- Trabajo social
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El trabajo social se define según la Federación Internacional de Trabajadores Sociales[1] y la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social (IASSW)[2] como "La profesión de trabajo social que promueve el cambio social, la resolución de problemas en las relaciones humanas, y el fortalecimiento y la liberación del pueblo, para incrementar el bienestar. Mediante la utilización de teorías sobre comportamiento humano y los sistemas sociales, el trabajo social interviene en los puntos en los que las personas interactúan con su entorno. Los principios de los Derechos Humanos y la Justicia Social son fundamentales para el Trabajo Social".
El trabajo social en sus distintas expresiones se dirige a las múltiples y complejas relaciones entre las personas y sus ambientes. Su misión es facilitar que todas las personas desarrollen plenamente sus potencialidades, enriquezcan sus vidas y prevengan las disfunciones. Por ello, los y las profesionales en trabajo social, se convierten en agentes de cambio en la sociedad y en la vida de las personas, familias y comunidades para las que trabajan. El trabajo social es un sistema integrado y dinámico de valores, teoría y práctica interrelacionados.[3]
Funciones de los profesionales en Trabajo Social
Las funciones de los profesionales en Trabajo Social consisten en:
- Facilitar información y conexiones sociales con los organismos de recursos socioeconómicos (articular redes).
- Conocer, gestionar y promocionar los recursos existentes entre sus potenciales usuarios y los profesionales de otras ramas de las ciencias que pueden estar en contacto con sus potenciales usuarios.
Y entre otras tenemos:
- Recibe, orienta, educa a personas, familias, grupos y comunidades en la solución pacifica de sus conflictos a través de una cultura de dialogo y concertación.
- Realiza investigaciones sociales que contribuyen a identificar e interpretar las causas de los fenómenos sociales que se presentan en cualquier contexto planteando alternativas de solución a las mismas.
- Participa en la gestión, formulación, ejecución, evaluación de planes, programas y proyectos sociales dirigidos a mejorar las condiciones de vida de la comunidad tanto con instituciones públicas como privadas.
- Participa en el diseño, administración de programas de personal, bienestar laboral, seguridad social y salud ocupacional.
- Gerencia programas y proyectos de desarrollo social con organismos gubernamentales y no gubernamentales.
- Forma parte de equipos interdisciplinarios que trabajan por el mejoramiento de la calidad de vida de la población a través de procesos socioeducativos de promoción y prevención.
Ámbitos de actuación profesional
Comprende gran diversidad de ámbitos de desempeño (todos aquellos sectores poblacionales que precisan de una atención especial): Tercera edad, personas con discapacidad, personas maltratadas (en especial, mujeres, menores y ancianos), reclusos,víctimas del terrorismo, inmigrantes, menores exclusión social, minorías étnicas, drogodependencias y adicciones, emergencia social, prostitución, entre otros ámbitos.
Una herramienta tecnológico subjetual de su ámbito laboral, es el informe social, la historia social, la ficha, diagnóstico social, el proyecto de intervención, las hojas de seguimiento, entre otros. En la actualidad el Trabajo Social también desarrolla su acción en el llamado tercer sector (asociaciones, fundaciones, colectivos y ONGs) y en menos medida en la empresa privada. Se suman como herramientas tecnológico - subjetuales, como parte de sus actividades de intervención social: los informes periciales, propios del sistema oral de justicia. También en los contextos escolares, son mediadores de conflictos entre integrantes de la comunidad educativa, realizan terapia de tratamiento con familias, grupos, individuos, para buscar la resolución de sus problemas de interrelaciones sociales y que son causantes de sufrimiento.
- Trabajo social en las cárceles
El trabajo Social en cárceles o dirigido a reclusos juega un papel muy importante dentro de los ámbitos de actuación profesional de un trabajador social. Las instituciones carcelarias, según el trabajo social, es un ámbito para la modificación de conductas y la ocultación temporal o permanente de personas que amenacen la convivencia social bajo un medio libre, ya que por cierta causal han corrompido la misma. El propósito del trabajador social con los reclusos es el lograr alcanzar la reinserción social del individuo, ¨con el fin que éste tome conocimiento e identifique las circunstancias que originaron su conducta delictiva y las consecuencias derivadas de la privación de la libertad¨ (Acevedo, 2003, p.21) siendo dicho profesional un componente vital en todo el tratamiento interdisciplinario a el cual los reclusos están expuestos.
De primera instancia el trabajador social debe tener presente que su trabajo va dirigido a un sujeto en situación que de igual modo sigue siendo persona y posee dignidad humana. Dentro de las funciones que lleva a cabo el trabajador social, dirigido al ámbito carcelario se encuentra (Fuente: Vélez, Z. (1997). Un trabajador social para el nuevo mileno. Rio Piedras, Puerto Rico: Universidad de Puerto Rico.):
- Intervención con individuos y familias
- Ponderación de riesgo-transición
- Servicio de protección
- Manejo de caso-mantenimiento
- Provisión de servicios y recursos
- Resolución de disputas: Manejo de conflictos
- Mantenimiento de la organización
- Desarrollo de programas
Es necesario direccionar la atención a un eje de vinculo profesional-destinatario de la intervención, denominado desde el cuerpo legal que lo caracteriza en el escenario como ¨el interno¨ ( Acevedo, 2003, p.21) . ¨La intervención profesional es una dimensión constitutiva del campo disciplinar, campo en el que participa la investigación. Ambas prácticas se articulan y retroalimentan, ya que es el conocimiento el que permite acceder a la comprensión de las situaciones que la intervención intenta transformar, conocimiento que va a proporcionar las argumentaciones y fundamentos profesionales¨ (Cazzaniga, 2007, p.83). Lo cual nos infiere que el trabajador social debe fomentar su trabajo en la intervención pertinente a nivel de contacto personal adjunto a investigaciones externas acerca del recluso.
La metodología que utiliza el trabajador social en los casos con reclusos es la siguiente: (Fuente: Aguilar, I., Chacón, L., González, M., Gozález, R., Jiménez, S., Loaiza, M., Mora, L., Murillo,F. y Ortiz,J. (2006). La intervención de trabajo social y psicología en la administración de justicia costarricense. San José, Costa Rica: Editorama.)
- El profesional recibe la solicitud de estudio.
- Registra el caso en el libro de control de casos (se dispone de un libro de actas).
- Cada profesional elabora el expediente para materializar la información obtenida.
- Confecciona la cédula de citación.
- El trabajador social planea la visita domiciliar y/o institucional; envía la cita por medio del citador judicial y realizar la coordinación telefónica.
- Realiza la visita domiciliara al valorado o a la institución donde se encuentra el recluso.
- Justifica a la familia la intervención profesional y el objetivo por cumplir.
- Efectúa entrevistas a personas relacionadas al individuo ( familiares, vecinos, autoridad administrativa, profesionales y otras fuentes colaterales).
- Evalúa el medio socio-familiar y comunal donde se desenvuelve el recluso.
- Se estipulan el día y la hora de la entrevista para cumplir con el proceso de investigación.
Dentro del marco de referencias que el trabajador social tiene que investigar y estudiar para alcanzar su objetivo lo es:
- Las relaciones familiares
- Las relaciones interpersonales
- Su anterior convivencia en la comunidad
- Razón por la cual la persona se encuentra encarcelado
¨El trabajador social debe estimular a lograr desarrollar un ambiente al encuentro y al intercambio para facilitar el camino a la superación de conflictos, teniendo como base principal la responsabilidad al dialogo¨ (Acevedo, 2003, p.21). Otro enfoque a el cual va dirigido los servicios de un profesional de trabajo social dentro de una institución carcelaria lo es: la socialización institucional o integración adaptativa de la entrada del individuo a la cárcel. La realidad es que el recluso se enfrentara a ¨ la falta de coherencia interna entre los integrantes de una institución, los intereses contrapuesto, humana ausencia de coordinación de las actividades y los criterios de compresión del hecho social que erige en la figura del detenido¨.(Acevedo, 2003, p.21). De igual modo, la interacción social y el bienestar mental van de la mano en situaciones que involucren la privación de la liberta e integración a una institución carcelaria. Un artículo de la revista academica ¨ Social Forum ¨ nos plasma un estudio realizado por ¨Research Triangle Institute, Health and Social Policy Division¨ a hombres y mujeres reclusos con el propósito de definir su bienestar mental tomando como variantes de estudio su estado civil, posesión de hijos y apoyo social (interno y externo). Como resultado se mostro que las instituciones carcelarias en lugar de promover el bienestar mental, las relaciones sociales dentro y fuera de la institución están asociados con mayores niveles de angustia dentro de su salud mental. Los más altos niveles de ansiedad y depresión los poseen los reclusos que se encontraban con relaciones matrimoniales y los reclusos con mayor nivel de hostilidad eran aquellos que mantenían relaciones sociales dentro de la cárcel. Dicho estudio es una prueba indispensable de la necesidad de todo recluso de contar con ayuda de un trabajador social que le brinde herramientas para su convivencia e integración en la institución junto con otros reclusos.
Éste profesional, en el ámbito carcelario, también trabaja en ¨casos de reclusos hospitalizados, orienta para el trámite de divorcio, inscripción de nacimiento de hijos, y en caso de fallecimiento o enfermedad grave de un familiar directo del interno debe realizar las gestiones correspondientes a tales circunstancias. De igual forma tiene participación en la comprobación de vínculo en el caso de la Visita de Penal a Penal y de la Visita íntima¨.(Uzcudún)
En ocasiones, las funciones de los trabajadores sociales en el ámbito carcelario enfrentan unos ciertos problemas que imposibilitan el completo desarrollo profesional de los mismos. Algunos de estos son (Fuente: Uzcudún, B. ( fecha no mencionada). Interpelación sobre el rol del Trabajador Social penitenciario. Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales Edición electrónica. Recuperado el 26 de marzo de 2010, de http://www.margen.org/articu/uzcudun1.html)
• Proyecto institucional rígido y acotado que limita la capacidad de acción. • Escaso margen de autonomía para impulsar nuevos proyectos. • Organización de tipo piramidal que coarta el surgimiento de espacios formales e informales para poder expresar intereses y opiniones. • Escasez de incentivos laborales. • Falta de capacitación para la actualización y orientación en el abordaje de la problemática del encierro. • Inexistencia del trabajo interdisciplinario. Formas de agrupamiento en instancias en las que se requiere la decisión de los distintos sectores. • Comunicación estrictamente formal entre los distintos sectores. • Inadecuadas condiciones de trabajo, materiales, técnicas, de infraestructura y de recursos humanos. • Hegemonía de las fuerzas de seguridad interna y externa por sobre la intervención profesional. • Los roles que se le adjudican al trabajador social se relaciona con la resolución práctica e inmediatista en situaciones de carencia. • Reproducción de la imagen social de la profesión que condiciona el tipo de demandas asociadas a problemas administrativos. • Predominio de tareas burocráticas debiendo los profesionales resignar sus funciones específicas técnico-profesionales. • Respuestas centradas en demandas espontáneas y a resolver problemas emergentes. • Interferencias del contexto político-económico.
El trabajador social es un factor vital dentro de los componentes de la institución penal y junto con la colaboración de la sociedad se debe fomentar el completo desarrollo de los mismos para beneficio y mejoría de los reclusos que reciban sus servicios.
Tensión entre la teoría institucional y la praxis profesional
El estado actual de Trabajo Social en torno al desarrollo profesional, se caracteriza por dos insumos, por una parte, se incorporan diversos elementos a partir de diversos programas de investigación sociológica, antropológica, filosófica y psicológica; que han logrando ensamblarse transdisciplinariamente, a partir por los esfuerzos realizados por parte de investigadores e investigadoras universitarios (as), como también por parte de investigadores e investigadoras provenientes de otras instituciones, fundaciones, ONGs, o agencias de servicio social.
Por otra parte, la praxis profesional permite una retro-alimentación de las investigaciones universitarias o institucionales. No obstante, estos dos insumos han marcado una brecha entre la información obtenida a través de la práctica profesional y las eruditas investigaciones institucionales.
La combinación de estos dos tipos de insumos de conocimientos es a menudo imperfecta. Con la esperanza de zanjar esta brecha, a lo largo del siglo XX, los y las especialistas en el campo, han abierto permanentes debates, con la intención de lograr una convergencia teórica y metodológica, del insumo de los resultados obtenidos de una praxis profesional diversa, con los resultados de las investigaciones institucionales; no obstante la tensión entre estos dos insumos: teoría institucional - praxis profesional, es una problemática presente tanto en los estudiosos y las estudiosas institucionales, manifestándose en el núcleo mismo de las políticas curriculares de las carreras profesionales universitarias, como en los diversos tipos de praxis de los y las profesionales del campo.
En la praxis un o una profesional de trabajo social se enfrenta a las barreras, desigualdades e injusticias existentes en la sociedad. Responde a las crisis y emergencias, así como a los problemas personales y sociales de la vida diaria. No obstante, no siempre la teorización institucional brinda a los y las profesionales en la disciplina, la formación científica, técnica y tecnológica para las las intervenciones sobre procesos psicosociales, sobre sujetos - objetos, ni mucho menos las técnicas y estrategias para la participación en la política, la planificación y el desarrollo sociales.
En el caso de las intervenciones sociales, el profesional debe realizar diversos tipos de asesoramiento social, así como realizar análisis de caso, de comportamiento grupal o institucional, sustentar sus acciones interventivas en métodos derivados de la socio-antropogogía y de la terapia familiar; asimismo, diversos tipos de intervenciones sociales requiere acudir a estrategias y técnicas administrativas, jurídicas y de planificación institucional, para que diversos grupos humanos obtengan servicios y recursos comunitarios.
En la praxis profesional, al y la profesional de Trabajo Social, se le exigen responsabilidades de planificación y coordinación de organismos comunitarios y la participación en acciones y participaciones políticas que se orienten a la modificación y sustentación de las políticas sociales y económicas de los Estados a los que se pertenezca. Las prioridades de la práctica de los y las profesionales de trabajo social, variarán de un país a otro, y con el tiempo, en dependencia de las circunstancias culturales, históricas y socioeconómicas.
Transdisciplinaridad del trabajo social
Trabajo social puede ser considerado como transdisciplina cuyas propiedades definitorias emergen a partir de la convergencia teórica y metodológica de diversas y variadas disciplinas de raigambre subjetual e histórico - subjetual,[4] en el contexto de la praxis profesional de diversos gremios en distintos momentos históricos y ubicaciones geográficas. Las propiedades emergentes de esta transdisciplina, definen sus sujetos-objetos, sus finalidades, sus métodos y metodologías, sus jergas y terminologías especializadas. Sus referentes se orientan integralmente tanto a las personas, grupos o sociedades objetivas ( - su dimensión óntica - ), como a los fenómenos en torno a las dinámicas subjetivas de las personalidades individuales, o a las dinámicas intersubjetivas de actividades grupales, organizacionales o institucionales (- su dimensión ontológica -).[5] Como transdisciplina, se consolida autónomamente, a partir de un proceso gradual de emergencia inter y multidisciplinariamente; tanto en su dimensión óntica como en su dimensión ontológica, sus sujetos-objetos son los seres humanos, considerados integralmente en sus componentes de índole biológico, psicológico y sociológico. Como disciplina histórico - subjetual, adquiere por ende, una propiedad reflexiva, en tanto se trata de un proceso comprensivo - explicativo - transformativo de unos seres humanos, en el rol de trabajadores o trabajadoras sociales, en torno a otros seres humanos, en el rol de sujetos-objetos observados, comprendidos, explicados e intervenidos. El ser humano es dimensionado entonces por esta transdisciplina, de manera integral tanto en su dimensión óntica, como en su dimensión ontológica, lo que evidencia su naturaleza compleja y dinámica, cuya "quidditas" se manifiesta en su propiedad emergente y diferenciante: "la ontoergónica".[6] Se trata entonces de una propiedad óntico-dinámica, que permite develar el ser humano como proyecto, es decir, que no sólo como objeto del estudio de sí mismo ( - propiedad reflexiva de las ciencias subjetuales -), sino que es al mismo tiempo sujeto de su propio desarrollo, como actor de transformaciones individuales y sociales en contextos simbólico - lingüísticos de acciones comunicativas.[7] Por ello, el proyecto de la quididad humana, alcanza su finalidad integra en su dinámica de la dimensión ontoergónica.[8]
Trabajo Social comparado
Se diferencia sustantivamente de otras praxis profesionales, por lo que delimita sus propios sujetos - objetos ( - dimensión óntico - ontológica - ), sus odos, métodos y metodologías ( - dimensión epistemológica - ) y sus niveles de discurso, jergas y terminologías especializadas ( - dimensión gnoseológico - cognoscitiva - ). En su aspecto teorético - cognoscitivo, tiene las propiedades de una ciencia histórico - subjetual, que emerge transdisciplinariamente [9] en el contexto de ciencias históricos subjetuales como la psicología, la antropología, la sociología, la politicología, la antropogogía;[10] tecnologías subjetuales[11] como las intervenciones psicoterapéuticas, la gestión institucional, la salud ocupacional, el derecho laboral, civil y familiar; alcanzado sus propiedades diferenciantes que le dan la autonomía disciplinaria. En su aspecto de transformación e intervención sobre las estructuras sociales objetivas ( - ónticidad -) y en las intersubjetividades dinámicas de las intersubjetualidades sociales ( - ontologicidad - ), tiene las propiedades de una tecnología subjetual y que es la dimensión que surge como un producto histórico de la praxis disciplinar y cuya validez se logra en el contexto de acciones comunicativas intersubjetivas.
Como transdisciplina que ha trascendido las prácticas profesionales locales, alcanzando un carácter transnacional, adquiere aceptación y consolidación institucional, incorporando a los currículos universitarios diversos grados académicos, tal como los "diplomas" europeos; bachilleratos en EE.UU., Puerto Rico y América Latina; licenciaturas como en Chile, Colombia, Argentina, Panamá, Costa Rica; cuya maduración transdisciplinar permite abrir especialidades de postgrado, como maestrías que se han desarrollado en Argentina, Chile, Costa Rica, Honduras, Guatemala, Panamá. Recientemente se han incorporado en los currículos universitarios de Trabajo Social, los grados doctorales especialmente en Brasil, Argentina y Puerto Rico.
Finalmente como la profesión consolidada, ha alcanzado los niveles posdoctorales en Brasil, Europa y Estados Unidos. Por tanto, es una transdisciplina y profesión con una amplia cobertura internacional (tanto transdiscipinar como profesional) que con más de cien años de existencia en el mundo, albergando diferentes proyectos y programas universitarios con particularidades múltiples y diversas.
Las dos raíces más determinantes en el desarrollo de la profesión, han sido la de origen europeo, de influencia Belga, Inglesa, Francesa, Alemana e Italiana, como por otro lado, y con diferencias sustantivas, se halla la tradición estadounidense, la cual ganó hegemonía posterior a la Segunda Guerra Mundial. No obstante, diversas formas de asistencialismo social han estado presentes en otros momentos históricos y por otras tradiciones culturales no occidentales.
El debate en Latinoamérica
Eduardo Galeano inicia su Las venas abiertas de América Latina con una descriptiva pintura de la cruenta historia de América Latina: "La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones. Éste ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrotaba a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos[...] Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo".
El emergente asistencialismo social en la Latinoamérica contemporánea
La conciencia histórico social de la dramática situación de las poblaciones latinoamericanas sumidas en la más profunda explotación, pauperización, pobreza y miseria, forja de manera dolorosa la identidad de los pueblos latinoamericanos. Es en este contexto que emerge el Trabajo Social en América Latina, desde sus "protoformas" asistencialistas, su praxis como servicios sociales, hasta su consolidación como diversos núcleos teóricos transdisciplinarios, que retroalimentan la praxis de "Trabajos Sociales", y permiten el surgimiento de sus propiedades transdisciplinarias y profesionales. Como una construcción histórico - subjetual, se consolida entonces, un Trabajo Social como una división del trabajo, a la vez que como una especialidad en el contexto de las ciencias histórico - subjetuales en su dimensión teorética y como una tecnología subjetual en su dimensión transformadora e interventora, en las estructuras y dinámicas sociales. Entonces, los procesos de consolidación transdisciplinaria, parten de identidades culturales locales por una parte, y que por otra parte, permiten establecer criterios de identidad disciplinaria transcultural en el contexto de las diversas praxis profesionales en las distintas naciones latinoamericanas.
No obstante, estos procesos han sido diversos, complejos, no lineales, caóticos; interrumpidos, no pocas veces, por los períodos de las dictaduras militares;[12] que grosso modo, se bifurcan hacia dos tendencias, una progresista, de la cual surgen expresiones de un trabajo social con aspectos nuevos en relación a una “intencionalidad transformadora, el rescate de la experiencia, la reconstrucción del tejido social, centrado en los movimientos sociales y orientado a un proyecto de sociedad” y otra tendencia con un perfil técnico, menos preocupada por cuestiones filosóficas, como el cuestionamiento ético, político y existencial; tendencia esta última, que por ser menos peligrosa políticamente, se profundiza en los gobiernos postdictadura, en el contexto de políticas económicas liberales (- neoliberales -), pero que a pesar de ello, genera una serie de contradicciones y tensiones entre los postulados éticos, la formación de los profesionales por una parte y la experiencia dinámica del trabajador social en situación, frente a los fenómenos manifiestos en la cuestión social,[13] por otra.
Servicio social y división del trabajo
Marilda V. Iamamoto[14] en: Servicio Social y División del Trabajo(1997), presenta su versión laxa de esta emergencia transdicisciplinaria en el contexto de la historia brasileña reciente: “el Servicio Social surge de la iniciativa de grupos y fracciones de clases dominantes que se expresan a través de la Iglesia, como una de las derivaciones del movimiento de apostolado lego”, describiendo la dimensión obviamente conservadora de esta tradición eclesiástica: “centro de un movimiento de cuño reformista-conservador”, prescribiendo como etapa consecuente un proceso de secularización y de tecnificación (-considerado de manera global y poco precisa como: "positivista" -): “el proceso de secularización y de ampliación del soporte técnico-científico de la profesión", considerando consecuentemente que el progreso de las ciencias sociales de fundamento empírico, tienen un basamento igualmente conservador: "bajo la influencia de los progresos alcanzados por las Ciencias Sociales en el contexto del pensamiento conservador, especialmente de su vertiente empirista norteamericana”[15] Perspectivas como las de M. V. Iamamoto, al ser consideradas por otras perspectivas teóricas de Trabajo Social como reduccionistas, han suscitado el debate contemporáneo en Latinoamérica en la segunda mitad el siglo XX, en particular en torno a las las concepciones teóricas, prácticas políticas e imaginarios en la corriente de Trabajo social surgida en Brasil, en el contexto de las transformaciones de la sociedad global y latinoamericana experimentadas en este lapso histórico.
El proyecto gramsciano y el movimiento de la reconceptualización
En pleno contexto de la denominada guerra fría, que de fría tuvo poco en Latinoamérica, surgen propuestas no tan conservadoras, como: un proyecto “gramsciano” iniciado a fines de los años 60 en Brasil, paralelo con el movimiento de reconceptualización que busca romper con la hegemonía del asistencialismo de inspiración católica, y que se profundizan durante los años setenta junto a la lucha de diversos movimientos sociales contra el régimen militar y después durante la transición democrática iniciada en 1984.
César A. Barrantes A. (1998-1999),[16] presenta una perspectiva crítica en torno a las concreciones de Trabajo Social en comunidades particulares de Trabajo Social en Latinoamérica, pero con un especial énfasis a las tendencias desarrolladas en Costa Rica. Barrantes desarrolla una perspectiva análoga a que había presentado Ezequiel Ander-Egg en su trabajo: "Achaques y manías del Trabajo Social Reconceptualizado",[17] sintetizando, su perspectiva sobre la Reconceptualización de Trabajo Social, de la siguiente manera: "la historia de La Reconceptualización y podremos recordar que ha sido la de la búsqueda, no siempre exenta de problemas existenciales de los Trabajadores Sociales, de una plataforma vocabular, categorial, definitoria de principios, postulados, fines, objetivos, metas e indicadores de nuestra específica y no siempre consciente práctica científico-política y tecnoprofesional; plataforma cuyo equívoco está en la creencia misma de que el nutriente científico le vendría insuflado desde “el más allá del Trabajo Social” representado por el resto de las disciplinas sociales. (...) ¿Cual es el objeto que el Trabajo Social nunca tuvo y, por lo tanto, dio por perdido?. Su carácter de Ciencia. ¿Cuál perdió después de haberlo tenido?. Su objeto de estudio e intervención: el individuo, el grupo, la comunidad (hoy podríamos hablar de la localidad) y los tres métodos clásicos a los que algunos colegas reconceptualizados intentaron construirles paradigmas o metateorías de corte estructural y objetivista, ajenas a las necesidades tanto de las heterogéneas realidades como de los Trabajadores Sociales, la mayoría de los cuales no se vio expresada en ellas o no se percataron de su existencia. (...) Este drama, inscrito en la lógica del itinerario de La Reconceptualización, viene a ser como la ventana a través de la que se ven, interpretan y organizan los significados, los sentidos de la realidad. Es el escenario al que la repetición nos conduce constantemente, como la lengua al diente que duele y duele precisamente porque no somos capaces de reconocer las potencialidades que tiene ni la estrategia conducente al objeto de estudio e intervención deseado."
El proyecto ético-político (PEPO)
Los cambios en la orientación política de la profesión en el caso de Brasil, se verifican ya en el Código de Ética profesional de Trabajo Social de 1986. Estos procesos se manifiestan, si bien ya conflictivamente, a partir de la promulgación de la Constitución de 1988, y durante los años noventa, que registra la incorporación en el Código de Ética de 1993 de una concepción teórica inspirada en algunas vertientes marxistas – fundamentalmente vinculadas a Georg.Lukács y A. Gramsci– en la forma de un “proyecto ético-político” que asume explícitamente su “compromiso con la clase trabajadora”. Esta implementación del proyecto original se realiza en los organismos profesionales y en las escuelas y facultades –fundamentalmente públicas – de enseñanza de Trabajo Social, con una propuesta de ocupación de espacios que tiene como objetivo el control de los cursos de postgraduación, por su potencial reproductor endogámico. Este proceso ha sido descrito, entre otras, en las obras de Marilda Iamamoto y José Paulo Netto.[18] Aplicando reflexivamente la teoría marxista en que se fundamenta supuestamente este proceso, y se puede ya indicar que, políticamente, fue hegemonizado por grupos vinculados a la izquierda – incluyese aquí la izquierda católica vinculada a la Teología de la Liberación - y al Partido Comunista Brasilero, y, socialmente, masivamente constituido por trabajadores sociales oriundos de los sectores medios y de la pequeña burguesía académica, operadores finales de los cambios que quebraron la hegemonía de los sectores católicos y conservadores en la profesión.
Perturbaciones en el proyecto-ético político (PEPO)
Se evidencian dos grandes perturbaciones que este proyecto experimenta a lo largo de su desarrollo:
1)Uno de ellas es la caída final del “socialismo real” entre 1989 - 91,[19] con las inevitables consecuencias centrífugas para la teoría y la práctica política. Se analiza la dificultad del movimiento para mantenerse dentro de la tradición marxista de la autocrítica, y su lento deslizamiento hacia posiciones postmodernas basadas en la fe, en conceptos religiosos o en el irracionalismo mesiánico. También, su dificultosa convivencia con el fin de los “mitos de totalidad”.[20]
2)Como consecuencia de lo anterior, la otra gran perturbación experimentada por el proyecto ético-político (PEPO) de la auto-denominada corriente hegemónica en el trabajo social (ADCHTS) en Brasil consiste en la sorprendente inercia y limitaciones de su marco teórico para interpretar las transformaciones ocurridas en la sociedad mundial y latinoamericanas en los últimos cuarenta años. La creciente complejidad de las sociedades contemporáneas, en un marco de globalización, multiculturalismo, y conflictivos procesos de universalización de los derechos, vuelve anacrónica, entre otras nociones, la tradicional distinción entre Estado y sociedad civil originada en el siglo XIX, así como la lectura de una sociedad de clases con la vista congelada en el siglo XIX o en los inicios del capitalismo monopolista del siglo pasado.
La emergencia de situaciones de riesgo e incertidumbre que eran apenas vislumbradas en su actual magnitud poco tiempo atrás, exige la adopción de marcos teóricos que sean capaces de incorporar nuevos conceptos para intentar el análisis de las formas de la modernidad presente.
La auto-denominada corriente hegemónica en el trabajo social (ADCHTS)
Es posible, a partir de las investigaciones realizadas por Emilio Enrique Dellasoppa ,[21] describir entonces "de la auto-denominada corriente hegemónica en el trabajo social (ADCHTS) en Brasil", en los siguientes puntos:
1. El proceso de cambio de hegemonía política-sindical-académica en el trabajo social brasileño está asociado a la participación política de trabajadores sociales, casi totalmente constituidos por mujeres, oriundos de clases o capas medias de la sociedad brasileña, fundamentalmente del sector público, de los servicios sociales y culturales y de la pequeña burguesía académica - profesores universitarios -, con militancia política y sindical.
2. Este proceso implica en la constitución de un imaginario político, cultural y social de estos actores provenientes de las clases medias. La búsqueda de sentido social, entendido como un lugar social, político, ideológico y cultural por parte de estos sectores de la pequeña burguesía se materializa paulatinamente en la formulación del proyecto ético-político (PEPO), concebido como una herramienta discursiva para la lucha política dentro de la profesión – tanto en los ámbitos académicos, sindicales como institucionales – y como una intervención en la realidad.
3. Como una característica que se desprende de las condiciones materiales de existencia de los partícipes de la corriente – exclusivamente pequeña burguesía - , se constituye un imaginario teórico ecléctico basado en múltiples interpretaciones de diversos marxismos y que, en última instancia, recurre a la fe como justificativa.
4. La incorporación a la práctica política de las concepciones de A. Gramsci sobre la “guerra de posiciones”[22] lleva a una intervención en la realidad que se traduce en la ocupación por parte de este Trabajo Social de la pequeña burguesía de espacios en lo académico, sindical y en las instituciones del estado, materializando la ascensión social dentro del imaginario construido. Se conforma de esta manera la autodenominada "corriente hegemónica" en el trabajo social de Brasil, y su expresión académica, la “dirección social del curso”.
5. Dentro de la corriente se adhiere a una posición historicista clásica en el marxismo ortodoxo: releer a la historia realizando una intervención que justifica las posiciones adoptadas en el presente. Aunque entre la última revisión curricular (los programas de las materias son de 1992) y el presente, el mundo ha sufrido muchos cambios, la corriente que estudiamos continúa viviendo los mismos condicionamientos intelectuales de los años setenta, con sus raíces firmemente asentadas el siglo XIX.
6. El final del “socialismo real’ en 1989 y de los “mitos de totalidad”, junto con la mundialización, la emergencia de las sociedades de riesgo y la declinación de las políticas de clase, aniquila la posibilidad de articular el discurso sobre lo real en torno al concepto de autocrítica, obligando al retorno final al ámbito de la fe: la sustentación del frágil imaginario ahora precisa de la impenitencia.
Expedientes de inmunización de la auto-denominada corriente hegemónica en el trabajo social (ADCHTS)
La primera verificación, por ende, es que la autocrítica se torna imposible, privada por la fragmentación de cualquier posibilidad de discurso unitario. Asimismo, la desaparición de los mitos de totalidad: el proletariado, la revolución y la sociedad socialista, transforma el recurso al historicismo en una simple cuestión de fe en una forma de intervención histórica sobre lo real.
Por eso, la cuestión no se puede analizar en términos de autocrítica: el referencial teórico interno del marxismo se encuentra fragmentado en innumerables corrientes, muchas ya corroídas por el olvido. La vieja colocación de Norberto Bobbio “Ni con Marx, ni contra Marx”,[23] puede ser entendida ahora en su exacta dimensión.[24] Frente a este cuadro, la última alternativa – única – es declararse "impenintente",[25] como parte de un proceso de “lavado de capital ideológico-político”.
Proyecto ético-político y estalinismo
Este proyecto ético-político de Trabajo Social de Brasil se encuentra en la difícil situación de tener que admitir la impenitencia explícita, aun en el caso de los crímenes cometidos por el estalinismo: la autocrítica – imposible – provocaría una implosión semejante a 1989, por la simple divulgación de los hechos y posiciones políticas. José Paulo Netto consideró y aparentemente considera – no se conoce ningún desmentido al respecto - la violencia del estalinismo “históricamente necesaria”, y esta situación no puede resolverse en el contexto de la intervención quirúrgica que interpreta la historia en función de las necesidades de la lucha política en el presente: "En verdad, por lo tanto, lo que entonces se realizó fue el establecimiento de la infraestructura necesaria para la transición socialista. Ahí reside el papel históricamente progresista de la autocracia estalinista: ella concretó la creación de las condiciones materiales indispensables para la edificación de una sociedad de nuevo tipo....Lo que debe ser cobrado al grupo dirigente capitaneado por Stalin, pues, no es esta violencia históricamente necesaria. Lo que debe ser puesto en su cuenta es la transformación de esas coacciones requeridas transitoriamente en normas constantes de dirección política....".[26] Esta no es una posición aislada. Este autor también consideraba Stalin un gran científico social, organizando un libro con sus obras en la colección "Grandes Científicos Sociales" , y mantiene aún hoy esta referencia en su currículo, en una elogiable actitud de honestidad intelectual y coherencia política. El prolongamiento de estas situaciones anacrónicas desde el punto de vista de la autocrítica es facilitado por las “bases materiales” constituidas por los alumnos que ingresan a la carrera de Trabajo Social en Brasil, de acuerdo a lo que colocamos arriba en base a los datos del censo estudiantil.
La fuente de las opiniones de José Paulo Netto sobre la violencia históricamente necesaria para la construcción del socialismo, se encuentra en György Lukács. Marco Baldino[27] ha señalado: "... Según Lukács con la revolución de octubre tendrían "...nacido los fundamentos materiales del marxismo para la real construcción científica tantas veces requerida por Engels y después también por Lenin en los Cuadernos Filosóficos. La inmensa culpa histórica del estalinismo está no sólo en haber dejado inutilizada esta construcción científica, sino en haberla hecho retroceder." Baldino continúa:[28] "En su esencia, la culpa histórica del estalinismo no estaría en los dieciséis millones de muertos de que habla, por ejemplo, Foucault, sino en el hecho de que Stalin (para Lukács)[...]"obstaculizó la tendencia que habría sido capaz de esta construcción científica". Las raíces políticas de los fundadores de la corriente y sus epígonos, están clavadas en los iconoclastas argumentos de M.Foucault,[29] iniciando con su perspicaz crítica al "marxismo de los partidos" [...] "definido por los partidos comunistas, que son los que deciden cómo usted ha de usar a Marx para lograr que ellos lo declaren marxista",[30] a partir de la cual, impugna el denominado "stalinismo post-stalinista, que al excluir del discurso marxista todo aquello que no sea una repetición temerosa de lo ya previamente dicho, no permite develar dominios inexplorados [...]. El precio que los marxistas pagaron por su fidelidad al viejo positivismo fue el de una sordera radical a toda una serie de cuestiones planteadas por la ciencia",[31] concluyendo que: "La concepción del papel de la violencia estalinista es paradigmática. No estoy descubriendo nada. Sólo informando de una realidad que es conocida en el mundo todo hace mucho tiempo".[32]
Estos juicios de Foucault, han sido fielmente corroborados en las narraciones realizadas por Aleksandr Solzhenitsyn, escritor, historiador y Premio Nobel de Literatura ruso,[33] develando los horrores del genocidio estalinista, en su obra: "Archipiélago Gulag",en la cual analiza el sistema de prisiones soviético, el terrorismo y el papel de la policía secreta. Solzhenitsyn enumeraba las atrocidades de un Estado enfrentado demencialmente a su propio pueblo casi desde sus inicios. En uno de los momentos de mayor esplendor del gulag, hacia 1936, había unos cinco millones de prisioneros que componían lo que Franz Kafka hubiera llamado " la colonia penitenciaria". Un número que aumentó año tras año hasta la muerte de Stalin, en 1953. En total, entre 1928 y el fallecimiento del "Padre de los pueblos", entre 40 y 50 millones de personas fueron enviadas a cumplir condenas en lo que metafóricamente denominó Solzhenitsyn archipiélago de campos de trabajo repartidos por toda la URSS. Aproximadamente la mitad de ellas nunca regresaron.
Fracaso del proyecto-ético político
Emilio Enrique Dellasoppa,[34] ha señalado que: "La “intención de ruptura” de los integrantes de este proyecto ético político puede ser cuestionada en este punto: nunca consiguió generar cualquier “intención de ruptura” para romper con el estalinismo, el utopismo mesiánico y las verdades congeladas en el siglo XIX". Concluye Dellasoppa: "Por lo tanto, la fe y la impenitencia son las únicas alternativas para el futuro de esta corriente."
Mitos y manías del denominado: "Trabajo Social de la Liberación"
El discurso ético - político, que ha sido desarrollado por Iamamoto y Netto, que contextualiza su programa de investigación y sus seguidores como un: "Trabajo Social de la Liberación", es un impositivo "discurso de de poder", que se traduce en un "dispositivo"[35] que invalida la naturaleza inquisitiva misma de la epistemología, y que les inmuniza frente a los espectros del talante crítico y desideologizador,[36] para pasar así a desautorizar así cualquier programa, enfoque o teoría que no se encuentre dentro de la línea genealógica de la "ortodoxia" de K.H. Marx y G. Luckács[37] y no responda, a su propia concepción arbitraria de ontología ( - una nebulosa ontoteología,[38] que pretende ser naturalizada por una especie de magia verbal[39] -), con un perfil reificante y con atributos esencialistas anacrónicos, e incluso evidencia una incomprensión de la naturaleza comprensivo - hermenéutica de la ontología, es decir, trivializan el complejo proceso de la ontología hermenéutica para lograr la comprensión del ser.[40] De la misma manera, se sigue a pie juntillas, la noción "lukácsiana" de "ontología del ser social",[41] que aunque la convierte en una eufonía llamativa y con una carga emotiva propia de un mitin político, conceptualmente es una expresión sin sentido. El ente (óntico), adquiere su dimensión ontológica por medio del proceso comprensivo - hermenéutico superlativo y exclusivo de un ser comprendente. Por lo tanto, hacer una ontología del ser social, es darle propiedades de sujeto, propiedades subjetivas, propiedades comprensivas, propiedades hermenéuticas a las acciones simbólicas y transformativas del conglomerado social, como si fuera un sujeto con sus características cognoscentes propias e individuales; en vez de identificarlo como un constructo conceptual en el nivel gnoseológico - cognoscitivo, sin referente óntico individualizado; que a todas luces, hace evidente lo débiles que son los fundamentos epistemológicos y metodológicos de este proyecto ético político. Ese intento de Lukács, - partiendo desde sus presupuestos éticos -, de fundar una "ontología del ser social"; se convierte en un claro remanente, que lo vincula a la visión de mundo, de la era más dura del autoritarismo estalinista-hitleriano,[42] cuando Martin Heidegger, en su eufórica pretensión de convertirse en "Führer del Führer",[43] evidenciada en su obra "Ser y Tiempo", explicita que: "el Dasein (-Ser ahí, o simplemente el Ser -)auténtico debe ser entendido como Comunidad (Gemeinschaft), como Pueblo, y que éste debe elegir él mismo "a su Héroe" con el fin de "volverse libre para la continuación del combate".[44] Además, Heidegger acuña también el término: "Volk Sein"(-ser del pueblo-), expresión de la que es posible encontrar múltiples similitudes con diversos conceptos de Lukács; tanto con la noción "conciencia de clase"' [45] en la etapa temprana de su obra, como la noción de "ser social" en su última etapa.[46] Esta subjetivación de las complejas interacciones sociales, Heidegger la expresa en varios de sus discursos políticos, como el realizado en Leipzig en 1931: "Eso no significa darle la espalda a la comunidad de los pueblos. Al contrario, nuestro pueblo, gracias a este paso, se coloca bajo la autoridad de esta ley esencial para toda existencia humana, a la cual todo pueblo debe primero obediencia si quiere seguir siendo un pueblo (-su ser-)"(Volk sein).[47] Realizando un rastreo conceptual de antecedentes, no es difícil encontrar los vínculos conceptuales entre las ideas políticas de Heidegger, el Nacional socialismo obrero y el romanticismo nacionalista alemán, que alcanza su dimensión superlativa en Georg Wilhelm Friedrich Hegel, en la Fenomenología del espíritu (Phänomenologie des Geistes) ,[48] quien incorpora en su holismo idealista, la expresión: "Volksgeist" (Espíritu del pueblo), concepto filogenéticamente vinculado con la expresión heidegeriana de "Volk Sein" (Ser del pueblo) y la neohegeliana noción de Lukács: "conciencia de clase" .[49] Jürgen Habermas llegó a considerar como obsceno este abuso semántico de Heidegger,[50] con evidentes fines de exaltación del nazismo y que también resultan análogos a los fines de Lukács, de sustentar conceptualmente el "estalinismo", en su época más totalitaria, aunque haya sido un "amor no correspondido" .[51] Se hace manifiesto entonces, el discurso de poder desarrollado en el contexto de este "Trabajo Social de la liberación", que promulga resguardar la integridad y la ortodoxia del marxismo (-algo que ni el mismo Marx hizo[52] -), evitando cualquier eventual metamorfosis, y sacan un expediente de inmunización en contra de cualquier teoría que amenace tal ortodoxia y defendiéndose enérgicamente contra cualquier mezcla o heterodoxia y que pudiese producirle preñeces indeseables. De allí que para mantener su pureza verdadera, se arremete contra el fantasma que supuestamente recorre América Latina: el eclecticismo. José Pablo Netto, de manera transversal en sus obras, arremete una cruzada contra el sincretismo de la praxis profesional, y en contra del eclecticismo teórico en Trabajo Social. Pero lo que muestra en su quijotesca pretensión, es que se encuentra luchando en contra de sus propios fantasmagóricos espectros, pues bajo su discurso antieclectizante, lo que se evidencia es una lucha contra las arbitrariedades teóricas y metodológicas, ausentes de una fundamentación epistemológica robusta; ausencias que no solo se encuentran manifiestas en su obra, sino que también fomentan un espectro nebuloso sobre la naturaleza transdisciplinaria de Trabajo Social, que termina por socavar diversos esfuerzos rigurosos por lograr convergencias metodológicas, entre diversas áreas específicas, de distintos enfoques, provenientes de distintas disciplinas histórico - subjetuales, con propósitos legítimos de encontrar estrategias concretas, para resolver problemas presentes, en el contexto de una amplia gama de fenómenos manifiestos de la cuestión social .
Entonces, la adopción de las directrices de este "Trabajo Social de la Liberación", establecidas grosso modo por sus grandes gurúes: M. Iamamoto y J.P. Netto, en algunas tradiciones y escuelas de grado y postgrado de instituciones universitarias de Latinoamérica, especialmente en diversos países de Suramérica, como: Argentina, Uruguay[54] y en el mismo Brasil, y en otros países de Centroamérica, particularmente en Costa Rica,[55] muestra una fijación a preceptos decimonónicos, que más que favorecer a una praxis profesional innovadora de esta transdisciplina, favorece los privilegios de ciertas "tribus universitarias" o "capitanes (as) de la erudición"(-como los denominaba irónicamente: Thorstein Veblen-), que defienden una visión conservadora de la sociedad, ya sea desde una óptica heredera del escolasticismo católico por una parte o por otra en un marxismo anacrónico de perfil decimonónico. Quedando pendiente las tareas ineludibles de marcar una ruptura y una discontinuidad en la reproducción del conservadurismo y tradicionalismo esclerotizado del "status quo"; a pesar que estas discontinuidades, se hacen manifiestas en los sistemas sociales óntico fácticos concretos, y que se muestra en la vertiginosa dinámica presente en las sociedades del siglo XXI, tanto en los aspectos políticos, económicos, sociales e incluso en los efervescentes mundos de la vida cotidiana y que el trabajo social en su praxis profesional descubre cotidianamente, más allá del normativismo de los capitanes de la erudición de las tribus universitarias. Quedan pendientes las tareas de abrir nuevos odos deconstructivos de los complejos y multidimensionales rostros, caretas, máscaras, de la naturaleza humana individual y social.
Observar las tendencias de apariencia crítica y progresista en este "Trabajo Social de la Liberación", como práctica hegemónica de burguesías universitarias, que bajo sus pieles académicas, se mantienen en el más profundo conservadurismo,[56] sin marcar ninguna discontinuidad, ni deconstrucción de los grilletes económicos, políticos, sociales y morales del capitalismo tardío en el contexto de los estados de derecho burgués; es análogo a como Foucault observó que Marx con toda su habilidad dialéctica en materia de análisis de la forma fenoménica de los bienes, hizo poco más que suministrar una "exégesis" del valor enlodado en los supuestos del siglo XIX. Foucault señaló que la crítica formulada por Marx contra la teoría capitalista del valor[57] no podía refutar al capitalismo porque se basa en los mismos fundamentos metafísicos, el mismo orden del conocimiento basado en un mundo de cosas y objetos:[58] "Al nivel más profundo del conocimiento occidental, el marxismo no introdujo ninguna discontinuidad real; encontró su lugar sin dificultad como una forma plena, tranquila, confortable y satisfactoria para una época (la suya), dentro de un arreglo epistemológico que la recibió con gusto (ya que de hecho era este arreglo lo que le estaba haciendo campo) y que, por su parte, no tenía ninguna intención de perturbar y, sobre todo, no tenía poder para modificar, ni siquiera una tilde, porque descasaba enteramente sobre este arreglo. El marxismo existe en el pensamiento del siglo XIX como un pez en el agua, es decir, no puede respirar en ninguna otra parte. Aun cuando se opone a las teorías "burguesas" de la economía, y aunque está oposición lo lleva a utilizar el proyecto de una inversión radical de la historia como un arma contra ellas, ese conflicto y ese proyecto no tienen como condición la posibilidad de la reformulación de toda la Historia, sino un suceso que cualquier arqueología puede situar con precisión, y que prescribió simultáneamente la economía revolucionaria del mismo siglo. Es posible que sus controversias hayan agitado unas cuantas olas y provocando unas cuantas ondulaciones superficiales, pero no son más que tormentas en un vaso de agua"(Foucault, M. The Order of Things: An Arqueology of the Human Sciences,[59] 1973,pp.261-263).
Deconstrucción de los mitos y manías del Trabajo Social de la Liberación
En este sentido, el programa de investigación "Trabajo Social de la Liberación", es análogo a otras propuestas procedentes de la "Teología de la Liberación", "Filosofía de la Liberación", "Pedagogía de la liberación", "Psicología de la Liberación", y no representa una discontinuidad con las concepciones y valores sustentadores de las supraestructuras políticas, religiosas, morales y jurídicas del Estado de derecho burgués.
En el contexto de este "Trabajo Social de la Liberación", José Pablo Netto -, en su obra: "Capitalismo Monopolista y Servicio Social, pretende desde su deontología no explícita, normativizar el rol del "Servicio Social Profesional", partiendo de un conservadurismo que resulta a todas luces, pasmoso: "El pensamiento religioso puede compatibilizar con los principios éticos de la profesión, como puede también compatibilizar con la actividad política ciudadana en cualquier emprendimiento de carácter progresista". Paradójicamente, Netto propone una "ecléctica e incluso sincrética conciliación entre marxismo y cristianismo", y llega a considerar que: "tanto los cristianos católicos como los protestantes tienen méritos históricos como movimientos revolucionarios que fueron, y que continúan siendo, parte de ellos, para integrarse a la lucha general por el progreso humano. Ellos cuentan hoy con grandes representantes, incluso desde dentro de la Iglesia Católica"; una reivindicación evidente del impenitente J.P. Netto, al aparataje ideologizante religioso, - que ha sido, es y seguirá siéndolo en tanto coexistan parasitariamente -, sustentador del conservadurismo de los estados de derecho burgués y en contra de una de las más preclaras y persistentes luchas que realizó el propio K. Marx,[60] contra la alienación religiosa, como el "Opio del pueblo". En las vehementes palabras del propio Marx: "La alineación religiosa es una alineación de segundo grado. Expresa en forma de teoría justificativa lo absurdo que la hace nacer. La alineación religiosa tiene su origen en la alineación económica y no podrá superarse mientras no se supere esta. La lucha contra la religión es la lucha contra aquel mundo cuyo aroma espiritual es la religión. La miseria religiosa, es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por otra, la protesta contra ella. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo.".[61]
Asimismo, la perspectiva de Netto del surgimiento del Servicio Social es linealmente simplista cuando reconoce su pasaje de la “protoforma” a la profesionalización, y que si se deconstruye[62] la inmanente pluralidad de significantes subdiscursivos de su normativizante discurso, son diseminados una nutrida variedad de estos, como lo es su adhesión filial a una perspectiva conservadora de una historia lineal y teleológica, que es común a las doctrinas soteriológicas.[63]
Por otra parte, se diseminan deconstructivamente significantes subdiscursivos, con un perfil evidentemente falogocéntricos,[64] pues cuando Neto hace referencia a la "cuestión del Género Femenino",[65] ha mostrado en su universo - discurso, que existe una preferencia de las mujeres por la actividad de la asistencia social, asignándole rasgos de subalternidad a la praxis profesional de la disciplina; cuando este rasgo hace referencia al rol de la mujer en una sociedad falogocéntrica y que en nada define el "estatus óntico - ontológico" de la praxis profesional de Trabajo Social. Su alienante perspectiva falogocéntrica,[66] incuestionable desde su condición de varón, le obnubila la posibilidad de comprender que confunde estos dos fenómenos, que tienen un vínculo indubitablemente, pero no son reducibles el uno al otro. Además, el método de trabajo de Netto, consiste en mostrar contradicciones y analizarlas con las más simples lógicas formales, lineales, binarias, sin comprender los conjuntos dialécticos que están en juego.
Teresa Porzecanski, haciendo un análisis sobre esta obra de Netto: "Capitalismo Monopolista y Servicio Social",[67] expresa que "Netto no aporta, como pretende, claridad sobre el tema básico del rol profesional, sino más bien provee confusión. No valora a la inteligencia de los profesionales, que sí saben de qué se trata su trabajo y cuáles son sus responsabilidades en la difícil hora que vive hoy la humanidad y saben bien de qué lado están en la lucha planteada". Entonces, el rol del profesional se enmarca de una manera no muy clara, en desempeñar una "resistencia" a lo interno de las instituciones sustentadoras del "status quo" del capitalismo monopólico, como solución a las situaciones de explotación en el contexto de las tensiones de capital - trabajo; reduciendo de esta manera a los y las profesionales en Trabajo Social en una especie de "guerrilleros institucionales" o en el mejor de los casos en beligerantes líderes sindicalistas o ecologistas, que sin una estrategia clara, sin una formación técnica sólida, sin una propuesta que rompa con la visión ética de mundo conservadora, terminan o por ser expulsados (as) o por ser asimilados (as) por los sistemas institucionales concretos. Por lo tanto, si se propone la "resistencia" como solución, es porque institucionalmente los capitanes de la erudición de las tribus universitarias, no han sido capaces de deconstruir[68] las fisonomías espectrales de su propio conservadurismo, por lo que sus propuestas surgidas en el contexto de una endogamia académica, - y continuando con la metáfora de Foucault -, terminarán: " provocando unas cuantas ondulaciones superficiales, pero que no son más que tormentas en un vaso de agua".
El trabajo social de la liberación: una aproximación genética
Herencias conceptuales del marxismo
El programa de investigación de "Trabajo Social de la Liberación", desarrollado en Latinoamérica, propone dimensionar el desenvolvimiento histórico de la disciplina, por lo que su propuesta se orienta a un tipo de reconstrucción racional de la emergencia genética de, los diversos núcleos teóricos, sus aplicaciones propuestas, realizadas por distintas comunidades de trabajadores sociales en distintos momentos históricos y ubicaciones geográficas.
El núcleo duro de las teorías ensambladas en el contexto de este Trabajo Social de la liberación, tiene herencias conceptuales de diversas variantes de materialismo histórico y de materialismo dialéctico. Tienen particular peso para su ensamblaje teórico, las primeras obras de K. H. Marx en su etapa hegeliana, los marxismos neohegelianos como los de G. Lukács y A. Gramsci y de algunas vertientes de la sociología económica neomarxista, a partir de posturas como la de Paul Baran y Paul M. Sweezy en su obra. Capital monopolista[69] y Harry Braveman en su obra: Trabajo y capital monopolista. La degradación del Trabajo en el siglo XX.[70]
Así el programa de investigación de Trabajo Social de la liberación, ensambla en su núcleo teórico, algunos encapsulamientos conceptuales, heredados y adaptados a partir del núcleo teórico del materialismo histórico. Uno estos encapsulamientos conceptuales heredados, es que cualquier dinámica social puede ser explicada en los profundo de sus relaciones o estructuras económicas. La denominada ideología: la política, la religión, la filosofía, reproduce conceptualmente lo sustentado por las relaciones de producción que se encuentran en su infraestructura o base económica. En este sentido Karl H. Marx, en su obra: "Prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política", lo sintetizó de la siguiente manera: "Mi investigación desemboca en el resultado de que, tanto las relaciones jurídicas como el estado (y sus políticas), no pueden comprenderse ni por sí mismas no por la llamada evolución del espíritu humano (las ideas), sino que deben explicarse por las condiciones materiales de vida que Hegel resume como sociedad civil, cuya anatomía hay que buscar en la economía política".[71] No obstante, la investigación original de K. H. Marx, sobre las estructuras y procesos económicos, estaba sustentado en el modo de producción de su tiempo, que él mismo denominó como: "capitalismo", de perfil competitivo. Este tipo de capitalismo contaba con industrias relativamente pequeñas, que competían entre sí, pero que ninguna industria particular tenía las condiciones materiales para crecer de tal manera que pudiera ejercer un control total sobre las actividades del mercado. No obstante, a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, aun cuando el modo de producción general no cambió, las relaciones particulares de producción capitalista, sí cambiaron, por lo que se tiene una mutación del capitalismo competitivo al capitalismo oligopólico y monopólico. La emergencia de este nuevo estilo de capitalismo, el monopolista u oligopolista, está determinado porque una pequeña cantidad de capitalistas controlan sectores específicos de la economía (v.g.: materias primas, industrias), por lo que es posible evitar la competencia e incluso suspender los principios de oferta y demanda, en los que se sustentaba las teorías del mercado en la economía liberal clásica. Al anularse la competencia, las grandes compañías o firmas surgidas, controlan el mercado y por ello se concentran en la optimización de ingentes ganancias, por medio de ventas masivas, promovidas por sofisticados medios publicitarios, que atraigan a los consumidores potenciales y que terminen de crear toda una cultura de consumismo conspicuo.[72]
Orígenes históricos de Trabajo Social de acuerdo al Proyecto Ético Político
El Trabajo Social, puede ser dimensionado genéticamente como sub-producto del capitalismo, modo de producción que rige la mayor parte del planeta, por lo que su condición histórica está articulada a sus transformaciones, cuando este abandona especialmente sus rasgos de competitividad y se configura hacia el monopolio.[73] Con respecto a lo anterior y en forma puntual, se valida que:
- El trabajo social es resultado de las transformaciones del capitalismo, cuando este alcanzó su estadio monopolista.
- Las tareas asignadas al Estado en este escenario histórico, lo lleva a demandar cuadros profesionales operativos para la “neutralización” y control de la “cuestión social”.
- Por medio de políticas sociales, el Estado opera en función de los intereses del capital, de los capitalistas. Este tipo de maniobras promulgadas desde los poderes estatales, busca la manipulación de las demandas de los diversos estratos sociales, en especial de la clase trabajadora. Este tipo de ingeniería social, requiere ejecutar procesos por etapas, partiendo del diseño planificado de las políticas sociales, de su implementación y de su control permanente. Para lograr esto se demanda recurso humano especializado, y este es el rol que se le asigna a la disciplina de Trabajo Social, haciendo un énfasis en su dimensión de tecnología subjetual, que se convierta en sus profesionales en in tipo de ingenieros sociales, que diseñen y ejecuten la planificación de las políticas sociales requeridas por un Estado que se sustenta en una economía capitalista monopólica.
- Entre los cuadros profesionales demandados en relación con las políticas sociales y con la “cuestión social”, se reconoce al Trabajo Social, profesión que históricamente había sido configurada por ciertas prefiguraciones, las cuales son capturadas por el Estado, u organizaciones privadas de formación, donde se tecnifica, normatiza, sanciona y encomienda a ciertas labores esencialmente interventivas.
- Los profesionales de esta área se encuentran al igual que otras personas trabajadoras -especialmente mujeres- dentro de las dinámicas de la tensión: capital - trabajo, manifiestas en las condiciones de explotación y asalariamiento. Entonces, este tipo de recurso humano, como tecnólogos subjetuales, participan en la reproducción del capital, en especial como práctica mediatizadora para extraer de plusvalía, moralización, control y “refuncionalización”.
En Iamamoto(1992)[74] se establece el estudio de la profesión del Trabajo Social inserta en la división sociotécnica del trabajo; por lo que la profesión de Trabajo Social se caracteriza por:
1.Ser reconocida en la división social del trabajo, y tiene como referente el desarrollo capitalista industrial y la expansión urbana.
2.Sus protoformas fueron centralizadas, racionalizadas (influye aquí desde luego la racionalidad lógico formal abstracta) y, por ende, tecnificadas, incluida posteriormente como carrera de nivel superior.
3.Su aparición responde a las modificaciones en la “cuestión social”, y de las demandas de la clase trabajadora (y poblaciones desempleadas), que presentan diversas configuraciones.
4.El profesional en Trabajo Social es una persona con formación intelectual, pero que ha adolecido de producción de conocimiento científico.
5.Específicamente se ha caracterizado por ser una profesión volcada a la intervención - especialmente hacia la “cuestión social” - que se apoya en el conocimiento construido por otras áreas de las llamadas "ciencias subjetuales" e "histórico - subjetuales", especialmente, para fundamentar su "aplicabilidad".
Otra perspectiva sobre el mismo fenómeno, es presentado por Montaño (1998),[75] para quien es posible reconocer insumos para la discusión especialmente acerca de la naturaleza de la profesión, que es entendida en relación con la legitimación del orden y el aumento de la acumulación capitalista y tiene, según él, una naturaleza y una funcionalidad política y económica y no altruista como en sus protoformas. Para Montaño (1998),[76] se puede estimar que:
1.Para profundizar en la génesis-reproducción del Trabajo Social, hay que tener un referente de totalidad.
2.El Estado genéticamente es el primer y potencial empleador de trabajadores sociales y, por lo tanto su principal legitimador.
3.Hay una articulación genética entre la profesión del Trabajo Social y las políticas sociales, que en sus inicios se constituyó en operador terminal.
4.Es frecuente que sus agentes fueran en su mayoría mujeres, provenientes de clase alta y media alta, reclutadas muchas veces por instituciones de caridad y filantropía, y posiblemente tuvieron relación con la Iglesia.
5.Las particularidades de los agentes en sus protoformas, se han incorporado en la aprehensión de su ámbito profesional en función de estos, o sea, se ha llegado a considerar que la profesión es lo que son sus profesionales.
Por su parte, Martinelli (1997)[77] se manifiesta acerca de la génesis-reproducción del Trabajo Social, para su conceptualización histórica, se puede contribuir a la discusión que se viene planteando con lo siguiente:
1. Entre las variables que le son subyacentes a la génesis y reproducción al Trabajo Social se encuentran la alienación, la contradicción y el antagonismo.
2.Sus orígenes están marcados por el matiz que dieron sus protoformas con rasgos de humanitarismo y que el Estado protegió dentro de su lógica, para proyectarla como una profesión con “deseo de servir”.
3. El Trabajo Social no ha tenido una identidad construida por sus agentes, sino que se le atribuyó por parte de su contratista (especialmente el Estado, quien reconoció y validó la profesión), donde se identifica la alienación.
4.La Iglesia Católica jugó un papel de protección en los inicios de la profesión, en algunos países.
Todo ello, permite establecer la conceptualización del ejercicio del Trabajo Social que en este análisis permitió una mayor aprehensión histórica, por lo tanto: la categoría Trabajo Social es aprehendida como una profesión que se moviliza entre las mediaciones que se confrontan en la ontología del ser social y, por ende, en las políticas sociales, como espacio predominante de intervención, y que forma parte constitutiva de un proyecto económico (el capitalismo), -en su edad monopólica-, por lo que viene a ser partícipe de la racionalidad predominante en la vertiente que le da génesis (positivismo), bajo la cual actúa y orienta su intervención, debido a que es fundamentalmente una profesión interventiva en la “cuestión social”.
La captura por parte del Estado, especialmente, de las protoformas “de la” profesión, que posteriormente tecnifica, normatiza, sanciona y direccionaliza, coloca a los profesionales en condiciones de explotación y asalariamiento, e igualmente que otras personas -en especial mujeres-, participan en la producción y consumo (y reproducción) capitalista.
Las variables subyacentes en el escenario que le dio origen han sido entre otras la alienación, la contradicción y el antagonismo, incidiendo en su identidad profesional que es mediada por el mismo modo de producción que le da génesis.
Como profesional que es, se constituye en persona intelectual, y se particulariza en la historia por la ausencia de producción científica, y se apoya en el conocimiento generado desde otras disciplinas.
Su constitución histórica ha sido eminentemente femenina, en sus orígenes quienes la conformaban provenían de clases medias, y altas, y respondían al “encargo” socialmente esperado a las mujeres en el patriarcado.
Orígenes de la dimensión profesional de Trabajo Social de acuerdo con el P.E.P.O.
En relación con la génesis del Trabajo Social, desde la perspectiva del proyecto ético - político, el estudio de la categoría profesional desde este enfoque, pierde sentido si no es enlazada a las condiciones históricas que le dan origen, Netto (1992)[73] y Iamamoto (1992)[78] son dos de los autores que han direccionado especialmente este análisis de la contextualidad histórica en que se gesta y reproduce la profesión.
Para Netto (1992)[79] ya han existido estudios, que sin ser, relacionan el surgimiento del Trabajo Social con las carencias propias al orden burgués, y las secuelas necesarias de los procesos que se presentan en la constitución y en la reproducción del capitalismo, en especial aquellos concernientes al binomio industrialización y urbanización.
Subraya el autor, que si a este señalamiento no le siguen determinaciones más detalladas, la particularidad de la profesión tiende a diluirse planteándose como una emergencia inmediata y directa de ese contexto, que postula entonces que por el desarrollo capitalista, aparece una configuración profesional, que se distingue apenas institucional y formalmente de la tradición de sus protoformas.
Es, según Netto (1992),[80] en el entrelazamiento del Servicio Social con las peculiaridades de la “cuestión social”, en el ámbito de la sociedad burguesa fundada en el capitalismo monopolista, que se da su determinación fundamental.
Es, entonces, específicamente en el capitalismo monopolista que la “cuestión social” se establece como blanco de políticas sociales de manera sistemática. Iamamoto (1992)[81] establece que aprehender la “cuestión social” en el capitalismo monopolista y el significado de la asistencia, son requisitos previos para los profesionales en Trabajo Social, lo que les permite analizar las nuevas demandas que los escenarios actuales exigen, donde dicho análisis deberá resaltar el carácter del Estado en sus relaciones con las clases sociales, especialmente en relación con las implicaciones del nuevo patrón de dominación. Es mediante la política social que el Estado burgués, en el capitalismo monopolista, procura administrar las expresiones de la “cuestión social”, de forma tal que atienda las demandas del orden monopolista, por la adhesión que recibe de categorías y sectores cuyas demandas incorpora, sistemas de consenso variables, pero operantes.[73] La funcionalidad de la política social en este escenario del Estado burgués, en el capitalismo monopolista se expresa en los procesos referentes a la preservación y al control de la fuerza de trabajo, para que los monopolistas no requieran inversión en ese sentido, entonces el gasto es asumido por el Estado.
Se apunta, además, que estas ofrecen un mínimo de respaldo efectivo a la imagen del Estado como “social”, como mediador de intereses conflictivos , pero la presenta de manera fragmentada y parcializada, pues si se toma, dice Netto (1992),[82] como problemática configuradora de una totalidad procesual específica, se remite concretamente a la relación capital trabajo en su totalidad.
En la fragmentación de la “cuestión social” esta es atacada en sus refracciones y en sus secuelas aprehendidas como problemáticas cuya naturaleza totalizante, si es asumida consecuentemente, impediría ser intervenida, desde esa fragmentación
Debe recalcarse que la política social, en el ámbito del capitalismo monopolista, no equivale a ser considerada como “una derivación” del Estado burgués capturado por el monopolio, pues estas son gestadas, fundamentalmente, de la capacidad de movilización y organización de la clase obrera y del conjunto de personas trabajadoras, pero no acaban ahí, debido a que son resultantes extremamente complejas de un complicado juego entre protagonistas y demandas que están atravesadas por contradicciones, enfrentamientos, conflictos y asimetrías, sean de etnias, de género, de edades, clases sociales, lugares de residencia.
En el ámbito de las políticas sociales debe retomarse la necesidad de comprender que la intervención sistemática sobre la "cuestión social" en el marco del estado burgués, no se realiza ni inmediata ni directamente, porque puede señalar en su procesamiento conquistas de los sectores de presión.
En la edad del monopolio, las políticas sociales no retiran el componente individualista del liberalismo, que comprende a la persona como responsable de su destino, y es la persona quien debe asumir la responsabilidad de su éxito y su fracaso, por lo que los problemas sociales son convertidos en problemas individuales y privados.
En el monopolio capitalista, el capital domina estratégicamente la circulación y el consumo, y articula una inducción de comportamientos para penetrar la totalidad de la existencia de los agentes sociales particulares y, por ende, administrarlos (o gerenciarlos); esto es posible por medio de la psicologización de la vida social.
En otro espacio -y no separado del anterior-, es que se reconoce una de las médulas del desarrollo de la intervención social del Estado en la “cuestión social”, lo cual es el estilo de pensar lo social al tener al positivismo como norte de análisis, y se entiende, en este caso, el positivismo, como algo más que una escuela sociológica; es la autoexpresión ideal del ser social burgués, mediado, desde luego, por la metafísica. Permitiendo ocultar la específica ontología de las dinámicas sociales intersubjetivas, al ecualizar la forma de entender la sociedad en relación con la naturaleza, pues al naturalizar “lo social”, se establece nítidamente la ineptitud de las personas de dirigir la sociedad según sus proyectos, al plantearla como una realidad ontológicamente ajena a ellas y al aceptar una supuesta “evolución” , sea cual fuera su sentido. En palabras de Netto al naturalizar la sociedad, la tradición en cuestión es forzada a buscar una especificación del ser social que sólo puede ser encontrada en la esfera moral (Netto, 1992: 36).[79] Al establecer la “psicologización” de vida social, esta no se comprende como resultado de las instituciones que componen la sociedad, sino de un conjunto de dilemas mentales y morales, que deshistorizan y deseconomizan la “cuestión social”, para dar una conversión de los problemas sociales en patologías sociales. amor En otro orden, el autor recalca que la historia no es un mero proceso de requisiciones económicas y sociales que convocan respuestas automáticamente necesarias, sino que ha sido construida por protagonistas históricos, quienes en su curso se confrontan con proyecciones y estrategias propias y diferenciadas por fuerzas políticas y proyectos específicos. El proletariado y la burguesía, como protagonistas históricos, no agotan el entendimiento de la realidad en que se alcanza el monopolismo capitalista, parece imposible, por una parte negar la presencia de otros sectores y el reconocer que es indiscutible detectar proyectos únicos en cada uno de sus territorios.
Con los argumentos anteriores que definen de manera significativa, pero no agotan las relaciones sociales, es indispensable para un estudio histórico crítico el reconocer y validar el Trabajo Social como profesión inscrita en la división sociotécnica del trabajo, en el estudio del capitalismo monopolista, en las modificaciones en la “cuestión social”, y las particulares de las políticas sociales, lo que también aporta para desvendar el significado social de esa institución y de las prácticas desarrolladas en su ámbito por agentes especialmente cualificados, como son los profesionales en Trabajo Social.[83] Siguiendo con la autora citada, debe reconocerse que el Trabajo Social reproduce intereses contrapuestos que conviven en tensión, tal y como los son las clases sociales, así como otros protagonistas ahí presentes. Dicha profesión responde tanto a demandas del capital como del trabajo y solo puede fortalecer uno u otro polo por la mediación de su opuesto, a pesar de muchos discursos que se orientan por intentar volver capitalistas a todas las personas de la sociedad. El Trabajo Social, además, participa tanto de los mecanismos de dominación y explotación como también, al mismo tiempo y por la misma actividad, da respuesta a las necesidades de sobrevivencia de las clases trabajadoras y de la reproducción del antagonismo en esos intereses sociales, donde refuerza las contradicciones que constituyen el móvil básico de la historia, la lucha de clases, que es donde debe ser aprehendido el Trabajo Social como profesión.
Notas y referencias
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- ↑ El Comité MERCOSUR de Organizaciones Profesionales de Trabajo Social o Servicio Social, ha considerado no adscribirse a la definición de la FITS(IFSW) y reelaborar tanto los aspectos formales como materiales del sentido de Trabajo Social. El comité en mención, ha considerado que la definición de la FITS(IFSW), asume una adscripción a tipo de programa de investigación funcionalista, y desconoce las condiciones históricas del surgimiento de diversos enfoques de Trabajo Social, en particular en Latinoamérica. En virtud de esta tensión entre los enfoques funcionalistas de los países anglosajones y europeos, y aquellos enfoques herederos del materialismo histórico en Latinoamérica, se ha desarrollado un apartado dedicado al surgimiento de un Trabajo Social latinoamericano
- ↑ El estudio científico del ser humano, ha sido etiquetado con expresiones como "ciencias del espíritu" o "ciencias humanas" o "ciencias sociales". Cada una de ellas, representa algún tipo de restricción o ambigüedad conceptual. En este sentido la distinción de los estudios científicos del ser humano entre aquellos que enfatizan los aspectos ontogenéticos: las ciencias subjetuales, y aquellos que enfatizan los aspectos filogenéticos: ciencias histórico sujbetuales; pretende dar mayor precisión terminológica para una explicación taxonómica
- ↑ La distinción entre los óntico y lo ontológico, se deriva de tradiciones teóricas provenientes de la ontofenomenología hermenéutica, desarrollada por algunos pensadores como: Martin Heidegger y Hans George Gadamer en la primera parte del siglo XX. Esta tradición ha tenido importante influencia sobre los estudios teóricos de la sociedad, en torno a los "mundos de la vida" (-término acuñado originalmente por el padre de la Fenomenología: Edmund Husserl (lebenswelt), que dan cuenta de la subjetividad de la vida cotidiana, en el contexto del universo discurso en disciplinas como: la "sociofenomenología", desarrollada por Alfred Schütz. En este artículo y con objetivos de precisión terminológica, se refina esta distinción de A. Schütz, por medio de la distinción entre ontologicidad (ontológico), entendida esta como el modo en que los sujetos construyen la realidad social y ónticidad (óntico), entendida esta como: la realidad social y cultural concreta, heredada y que precede históricamente al sujeto en el mundo social
- ↑ El sentido de la eufonía: "óntoergónico" es derivado etimológicamente por una parte del lo vocablo griego: "ontos": ser, existencia, ente, la referencia a lo que existe a lo real y por otra del de: "ergon", que denota acción, obra, trabajo, empresa. Entonces el estudio de las propiedades ontoergónicas del ser humano, es ensamblado teóricamente por la disciplina denominada como: ontoergología ( - añadiendo el sufijo: "logos", que denota: palabra, discurso, razón, tratado -), que se convierte análogamente a Trabajo Social, en una transdisciplina, que emerge de la convergencia teórica de otras disciplinas, y en su conjunto, se orientan a la dimensión ontológica del trabajo, a la acción transformadora del mundo, como crisol de la quididad humana, en cuanto a sus presupuestos teóricos, condicionantes sociohistóricos, niveles de organización, modos y relaciones de producción, factores de desarrollo, rendimiento y valoración. La ontoergología permite un ensamblaje teórico - conceptual, que comparte de muchos de los principios heurísticos de Trabajo Social y cuya validación ontológica se establece en la intersubjetividad de acciones comunicativas. Análogamente se puede especializar en componentes de aplicación como: el biológico ( - v.g.: medicina, fisiología e higiene del trabajo-), el psicológico ( - v.g.: psicología laboral, organizacional, industrial o de la producción - ) y el sociológico ( - v.g.: economía, gestión administrativa, derecho, sociología, etnología y ética laboral - ). La ontoergología, se dimensiona como una teoría comprensivo - explicativa - transformativa, que intenta a la vez, interpretar, dar cuenta de los seres humanos individualmente y grupalmente, tanto desde su aspecto filogenético, como en su dinámica ontogenética
- ↑ La distinción entre subjetual y subjetivo, parte de la analogía de las distinción entre óntico(realidad social y cultural concreta) y ontológico(el modo en que los sujetos construyen la realidad social)
- ↑ Definidr el "quiditas"(esencia) humano a partir de su dimensión ontoergónica del ser humano, es análogo a definir la esencia humana a partir de las acciones transformadoras del mundo por medio del trabajo, tal como hizo K.H. Marx.Ver un texto sobre la naturaleza de la condición humana por medio del trabajo en:Justo Soto Castellanos: "La condición humana en Hanna Arendt", agosto de 2006
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- ↑ Rodolfo J. Rodríguez-R.: Antropogogía: Teoría agógica general
- ↑ La noción de tecnología subjetual, es refinamiento del concepto de de M. Foucault de "Tecnologías del yo". Análogo a las tecnologías objetuales o ingenieriles, las tecnologías subjetuales, son procedimientos de intervención sobre la objetualidad o realidad, por medio del ensamblajes de modelos de aplicación teóricamente guiados. La diferencia en este caso, es que la intervención se realiza sobre objetos-sujetos, o sobre la subjetualidad(una realidad social y cultural concreta) y la subjetividad(el modo en que los sujetos construyen la realidad social) en el contextos de dispositivos o redes sociales complejas y comportamientos caóticos,no predecibles
- ↑ Ver "Operación cóndor", de las dictaduras de Suramérica
- ↑ Para un análisis de diversas aproximaciones al tema de la cuetión social ver: Alfredo Juan Manuel Carballeda: "La Cuestión Social como cuestión nacional, una mirada genealógica"
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