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Plan Schlieffen
Se denomina Plan Schlieffen al plan propuesto durante la Primera Guerra Mundial por el jefe del Estado Mayor del II Reich alemán, Alfred Graf von Schlieffen. El plan consistía en que Alemania sacrificaría en el este la Prusia Oriental y se retiraría al Bajo Vístula, en beneficio de un poderoso frente ofensivo en la frontera francesa. El Ejército Alemán movilizaria 1.500.000 hombres para el ataque en el Oeste, mientras mantendria 500.000 en el Este para rechazar el ataque de los rusos, que sumaban 2.700.000 hombres.[1] Los franceses y británicos movilizarian cerca de 3.901.000 hombres en las primeras semanas para rechazar al enemigo.[2]
El grueso de sus fuerzas atravesaría Bélgica, para emprender después —desde el norte y con el máximo de medios en el ala derecha— una ofensiva para cercar al ejército francés, destinada a la destrucción total de las tropas aliadas. Una vez conseguido este objetivo, deberían volverse hacia la frontera rusa, cuya movilización militar sería más lenta.
Schlieffen no tardó en encontrar problemas. El ejército alemán debería extenderse hacia el norte con una potente ala derecha pero sin debilitar el centro y la izquierda, pues allí se esperaba el ataque francés principal. Para ello le faltaban divisiones y hombres. No podía esperar que el ejército regular (el que se mantiene en épocas de paz) pudiera asumir tan largo frente. Pero se le ocurrió una solución innovadora: usar los reservistas. Los reservistas eran considerados soldados mediocres y únicamente aptos para labores de ocupación y retaguardia, no para la lucha, pero Schlieffen decidió sumarlos al frente. Así pudo mantener una ala derecha potente y el centro y la izquierda lo suficientemente fuertes como para detener el ataque francés.
El plan, basado según el propio Schlieffen en la táctica seguida por Aníbal en la Batalla de Cannas, nunca se llevó a cabo. Schlieffen falleció en 1913, y el plan de batalla fue modificado posteriormente por su sucesor en el Estado Mayor, Helmuth Johan von Moltke, sobrino del famoso militar prusiano Helmuth von Moltke. Principalmente, rechazó la idea de oponer la totalidad de las fuerzas armadas alemanas en el ataque contra Francia, reservando una parte de los ejércitos para la defensa de la ofensiva rusa. Este cambio, que ha sido tema de debate para todos los especialistas en historia militar desde entonces, se considera el mayor error de Moltke. La invasión de Francia, tal y como se llevó a cabo finalmente, fracasó al encontrar más oposición de la esperada en la Batalla del Marne (1914), que salvaguardó París y forzó a los alemanes a fortificarse en el río Aisne, donde daría comienzo una mortífera guerra de trincheras que caracterizaría los combates sucesivos en el Frente occidental. La invasión de Bélgica le valió además a Alemania una declaración de guerra por parte del Imperio Británico, garante de la independencia belga desde el nacimiento de ésta en 1830. El propio Káiser Guillermo II solicitó a Schlieffen que abortara o modificara el plan en el último momento, con el fin de no ganarse otro gran enemigo en la contienda, pero éste se limitó a replicar que el plan «Una vez asentado, no puede cambiarse».
Irónicamente, Alemania conseguiría sus mejores resultados durante la contienda en el frente ruso, donde destrozó al ejército del Zar en la Batalla de Tannenberg y contribuyó de forma decisiva a que el gran Estado oriental se hundiera en la Revolución Bolchevique de 1917. Justo lo contrario de lo planeado por Schlieffen.
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