Valle Salado (Añana)

Valle Salado (Añana)

Coordenadas: 42°48′18″N 2°59′16″W / 42.80489909, -2.9877396 El Valle Salado de Añana es una salina de interior que ocupa unos 120.000 m² del fondo de un angosto valle de planta aproximadamente triangular. Se encuentra ubicado en el municipio alavés de Añana en el País Vasco, España. La producción se basa en el aprovechamiento del agua salada de cuatro manantiales que brotan en la parte más alta del valle, desde donde se conduce hasta las eras. Sobre estas plataformas se deja reposar, para que el sol y el viento evaporen el agua y se obtenga la sal. La explotación está documentada desde el siglo IX y tras su rápida decadencia desde mediados del siglo XX, en el año 2000 comenzó un plan director impulsado por la instituciones para lograr su recuperación integral. De este modo, la antigua fábrica de sal se ha convertido en un importante producto turístico y gastronómico, pues desde el año 2010 se ha comenzado a comercializar su sal sin ánimo de lucro.

En 1984 fue declarado Monumento Histórico Nacional y en 1990 Bien de Interés Cultural. En 1998 fue inscrito en la World Heritage Tentative List de la UNESCO y en 2002 fue incluido en el Convenio de Ramsar para la protección de los humedales de importancia internacional.

Vista general

Contenido

La Arquitectura del Valle Salado

El Valle se compone principalmente de manantiales, canales, pozos, eras y almacenes. Dichas estructuras no han permanecido inmutables en el tiempo, sino que han ido transformándose -con el fin de aumentar su productividad- gracias al conocimiento empírico desarrollado durante generaciones por los propios salineros.

Manantiales

Manantial situado en la parte más elevada del Valle Salado, en la terraza de San Cristóbal

Los manantiales son surgencias que suministran la salmuera a nivel de superficie de manera natural y continua, lo que permite su empleo sin necesidad de realizar perforaciones ni bombeos. Existe un gran número de ellas en el valle salado y su entorno, pero sólo cuatro son aprovechables, pues su caudal es permanente (unos 2,4 litros por segundo) y su grado de salinidad está cercano a la saturación (210 gramos por litro).

El nombre del manantial principal es Santa Engracia y su importancia radica en que proporciona más de la mitad del total del agua salada que emana en las salinas. Además, presenta la ventaja añadida de que, al encontrarse a la cota más alta del fondo del valle, su salmuera llega de forma natural a prácticamente todo el complejo productivo. Esta fuente se encuentra muy cerca del nacimiento del río Muera y su aspecto actual poco tiene que ver con el que ha presentado a lo largo de la historia, puesto que una riada arrasó la zona a finales del siglo XVIII y una restauración ejecutada en los años ochenta del siglo XX lo desfiguró.

La apariencia exterior del resto de los manantiales salinos (La Hontana, El Pico y Fuentearriba) es similar a la que tenía tradicionalmente el de Santa Engracia. Se trata de huecos de forma irregular abiertos en el suelo que tienen sus laterales y fondo rematados con arcilla con el fin de impermeabilizarlos. Los dos primeros suministran salmuera a los mismos canales que el manantial principal. Sin embargo, el de Fuentearriba sólo facilita agua salada a una zona concreta del valle salado que, históricamente, ha sido de propiedad particular y ha funcionado de forma autónoma.

El transporte de la salmuera. Canales

Canales de madera por los que discurre a todos los puntos del Valle la salmuera de los manantiales

La conducción de la salmuera a cada uno de los rincones de la explotación está determinada por la ubicación de los manantiales en la parte más elevada del valle salado, el emplazamiento de los depósitos de almacenaje del líquido, la extensión de las superficies de evaporación y el propio proceso productivo de la sal. El transporte se realiza de manera continua y por gravedad a través de una red de canales llamados rollos. Si bien en origen gran parte de ellos eran simples zanjas excavadas en el terreno, tras las profundas obras que remodelaron el valle a principios del siglo XIX fueron sustituidos por troncos de madera, generalmente de pino, que eran trabajados con azuelas hasta darles la forma de canales abiertos.

El sistema de distribución principal -con más de tres kilómetros de longitud- inicia su recorrido en el manantial de Santa Engracia, en un canal único que se divide en dos en una arqueta denominada partidero, por el lado oriental discurre el Royo de Suso y por el occidental el de Quintana. Por el primero van doce partes de la salmuera que nace del manantial y por el segundo trece. A corta distancia del repartidero, en el denominado celemín, se vuelve a dividir en dos. El que abastece la ladera Este del valle lleva tres quintas partes del agua salada y sigue denominándose Quintana y el que provee a la zona central se denomina del Medio o Meadero y lleva las dos partes restantes.

Almacenamiento de la salmuera. Pozos

Pozos de almacenamiento de agua salada

Los depósitos de almacenamiento son el corazón de las propiedades y su llenado la causa de la mayor parte de las disputas entre los salineros. Esto se debe a la cantidad limitada de agua salada que emana de los manantiales, el gran número de eras existentes y la concentración de las labores de producción durante unos meses concretos. Todo ello explica el elevado número de pozos existentes en las salinas (actualmente 848), y la necesidad de un complejo reglamento de distribución de aprovechamiento de la muera -también llamado libro maestro- basado en los títulos de pertenencia particular y los repartimientos primitivos adquiridos por sus dueños.

La morfología de los pozos es variada, pero a grandes rasgos se puede dividir en cuatro tipos:

  • Exteriores: pueden estar excavados en el terreno o elevados sobre él. Generalmente se trata de estructuras construidas con mampostería y arcilla o con entramados de madera, en cuyo caso suelen ser de forma prismática.
  • De boquera: se caracterizan por estar cubiertos por las plataformas. Su construcción es más compleja y, en la mayor parte de los casos, se trata de antiguos pozos exteriores que han sido tapados para proteger la salmuera y al mismo tiempo aprovechar su espacio superior como zona de producción de sal.
  • Calentadores: son estructuras de reducidas dimensiones realizadas generalmente con madera o ladrillo. Su función consiste en precalentar el líquido antes de verterlo en la era para, de este modo, acelerar el proceso de cristalización.
  • De encube: son característicos de las zonas altas de las laderas del valle. Su particularidad es que a ellos no llega la salmuera de forma natural, por lo que era necesario proceder a su llenado manualmente.
Plataformas de evaporación donde se produce la sal artesanal

Evaporación. Eras

La obtención de la sal se basa en la evaporación del agua contenida en la salmuera por medios naturales. Para ello, se vierte la salmuera en unas superficies horizontales llamadas balsas o eras, cuya superficie varía entre doce y veinte metros cuadrados.

Los grupos de eras trabajadas por un mismo propietario se denominan granjas. Éstas se van adaptando a la compleja topografía del lugar, tanto en forma como en altura, dando lugar a complicadas figuras que ocupan la mayor parte del valle salado.

Las formas y dimensiones de las más de 5000 eras y 769 terrazas existentes están condicionadas por su emplazamiento. Para conseguir plataformas de superficie horizontal en un valle como el de Añana, caracterizado por sus laderas de pendiente pronunciada, la técnica empleada usualmente ha sido la creación de terrazas sustentadas por muros de mampostería (hay documentados más de 2000), sobre los que apoyan entramados de madera. Generalmente, las estructuras lígneas consisten en un entramado horizontal que apoya sobre los muros y que, a su vez, sirve de sustento para otro vertical formado por pies derechos. En cuanto a las superficies niveladas de producción, se generan por medio de otro entramado, formado a base de correas y tablas, que es impermeabilizado con una gruesa capa de arcilla.

Almacenes de sal

Almacén de sal situado bajo las plataformas de evaporación del Valle.

Las edificaciones destinadas a guardar la sal en Añana se pueden dividir en dos tipos: públicas y privadas.

  • Públicos: tradicionalmente han existido cuatro construcciones públicas que fueron controladas y mantenidas durante el monopolio de la sal (entre 1564 y 1869) por la Administración Real. Durante este período, se conocían como “el Grande del Campo”, el de “la Revilla” y el de “la Hermita” o “Santa Ana” y el “Almacenillo del Campo”. Su funcionalidad era la de acoger al final de cada temporada el conjunto de la producción y también guardar los sobrantes o “masías” que no habían podido ser vendidos. En total, podían almacenar unas 110.113 fanegas de sal de 112 libras (aproximadamente unos 5.681.830 kilogramos).
  • Privados: también denominados en la documentación “terrazos”, eran propiedad particular de los cosecheros, que podían tener incluso más de uno en su granja. Este tipo de estructuras se sitúan principalmente bajo las eras, aprovechando los huecos existentes entre los muros de las terrazas y las plataformas de evaporación. Esta técnica constructiva facilita en gran medida su llenado, pues la sal es simplemente vertida por unos pequeños huecos abiertos en la superficie de las eras denominados “boqueras”. Su funcionalidad principal es la de albergar la sal hasta el momento de su transporte o “entroje” a los almacenes públicos situados en el exterior de la explotación.

Transporte o entroje

El entroje es una de las últimas etapas del ciclo productivo de la sal. Consiste en introducir la sal en sacos, que eran transportados a hombros, tanto de hombres como de mujeres, a los almacenes, a los caminos principales o al río Muera. En este último caso, eran cargados a lomos de caballerías, o ya en el siglo XX en tractores, que conducían la producción hasta sus lugares de destino.

El método de producción de sal

Salineros de la Fundación Valle Salado de Añana produciendo de forma artesanal la sal.

La época de elaboración de sal varía anualmente en función de las condiciones climatológicas. Comienza generalmente en mayo y termina en octubre, si bien el periodo más productivo era entre junio y septiembre, pues a partir de ese mes las largas noches retrasan el proceso de evaporación y las continuas lluvias estropean la escasa sal que se puede obtener.

El proceso de fabricación de sal consta de varios pasos. Comienza con el “llenado” de las eras con una cantidad de líquido que oscila entre dos y cuatro centímetros (unas dos pulgadas). La salmuera suele tardar en cuajar unas sesenta horas (dos días y medio) cuando el termómetro marcaba a la sombra veinticuatro grados, si la temperatura subía entre tres y cuatro grados se aceleraba el proceso unas diez horas, pero si el calor bajaba hasta los dieciséis o dieciocho, no se obtenían resultados hasta que transcurrían entre setenta y dos y noventa y seis horas (tres o cuatro días). Cuando el sol y el viento comienzan a evaporar el agua, se forman cristales en la superficie, conocidos como flores de sal, que aumentan de tamaño a medida que se van uniendo. En cuanto su peso supera la tensión superficial del agua caen al fondo, denominándose el producto final sal mineral.

Durante este ciclo es necesario “revolver” la muera cuando comienza a cuajar. De este modo, se consigue que la cristalización se produzca de manera uniforme y se evita que el producto se adhiera a la superficie de las eras o “rechine”. Una vez que la sal cristaliza, pero antes de que se evapore totalmente el agua, se procede a su recogida. Esta operación se efectúa con ayuda del rodillo, con el que se arrastra la sal desde el perímetro de la era hacia el centro generando un pequeño montón de sal. Una vez allí, se vuelca en cestos, cuyas ranuras facilitan que la sal escurra antes de almacenarla. Este proceso que cada salinero realiza en su granja se llamaba “entrar la sal”, y consiste en introducirla en los terrazos a través de los pequeños huecos o boqueras que hay en las superficies de las eras.

Otro tipo de sal que se comercializa en Salinas de Añana es el Chuzo de sal. Se trata de finas estalactitas que surgen de forma natural por aquellas zonas del valle salado por donde circula la salmuera en altura. Lo que en el pasado se consideraba un error constructivo, ya que se trata de filtraciones no deseadas del agua salada, se ha convertido en la actualidad en un preciado objeto de deseo. Su valor radica en que es un producto escaso y único de una calidad muy elevada. Que es recogido de forma manual uno a uno bajo las estructuras de madera de este insólito paisaje cultural.

En la época de máximo esplendor había en el valle más de cinco mil plataformas de evaporación que, en total, ocupaban una superficie de 95.233 metros cuadrados.

La recuperación integral del Valle Salado de Salinas de Añana

Visitas guiadas por el interior del Valle Salado.
Spa Salino de Añana donde se pueden introducir los pies y las manos en el agua hipersalina de los manantiales.
Espectáculo de luz y sonido celebrado en el interior de las salinas.

En el año 1960 había funcionando en el valle 5648 eras de hacer sal y en el año 2000 apenas quedaban en explotación 42. Este vertiginoso ritmo de degradación de una fábrica con más de 2000 años documentados de antigüedad, llevó a las instituciones públicas a impulsar la protección y la recuperación del conjunto. Para ello, la Diputación Foral de Álava puso en marcha en el año 2000 un plan director cuyo principal objetivo era diagnosticar los problemas que ocasionaban la ruina del valle e indicar la forma y el modo más adecuados para recuperar íntegramente las salinas, preservarlas, mantenerlas, cuidarlas, usarlas, enseñarlas y, a través de su uso, garantizar su pervivencia para las generaciones futuras.

Una de las conclusiones a las que se llegó con la ejecución del Plan Director fue la necesidad de crear una institución que se encargara de gestionar la puesta en valor de este insólito paraje. Por ello, en el año 2009 nació la Fundación del Valle Salado de Añana. Sus patronos fundadores son la Diputación Foral de Álava, el Ayuntamiento de Añana y la sociedad de salineros Gatzagak. Y entre sus colaboradores estratégicos se encuentran URA-Agencia Vasca del Agua; dos Departamentos del Gobierno Vasco: el de Industria, Innovación, Comercio y Turismo, y el de Cultura; y la Caja Vital Kutxa.

El cumplimiento de la ruta marcada por el Plan Director está convirtiendo el lugar en un punto de gran interés cultural y por tanto, en un elemento clave para la dinamización económica y social del occidente alavés.

La mejor manera de que el Valle Salado perviva es la de recuperar su actividad y complementarla a través de nuevas propuestas innovadoras que generen una actividad basada en criterios de respeto, compatibilidad y sostenibilidad que garanticen la recuperación del Valle Salado y su mantenimiento futuro.

Para la puesta en valor de Añana la restauración de la fábrica de sal esta siendo cofinanciada y se intenta hacer renacer la actividad del valle mediante la producción y venta de sal de alta calidad. Todo esto se compagina con visitas turísticas guiadas durante todo el año. Por otro lado, aprovechando las condiciones acústicas del valle salado y la espectacularidad de su paisaje, se desarrollaran diversos espectáculos que tendrán como escenario y graderío las propias salinas.

Otro tipo de actividad que ha tenido mucho éxito es la instalación de un Spa Salino. Se trata de un paseo terapéutico compuesto por un maniluvio y un pediluvio, donde se sumergen las manos y los pies en las aguas hipersalinas traídas directamente desde los manantiales. Con él se pretende recuperar las propiedades terapéuticas que tiene para el hombre el contacto con el agua salada.

Origen de la sal

Fotografía de una Artemia de Salinas de Añana. Quintas Fotografos

Durante el periodo Triásico (entre 251 y los 208 millones de años), en una época en la que todos los continentes estaban unidos formando el continente llamado Pangea, Salinas de Añana se encontraba sumergida bajo un gran océano. La evaporación de sus aguas provocó la deposición de grandes capas de evaporitas en su fondo que, con el tiempo, fueron cubiertas por otros estratos.

La existencia de sal en Añana, se explica por el fenómeno geológico denominado diapiro. En líneas generales, consiste en la ascensión hacia la superficie terrestre de materiales más antiguos debido a su menor densidad, del mismo modo que una burbuja de aire inmersa en un líquido tiene un movimiento ascendente. El agua de lluvia caída sobre el diapiro atraviesa, en primer lugar, los estratos superiores de roca y después, las capas de sal, aflorando de nuevo a la superficie en forma de surgencias hipersalinas. El conjunto de los manantiales existentes en Añana aportan un caudal medio de 3 litros por segundo, con una salinidad media superior a 250 gramos por litro. El sistema hidrológico relacionado con el Diapiro se completa con el lago de Arreo, cuyas aguas, debido a su ubicación en una cuenca cerrada sobre evaporitas, son de carácter salino. Tanto el lago como Salinas de Añana contienen depósitos con importante información paleoambiental y paleoclimática, así como una biodiversidad típica de los humedales, lo que ha llevado a la necesidad de preservar su estado mediante su inclusión en el listado RAMSAR de humedales de relevancia internacional. La peculiaridad de la flora de las salinas se basa en la existencia de una serie de especies ligadas a ambientes salinos (vegetación halófila). La fauna halófila del valle salado está compuesta en su totalidad por invertebrados. Entre ellos destaca un tipo de crustáceo que habita en los pozos de salmuera y que es denominado Artemia parthenogenetica, comúnmente, camarón de la salina .

Historia

Los inicios de la explotación salinera

Valle Salado de Añana en la Alta Edad Media. Aprox. S. IX d.C.

Efectuar un resumen de la evolución histórica del valle llamado Haniana, como se le denomina en un documento del año 942, es una tarea que siempre va a resultar parcial e incompleta. Esto se debe a que estamos ante uno de los yacimientos claves para la comprensión histórica, no sólo del espacio salinero y su núcleo de población, sino también para la formación y evolución de los territorios históricos de los que ha formado parte a lo largo del tiempo. La importancia del valle salado reside en que, debido a la trascendencia que ha tenido la sal a lo largo de la Historia y al mantenimiento de una actividad continuada en un mismo lugar, es poseedor de una copiosa información documental y arqueológica. Los orígenes de la explotación salinera son, en el estado actual de nuestros conocimientos, difíciles de precisar, debido a que la única fuente de información de la que disponemos es la arqueológica. Hasta el momento, únicamente se han llevado a cabo prospecciones en las que se han recogido materiales -principalmente cerámicos-, que han servido para georreferenciar posibles yacimientos y proporcionarles una horquilla cronológica. La información que han suministrado estas intervenciones nos presenta una secuencia de hábitat que se inicia en ambos extremos del valle -junto a las orillas del río Muera-, donde se localizan varios yacimientos fechados durante la etapa del Eneolítico/Bronce. Tendría continuación en un gran yacimiento de la Edad del Hierro localizado en el término de la Isilla, al que seguirían -ya en época romana- varios asentamientos situados en la parte baja del valle, en las cercanías de las localidades de Espejo y Tuesta. El enlace de estos asentamientos situados en torno al Valle Salado con las vías de comunicación de época romana parece indiscutible. No hay que olvidar que, a escasos kilómetros, discurría un ramal de la vía XXXIV que enlazaba Astorga con Burdeos y que, a través de río Omecillo, unía Deobriga -identificada según los últimos estudios arqueológicos con Arce/Mirapérez (Miranda de Ebro)- con Flaviobriga, localizada en Castro Urdiales. En definitiva, y aunque la información arqueológica disponible es parcial e hipotética en muchos de los casos, es posible plantear la siguiente hipótesis evolutiva: la explotación de las surgencias de salmuera pudo iniciarse en la Prehistoria, tuvo su continuación en época romana en núcleos de hábitat localizados en sus cercanías -correspondiéndose quizá el gran yacimiento romano localizado en Espejo conocido como “Las Ermitas” con la Salionca romana citada por Ptolomeo-, persistió durante la tardoantigüedad y con la primera mención escrita fechada el 18 de noviembre del año 822 se confirma su importancia.

El nacimiento de Salinas de Añana

Valle Salado de Añana en el siglo XII d.C.

El bautismo documental de Añana marca un punto de inflexión en el conocimiento histórico del valle. La creciente necesidad de sal en una economía emergente provocó que las instituciones y élites que regentaban el poder durante el siglo X -aunque principalmente durante los siglos XI y XII- se interesaran no sólo por la posesión de la materia prima, sino también por las áreas productivas y los salineros que las trabajaban. Salinas de Añana no existe como núcleo de población, en realidad, hasta mediados del siglo XII. Las alusiones documentales previas a esa cronología hacen referencia siempre a una explotación salinera que estaba situada en un valle conocido como Añana (en 1081 se decía in loco Salinarum de Aniana), en cuyas inmediaciones se emplazaban – desde al menos el año 945 – una serie de aldeas (Fontes, Villacones, Villanueva, Terrazos, Orbón y Santa María) donde habitaban los individuos que trabajaban las granjas de hacer sal. Esta red de poblamiento es la que dio lugar, tras un proceso largo y complicado en el que intervinieron numerosos factores (espaciales, poblacionales, políticos, administrativos, productivos, etc.) a la villa de Salinas. La concesión a los pobladores del valle por parte de Alfonso I el Batallador a principios del siglo XII del primer fuero dado en el actual territorio de la Comunidad Autónoma Vasca asentó las bases del poder de los monarcas y obligó a la aristocracia laica y eclesiástica a replegarse y a cambiar su política de actuación en el valle. A partir de entonces, se centraron en lograr, por medio del favor real, el mantenimiento íntegro de su patrimonio y la captación de privilegios que facilitasen el libre transporte y el comercio de su producción. La confirmación de la carta foral suscrita por Alfonso VII en 1140 se cree que fue parte del proyecto económico que tenía el citado rey para monopolizar un recurso que le proporcionaba importantes ingresos, lo que le llevó a regularlo -jurídica y legalmente- mediante el ordenamiento de Nájera de 1137. En el texto del fuero se aprecia el interés mostrado por el rey no sólo por fomentar su desarrollo económico, sino por tomar el control de las salinas y los salineros. Para ello, intentó concentrar en un único núcleo a la población -hasta ahora difícil de controlar al vivir dispersos en pequeños asentamientos situados en los alrededores del valle-, concediéndoles privilegios como la exención del pago del portazgo para el tránsito de la sal, la libre utilización de montes, prados y aguas, y la posibilidad de tener un mercado semanal. Esta concentración de la población en una villa de realengo entraba en conflicto directo con los intereses de los monasterios que tenían mayor presencia en el valle (San Salvador de Oña, San Millán de la Cogolla y Santo Domingo), por lo que el Rey, para evitar un enfrentamiento, concedió a todos los pobladores los privilegios mencionados anteriormente y, al mismo tiempo, respetó el régimen jurídico de su lugar de procedencia, ya fuera de realengo o de abadengo.

El desarrollo de la explotación salinera

Almacén de sal del siglo XVI. En la actualidad es el centro de acogida de los visitantes y la tienda de sal

La estrategia política tuvo al parecer sus frutos y tanto la actividad productora como la mercantil se vieron intensificadas. No obstante, su progresión se vio afectada periódicamente, pues dependía en gran medida de la firmeza del poder del monarca que se sentara en el trono. En caso de debilidad de mando, la aristocracia aprovechaba la coyuntura para imponer su voluntad, incluso de modo violento, con el fin de acaparar la máxima rentabilidad económica. Un ejemplo claro de las etapas de vacío de poder que afectaron directamente a Salinas de Añana fue la pérdida de su calidad de realengo en 1308, cuando pasó a formar parte del dominio del señorío del monasterio de las Huelgas de Burgos. Esta concesión, que convirtió la villa en parte de un señorío eclesiástico, fue otorgada por Fernando IV a través de la Infanta doña Blanca de Portugal, por entonces señora de las Huelgas, y después se confirmó con Alfonso XI a través de su hermana la Infanta doña Leonor. Años más tarde, el señorío fue entregado a doña Blanca, hija del Infante don Pedro, a quien el mismo Alfonso XI le enajenó la villa en 1350, pasando de nuevo a formar parte del patrimonio real. La situación volvió a cambiar con Enrique II, que concedió de forma definitiva el Señorío de Añana al linaje de los Sarmiento, intitulados a partir de entonces Condes de Salinas. La villa, al igual que el resto del territorio, sufrió en gran medida la conflictividad señorial reinante en la zona durante la Baja Edad Media. En la documentación conservada de este período se pueden apreciar claramente sus indicios ya desde el siglo XIII, siendo esta situación la que impulsó al concejo de Añana a formar parte de la Hermandad de Castilla constituida en 1295, a pertenecer después a la Hermandad General de todos los reinos formada en 1315 y, finalmente, a incorporarse en 1460 a la Hermandad de Álava. En cuanto a la actividad mercantil se refiere, es de destacar el enfrentamiento continuo entre las distintas salinas castellanas por el control de las áreas exclusivas de venta. En esta lucha de intereses, Añana se vio favorecida en numerosas ocasiones, como así lo demuestran que Sancho IV confirmara al Concejo de Salinas el monopolio de venta de la sal en un amplio territorio. Los privilegios de comercio exclusivo que tenía la villa se vieron anulados con la incorporación a la Corona de todas las fábricas de sal del reino efectuada por Felipe II en 1564, viéndose favorecidas con el cambio de coyuntura, entre otras, la salina burgalesa de Poza de la Sal. No obstante, esta situación fue efímera, pues las reiteradas protestas elevadas al Rey por la Comunidad de Caballeros Herederos de las Reales Salinas de Añana, promovieron un acuerdo con la Hacienda Real por el que se comprometía a adquirir anualmente 30.000 fanegas de sal. Este convenio, que económicamente benefició a todas las partes implicadas, fue -sin embargo-, el comienzo de la ruina continua de las estructuras productivas del valle. Tras su firma, la comunidad de propietarios intentó sacar a sus explotaciones el máximo rendimiento económico con el mínimo esfuerzo, de forma que se dedicaron a producir la sal pactada y a invertir la menor cantidad de dinero posible en el mantenimiento del valle. El estado de deterioro que presentaba la salina obligó a intervenir a la Corona en 1594, año en el que se ofreció a incrementar el precio que pagaba por la sal a cambio de que los propietarios particulares se comprometieran a reparar sus granjas. La respuesta de la comunidad fue aceptar la subida del precio, pero demorar las obras hasta que la Hacienda desistió en su empeño.

Esplendor y decadencia de la actividad salinera

El Valle Salado en plena explotación a mediados del siglo XX.
Imagen en la que se aprecian las antiguas salinas cubiertas de vegetación tras su abandono

No fue hasta finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, con las reformas borbónicas de la administración del Antiguo Régimen, cuando el Estado, consciente de la capacidad productiva del valle salado, obligó a sus propietarios a su reforma y ampliación, imponiendo al mismo tiempo una serie de criterios constructivos para producir sal por el método denominado “a lleno”.

Las excelentes cualidades de la sal obtenida tras la remodelación del valle motivaron a la Comunidad de Herederos de las salinas a presentar su producto en la Exposición Universal de Londres de 1851, en la que fueron premiados con una mención honorífica y una medalla de bronce.

Por último, hay que mencionar como parte de uno de los acontecimientos importantes en la historia de Añana, las repercusiones que tuvo el derrocamiento de Isabel II en 1868 y la Constitución de 1869 de marcado carácter liberal, ya que fue en ese mismo año cuando se promulgó la Ley de Minas, que puso fin al monopolio de la sal que la Corona había impuesto durante más de tres centurias.

Las principales consecuencias que tuvo la nueva ley fueron, por un lado, la rotura del cómodo contrato de venta de 30.000 fanegas que tenían los salineros alaveses con la Hacienda Real y, por otro, la liberalización del sector, tanto en lo referente al ámbito de producción como al de comercialización.

El siglo XX ha sido para el valle la centuria más variable en todos los aspectos. La primera mitad se caracteriza por ser el período de máximo esplendor, llegando a tener en explotación 5.648 eras, mientras que la segunda mitad se define por ser la fase en la que se produjo su abandono.

La decadencia de la actividad salinera se debió, entre otros factores, a la introducción de mejoras en la producción de las salinas costeras, la puesta en explotación de numerosos yacimientos de sal gema y la reintroducción de las líneas ferroviarias, que abarataron el transporte y, por tanto, el precio final de la sal.

La nueva coyuntura tuvo como consecuencia en Añana la huida de la población activa hacia zonas industriales y la desatención del valle salado, cuyas estructuras -necesitadas de un cuidado continuo- comenzaron a deteriorarse rápidamente.

Esta decadencia de la actividad salinera llevó indisolublemente asociada la decadencia de la actividad social en el municipio, que ha visto reducida en gran medida su población.

La sal

La sal de Añana destaca por su pureza que le da una optima calidad. esta característica es debida al origen y al método de extracción. la salmuera procede de manantiales que arrastran la sal de antiguos depósitos de más de 200 años, se produce mediante la evaporación del agua en las eras.

En 1851 la sal de Añana se presentó en la exposición Universal de Londres donde obtuvo premio a su calidad. Es una sal que posee un equilibrio en minerales y es rica en oligoelementos.

La "flor de sal" está formada por escamas irregulares de sal pura que se origina en el comienzo del proceso de cristalización. En este punto del proceso se forman unas láminas finas e irregulares que deben ser recogidas manualmente. Es una sal muy apreciada en la cocina.

La "sal mineral" o "sal de mota" es el tipo común de sal, la parte amplia de la producción. Los cristales que se van formando en la superficie, los que forman "la flor de sal", se van uniendo unos a otros hasta que llegan a hundirse. De vez en cuando hay que revolver la salmuera puesta a vaporar para que la cristalización se produzca de manera uniforme evitando también que la sal se adhiera a la superficie de la era, lo que se denomina "rechinar". También se necesario regar la era con salmuera precalentada para evitar que la sal se reseque en exceso. La recogida se realiza antes de evaporarse totalmente el agua de la era mediante el "rodillo" amontonádola en la mitad de la misma antes de proceder a "entrar la sal" que es la de la recogida y almacenamiento de la misma.

El "chuzo de sal" son acumulaciones de sal que se crean en los diferentes escapes que tienen las eras y los conductos por donde circula la salmuera. crecen a modo de estalactitas. Tienen una textura fina y compacta hacen que se disuelva rápido en la boca dejando un sabor salado y limpio de larga duración.

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