 79 a. C., junto con su hermano Marco Terencio Varrón Luculo, financió unos juegos esplendorosos. El moribundo Sila le dispensó el máximo afecto, dedicándole sus Memorias y encargándole la tutoría de su hijo Fausto.
Pretor en el 78 a. C. y propretor del 77 al 76 en África, fue finalmente elegido cónsul en 74 a. C., encomendándosele la nueva guerra contra Mitrídates VI del Ponto, que invadió la provincia romana de Bitinia (recién legada a Roma por su último rey, Nicomedes IV) y avanzó hacia la vecina Asia.
La Tercera Guerra Mitridática
Luculo, estratega y un táctico de extraordinario talento, logró imponerse a los ejércitos pónticos a pesar de su inferioridad, y logró derrotarlos en el campo de batalla y rendirlos por hambre. Mitrídates fue expulsado de territorio romano y tuvo que buscar la ayuda de su aliado Tigranes II de Armenia para defender su reino. Entre ambos reclutaron unos enormes contingentes, pero contaban con pocos profesionales capacitados.
Luculo llevó a cabo una monumental labor de saneamiento económico de la Provincia de Asia, sumida una grave crisis financiera provocada por la brutal explotación a la que la sometían los publicanos que tenían arrendada la recaudación de impuestos. Ello le valió la hostilidad de los equites y de numerosos senadores que sacaban pingües beneficios con las depredaciones de los publicanos.
Entonces pentetró profundamente en el reino de Tigranes, derrotándolo en la Batalla de Tigranocerta (69 a. C.) y tomando su capital, la ciudad de Tigranocerta, con un inmenso botín. Se decía que Tigranes se había burlado de Luculo porque sus hombres «eran demasiado escasos como para formar un ejército, pero demasiados para una embajada», poco antes de que los romanos aniquilaran sus huestes.
Luculo persiguió entonces a Mitrídates hasta lo más profundo de las montañas de Armenia derrotándolo de nuevo en la batalla de Artaxata (68 a. C.). Parecía que la guerra estaba ganada, pero intervino entonces un factor inesperado. Aunque era un gran general, Luculo era un aristócrata incapaz de ganarse el afecto de sus soldados. para colmo, sus legiones eran las llamadas fimbrianas, antaño reclutadas por Lucio Cornelio Cinna para combatir a Sila y especialmente levantiscas. Luculo las que sometió a una dura disciplina, lo que unido a su condición de aristócrata y amigo personal de Sila le hicieron tremendamente impopular. Así, sus tropas se rebelaron, dirigidas por su cuñado Publio Clodio Pulcro, lo cual permitió a Mitrídates y a Tigranes reponerse de la catástrofe y volver a sus respectivos reinos.
Además de entre sus soldados, Luculo tenía pocos amigos en Roma. En 69 cesó en el gobierno de Asia, y un año después también se quedó sin Cilicia. A punto de conseguir una victoria total, se le restringió el envío de tropas y recursos, mientras continuaban los motines de sus propios soldados. Al tiempo que la presión de Luculo iba debilitándose, aumentaban los contraataques del enemigo. En el año 67, Mitrídates derrotó al legado Triario, causándole 7.000 muertos. Al término del año 67, tanto Mitrídates como Tigranes habían recuperado buena parte de sus respectivos reinos, en tanto que Luculo apenas tenía una fracción de sus anteriores fuerzas.
En 66 Pompeyo tomó el mando de una guerra ya ganada, en tanto que Luculo fue abandonado por sus últimos hombres. Su sucesor sólo permitió llevarse de regreso a Roma una escolta de mil seiscientos soldados para su triunfo, un grupo de hombres tan proclive al motín que Pompeyo los consideraba inútiles por completo para el servicio militar.
Retiro
De vuelta a Roma, privado del mando y de su triunfo (que se retrasó hasta el 63 a. C.) por las maquinaciones de sus enemigos -pero no de un cuantiosísimo botín- Luculo buscó consuelo en las artes y en las satisfacciones del ocio, retirándose de la vida política. Se construyó una espectacular mansión en el monte Pincio, de la cual hoy sólo se conservan los llamados Villa Borghese), un lugar tan fastuoso que no sería igualado hasta los tiempos de Nerón y su Domus Aurea. Así es que, habiendo visto Tuberón el Estoico su gran villa en la costa cerca de Nápoles, los collados suspendidos en el aire por medio de dilatados arcos, las cascadas precipitándose en el mar, los canales y estanques para la piscicultura y los mil y un lujos de los que disponía, no pudo menos de llamarle "Jerjes togado".
Tenía en Túsculo diferentes habitaciones y miradores de hermosas vistas, y, además, ciertos claustros abiertos y dispuestos para paseos; Pompeyo el Grande, al verlo, censuró el que, habiendo dispuesto aquella villa con tanta comodidad para el verano, la hubiera hecho inhabitable para el invierno, a lo que, sonriéndose, le contestó Luculo que por qué iba él a ser menos que las grullas y las cigüeñas y no poder cambiar de casa con las estaciones.
Las cenas cotidianas de Luculo eran un derroche de riqueza, no sólo en paños de púrpura, en vajilla, pedrería, en entretenimientos, sino en los manjares más raros, delicados y exquisitos. Cenaba un día solo, y sus criados le pusieron una única mesa y una cena modesta. Molesto con ello, hizo llamar a su mayordomo, y como éste le respondiese que no habiendo ningún convidado creyó no querría una cena más abundante, le dijo : "¡Pues cómo! ¿No sabías que hoy Luculo cena con Luculo?" Y a continuación se hizo servir un esplendoroso banquete que disfrutó él solo.
Asimismo, introdujo a Roma la cereza, el melocotón o manzana persa y el albaricoque.
En sus últimos años de vida fue perdiendo progresivamente el juicio, aunque Cornelio Nepote indicaba que ello no fue debido a la vejez o la enfermedad, sino al brebaje que le ofreció uno de sus libertos, un tal Calístenes. Su hermano, que al parecer sentía gran afecto hacia él, se encargó de su cuidado y del de su cuantiosa hacienda, siguiéndole a la tumba poco después.
Semblanza
Descrito por Plutarco como "de gallarda estatura, de buena presencia y elegante en el decir", Luculo pasaría a la Historia por extravagancias como las mencionadas, convertido en el prototipo eterno del lujo desmedido, a pesar de su innegable talento, su inteligencia y su honestidad. Encerrado como un monstruo indolente en sus fastuosos palacios y jardines, fatigado de tantas contiendas, se dedicó por entero al ejercicio y recreo de la filosofía, entregado a la investigación de la verdad y la meditación en calma sobre las plácidas doctrinas de Epicuro, confirmando con el ejemplo de su propia carrera la locura de la ambición y la vanidad de la virtud.
Recordado como hombre de vastísima cultura, protector de las artes y las letras, fue el único romano notorio en la República tardía que expresó interés en la idea de construir una biblioteca pública. Acerca de su afición a las letras nos refiere Plutarco[1] que siendo todavía mozo, con ocasión de cierta disputa que tuvo con el jurisconsulto Hortensio y el historiador Sisena, se comprometió a escribir la historia de la Guerra Social o Mársica, en verso o en prosa, en griego o en latín, según lo declarase la suerte, y parece que ésta determinó que fuera en prosa griega. Por desgracia, esta obra está hoy perdida.
Referencias
Citas
- ↑ Vida de Luculo, 1.
Bibliografía
- Apiano de ALejandría, ´Bellum Mithridaticum.
- Plutarco de Queronea, Vida de Luculo.
Enlaces externos
- Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Lucio Licinio Luculo.
- Wikisource contiene una copia de las Vidas paralelas.
Predecesor:
Cayo Aurelio Cota y Lucio OctavioCónsul de la República Romana
con Marco Aurelio Cota
74 a. C.Sucesor:
Gayo Casio Longino y Marco Terencio VarrónCategorías: Cónsules romanos | Nobles romanos | Militares de la Antigua Roma | Fallecidos en 56 a. C.
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