- Oficio de tinieblas
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El Oficio de Tinieblas es la ceremonia litúrgica que lleva a cabo la Iglesia Católica Apostólica Romana el Miércoles Santo al caer la tarde.
Se trata del mismo rezo de la Liturgia de las Horas (invitatorio, laudes, vísperas y completas) que se hace todos los días a la mañana, tarde y noche, pero lo hacen sacerdotes unificándolo para el Jueves y Viernes Santo en una oración realizada el Miércoles Santo al advenir la tarde; se adelanta al miércoles para que quien reza no falte al rezo a causa de los demás ritos de Semana Santa.
En este oficio todas las luces del templo han de estar apagadas y sobre el altar debe haber un tenebrario o candelero con 15 velas o cirios amarillos que representan a los 11 apóstoles que permanecieron tras la traición del Iscariote, las tres marías (María Salomé, María de Cleofás y María Magdalena) y a la Virgen María, en la persona de un cirio más destacado que los otros. Los cirios se van apagando uno tras otro tras cada salmo para que al final quede encendido sólo el cirio que más destaca al acercarse la muerte del Redentor (los apóstoles lo fueron abandonando y el templo va quedando en tinieblas, por eso el nombre del Oficio). Al llegar al último cirio, se canta el Miserere y el cirio se sitúa en la parte posterior al altar ocultándolo, simbolizando la entrada de Jesús en la sepultura y la permanencia de la Iglesia en espera de la Luz que surgirá en la Vigilia Pascual. Terminado el "Miserere" el clero y los fieles producen un ruido de carracas y matracas, que cesa dramáticamente al aparecer la luz del cirio oculto detrás del altar, para simular las convulsiones y trastornos naturales ("hasta las piedras hablaron") que sobrevinieron a la naturaleza al morir Jesucristo Salvador.
Este Oficio presenta todas las características de las exequias: salmos, antífonas y responsorios fúnebres y de lamentación, omitiendo todo tipo de himno o doxología, sin acompañamientos musicales y con el altar desnudo, las imágenes cubiertas y en una absoluta oscuridad, salvo los cirios. Pero también recuerda la Pasión y agonía del Señor. Cabe señalar que, al finalizar el Oficio no se da la bendición ni hay rito de despedida.
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