- Serranilla
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Composición lírico-narrativa en verso de arte menor típicamente castellana que canta el encuentro amoroso con una mujer de la sierra o serrana. Su equivalente en la literatura provenzal sería una pastorela, si bien en este caso el personaje femenino es una pastora. Poesía rustica amorosa en metros cortos. lirica popular Las serranas eran personajes de existencia casi legendaria y habitaban en escondidos puertos o pasos de montaña. Eran de una gran rusticidad de costumbres y de una tal simplicidad moral que escandalizaban a personajes más cultivados que, extraviados por la dureza del camino y el clima hostil, se veían obligados a pedirles albergue, por lo cual ellas pedían una especie de peaje, bien sexual, bien en forma de algún regalo. A algunas, incluso, se les atribuían crímenes o desapariciones de viajeros. Ése es el origen de la leyenda de La Serrana de la Vera, quien, al parecer, embriagaba a los viajeros, les hacía el amor y cuando se desmayaban de sueño, los degollaba y guardaba sus huesos en su cueva. Este argumento dio origen a no pocos romances y piezas teatrales del Siglo de Oro.
Como género literario Ramón Menéndez Pidal reconstruyó el ejemplo más antiguo de serranilla que conocemos, anterior a 1420, en su trabajo "Serranilla de la Zarzuela" aparecido en la revista turinesa Studi Medievali, II, 1905, pp. 263-270:
Yo me iba, mi madre, a Villa Reale, errara yo el camino en fuerte lugare. Siete días anduve que no comí pane, cebada mi mula, carne el gavilán. Entre la Zarçuela e Daraçután alçara los ojos hazia do el sol sale. Picara mi mula fuime para allá; perros del ganado sálenme a ladrar; [vide una serrana del bello donaire.] -Llegaos, caballero, vergüença no hayades; mi padre y mi madre han ido al lugar, mi carillo Minguillo es ido por pan, ni vendrá esta noche ni mañana a yantar; comeréis de la leche mientras el queso se hace. Haremos la cama junto al retamal; haremos un hijo, llamarse ha Pascual: o será arzobispo Papa o cardenal o será porquerizo de Villa Real. ¡Bien por vida mía debéis de burlar!
En efecto, los ejemplos más antiguos de serranilla que se pueden encontrar pertenecen a la literatura castellano-manchega. Pocos años después encontramos una serie de serranillas, muchas de ellas paródicas y cómicas, en el Libro de Buen Amor de Juan Ruiz, arcipreste de Hita, que pertenece a la primera mitad del siglo XIV. Ya en el siglo XV, don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, compuso unas célebres serranillas en las cuales idealizó a las serranas, muy probablemente a causa del influjo de la refinada lírica provenzal y sus pastorelas. Los cancioneros de ese mismo siglo y del siglo XVI contienen algunas cancioncillas que pueden ser reformulaciones de esas cantigas o villancicos de serrana desaparecidos.
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