- Sexta Declaración de la Selva Lacandona
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Sexta Declaración de la Selva Lacandona
La Sexta Declaración de la Selva Lacandona la creo el EZLN en el mes de Junio del año 2005. Se lanzó como una nueva iniciativa social donde explican cómo y cuáles han sido los pasos que han caminado a través de su lucha por la autonomía, es decir, contextualizan su discurso político explicando el por qué de sus propuestas sociales.
Antes de dar a conocer la declaración lanzaron una alerta roja general para consultar y consensuar la decisión colectiva entre todos los rebeldes. Finalmente, la declaración fue difundida en Junio del año 2005 y en ella se convocó a un nuevo encuentro con la sociedad civil del que resultaron las primeras reuniones preparatorias y la primera reunión plenaria entre quienes se sumaron a la iniciativa zapatista y pudieron llegar a la selva Lacandona para platicarlo. A todas las personas que se sintieron convocados y no pudieron ir, los zapatistas iniciaron como parte de las iniciativas de su Comisión Sexta la llamada “La Otra Campaña”.
En febrero de 2005, en un comunicado que llamaba “a todos a que se manifiesten, en su tiempo, lugar y modo, en contra de esa injusticia” que fue el desafuero contra el entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, como parte de una larga intentona por parte de la derecha mexicana para evitar, primero, que fuera candidato a la presidencia de la República y, segundo, presidente electo; el EZLN adelantaría lo que en junio de 2005 sería la Sexta Declaración de la Selva Lacandona:
"Cuando se ve a la izquierda no hay que dirigir la mirada hacia arriba, sino hacia abajo. Lo de arriba es sólo una claudicación con curules y gobiernos, disfrazada de moderna sensatez. La geografía de la izquierda (ojo: hablo del México de principios del siglo XXI) se extiende abajo y suele estar lejos del frenesí de arriba. Y hablo entonces de la izquierda de abajo, la marginada por esa ‘izquierda’ de arriba que tanto agrada a la derecha."[1]Meses después, como prefacio a la sexta declaración, el vocero zapatista haría pública la opinión del EZLN respecto a las elecciones; pero no sólo: el Subcomandante Marcos hablaría, sobre todo, de los tres partidos políticos que teniendo registro legal contaban con más posibilidades de que su candidato fuera declarado electo a la presidencia de la República en una suerte de “geometría imposible del poder”: el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD).[2]
El texto sería considerado por lo menos como “demasiado fuerte” por parte de no pocos politólogos y analistas; en particular para con el ya abanderado perredista, el mismo Andrés Manuel López Obrador, para quien el jefe militar zapatista dedicó calificativos que iban desde que era “espejo de Carlos Salinas de Gortari”, “operador del reordenamiento neoliberal” o el “huevo de la serpiente que anida en el gobierno de la Ciudad de México”.
Aunque a los demás partidos y sus entonces candidatos, el EZLN también dedicó una buena caterva de epítetos que los desacreditaban, la mayoría de estos estaban dedicados al PRD, según Marcos, el “partido de los errores tácticos”; a modo de un deslinde contundente “porque, en el gatopardismo de arriba, una definición no clara se convierte en un apoyo explícito”.
Al PRI, por ejemplo, le llamaría el partido del “desarrollo estabilizador”: el de la represión a los médicos, los ferrocarrileros, los electricistas; el de la matanza del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971; el de la guerra sucia en los setentas y ochentas; el de las devaluaciones; el de los fraudes electorales; el del robo, el despojo, el fraude, el asesinato a obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados; el del solitario Aburto y el aún más solitario Colosio; el del inicio de la pesadilla en Ciudad Juárez; el de “firmo un acuerdo y no lo cumplo”; el de la imposición de las políticas neoliberales que han destruido los cimientos de México; el del voto por el desafuero; el del crimen organizado en partido político. A Roberto Madrazo, su candidato a la presidencia, lo trataría de “un gángster sin escrúpulos que ha pasado de planear la eliminación de sus contrincantes a planear su seguridad para que no lo asesinen a él [pues] el PRI no tiene ligas con el crimen organizado, él forma parte de la dirección de los carteles del narcotráfico, del secuestro, de la prostitución, del tráfico de personas”.
Al PAN lo señalaría como el partido de “la nostalgia”: la nostalgia por el Opus Dei, el MURO, la ACJM y Canoa; la nostalgia por Maximiliano, Carlota, Elton John y el tiempo en que fuimos Imperio; la nostalgia por la aspirina dominical administrada desde el púlpito del pederasta; la nostalgia por la quema de las boletas de la elección de 1988 y el cogobierno con el PRI. Y a Santiago Creel, el precandidato que perdería la elección interna de su partido frente a un Felipe Calderón que cuando era presidente de su partido se alió con el PRI para aprobar que los pasivos del Fobaproa (entre los que se encontraban millonarios pagos no saldados de instituciones bancarias) se convirtieran en deuda pública endosada al pueblo mexicano, le llamó el gris “croupier” que encabeza “la constelación de mediocres” que conformaban la lista de candidatos presidenciales panistas.
Pero al PRD, creado tras el fraude de 1988 que le arrebatara a su candidato, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, el triunfo electoral ante el entonces candidato priísta, Carlos Salinas de Gortari; y que desde entonces se autocalificara como un partido de izquierda y, por ende, antineoliberal (lo que le ganaría el asesinato de más de 500 militantes durante los siguientes dos sexenios) le echaría en cara sus “errores tácticos” en cuanto a: aliarse al PAN en algunos estados y al PRI en otros, la contrarreforma indígena y los paramilitares de Zinacantán, Rosario Robles y los videos escándalos, el hostigamiento y la represión al movimiento estudiantil de la UNAM en 1999, aprobar la "ley Ebrard" y la "ley Monsanto" o ceder el Zócalo de la Ciudad de México a los monopolios de espectáculos.
Los “errores tácticos”, expresión que el líder zapatista retomaría de las declaraciones de los mismos dirigentes perredistas en el Congreso de la Unión luego de que sus bancadas aprobaran en abril de 2001 la ley foxista en materia de derechos y cultura indígenas, incluirían también la importación de la llamada "tolerancia cero" neoyorquina en la Ciudad de México y su consecuente persecución a jóvenes, homosexuales y lesbianas por el "delito" de ser diferentes; la traición a la memoria de sus muertos, hacer candidatos a sus asesinos y reciclar a los desaforados de las candidaturas priístas; la manipulación de las muertes de Digna Ochoa y Pável González para halagar a la derecha; así como el cortejo vergonzante para con los sectores más reaccionarios del clero; la alianza con el narcotráfico en el Distrito Federal y hacer equipo con los salinistas.
La respuesta, tanto de priístas, panistas y perredistas como de quienes en distintas ocasiones se habían manifestado como simpatizantes del zapatismo, no se hizo esperar. Los priístas y panistas optaron por burlarse de lo dicho por los zapatistas y reciclaron incluso viejas demandas como su persecución y encarcelamiento; los perredistas apostaron, o bien por el enfrentamiento de opiniones, o por el silencio y la evasiva totales a discutir con el EZLN, y sus propios simpatizantes se dividieron entre reclamarle lo duro de su crítica a la única opción, para muchos real, de que la izquierda llegara a ser gobierno nacional y entre el llamado a entender en su justa dimensión lo puesto en la mesa por el zapatismo: si “arriba”, independientemente de los partidos y sus colores, “reinan la indecencia, la desfachatez, el cinismo, la desvergüenza”; “abajo [era ya] hora de empezar a luchar para que todos esos que allá arriba desprecian la historia y nos desprecian, rindan cuentas, para que paguen”.
En medio de tanto encono, el EZLN decretaría una alerta roja general, que consistiría en cerrar los Caracoles zapatistas y las oficinas de las Juntas de Buen Gobierno, así como la evacuación de sus miembros y de las autoridades de los Municipios Autónomos en Rebeldía Zapatistas; la suspensión por tiempo indefinido de las transmisiones de Radio Insurgente; el exhorto a la sociedad civil nacional e internacional a abandonar territorio rebelde, con carácter de obligatorio en el caso de menores de edad, y el cierre del Centro de Información Zapatista, el cual venía funcionando desde cinco años atrás. Así también, el EZLN declararía que desde mediados de 2002 había entrado en un proceso de reestructuración de su composición político-militar y que dicha reorganización había terminado; y, además, que la alerta roja tenía como motivo iniciar una consulta a sus bases para dar un nuevo paso en su lucha, “un paso que implica, entre otras cosas, arriesgarse a perder lo mucho o poco que se ha logrado, y a que se agudicen la persecución y el hostigamiento en contra de las comunidades zapatistas”. Dicha consulta se terminaría, según anuncio del mismo EZLN, seis días más tarde; con ello se levantaría la alerta roja, reabriendo los Caracoles y reanudando sus actividades las JBG, lo mismo que los concejos de los MAREZ.
De izquierda, anticapitalista y antineoliberal
El sexto mes de 2005 no terminaría sin que se hiciera pública la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Esta vez el EZLN no convocaría, por razones obvias, a los Poderes de la Unión ni al líder moral de partido político alguno; tampoco a una sociedad civil cuya participación no ha ido, salvo importantes aunque contadas ocasiones, más allá de la mera simpatía. Por primera vez, de manera abierta, llamaría a conformar un movimiento con base en el zapatismo, declaradamente de izquierda, anticapitalista y antineoliberal; que no sólo lucharía por los derechos colectivos de los pueblos indígenas, sino por un nuevo pacto social que incluya a explotados y desposeídos, trabajadoras y trabajadores del campo y la ciudad, incluyendo migrantes en Estados Unidos.
En la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, el EZLN sostendría que el capitalismo “todo lo convierte en mercancías, hace mercancías a las personas, a la naturaleza, a la cultura, a la historia, a la conciencia”, y que el neoliberalismo “es la idea de que el capitalismo está libre para dominar todo el mundo […] es como la teoría, el plan de la globalización capitalista”. Agregaría que en México, el neoliberalismo “no ha mejorado la economía, al contrario, el campo está muy necesitado y en las ciudades no hay trabajo […] también cambió a la clase política, o sea a los políticos, porque los hizo como que son empleados de una tienda, que tienen que hacer todo lo posible por vender todo y bien barato […] hasta que no quede nada de México y nuestro país sólo sea como un terreno baldío o un lugar para su diversión de los ricos de todo el mundo, y los mexicanos y mexicanas estemos como sus sirvientes, pendientes de qué se les ofrece, mal viviendo, sin raíces, sin cultura, sin Patria”.
Por ello, no sin aclarar que lo que quieren decir no es que la política no sirva, sino que “esa política”, la dictada por el neoliberalismo, no sirve, los zapatistas refrendarán públicamente su compromiso de luchar pacíficamente y de “no hacer ningún tipo de relación secreta con organizaciones político-militares nacionales o de otros países”; “defender, apoyar y obedecer a las comunidades indígenas zapatistas que lo forman y son su mando supremo, sin interferir en sus procesos democráticos internos y en la medida de sus posibilidades, contribuir al fortalecimiento de su autonomía, buen gobierno y mejora de sus condiciones de vida”.
Así también, dijeron que en el plano internacional harían “más relaciones de respeto y apoyos mutuos con personas y organizaciones que resisten y luchan contra el neoliberalismo y la humanidad”; que, en la medida de sus posibilidades, mandarían apoyos materiales como alimentos o artesanías “para los hermanos y hermanas que luchan en todo el mundo”: maíz y gasolina o petróleo para los pueblos cubano, boliviano y ecuatoriano, y bordados y café orgánico a Europa; que organizarían otros encuentros intercontinentales.
En el ámbito nacional, escucharían y hablarían “directamente, sin intermediarios ni mediaciones, con la gente sencilla y humilde del pueblo mexicano y, según lo que vamos escuchando y aprendiendo, vamos a ir construyendo, junto con esa gente que es como nosotros, humilde y sencilla, un programa nacional de lucha”; construir o reconstruir “otra forma de hacer política, una que otra vuelta tenga el espíritu de servir a los demás, sin intereses materiales, con sacrificio, con dedicación, con honestidad, que cumpla la palabra, que la única paga sea la satisfacción del deber cumplido”, y “levantar una lucha para demandar una nueva Constitución o sea nuevas leyes que tomen en cuenta las demandas del pueblo mexicano como son: techo, tierra, trabajo, alimento, salud, educación, información, cultura, independencia, democracia, justicia, libertad y paz. Una nueva Constitución que reconozca los derechos y libertades del pueblo, y defienda al débil frente al poderoso”. De igual forma, avisan que establecerán “una política de alianzas con “organizaciones políticas y sociales de izquierda que no tengan registro, y a las personas que se reivindiquen de izquierda que no pertenezcan a los partidos políticos con registro”, para organizar una campaña nacional distinta a la electoral.
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Referencias
Categorías: Política de México | EZLN
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