- Huelga de tranvías de Barcelona de 1951
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La huelga de tranvías fue el comienzo de un movimiento huelguístico iniciado en la ciudad de Barcelona el 1 de marzo de 1951 como anticipo de una huelga general convocada para el día 22 del mismo mes y que fue seguida por una parte de la población trabajadora. Consitió en el boicot que los ciudadanos de Barcelona hicieron a la Compañía de Tranvías, considerada la última batalla de la generación que perdió la guerra.[1]
Contenido
Importancia histórica
Por primera vez, desde al guerra civil española, se produce una huelga, actividad prohibida por el Régimen y motivo de aversión para Francisco Franco por considerarla como la ley de la selva de sociedades primitivas. Representó una de las primeras manifestaciones masivas contra el franquismo.
En Barcelona comienzan a circular consignas para que no se utilicen los tranvías como protesta por el aumento del precio del billete, lo que suponía agravio comparativo con Madrid, unido al profundo malestar entre la población por las durísimas condiciones de vida de la mayoría de la población desde el fin de la guerra civil española.
Más importante que la huelga en sí misma fue la repercusión propagadística que llevaba consigo, singularmente en el extranjero.
Contenido y soporte
Durante dos semanas, la población se negó masivamente a utilizar el transporte público, realizó sus desplazamientos a pie y participó en numerosas manifestaciones de protesta, registrándose algún acto de violencia con quema de uno de los tranvías.
Aunque algunos autores consideran la huelga fruto de un movimiento espontáneo, otros indican que fue resultado de la gran tradición libertaria existente en la ciudad, a pesar de que más tarde fue apoyada por militantes de CNT, FNC, FNEC y otros; incluso fue detenido el dirigente del PSUC Gregorio López Raimundo.
«...Cuando llegó el día del boicot, el 1 de marzo, los tranvías recorrieron vacíos las calles de la ciudad mientras se produjeron incidentes menores en los mercados- Unas trescientas personas, entre los que había numerosos falangistas, bajaron por la céntrica Vía Layetana gritando: "¡Viva Franco!" y "¡Muera el Gobernador!". Éste ordenó la rápida concentración de falangistas al tiempo que pidió que se mantuviesen en una posición discreta a los Sindicatos manifestando que la clase obrera había permanecido tranquila y era mejor no tocarla...»[2]Baeza sabía entonces que muchos falangistas habían estado actuando junto a los huelguistas hasta el punto de utilizar sus vehículos para transportar a los peatones que apoyaban el boicot. Ante esta insubordinación pretende enfrentar al Partido contra la población, por lo que los falangistas se negaron a obedecer, durante los días 3, 4 y 5, los dictados de su teórico Jefe Provincial.
Consecuencias
El conflicto se extiende a Madrid el 2 de abril, pero la llamada Jornada Nacional de Protesta organizada para el 20 de mayo resultó una fracaso.
El Gobierno de España había decidido seguir una conducta moderada en cuanto a la represión de las huelgas y, a la vez, atribuía las mismas ante la opinión pública a los manejos de elementos comunistas, que habiendo fracasado en la lucha armada, habían cambiado la táctica tratando de utilizar en su favor el descontento existente en la clase trabajadora por la continuación de los sacrificios llevados a cabo desde 1939 y cuyo fin no acababa de verse claro.[3]
El gobernador civil, Eduardo Baeza Alegría, utilizó la Guardia Civil en duros enfrentamientos que provocaron muertes el 12 de marzo. Finalmente, tanto él como el alcalde de Barcelona, Josep Maria Albert i Despujol, fueron destituidos y la subida de precios fue anulada.
Referencias
- ↑ Bernat Muniesa Dictadura y transición: la España lampedusiana [1]
- ↑ Antonio Cazorla Sánchez, Las políticas de la victoria: la consolidación del Nuevo Estado franquista , [2]
- ↑ Armando Marchante Gil, Las líneas maestras de nuestra política en 40 años en la vida de España, Pamplona, 1986 ISBN 86349-09-5
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