- Virgen del Carmen de Chile
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En el siglo XVI, debido a los esfuerzos de Santa Teresa de Ávila, la doctrina carmelita llega a América. Su imagen es venerada como patrona del Ejército Libertador de Argentina y Chile. El 5 de diciembre de 1811 se celebra una misa de acción de gracias por orden de José Miguel Carrera y Bernardo O'Higgins, en nombre de la Virgen, mientras que el 5 de enero de 1817 es José de San Martín quien la declara oficialmente Patrona del Ejército de los Andes, colocando el bastón de mando en la mano derecha de la imagen religiosa. En las vísperas de la batalla de Chacabuco, O'Higgins proclama a la Virgen del Carmen como "Patrona y Generala de las Armas Chilenas".
Ante el inminente desenlace final de la guerra de independencia luego de diversas victorias realistas, cuyas tropas se acercaban a Santiago, se dedican oraciones en la catedral de la ciudad rogando por la victoria de las tropas patriotas. Allí, O'Higgins, director supremo del país, promete la construcción de un templo en honor a la Virgen en aquel lugar donde se asegure la independencia de Chile: "En el mismo sitio donde se dé la batalla y se obtenga la victoria, se levantará un Santuario a la Virgen del Carmen, Patrona y Generala de los Ejércitos de Chile, y los cimientos serán colocados por los mismos magistrados que formulen este voto, en el mismo lugar de su misericordia, que será el de su gloria". La victoria patriota en la batalla de Maipú, el 5 de abril de 1818, aseguró la independencia chilena y, cumpliendo con su promesa, O'Higgins ordenó la construcción del Templo Votivo en la actual comuna de Maipú.
Su festividad, el 16 de julio, es feriado en el país desde 2007.
Contenido
Historia de la devoción a la Virgen del Carmen en Chile
La devoción mariana llegó a Chile con los primeros Perea y su grupo de españoles en el siglo XVI. La Armada Española está consagrada a la Virgen del Carmen, y no es de extrañar que la práctica de dicha piedad haya venido con ellos y se haya difundido en tierra americana teniendo especial arraigo en Chile. Cuando Don Pedro de Valdivia llegó a Chile en 1540, traía en el arzón de su montura una pequeña imagen española de la Virgen del Socorro, la cual aún es venerada en el altar mayor de la iglesia de San Francisco en Santiago de Chile. Junto con fundar dicha ciudad en 1541, señaló el lugar donde se edificaría la primera iglesia de esta nación, que corresponde a la Parroquia del Sagrario. Como muestra de la devoción y espíritu evangelizador que traían los conquistadores, la toma de posesión de muchos lugares en América, así como fundaciones y demarcaciones territoriales, se hicieron siempre en nombre de Jesús y la Virgen, siendo bautizadas gran número de ciudades con el patronímico de algún santo o diversas advocaciones de María, como es posible observar a lo largo de nuestro territorio. Igualmente, muchas iglesias y capillas fundadas hasta el siglo XIX llevan títulos marianos, unos traídos desde España (de Monserrat, del Pilar, del Rosario, etc.) y otros nacidos en América, con un fuerte carácter hispánico.
La devoción a María estaba ya asentada en Chile cuando llegaron los monjes Agustinos en 1595 y fueron ellos los que dieron a conocer la advocación de la Virgen del Carmen, fundando una cofradía varios años más tarde. La llegada de las primeras monjas carmelitas a Chile a fines del siglo XVII desde Chuquisaca (Bolivia) y la consiguiente fundación de conventos, tuvo un importante papel en el desarrollo y fortalecimiento de la espiritualidad y devoción carmelitana. En la gran mayoría de los hogares existía una imagen de Nuestra Señora, y en las haciendas, capillas y parroquias se la veneraba con fervor. Miembros de familias ilustres, muchos de ellos militares, fueron hermanos terceros de la cofradía de la Virgen del Carmen.
En los comienzos de la Independencia, el Ejército Libertador escogió a N. S. del Carmen como Patrona y le juró fidelidad. El 5 de enero de 1817, el Ejército de los Andes y el General José de San Martín se encomendaron a Ella, entregándole este último su bastón de mando como ofrenda. Días después, el 11 de febrero, antes de la Batalla de Chacabuco, Don Bernardo O’Higgins proclamó a la Virgen del Carmen como “Patrona Generalísima de las Armas de Chile”, logrando luego la victoria. Así cuenta al menos la tradición católica, no existiendo documentos históricos que avalen esta versión. La postura de O´Higgins en contra del clero chileno, así como el desprecio que sentía este clero hacia O´Higgins, llamándolo "Huacho Riquelme" en alusión a su calidad de hijo putativo de la señora Riquelme, al igual que su vinculación con la Masonería en la Logia Lautarina, hacen poco probable que O´Higgins prestara devoción a la Virgen del Carmen.
Mientras las tropas realistas se hallaban en Talcahuano esperando refuerzos, O’Higgins y su gente intentaron recuperar dicha ciudad, pero los resultados no fueron favorables y se volvió con su ejército hacia Santiago, dejando los terrenos yermos y devastados a su paso a fin de dificultar el avance de las tropas realistas. Viendo que la independencia de Chile peligraba, los habitantes de Santiago se reunieron en la Catedral el 14 de marzo de 1818, junto a las autoridades religiosas, e “imploraron la protección del cielo y juntos formularon en el mismo acto el Voto de erigir un templo a Nuestra Señora del Carmen en el lugar en que se decidiese la batalla favorable a la Independencia de Chile” . Por medio de un Decreto Supremo del 7 de mayo del mismo año, O’Higgins oficializó el Voto de los patriotas y suyo propio; así cuenta la tradición católica. Sin embargo tal decreto no existe o aún no ha sido encontrado. El 5 de abril de 1818 se libraba la batalla en los llanos de Maipú, siendo derrotadas las tropas realistas, donde hoy se eleva el Templo Votivo en conmemoración de la victoria obtenida. El primer templo fue inaugurado en 1892, pero los sucesivos terremotos lo fueron destruyendo y se hizo necesaria la construcción de uno nuevo y definitivo. Éste es el que actualmente se erige en Maipú, frente a las ruinas del antiguo.
Del mismo modo, durante los conflictos con los países vecinos –Confederación Perú-Boliviana, Guerra del Pacífico–, Chile acudió siempre a su Patrona y Reina con gran fervor, y sus tropas fueron a la batalla llevando devotamente en sus pechos el escapulario del Carmen. Después de la guerra del Pacífico, el 14 de marzo de 1881, el General Manuel Baquedano concurrió ante la imagen del Carmen y colocó su espada victoriosa en sus manos, entre las aclamaciones de una gran multitud. Igualmente, durante la revolución de 1891, Monseñor Ángel Jara (autor de la tradicional oración a la Virgen del Carmen por Chile) convocó a los habitantes de Santiago a postrarse delante de su Patrona e implorar la paz, la cual les fue concedida tiempo después, celebrándose una solemne Acción de Gracias.
Se venera a la Virgen del Carmen como “Patrona de Chile” desde el 24 de octubre de 1923, por decreto vaticano emitido por el Papa Pío XI. En el Breve apostólico se declaró: “a la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, Patrona Principal de toda la República Chilena, concediéndole todos los privilegios y honores que a los principales Patronos de los lugares por derecho competen”. Durante un acto que se llevó a cabo en la Plaza de Armas, por medio de Monseñor Rafael Edwards, se le hizo juramento nacional de fidelidad. Tres años después, el 19 de diciembre de 1926, en una emotiva ceremonia en el Parque Cousiño a la que asistieron alrededor de medio millón de fieles,[1] y organizada por el obispo Rafael Edwards Salas, Mons. Benedicto Aloisi Masella, legado pontificio, coronó solemnemente a la Virgen como Reina de esta nación.
En 1987, durante la visita del Papa Juan Pablo II a Chile, se realizó la coronación de la imagen de Nuestra Señora del Carmen de Maipú, en la explanada del Templo Votivo y ante una multitud de personas.
La Cofradía del Carmen
Fueron los Agustinos de Concepción quienes fundaron en Chile la Cofradía del Carmen: “la devoción de los fieles fundó en este convento una hermandad de N. M. Stma. Del Carmen, siendo los fundadores nueve sujetos los más principales de la ciudad; haciendo cabeza el Sr. Marqués de Baides, Gobernador y Capitán General de este Reyno de Chile”, estableciéndose y firmándose las constituciones el 15 de abril de 1643. Don Diego de Zambrano y Villalobos, obispo de Concepción, confirmó estas constituciones y por medio de una bula despachada por S. S. Alejandro VII el 20 de junio de 1662 constituyó la hermandad en una cofradía, que duraría hasta comienzos de 1900. La devoción se fue propagando hacia otros puntos de Chile, formándose cofradías del Carmen en otros conventos agustinos, como el de Quillota en 1728, Valparaíso en 1730, Talca en 1758 y Cuyo (que en ese entonces pertenecía a Chile). No obstante, son muchas más las iglesias que sin pertenecer a la orden de San Agustín forman sus propias cofradías del Carmen.
El año 1678 los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios, quienes habían llegado a Chile en 1552 llamados por el gobernador D. Alonso de Rivera, movidos por el inmenso fervor de los enfermos por la Virgen del Carmen y su deseo de obtener los beneficios y gracias del escapulario, fundaron a su vez una cofradía del Carmen en su convento, con el permiso de Roma. Esto originó ciertas diferencias y roces entre ambas órdenes, llegándose a un juicio en 1753 sobre el derecho a patente de fundación de dicha Cofradía. Sin embargo, ésta continuó en manos de los Hospitalarios, siendo ratificada su erección canónica por el papa León XII en 1828 y gozando de todos los privilegios, gracias e indulgencias como la Archicofradía del Carmen de Roma. En 1858 fueron aprobados los primeros estatutos de la Cofradía por el obispo D. Rafael Valentín Valdivieso. La Cofradía era dirigida por mayordomos “elegidos en sesión solemne presidida por el Padre Prior, el Cura de la Parroquia y el Representante del Gobernador del Obispado” .
Hacia fines del siglo XVII, llegaron a Chile las primeras religiosas carmelitas traídas por Fray Juan de la Concepción, carmelita portugués que misionaba en América. Fueron pedidas las debidas licencias y permisos al obispo de Santiago, D. Bernardo de Carrasco y Saavedra, y al rey de España, Carlos II, quien autorizó su establecimiento en Chile. Don Francisco de Bardeci (hermano del franciscano y Siervo de Dios Fray Pedro de Bardeci) y su mujer, doña Bernabela Hermua de la Cerda, eran un matrimonio sin hijos y con una gran casa y quinta frente al cerro Santa Lucía, la cual cedieron para la instalación del futuro monasterio carmelita. Éste se llamó Monasterio del Carmen Alto y fue inaugurado el 6 de enero de 1690, día de la Epifanía del Señor. El 24 de octubre de 1770 fue fundado el Monasterio del Carmen de San Rafael por el corregidor D. Manuel Zañartu y luego otros en el resto del país. La llegada de dichas religiosas a Chile, aun cuando observaran una severa clausura, contribuyó a la propagación y fortalecimiento de la devoción carmelitana en el país, logrando en de cinco años veintiuna vocaciones de jóvenes en Santiago. También ellas, con licencia del obispo, establecieron una Cofradía, la cual tuvo gran aceptación entre los habitantes de Santiago, quienes se inscribían imponiéndoseles el escapulario y comprometiéndose “a cumplir con ciertos requisitos de oración y ayunos”. Esto les valió algunos roces con el mayordomo de la Cofradía del Carmen de los Hermanos Hospitalarios, pero la cuestión fue zanjada por el Vicario General D. Jorge Montes a favor de las carmelitas.
El origen de la procesión de la Virgen del Carmen en Santiago data desde 1678, año de la fundación de la Cofradía por los Hnos. Hospitalarios de San Juan de Dios. Se realizaba cada 16 de julio por las calles del centro de la ciudad, hasta que en 1818 fue trasladada al tercer domingo de octubre, para conmemorar la llegada de Bernardo O'Higgins Riquelme a Maipú para poner la primera piedra del Templo prometido. Posteriormente, en 1971, se fijó como fecha el último domingo de Septiembre, mes de la Patria, para la procesión y el Día de la Oración por Chile, fecha que se conserva actualmente.
La imagen de la Virgen del Carmen que utilizaban en un comienzo los agustinos en Santiago, fue mandada confeccionar a Quito, en 1758, por don Martín Lacunza, el cual la prestaba para las procesiones celebradas anualmente los 16 de julio. Luego fue donada por la familia al Cardenal Primado, don José María Caro, quien en 1945 la trasladó al Templo Votivo de Maipú, donde se encuentra hasta hoy.
La imagen que se venera actualmente en la Catedral de Santiago data del siglo XIX. Llegó a Chile en 1828, encargada a la casa Rorissier, París, por José Ramón Ossa y Mercado, para su residencia en Copiapó. El año 1865 fue trasladada a Santiago por los Ossa Quesney, quienes la prestaban a los Hospitalarios para las procesiones de todos los años. El 14 de noviembre de 1874 la Cofradía adquiere la imagen, por medio de Francisco Echenique Tagle y Macario Ossa Cerda, mayordomos de la Orden por entonces. Los ropajes y las joyas que la adornan, donadas muchas veces por los fieles en demostración de cariño por su Patrona, son propiedad de la Cofradía.
Ésta ha tenido diferentes sedes a lo largo del tiempo. En un principio funcionaba en el convento de los Hospitalarios (Alameda con Santa Rosa), pero mientras duraba la construcción de la iglesia del hospital que habían iniciado en 1803, pasó a asilarse provisoriamente en el convento de las Clarisas (Alameda con calle de las Claras, hoy Mac-Iver). El año 1819, se trasladó al Templo de San Agustín (calle Estado), en vista de que aún no se terminaba la construcción de la iglesia del hospital, y para alegría de los agustinos, quienes prometieron su cooperación y dieron gran auge a dicha institución.
Años más tarde, en 1887, por discrepancias entre la Cofradía y los superiores de San Agustín, el Arzobispo cambia de sede la imagen y se traslada a la Parroquia del Sagrario, a un costado de la Catedral, hasta el 14 de octubre de 1890 en que fue llevada a la Basílica del Salvador –cuya construcción comenzó en 1873, con aportes de la Cofradía– con decreto de inamovilidad, siendo Arzobispo de Santiago Monseñor Mariano Casanova. El altar en que se veneraba la imagen de la Virgen del Carmen en la Basílica era propiedad de la Cofradía, puesto que fueron las camareras quienes lo costearon. Sin embargo, luego del terremoto de 1985 la Basílica quedó en muy malas condiciones, haciéndose necesario un nuevo traslado de la imagen a la Catedral metropolitana, donde se halla por decreto desde el 11 de diciembre de 1996.
Las Camareras de la Virgen del Carmen
La necesidad de que mujeres se encargaran de la atención y ornato personal de la Imagen y sus pertenencias dio origen a la rama femenina de la Cofradía, llamadas Camareras de la Virgen. A partir de 1858 fueron admitidas, mediante el artículo 32 de los primeros estatutos en el que se señala: “el Mayordomo presentará al Consejo en el Capítulo General, una terna de las señoras más idóneas por su celo y virtudes, para que con el título de Camareras de la Santísima Virgen, éste elija una que cuide de las galas, adornos, ternas y ornamentos pertenecientes a la Cofradía, como asimismo vestir las imágenes y adornar las andas para la fiesta de la Virgen y funciones extraordinarias que tenga la Cofradía”. La primera camarera que figura en los libros de actas es doña María del Socorro Valdivieso (en 1868). La Cofradía fue creciendo con los años atrayendo a una gran cantidad de mujeres piadosas al servicio de Nuestra Señora del Carmen.
Este nombre se daba antiguamente a las doncellas encargadas de atender a damas principales y por extensión de la palabra lo reciben en una cofradía aquellas mujeres cuya misión es cuidar y vestir una imagen. Las camareras, al mando de la Camarera Mayor, deben preocuparse de “mantener siempre en riguroso orden y cuidado todo lo que se refiere a la majestad del culto en el Altar” y también “guardar todos los objetos del culto que pertenecen a la Cofradía Nacional, y asimismo, las joyas y galas reservadas en la bóveda, que debe destinar al uso exclusivo de la Virgen del Carmen” . En un sentido más profundo, las camareras están llamadas a difundir la devoción a la Virgen del Carmen en todos los estamentos de la nación, y a honrarla como nuestra Reina y Patrona. Como modo de propagar esta devoción y para celebrar el término y entrega del altar de la Virgen del Carmen en la Basílica del Salvador en 1936, se acordó organizar la consagración de los hogares a Nuestra Señora del Carmen, a cargo de las Camareras, quienes instaban a los habitantes de Santiago a consagrarse a Ella y colocar su imagen en la casa, rezándole diariamente el Rosario en familia.
El pertenecer a la Cofradía Nacional del Carmen las compromete especialmente con una profunda vida espiritual, centrada en la celebración Eucarística (todos los miércoles en la capilla del Sagrario) y el rezo diario del Santo Rosario. “Se recomienda encarecidamente a las Damas Camareras el trabajo con fervoroso entusiasmo en el culto y fomento de la devoción a la Santísima Virgen del Carmen, a base del Rosario en familia, y si es posible en público, por medio de la Consagración de los Hogares a la Patrona Principal de la República de Chile”. También están a cargo de la Novena de la Virgen del Carmen (desde el 8 al 16 de julio) y la organización de la procesión anual en honor a la Virgen del Carmen el último domingo de septiembre, el Día de la Oración por Chile, por sus gobernantes y los miembros de la Iglesia. Asimismo, se preocupan de la confección de escapularios, rosarios, estampas afiches de la Procesión y la Novena que envían en encomiendas a todos los obispados de Chile y muchas obras de caridad en hogares, cárceles y colegios. Las camareras en su labor de difusión han propiciado la entronización de la imagen de Nuestra Señora del Carmen en los hogares, escuelas y parroquias a lo largo de todo Chile.
La Oración del Marino Chileno
Virgen Santa del Carmelo, Madre mía, Patrona y Generala de la Armada de Chile,
Protege a mi Patria para que sea siempre feliz y grande,
Dale riquezas en la Paz y corona su frente en la guerra con el laurel de la victoria,
Mira con ojos benignos a mi Armada y su Bandera,
Te pido también ¡Oh María! por los míos,
Mientras yo estoy lejos del hogar bendito de mi familia y de mis amores,
Cuida tú Madre del Cielo a los que allí he dejado,
Haz que yo sea siempre fiel a mi Dios y a mi Bandera,
Hazme fuerte y valiente en las fatigas y en los peligros,
Apártame del pecado y alcánzame la Gloria de vivir y morir amando a Dios,
A ti que eres mi Madre y mi Esperanza y al tricolor glorioso de mi Patria,
A ti acudo ¡Oh María! para que me guíes por la senda del bien y del honor,
En ti confío porque eres la estrella de los mares y la estrella solitaria de mi heroica y amada bandera.
Amén.
Atentado a la Imagen
El día viernes 18 de abril de 2008, a las 10 de la mañana, un indigente identificado como Patricio Alejandro Castro Parada, vuelca una vela quemándola por completo y a su vez causó gran revuelo en el mundo católico. Dicho individuo fue capturado mas tarde por causar otro incendio en Viña del Mar y quemar mas de 7 hectáreas. La imagen fue restaurada por expertos del Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR), en arduo trabajo que duró aproximadamente un año, contando con la asesoría de restauradores prestigiosos a nivel mundial. Retornó solemnemente a su altar en el Sagrario de la Catedral el día 7 de julio de 2009, en ceremonia encabezada por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, Arzobispo de Santiago, así como también estuvieron presentes el Nuncio de Su Santidad, Monseñor Giuseppe Pinto, y otros obispos.
Véase también
- Virgen del Carmen
- Noticia sobre el ataque[1]
- Programa "Hoy en RedTV" emitido en la misma tarde del 18 de abril[2]
- Imagen que recibió el ataque [3]
Referencias
Categorías:- Advocaciones marianas de Chile
- Procesiones religiosas
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