El piadoso y magnánimo CARLOS V Rey de España en 1516 y Emperador de Alemania en 1519, fue quien indirectamente, dota a Montecristi de este Tesoro en el que se recrea la piedad del pueblo Manabita.

Decimos indirectamente, porque según relatan respetables historiadores, el Emperador había hecho trabajar esta imagen en España, para obsequiarla a la ciudad de Lima, pero un mal temporal, fue la circunstancia bendecida para que la imagen de la Santísima Virgen quedara definitivamente en la ciudad de Montecristi, lugar hacia el cual forzosamente tenían que arribar todos los navegantes, debido a la necesidad que tenían de proveerse de agua dulce, leña y alimentos frescos. Luego esta Imagen y la devoción hacia ella se remontan a los mismos días de la conquista y colonización de nuestra amada Patria.

Desde entonces, esta Real Señora, constituyó en Montecristi, una como sucursal de ese otro maravilloso monumento de arte y cultura, progreso, civilización y devoción, que se conoce en España con ese mismo título de Monserrat; y desde ese feliz día de su entrada triunfal en este pueblo, la Santísima Virgen ha asistido a todos los pueblos vecinos de Montecristi, en su nacimiento a la vida de la civilización, del progreso y de la libertad.

Ella ha presenciado sus angustias y dolores, Ella ha secado la fuente de tantos dolores, Ella ha proporcionado consuelo y felicidad a sus hijos de predilección, los Manabitas.

HISTORIA RELACIONADA CON LA IMAGEN Y EL SANTUARIO DE LA VIRGEN'

Por: Fernando Zevallos Marzumillaga

Decía la tradición, en síntesis, que el Rey de España Carlos V donó a Lima la imagen de la Virgen de Monserrat y a Montecristi la de la Virgen de la Merced, que la imagen que correspondía a Montecristi se entregó en la aduana de Manta, pero la embarcación que la condujo no podía salir del puerto, por lo que el Capitán del buque resolvió cambiar las imágenes y así pudo continuar su viaje sin ninguna interrupción posterior. Este es el motivo, se aseguraba, porque la imagen de la Santísima Virgen de Monserrat quedó en Montecristi, por divina gracia.

La milagrosa aparición de la Santísima Virgen María en una de las estribaciones del Montserrat, sierva de la provincia de Barcelona, España, se remonta al siglo IX, dentro de cuyo período el Obispo de Vich. Gotmar, después de ver con sus propios ojos el portento que habían contemplado ya varias veces los pastores de la vecindad, de luces como de estrellas bajando a unas peñas de Montserrat, se dirigió al lugar señalado y halló la estatua conocida en Barcelona con el nombre de la JEROSOLIMITANA, por suponerla traída de Jerusalén y escondida en aquellas breñas hacia 180 años; y cuando el devoto prelado quiso trasladar la imagen a la Catedral de Manresa, se hizo inmóvil como una roca, quedando para siempre en el lugar donde se le había ubicado, tal el tronco que escogió La Virgen para pedestal de su gloria, porque Montserrat es por excelencia la montaña de María.

Para perpetuar la piadosa tradición del encuentro de la imagen, se levantó en el lugar preciso un hermoso templo que actualmente se comunica con el Monasterio que se edifica en un lugar adyacente, por un camino abierto entre terribles precipicios, de medio kilómetro de longitud.

Carlos V, Rey de España en 1516 y emperador de Alemania en 1519, fervoroso venerador de la Virgen de Montserrat y definido creyente cristiano, hace más de cuatro siglos envió una estatua de la Virgen de Monserrat a Montecristi.

El Papa Inocencio XI fue quien expidió una Bula el 19 de febrero de 1678 autorizando la creación de la Cofradía de la Virgen, que se conserva en el Santuario de Montecristi y es del tenor siguiente:

1. Que los hermanos cofrades que en el día que se asienten en la hermandad confesaren, comulgaren devotamente, ganan indulgencia plenaria y remisión de sus pecados.

2. Que los hermanos cofrades que en el artículo de muerte verdaderamente contritos y confesándose de sus culpas; o si no pudieren confesarse a lo menos contritos invocasen el Santo Nombre de Jesús, aún invocándolo en grado menor vocación, ganan indulgencia plena.

3. El hermano cofrade que visitase devotamente la iglesia de Monserrat en el día y víspera de su fiesta; que confesase y comulgase rogando a Dios por la paz y concordia entre los Príncipes cristianos, extirpación de las herejías y exaltación de nuestra Santa Fe Católica, gana así mismo indulgencia plenaria y remisión de todos sus pecados.

4. El hermano cofrade que confesase y comulgase en tercero, cuarto y quinto Domingo de Cuaresma, o en cada uno de ellos, gana siete años y siete cuarentenas de perdón.

5. El hermano cofrade que asistiese a los divinos oficios en cualquier Iglesia, diera fiel posada al peregrino, procurase la paz entre enemigos, acompañase a enterrar a los difuntos, acompañase a las procesiones del Santísimo Sacramento y cuando es llevado en forma de viático a los enfermos; y hallándose impedido rezase desde su casa un Padre Nuestro y Ave María al toque de la campana que convida al acompañamiento de Nuestro Amo por la intención de los enfermos sean o no cofrades, se redujese alguno a nuestra Santa Fe, enseñase la doctrina cristiana o hiciese cualquier otra obra de caridad, por cada una de estas cosas gana setenta días de indulgencia.

6. Cualquier sacerdote que celebrare Misa en el Altar de Nuestra Señora de Monserrat el día de finados, o en cualquier día de la octava de la misma Virgen; o en cualquier lunes de la semana, tenga el privilegio de sacar almas del Purgatorio por razón del altar y del día.

Al pie de la Bula se halla el decreto del citado S.D. Alonso de la Peña Montenegro, expedido en Quito a 28 de octubre de 1681 ordenando el cumplimiento y publicación de dicha Bula.

Además de esto; los SS. Obispo Polo, Martíl y Cortaza han concedido 40 días de indulgencia a los que devotamente rezaren dos salve en presencia de la imagen de Nuestra Señora de Monserrat.

NOTA.- Que su Santidad deja al arbitrio Ordinario señalar el día de la fiesta de Nuestra Señora y en virtud de la cual el Ilmo. Señor Obispo Montenegro instituyó el día 21 de Noviembre.