- Conjuración de Belén
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La Conjuración de Belén, o Conspiración de Belén, fue un frustrado movimiento independentista en contra de las autoridades de la Capitanía General de Guatemala el año 1813, en la ciudad de Nueva Guatemala. Debido a una traición, muchos sublevados resultaron apresados, y lograron su libertad hasta 1819.
Desde el 28 de octubre de 1813, y después de la elección del rector de la Universidad de San Carlos,[1] se habían celebrado en la celda prioral del Convento de Belén juntas organizadas por fray Juan Nepomuceno de la Concepción. Los que allí se reunían juraban mantener en secreto lo tratado, sin embargo, es probable que leyeran una proclama de José María Morelos y discutieran la posibilidad de destituir al Capitán General de Guatemala José de Bustamante y Guerra.[1] En noviembre hubo otra reunión en casa de Cayetano y Mariano Bedoya, hermanos menores de doña Dolores Bedoya de Molina, y cuñados de Pedro Molina Mazariegos.[2]
El 21 de diciembre de 1813, Bustamante y Guerra, al estar enterado de que en el Convento de Belén se reunían sediciosos para intentar una sublevación, dictó un auto para que el capitán Antonio Villar y su ayudante, Francisco Cáscara, apresaran a los religiosos de ese monasterio. Además resultarían presos el doctor don Tomás Ruiz, y su hermano José; los hermanos Bedoya, don Cayetano y don Manuel; el teniente don Joaquín Yúdice; el sargento primero don León Díaz; don Andrés Dardón; y los frailes Manuel de San José y Juan Nepomuceno de la Concepción.[1] Esta resolución fue comunicada por el alcalde del ayuntamiento el día 24. De ahí adelante, hasta el siguiente mes, otros resultarian apresados.
A la lista de cautivos se agregarían don Víctor Carrillo y don Benito Miquelena, frailes mercedarios; don Felipe Castro y don Rafael Aranzamendi, sargentos primeros del Batallón de Milicias; Manuel Ibarra y don Juan José Alvarado, empleados; don Mariano Cárdenas, agricultor; don José Ruiz, pasante de derecho; Manuel Tot, indio de Verapaz; y don Venancio López, abogado y síndico de la municipalidad. También se libró orden de captura contra el regidor José Francisco Barrundia, quien logró escapar.[3]
El Capitán General se percató de la conjura por medio del teniente Yúdice, a quien se habrían sumado José de la Llana y Mariano Sánchez.[2] [3] Asimismo, Bustamante comisionó a su sobrino el carmelita fray Manuel de la Madre de Dios en la casa de correos, para que abriese toda correspondencia que cayera en sus manos.[3] Hasta 1819 fue concedida la libertad de los conjurados por medio de una amnistía general.[1]
No se sabe si existió algún plan, aunque De la Llana afirmó "haberlo visto".[2] Una versión apunta a que los conjurados pretendían sublevarse después del disparo de un cohete a las doce de Noche Buena, y serían auxiliados por los batallones de El Fijo y de Milicias, también pondrían en libertad a los presos de la sublevación de Granada, se apoderarian de armas, dinero en cajas reales, proclamarian la independencia y desterrarian a Bustamante.[2] [3]
David Vela, escritor guatemalteco, narra la Conjuración de Belén en sus momentos previos:
Poco a poco iba engrosándose el grupo de patriotas, quienes juraban sobre los evangelios mantener su decisión y el secreto. A fines de octubre, ya estaba madurado el plan y acordado el golpe para la fecha de Nochebuena: Barrundia, Yúdice y otros oficiales sublevarían el Batallón del Fijo, habiendo Díaz y Dardón adelantado el soborno o la patriótica adhesión de los sargentos; Díaz y los suyos caerían sobre el alcalde y militares fieles, auxiliado por un retén atraído mediante órdenes supuestas; las puertas de las cárceles se abrirían a los próceres granadinos, concentrando luego toda la fuerza sobre el palacio para aprehender al Capítán General y al Comandante de la guardia, Coronel Lagrava. La independencia sería proclamada y expulsados los chapetones reacios a jurarla; Cárdenas saldría a levantar Quezaltenango y Suchitepéquez; Tot alzaría a la población indígena de Los Altos y Verapaz, donde creía contar con 5.000 adeptos; previniéndose así cualquiera ayuda tardía a Bustamante.
Lento era el curso de los días, en tanto que cada quien se cautelaba del espionaje del zonto (Bustamante). Pero en una ciudad pequeña no pueden celebrarse juntas secretas: Bustamante estaba siempre sobre aviso y en esta ocasión tuvo denuncias anónimas, con detalles que hacen suponer la traición.[4]Véase también
- Primer movimiento independentista en San Salvador de 1811
- Movimientos independentistas en Nicaragua de 1811 y 1812
Referencias
Bibliografía
- Carlos Meléndez Chaverri (2000). José Matías Delgado, prócer centroamericano. San Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos. ISBN 9992300574.
- Carmen Collado, et. al (1988). Centro América 2. México D.F.: Instituto de Investigaciones Dr. José Mena Luis Mora. ISBN 9686173749.
- Varios (1971). Próceres de la Independencia Centroamericana. San José: Editorial Universitaria Centroamericana.
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