- Zanja de Alsina
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Zanja de Alsina fue el nombre que se le dio a un sistema de fosas y fortificaciones construidas en el centro y sur de la Provincia de Buenos Aires, Argentina, entre 1876 y 1877[1] como defensa de los territorios bajo el control del gobierno federal en la denominada Conquista del Desierto. Su función fue la de entorpecer el paso del ganado robado por los indígenas.
Adolfo Alsina, ministro de guerra del presidente Nicolás Avellaneda, intentó con ella consolidar el control gubernamental sobre estos territorios, previamente conquistados por el pueblo mapuche -proveniente de Chile- a otras etnias originales autóctonas, facilitando su defensa; su estrategia se vería luego desestimada por el general Julio Argentino Roca, que emprendería una campaña más agresiva, batiendo a los indígenas hacia el sur provocando muchas bajas. La zanja de Alsina marcó la primera fase de la ampliación hacia el sur de las fronteras efectivamente ocupadas por el Estado argentino.
Los trabajos se iniciaron en 1876 y finalizaron un año más tarde con 374 km de zanja construida en los terrenos ganados a los indígenas entre Italó —en el sur de Córdoba— y Nueva Roma —al norte de Bahía Blanca. Quedó así establecida una nueva línea de frontera. La idea inicial de llegar con la zanja hasta la Provincia de Mendoza fue desechada. La ejecución de la obra estuvo a cargo del coronel Conrado Villegas con los soldados de la División Norte.
Su construcción fue extremadamente costosa. La dirección de las obras fue confiada al ingeniero Alfredo Ebelot. Entre Guaminí y Trenque Lauquen trabajaron dos regimientos de guardias nacionales y una cuadrilla de 60 a 80 peones; hacia el norte, hasta Italó, se contrató a una empresa privada que empleaba 300 personas. La zanja tenía 2 m de profundidad y 3 de anchura en la superficie y un parapeto de 1 m de alto por 4,50 m de ancho. El fondo tenía un ancho de sólo 60 cm.
La nueva línea de la frontera estaba a cargo de seis comandancias con sus fuertes respectivos: Bahía Blanca: 89 km; Puan: 80; Carhué: 52; Guaminí: 98; Trenque Lauquen: 152; Italó: 13. Se levantaron sobre esa línea 109 fortines. Cada fortín se formaba en un terraplén circular rodeado de un foso, una pequeña habitación y un mangrullo para la observación, todo a cargo de un oficial y de ocho o diez soldados que debían realizar descubiertas diariamente a lo largo de la línea. La conscripción de personal para cubrir la frontera se realizó de manera forzosa entre la población rural; las durísimas condiciones a las que estaban sometidos se narran en el Martín Fierro, de José Hernández, cuyo protagonista es reclutado forzosamente para prestar servicio en la frontera.
Nadie aseguraba que el proyecto de Alsina sería militarmente exitoso, pero cumpliría una función defensiva evitando los arreos de ganado, y de esa forma, lograba que el ataque indígena resultara infructuoso, ya que podían ingresar pero el ganado no superaría la zanja.
La costosa zanja significó, además, un avance considerable en las áreas más fértiles que quedaban en poder de los indígenas: incrementó en 56.000 km² la extensión dedicada a la explotación ganadera; acortó en 186 km la frontera bonaerense que medía 610 km; empujó a los indígenas más al sur y al oeste, hacia el desierto; se fundaron cinco pueblos nuevos; se extendió la red telegráfica a las comandancias militares de los pueblos de Guaminí, Carhué y Puán recién fundados, y se abrieron nuevos caminos.
Referencias
Categorías:- Guerra entre indígenas de las pampas y la Argentina
- Arquitectura de Argentina
- Historia de la Provincia de Buenos Aires
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