- Victimismo
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El victimismo es la tendencia a considerarse víctima o hacerse pasar por tal.[1] Una víctima es quien sufre un daño personalizable por caso fortuito o culpa ajena.[2] El victimista se disfraza por tanto de víctima consciente o inconscientemente simulando una agresión o menoscabo inexistente; y/o responsabilizando erróneamente al entorno o a los demás.
En Lógica es una retórica demagógica que busca desprestigiar de una forma falaz la argumentación del adversario denotándola como impuesta o autoritaria. Para ello, el sujeto victimista posiciona a su adversario de forma implícita como atacante al adoptar una postura de víctima en el contexto de la discusión.
En Psicología una personalidad victimista[3] o tendencia psicológica victimista[4] que puede llegar a desembocar en una conducta patológica[3] como trastorno paranoide[5] consiste en una tendencia a culpar a otros de los males que uno padece y resguardarse en la compasión ajena. Esta tendencia se caracteriza por una deformación pesimista de la realidad en la que el sujeto se regodea en el lamento y queda incapacitado para realizar cualquier tipo de autocrítica.[4] Es uno de los pilares de la cultura de la queja.[6]
Contenido
Retórica victimista
La retórica victimista es una técnica demagógica que consiste en descalificar al adversario mostrándolo como atacante en lugar de refutar sus afirmaciones. Para ello el sujeto adopta el rol de víctima dentro del contexto de la discusión, de tal forma que el otro interlocutor queda posicionado implícitamente frente a terceros como un impositor autoritario y su argumentación como mera imposición o ataque. En ocasiones se realiza junto con la retórica del punto medio y se relaciona estrechamente con la conducta megalomaníaca.
De esta forma sus argumentos son difícilmente refutables, pues cualquier contraargumentación queda transformada en prueba de la omnipotencia o sutileza de los ofensores. Por el contrario, cualquier ataque que realice queda envuelto en un manto de candidez ya que supuestamente se está defendiendo justificadamente.[6]
Ejemplo
- «El Sol está a menos de 10 kilómetros de la Tierra».
- «Eso no es cierto, el Sol se encuentra a 149.597.871 kilómetros de la Tierra, es un hecho probado».
- Retóricas victimistas
- «Esta persona siempre me está atacando, ahora afirma que miento. Trata de imponer su punto de vista, es injusto».
- «Haga el favor de disculparse, mi opinión merece ser respetada. No puede imponer la suya sobre la de los demás. Usted claramente tiene animosidad en contra mía».
Retirada victimista
En ocasiones, esta retórica va encaminada a no reconocer los errores propios, eludiendo la responsabilidad o la rectificación. De esta forma, el orador victimista logra escabullirse de la discusión desprestigiando el argumento vencedor sin reconocer que estaba equivocado, o como último recurso cuando finalmente se ve incapacitado para exponer un argumento racional.
Ejemplo
- «El Sol está a menos de 10 kilómetros de la Tierra».
- «Eso falso porque [...] Por todo ello queda probado que el Sol se encuentra a 149.597.871 kilómetros de la Tierra. ¿Podría dejar de afirmar que está a 10 kilómetros? Su filibusterismo y conducta troll está creando confusión entre quienes nos leen».
- Retóricas victimistas
- «¡Y ahora me culpa de confundir a los demás! Desde luego usted no tiene un mínimo de educación. Dejo la discusión, está claro que discutir con usted es inútil, finalmente impondrá su versión».
- «Esta persona no para de decir que todo lo que digo es falso. No me queda otra alternativa que desistir ya que se dedica a atacar antes de escuchar siquiera. De todos modos dejo asentado que, el hecho de no expresar más mi opinión, no se debe a que comparta la opinión arriba expresada, sino a que no me queda otro remedio que ceder ante su acoso».
- «Que hagan lo que quieran, está visto que desean imponer su opinión. ¿Qué puedo hacer yo, si casi me comen en la última discusión? Está visto que hay quien aprovecha cualquier ocasión para acusar a los demás de mentirosos y trolls.»
Estrategias victimistas
En base al recurso del victimismo, cuando la personalidad paranoide desea influir en la toma de decisiones ajena suele acudir a dos estrategias:[5]
- Victimismo populista dictatorial paranoide: Culpabilizar de supuestos fracasos al cuadro directivo (directores, administradores...) adoptando el papel de víctima rechanzando toda autocrítica y reclamando justicia popular (ejecuciones, despidos, amenazas...).
- Victimismo paranoide intergrupal: Acusar de una supuesta persecución, conspiración o incomprensión por parte del otro grupo. Es característico del victimismo irredento.
Trastorno victimista
El victimismo es un trastorno paranoide de la personalidad[5] muy común en la que el sujeto adopta un rol de víctima a fin de, por un lado, culpar a otros de conductas propias, y por otro, enarbolar la compasión de terceros como defensa a supuestos ataques.
Mediante una proyección, en el sentido de Sigmund Freud, el victimista recurre a la estrategia mental de colocar fuera de sí la responsabilidad o los males que realmente le pertenecen. En este sentido, la personalidad de víctima o victimismo, consiste entonces en defenderme de posibles situaciones de malestar a través del no reconocimiento y la proyección externa de una determinada situación. Estos se muestran débiles y maltratados para encontrar el apoyo de otros y evitar tener que realizar los esfuerzos que su situación de vida, natural o adquirida les requiere.[3]
Como esta mentalidad no siempre logra alcanzar los objetivos ésta conduce a su vez con facilidad a la desesperación, el conformismo ante el infortunio e incluso el resentimiento, la ira o el deseo de venganza contra lo que le rodea; formando un victimismo agresivo,[6] una forma rabiosa de victimismo que consiste en molestarse por que otros no son como nosotros o como deseamos que sean. En estos casos la tendencia es a atacarlos, acusarlos, etiquetarlos para dañarlos moral, emocional o físicamente en una demostración de intolerancia excluyente.[3] Por ello en ocasiones surge junto con la megalomanía, ya que el sujeto, donde no se ve continuamente elogiado y aceptado, se ve víctima de supuestas conspiraciones y hostilidades[6] (victimismo integrupal).[5]
Características
Deformación de la realidad
- El sujeto cree que es sólo una víctima del entorno o los demás, por lo que la culpa en todo caso es del entorno o los demás.
El sujeto muestra un pesimismo exacerbado frente a la realidad que le rodea, sobredimensionando lo negativo,[4] recelando de lo que surge a su alrededor y presumiendo mala fe. De esta actitud surge un morboso afán por descubrir agravios nimios para sentirse discriminado o maltratado con el fin de achacar a instancias exteriores una supuesta actitud perversa y agresiva que representa todo lo malo que le sucede. De esta forma, su susceptibilidad les lleva a reaccionar con crispación ante la más mínima crítica, elevada inmediatamente a la consideración de grave ofensa.[7]
Consuelo en el lamento
- El sujeto cree que es sólo una víctima del entorno o los demás, por lo que no merece sentirse culpable.
El sujeto encuentra placer en manifestarse como una víctima ante los demás. Esta cultura de la queja en realidad es una forma llamar la atención, mendigando protagonismo mediante una estrategia de lamentos y forzando la compasión de los que le rodean.[4] [6] De esta forma, en vez de luchar por mejorar las cosas el sujeto compite en la exhibición de sus supuestas desdichas.[7]
Incapacidad de autocrítica
- El sujeto cree que es sólo una víctima del entorno o los demás, por lo que no tiene la culpa de nada de lo que hace.
El sujeto victimista es incapaz de extraer una crítica constructiva de lo que le rodea, tendiendo a considerar como enemigo a cualquiera que se atreva a hacerle alguna corrección. A lo sumo será capaz de aceptarla cuando provenga de alguien que le resulte afín.[4] De esta forma, el victimista se autocontempla con indulgencia, eludiendo su verdadera responsabilidad, sintiendo que su posición de víctima justifica todos sus actos. Para las personas que caen en esta actitud, todo lo que les hacen a ellos es intolerable, mientras que sus propios errores o defectos son sólo simples futilezas sin importancia que sería una falta de tacto señalar.[7]
Véase también
- Megalomanía
- Prejuicio cognitivo
- Demagogia
- Retórica del punto medio o retórica centrista
Referencias
- ↑ Diccionario de la Real Academia Española, «Diccionario de la Real Academia: victimismo», 2008.
- ↑ Diccionario Espasa escolar de la lengua española, víctima, Editorial Espasa-Calpe, España 1996. ISBN 8423966704
- ↑ a b c d Deguate.com, El victimismo: la costumbre de culpar, acceso 15 de marzo de 2008.
- ↑ a b c d e Editorial Loiola, consulta "victimismo", Asociación Loiola Gazteen Taldea, acceso 15 de marzo de 2008.
- ↑ a b c d Dr. Ángel Aguirre Baztán, miembro numerario de la Real Academia de Doctores de Barcelona, miembro fundador del Instituto de Antropología de Barcelona, de la Sociedad Española de Antropología Aplicada, de la Sociedad Española de Psicología INFAD, y de la Sociedad de Estudios Navarros; director de ANTHROPOLOGICA, Estudios de Etnopsicología y Etnopsiquiatría, pág 124, Universidad de Barcelona, editorial Marcombo, 1994. ISBN 8426709656
- ↑ a b c d e Alfonso Aguiló Pastrana, vicepresidente del Instituto Europeo de Estudios de la Educación y director de Interrogantes.net La retórica victimista dentro del bloque El riesgo del victimismo, publicado en Hacer Familia nº 122, V.04, acceso 15 de marzo de 2008.
- ↑ a b c Alfonso Aguiló Pastrana, vicepresidente del Instituto Europeo de Estudios de la Educación y director de Interrogantes.net El confort de la derrota, acceso 15 de marzo de 2008.
Enlaces externos
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