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Escudos sagrados
Los escudos sagrados de la Antigua Roma o ancilia eran once escudos que se guardaban en el Templo de Marte, a cargo de los sacerdotes saliares (salii). Según la leyenda, uno de ellos perteneció al dios Marte y se decía que había caído del cielo sobre el rey Numa Pompilio. Al mismo tiempo, se oyó una voz que declaraba que Roma debía ser señora del mundo mientras se conservara el escudo. El ancilia resultó ser así el paladio de Roma.
Diferentes autores ofrecen diversas etimologías de esta palabra. Algunos sostienen que deriva del griego άγκύλοσ, «encorvado». Varrón lo hace derivar de ab Ancisu, al estar cortado o arqueado en los dos lados, como los escudos de los tracios, llamados peltæ. Plutarco cree que la palabra podría derivar del griego άγκών, «arco», llevándose este arma sobre el codo. La opinión de Varrón es, sin embargo, la más probable.
Numa, por el consejo, se dice, de la ninfa Egeria, encargó otros once escudos, perfectamente idénticos al primero. Esto se hizo para que si alguien intentaba robarlos, como hizo Odiseo con el paladio, no fuera capaz de distinguir el verdadero ancile de los falsos.
Estos escudos se conservaban en el templo de Marte, y estaban custodiados por doce sacerdotes de Salii, instituidos con tal propósito. Se llevaban cada año, en el mes de marzo, en procesión alrededor de Roma, y en el 30.º día del mes se colocaban de nuevo en su lugar.
Véase también
- Marte
- Paladio
Referencias
Este artículo incorpora texto de la Cyclopaedia de 1728 (dominio público).
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