Pan y Rosas

Pan y Rosas

Pan y Rosas

La agrupación Pan y Rosas se conformó al calor de los procesos de organización y de lucha que se desarrollaron en Argentina a partir del 19 y 20 de diciembre de 2001. Fue alrededor de la solidaridad con las trabajadoras de Brukman y su importante lucha por la recuperación de la fábrica y el control obrero, que mujeres de distintas organizaciones y feministas independientes comenzaron a participar en las Comisiones de Mujeres de los Encuentros de Fábricas Ocupadas que organizaron estas obreras junto a los trabajadores de Zanon.

Más adelante, se volvieron a encontrar en las calles movilizándose contra la guerra imperialista en Irak y denunciando las consecuencias de la guerra para el pueblo iraquí y particularmente para las mujeres.

También participaron juntas en la Asamblea por el Derecho al Aborto, que funcionaba en Buenos Aires y desde donde, en el 2003, se prepararon para enfrentar a la Iglesia y los sectores reaccionarios en el XVIII Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario (agosto de 2003).

En ese entonces, era un pequeño grupo de no más de 40 mujeres de Buenos Aires, La Plata, Neuquén, Rosario y Gran Buenos Aires, entre las que había estudiantes, trabajadoras ocupadas y desocupadas, artistas y profesionales, que viajaron al Encuentro con la idea de pelear por el derecho al aborto y los derechos de las mujeres trabajadoras.

Después de esta experiencia, con el impulso de las mujeres del Partido de los Trabajadores Socialistas, decidieron conformar una agrupación nacional y militante de mujeres trabajadoras ocupadas y desocupadas, estudiantes y jóvenes con el nombre de Pan y Rosas, en homenaje a las obreras textiles de principios de siglo pasado que lucharon por sus derechos.

El desafío fue construir una gran agrupación que pelee por la emancipación de las mujeres de toda opresión, desde una perspectiva anticapitalista, clasista y revolucionaria.

Su lema es "No pedimos… ¡exigimos!, nuestro derecho al pan, pero también a las rosas."

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La historia del nombre "Pan y Rosas"

Una mancha de tinta se expande en la tela porque penetra profundamente sus fibras. Una acción decisiva cambia a sus protagonistas porque penetra, como la tinta a la tela, profundamente la fibra de sus vidas. Esa es la historia de las mujeres de Lawrence (Massachusetts, EE.UU.), que protagonizaron una huelga que culminaría con implementación de la jornada reducida, aumento de salarios y reconocimiento de los sindicatos, conocida como la huelga de "pan y rosas".


Queremos el pan...


La década que inauguró el siglo XX en EE.UU. se vio plagada de huelgas duras, en gran parte protagonizadas por obreras textiles, la industria pujante del momento. La industria textil empleaba gran cantidad de mano de obra inmigrante –atraída por avisos mentirosos desde la empobrecida Europa-, femenina e infantil. Más de la mitad eran mujeres, muchas de ellas, menores de 18 años.

El año nuevo de 1912, lejos de los banquetes burgueses, las trabajadoras de Lawrence salían a la huelga. La enorme mayoría no estaba organizada en sindicatos, ya que la American Federatio of Labour sólo afiliaba obreros calificados, es decir, varones blancos. La organización que encabezó la huelga fue la Industrial Workers of the World, que por el contrario, veía indispensable organizar a los más explotados entre los trabajadores: mujeres, negros e inmigrantes.

El 10 de enero se realiza la primera reunión en la IWW, donde mil obreras, que acaban de recibir su cheque con un salario menor, deciden llamar a la huelga. La primer medida que se toma, además del fondo de huelga, es el método del piquete masivo alrededor de las fábricas: se resolvió formar una línea infinita alrededor de los establecimientos, que se mantenía las 24 horas y se movía constantemente, haciendo imposible, a los carneros y la policía, entrar a la fábrica.

La huelga se extiende, las obreras se mantienen firmes y la patronal también. El comité de huelga instala guarderías y comedores comunitarios para los hijos de las obreras. Las medidas apuntan a facilitar la participación de las trabajadoras. Además se realizan reuniones sólo de mujeres, ya que también es necesario combatir el machismo que reinaba entre los activistas.

La IWW tiene una política especial dirigida a los niños, que enfrentan los ataques de maestros, vecinos y amigos por la actividad de sus madres: inauguran reuniones infantiles del sindicato donde se discute por qué sus madres y padres están en huelga. Finalmente se decide enviarlos a otras ciudades, donde los albergan familias solidarias con la lucha. En el primer tren salen 120 chicos, que regresarán a casa cuando finalice la huelga. En el momento en que se dispone a salir el segundo tren, la policía desata la represión contra los niños y las mujeres que los acompañan. Este episodio lleva el conflicto a las páginas de los diarios nacionales y al Congreso.

La gran difusión, la firme decisión de las obreras y el miedo de la burguesía a que se extienda la huelga, hace ceder a los patrones que aceptan la jornada laboral reducida y el aumento de los salarios, temerosos de que se propagara el grito de "queremos el pan, pero también las rosas". Estas obreras de principios de siglo, tomaron el cielo por asalto y lograron una de las primeras victorias del proletariado en EE.UU., además de mostrar el protagonismo decisivo de las mujeres en las grandes luchas obreras.



PAN Y ROSAS

James Oppenheim, 1911


Mientras vamos marchando, marchando, a través del hermoso día

un millón de cocinas oscuras y miles de grises hilanderías

son tocados por un radiante sol que asoma repentinamente

ya que el pueblo nos oye cantar: ¡Pan y rosas! ¡Pan y rosas!


Mientras vamos marchando, marchando, luchamos también por los hombres

ya que ellos son hijos de mujeres, y los protegemos otra vez maternalmente

Nuestras vidas no serán explotadas desde el nacimiento hasta la muerte,

los corazones padecen hambre, al igual que los cuerpos

¡dennos pan, pero también dennos rosas!


Mientras vamos marchando, marchando, gran cantidad de mujeres muertas

van gritando a través de nuestro canto su antiguo reclamo de pan;

sus espíritus fatigados no conocieron el pequeño arte y el amor y la belleza

¡Sí, es por el pan que peleamos, pero también peleamos por rosas!


A medida que vamos marchando, marchando, traemos con nosotras días mejores.

El levantamiento de las mujeres significa el levantamiento de la humanidad.

Ya basta del agobio del trabajo y del holgazán: diez que trabajan para que uno repose

¡Queremos compartir las glorias de la vida: pan y rosas, pan y rosas!


Nuestras vidas no serán explotadas desde el nacimiento hasta la muerte;

los corazones padecen hambre, al igual que los cuerpos

¡pan y rosas, pan y rosas!


Este poema fue escrito en diciembre de 1911, por James Oppenheim, un poeta y activista afiliado al sindicato combativo IWW (Industrial Workers of the World). Según la investigación de Jim Zwick, tanto en la historia de EE.UU. como en la conciencia popular el slogan “pan y rosas” está asociado a la famosa huelga de las obreras textiles de Lawrence –Massachussets, de 1912. Tan es así que esa huelga es conocida como la huelga de “pan y rosas”. No existe documentación directa del uso del slogan por parte de las obreras, pero se dijo que el poema de James Oppenheim estuvo inspirado por un cartel que llevaban las manifestantes en huelga que rezaba “queremos el pan pero también queremos las rosas”.


Sitio de Pan y Rosas en internet [1] leila!!!

Obtenido de "Pan y Rosas"

Wikimedia foundation. 2010.

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