Franquismo

Franquismo

Franquismo es el término empleado para referirse a la ideología política y movimiento social que sirvió de apoyo y sustento al régimen dictatorial surgido en España durante la Guerra Civil entre 1936 y 1939, y que liderado por el general Francisco Franco, prevaleció hasta su muerte en 1975.

También, y a partir del periodo conocido como posfranquismo o tardofranquismo (coincidente con la Transición Española), se califica de «franquista» al planteamiento o posicionamiento político que se identifica con un conjunto de características asociadas a la ideología del franquismo histórico: nacionalismo español, conservadurismo, antiliberalismo, catolicismo, anticomunismo, etc.

Contenido

Características y fundamentos ideológicos

Las bases del régimen fueron entre otras el nacionalismo español, el catolicismo y el anticomunismo, que sirvieron de apoyo de un régimen de dictadura militar autoritaria que se autoproclamó como «democracia orgánica» en oposición a la democracia parlamentaria.

A partir de las derrotas de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial, el régimen se va deshaciendo de su carácter pro-fascista, aunque sigue utilizando su simbología. El franquismo tuvo que buscar nuevas alianzas internacionales, y fue disminuyendo el papel de la Falange en favor de otros grupos políticos. En la década de los años 60 apareció una generación de políticos tecnócratas formados en el Opus Dei y se rompió el aislamiento internacional.

Durante los años del franquismo se mantuvieron una serie de fundamentos políticos e ideológicos, característicos algunos de los regímenes fascistas, y otros propios del franquismo; entre ellos:

  • Antiliberalismo: el franquismo es un sistema completamente opuesto a toda clase libertad política o social; por lo tanto se opone a la democracia, a la separación de poderes, a que la soberanía nacional resida en el pueblo, al laisser faire, etc.
  • Totalitarismo: el régimen de Franco intentó introducirse y dominar todos los aspectos de la vida nacional y social, mediante una serie de organizaciones de encuadramiento social, dirigidas principalmente por la FET de las JONS.
  • Antiparlamentarismo: debido a la creencia de Franco de que la democracia liberal y los partidos políticos habían causado la decadencia en España. Se sustituye la democracia parlamentaria por la "democracia orgánica", un sistema pseudodemocrático, sujeta en realidad a la voluntad de Franco y mantenida hasta su muerte.
  • Anticomunismo: también se oponía por completo al comunismo, y de hecho, a toda ideología de izquierdas, ya sea la izquierda radical revolucionaria o la burguesía democrática. Algunos lemas del franquismo reflejan esta idea, como «El centinela de Occidente», vigilando que el comunismo no llegara a España y el resto de Occidente.
  • Simbología fascista: desde principios del régimen, se comenzaron a adoptar una serie de símbolos, uniformes, etc., de inspiración fascista o nazi, similares a los que se usaron en Italia o Alemania.
  • Nacionalcatolicismo;: el régimen estaba estrechamente relacionado con la Iglesia Católica y muy especialmente con el ultramontanismo, expresado en la participación del Opus Dei en la represión política y social y los privilegios de los que gozó. El clericalismo católico controlaba en gran medida la sociedad mediante la censura, la prensa, el código penal, etc. El Nacionalcatolicismo fue el principio ideológico que actuó de soporte para fundamentar la depuración que se llevó a cabo para purgar el Estado Republicano de desafectos hacia los principios del Movimiento, fue especialmente intensa la Depuración del Magisterio español tras la Guerra Civil Española
  • Centralismo: opuesto a cualquier tipo de nacionalismos ajeno al español o autonomías. Durante la dictadura se prohibió el uso oficial de otras lenguas (catalán, gallego, euskera...) además de banderas y demás símbolos nacionalistas. Paradójicamente, Navarra conservó un trato diferenciado, quizás por la ayuda prestada por los carlistas.
  • Tradicionalismo: durante la dictadura se exaltaban las tradiciones y los viejos símbolos, rememorando continuamente la edad de oro de España, los Reyes Católicos, los fueros (contrapuestos a constituciones modernas)...
  • Militarismo: el ejército fue considerado garante y defensor de las esencias patrias. [cita requerida]
  • Partido único: sólo se permitió la existencia de la Falange Española Tradicionalista de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET de las JONS), más tarde rebautizado como "Movimiento Nacional" (1958), a partir de la unión de la Falange Española (fundada por José Antonio Primo de Rivera) y la Comunión Tradicionalista de los carlistas. El resto de partidos fueron puestos fuera de la ley.
  • Corporativismo sindical: con el Fuero del Trabajo se prohíben, al igual que los partidos, los sindicatos de trabajadores o patronos, y se crea en cambio un sindicato vertical, regulado desde el gobierno.
  • Control de los medios de comunicación: bien a través de la censura, bien a través del control de otros medios de comunicación como Radio Nacional de España, Radiotelevisión Española y otros periódicos como El Alcázar, el Diario Arriba (oficial del régimen) y otros.
  • Influencia en las familias: a través de diversas organizaciones de la FET, con el objeto de difundir, en la mayoría de los casos, determinados principios ideológicos conservadores. Algunos ejemplos de instituciones que operaron en este sentido fueron la Sección Femenina, el Frente de Juventud, la FEN, la OJE, etc.
  • Culto al Caudillo: Se impuso una exaltación de su persona, usando apodos como "Caudillo"; "Salvador de España"; "la espada más limpia de Europa"; "la Luz de El Pardo"...

Bases políticas del régimen

El sistema político se basó en la dictadura del partido único, el Movimiento Nacional, heredero de la FET y de las JONS (1937).

Dentro de una completa subordinación al Caudillo, hubo diferentes familias o grupos -nunca partidos- con diversa sensibilidad política. Cada una trató de influir en las decisiones de Franco, y la habilidad de éste consistió en confiarles parcelas de poder convenientemente medidas, apoyarse sucesivamente en una familia u otra según conviniera en cada momento, desplazando del primer plano (sin dejar de contar con ellas) a las que se hacían incómodas por alguna razón interna o externa y garantizarse de esa manera su presencia indiscutida en el poder. Cuando estalló algún escándalo que podía atribuirse de algún modo a los recelos entre las familias (como el caso MATESA), Franco optaba por soluciones expeditivas y salomónicas ("castigar" a ambas partes, de forma paternalista). Eran habituales las expresiones de Franco en que despreciaba la actividad política (propia de "politicastros"), e incluso ninguneaba a sus propios ministros, haciéndose célebre su consejo: «haga como yo, no se meta en política».[1]

Falange

Yugo y flechas para camisa. Años 1940.
Artículo principal: Falange Española

Sus miembros eran conocidos como "nacionalsindicalistas", "azules" o sencillamente "falangistas". Los llamados "camisas viejas" de la Falange original de José Antonio Primo de Rivera muy pronto empezaron a recelar de los "camisas nuevas" incorporados tras las elecciones de febrero de 1936 y sobre todo en la Guerra Civil, cuando el decreto de unificación suprimió todos los partidos reuniendo a todos los que apoyaron el Alzamiento Nacional en el partido único FET y de las JONS (Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), que constituía la cúspide del Movimiento Nacional al servicio del liderazgo absoluto de Franco.[2] El partido único aspiraba a controlar la vida social y económica a través del resto de las instituciones del Movimiento: Frente de Juventudes, Sección Femenina, Sindicato Vertical, Auxilio Social, etc.

La presencia de los personajes más identificados con la Falange (como es el caso de su presidente, Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco y llamado popularmente el Cuñadísimo) fue importante hasta que la derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial los llevó a un papel más secundario. Dentro del gobierno, desempeñaron las carteras sociales, como el Ministerio de Trabajo, el de Vivienda y el de Agricultura, además del Ministro-Secretario General del Movimiento (miembro nato del gobierno, aunque sujeto también a la designación por parte del Caudillo). En el primer franquismo alcanzaron un 37,9% de los ministerios y un 30,3% de los altos cargos de la administración. Un ejemplo notable fue José Antonio Girón de Velasco, el ministro más joven (30 años) y uno de los que duró más en el gobierno (1941-1957). Otro nombre destacable fue José Luis Arrese.[3] También hubo "aperturistas" procedentes de la familia azul, como el que finalmente llevó a cabo la transición democrática, Adolfo Suárez. Esa pluralidad se podía observar en las publicaciones afines: el diario El Alcázar (que tras distintas orientaciones, desde 1968 expresó las opiniones de lo que se denominó el "búnker", la derecha más extrema), el oficialista Diario Arriba y el más aperturista Diario Pueblo (cercano a los sindicatos verticales y dirigido por Emilio Romero).

Ejército

Los militares, completamente subordinados a Franco, tuvieron prestigio y poder político. Franco se rodeó siempre de colaboradores militares, algunos de ellos desde su época de la Guerra de África (llamados "africanistas"). El más representativo históricamente fue el almirante Carrero Blanco, cercano a los "católicos", que llegó a sustituir al propio Franco al frente del Gobierno con el cargo de Presidente en 1973. Otro fue el general Agustín Muñoz Grandes, que dirigió la División Azul y era muy cercano a los "azules". Otros militares tenían simpatías monárquicas. En la primera época acaparaban buena parte del aparato del Estado: 42,8% de los ministerios, 37,3% de las subsecretarías y 27,8% de las direcciones generales. Aparte de los tres ministerios militares para cada ejército (Tierra, Mar y Aire), les solía corresponder el de Gobernación.[4]

Nacionalcatolicismo

Artículo principal: Nacionalcatolicismo
Valle de los Caídos, monumento franquista de carácter religioso en el cual yacen Franco y Primo de Rivera.

Desde el comienzo del franquismo, la Asociación Católica Nacional de Propagandistas demostró mucha actividad, dirigida por los obispos y especialmente por la figura de Ángel Herrera Oria, que controlaba también la prensa católica (Diario Ya). Esta "familia" tenía una especial relación con el exterior, por su vinculación con el Vaticano y las democracias cristianas europeas. Controlaban el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Ministerio de Educación. Un buen ejemplo fue Joaquín Ruiz-Giménez.

A partir de 1957 accedieron al gobierno los ministros económicos (denominados tecnócratas) procedentes del Opus Dei (congregación religiosa fundada por José María Escrivá de Balaguer), y protegidos por Luis Carrero Blanco: Mariano Navarro Rubio y Alberto Ullastres, responsables del Plan de Estabilización de 1959 y el desarrollismo posterior.

La renovación de la Iglesia Católica en el Concilio Vaticano II propició un distanciamiento con el régimen español de una parte de la jerarquía eclesiástica, dirigida por el cardenal Vicente Enrique y Tarancón. Llegó a ser muy evidente en el conflicto con Antonio Añoveros Ataún, obispo de Bilbao.

Carlismo

Los carlistas y tradicionalistas perdieron su relevancia política en cuanto acabó la guerra. El área que se les confiaba era el Ministerio de Justicia y la presidencia de las Cortes.

Juanismo y juancarlismo

Los monárquicos, identificables con "derechas", y procedentes de la CEDA, el partido de José María Gil-Robles, que había contemporizado con la Segunda República. Su órgano de expresión era el periódico ABC, de la familia Luca de Tena. Sus relaciones con el régimen pasaron sucesivamente por acercamientos y distanciamientos (en contadas ocasiones, llegando a algún tipo de represión, como alguna censura periodística -llegando a ser secuestrada la edición en 1966- o el destierro de los que acudieron al llamado Contubernio de Múnich -1962-), al igual que la relación ambigua que mantuvieron el general Franco y el pretendiente a la corona, Juan de Borbón, que se mantuvo exiliado en Estoril, desde donde mantenía un consejo privado en el que se incluían personajes destacados de la dictadura, como José María Pemán o Pedro Sainz Rodríguez.[5]

España se definió en las Leyes Fundamentales como un reino pero Franco se negó a ceder la jefatura del Estado o designar sucesor como preveía la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (votada en referéndum en 1947, en un acto de legitimación de masas del franquismo), y mucho menos a un personaje en quien no confiaba, el conde de Barcelona (título medieval de soberanía, vinculado a la corona de España que usaba Juan de Borbón), a pesar de ser el heredero del rey anterior (Alfonso XIII).

Mientras tanto, su hijo (el rey actual, Juan Carlos I) estaba siendo educado en España separado de su padre. Finalmente quien obtuvo la designación fue Juan Carlos, en 1969 y tras una prolongada espera, no sin signos inquietantes de que podía optarse por cualquier otro «príncipe de sangre real» (como Alfonso de Borbón Dampierre, que acabó casándose con la nieta de Franco y reclamando sus derechos al trono de Francia). En la enfermedad final de Franco, Juan Carlos, titulado "Príncipe de España", llegó a ocupar interinamente la jefatura del Estado 1974, que le fue retirada como consecuencia de una transitoria mejoría del Caudillo. Fue coronado rey de España en 1975, tras la muerte de éste.

Pervivencia del franquismo

En la España democrática se ha hecho cada vez más reducida la proporción de personas que se declaran abiertamente franquistas. La mayoría de la población española y los partidos políticos más importantes están a favor de la democracia y apoyan el régimen actual, la monarquía parlamentaria.

En la actualidad, el franquismo se manifiesta en interpretaciones de la Historia de España desde la Segunda República hasta la fecha. Además, escritores como Fernando Vizcaíno Casas han reivindicado determinados aspectos del régimen franquista en sus obras.

El franquismo ha sido condenado en las Cortes Españolas y en el Parlamento Europeo. En el año 2006, el Parlamento Europeo condenó el franquismo concluyendo que existen evidencias suficientes para probar la violación de los derechos humanos durante el franquismo. Además, recomendó que el reconocimiento de la condena de la dictadura no debe limitarse a un mero reconocimiento histórico, sino a la eliminación de los símbolos de la dictadura.[6]

No obstante, la simbología franquista ha pervivido en la sociedad española tras la muerte de Franco, especialmente durante la Transición, hasta la fecha.[7]

Hasta el año 2006, los más nostálgicos del régimen franquista se concentraban el 20 de noviembre (Día de la muerte de Franco) en el Valle de los Caídos. Ahora, la ley de Memoria Histórica lo prohíbe expresamente.[8]

Véase también: 20-N
Véase también: Franquismo sociológico

La mujer en el franquismo

Durante la dictadura franquista, la mujer española se le arrebataron los derechos que la Constitución de 1931 le había otorgado, como la igualdad con respecto al varón y el derecho a voto. Con el Régimen, la mujer pasó a asumir el papel de madre y esposa. Muchas de ellas murieron por ser republicanas, unas por ejercer la militancia o la práctica política y otras por ser parientes de varones de izquierdas. Y muchas fueron condenadas simplemente, al ser delatadas por conocidos o incluso parientes temerosos de las represalias por conocerlas. Las mujeres republicanas fueron llamadas las nuevas Eva, que parirían hijos enemigos de España, y por ello les rapaban la cabeza y les daban aceite de ricino, para pasearlas después por las calles con el fin de humillarlas.

Además de todo esto, las mujeres casadas se les negó el acceso al mercado laboral. Con el Fuero del Trabajo promulgado en 1938, el Estado reguló el trabajo a domicilio, y sólo podían trabajar las mujeres solteras o viudas subordinadas a los varones. Además, si se casaban, debían firmar su despido voluntario un mes antes del enlace, según lo dictaba la Ley de Reglamentaciones Laborales de 1942, y para acceder a él, dos años después, la Ley de Contratos de Trabajo decía que debían contar con la autorización del marido. Además los sueldos eran más bajos con respecto a los varones. Por todo esto, era difícil para una mujer cabeza de familia sacar adelante su hogar y, aunque existía la cartilla de racionamiento, para los productos de consumo básico, el hambre seguía apretando, no era suficiente la cantidad que recibían para alimentar a toda la familia y muchas recurrieron al estraperlo, cambiando productos, manufacturados por ellas mismas, por alimentos. El estraperlo estaba considerado un delito y acarreaba penas de cárcel y multas.

La familia era una jerarquía en la que la mujer estaba supeditada al varón y los hijos a los padres. La mujer era la que se llevaba la peor parte, pues su labor era la de satisfacer a su marido; debía estar guapa para él, complacerle en todo[cita requerida]. La revista de la Sección Femenina, liderada por Pilar Primo de Rivera, enseñaba a las mujeres a comportarse, siempre supeditadas a la voluntad del varón y dispuestas a complacerlo en todo, sin derechos, sin opiniones, solo sumisión. Por supuesto que el adulterio de la mujer estaba castigado por el Código Penal, pero no el del varón.

En 1937 se creó el Servicio Social de la Mujer, liderado por Mercedes Sanz Bachiller y Javier Martínez de Bedoya,ambos fundadores en 1936 de Auxilio Social, para conseguir y explotar mano de obra femenina gratuita, y era obligatoria para mujeres de edades comprendidas entre los 17 y los 35 años de edad, eso sí, que estuvieran solteras, y trabajarían en hospitales, comedores públicos… En 1941 se creó el Patronato de Protección de la Mujer, en el que había muchos eclesiásticos para atraer a la mujer hacia la Iglesia y apartarla de cualquier opción de vida autónoma y propia. Las mujeres de clase media y alta trabajaban en la Acción Católica, asistiendo a los desfavorecidos de la clase obrera, y visitando a los vencidos en la guerra.

La situación laboral de la mujer mejoró en 1959 con el Plan de Estabilización, en 1961 con la Ley sobre Derechos Políticos, profesionales y Laborales de la Mujer, que acababa con la discriminación salarial y de acceso al trabajo, aunque continuaba en vigor la necesidad de la autorización del marido para trabajar. Esta obligación se mantuvo hasta 1976, cuando entró en vigor la Ley de Relaciones Laborales. También fue importante en 1963 el Plan de Desarrollo, ya que se necesitaba más mano de obra abundante y barata y el régimen recurrió a la mujer para ello.

Costumbres

Durante los años de la dictadura, España sufrió muchos cambios:

El Plan de Estabilización de 1959 supuso el fin de la autarquía y sentó las bases para el desarrollo industrial. Además la emigración de los trabajadores a distintas ciudades de Europa supuso un cambio en los modos y maneras.

Aunque el recato seguía a la orden del día. Las parejas no podían darse muestras de cariño en público porque eran multadas y la noticia saldría en los periódicos.

También era difícil el acceso a la vivienda, algo que también cambió en los años 60, cuando el precio del inmueble se abarató y llegó a los hogares el gas butano, y con él la calefacción y el agua caliente; con la llegada del televisor surgió una nueva habitación en la casa, el cuarto de estar. Esto cambió por completo la vida de los españoles y la sociedad de consumo, aunque no todos podían acceder a comprarse uno, y por ello los vecinos se reunían en torno al aparato instalado en el teleclub.

También se hizo más asequible el automóvil, que nos trajo el legendario Seiscientos en 1957, en la Feria Internacional de Muestras de Barcelona y se convirtió en un éxito de ventas. Pero no sólo los automóviles se abrían paso en las carreteras, también lo hacían los velomotores, las motos, las scooterr, el motocarro y el Biscuter.

Y las formas de divertirse cambiaron: Surgieron los tocadiscos portátiles y la música ligera triunfó entre los jóvenes con grupos como El Dúo Dinámico, Fórmula V, Los Bravos … que trajeron los bailes sueltos. En otra línea estaba la música del Festival de Benidorm, en el que triunfó Julio Iglesias, tan diferente al Festival de Eurovisión en el que Massiel lucía minifalda entonando su ganador La, la, la.

A la vieja costumbre de liar cigarrillos se unió la de fumar tabaco Celtas, que pronto fue sustituido por el rubio americano, que no estaba al alcance de todos los españoles y se vendía de contrabando.

También la Iglesia empezó a cambiar, y después del Concilio Vaticano II, inaugurado por Juan XXIII en 1962, se aprobó el uso de las lenguas vernáculas en la celebración de la misa, en 1963, dejando atrás el uso del latín. Fue en estos años cuando surgieron los curas obreros y las monjas posconciliares, que no dudaron en salir de los conventos para mezclarse con las manifestaciones callejeras protagonizadas por estudiantes, comunistas y socialistas. A pesar de todo esto, el Régimen no estaba dispuesto a aflojar las riendas y el fusilamiento del político comunista Julián Grimau, el 20 de abril de 1963, fue una clara muestra de ello. Lo que seguía respetándose al máximo en materia religiosa era la Semana Santa, tiempo en el que se cerraban las salas de baile y los billares y en el cine solo echaban películas bíblicas, como La túnica Sagrada, Ben-Hur o Los Diez Mandamientos.

Entre tanta modernidad, en los años 60 se abría paso un nuevo concepto: el ocio. Su planificación se llevaba a cabo en unos folletos que se editaban los fines de semana, llamados Guías del ocio. Con ellas empezó a ponerse de moda irse de vacaciones a la playa, eso sí, para los que pudieran permitírselo. En las playas se impusieron las nuevas modas, muy contrarias a la tradicional moralidad. Las costas de España se bautizaron nombres atractivos para llamar la atención de los turistas, como Costa Brava, Costa del Sol, Costa Dorada, Costa Blanca, Costa del Azahar, Costa Verde o Costa de la Luz. Para acoger al creciente turismo se empezaron a construir hoteles y apartamentos. Pero si el biquini es algo que hoy en día relacionamos con las playas, no ocurría así en la posguerra española. Hubo que esperar hasta 1962, cuando se estrenó James Bond contra el doctor No para que las españolas se fijaran en esta prenda veraniega que lucía Ursula Andress en la película. Por supuesto que en las playas españolas estaba prohibido el biquini, sin embargo, se miraba para otro lado, y esta prenda comenzó a usarse cada vez más. No ocurrió así en las piscinas del interior de país, donde empezó a usarse a partir de la década de los 70, gracias a unas mujeres de Zaragoza que organizaron un motín que la prensa nacional bautizó con el nombre de Guerra de los biquinis.

Por otro lado, los españoles se habían divertido siempre en las corridas de toros, celebrando la Fiesta Nacional, que en la década de los 60 pasó a un segundo plano gracias a un deporte en auge: el fútbol. Tanto en el estadio como frente al televisor, los españoles disfrutaron de este deporte e incluso encontraron una alternativa a él: el futbolín, que causó furor incluso entre los propios futbolistas, aunque su inventor, Alejandro Finisterre, no lo había creado con este fin, sino para rehabilitar a niños mutilados en un sanatorio.

Los medios de comunicación

Los medios de comunicación sufrieron durante la dictadura franquista la censura y el control y no existió la libertad de prensa hasta 1977. Para que un texto o publicidad viera la luz tenía que pasar previamente por la censura. Estaba prohibido escribir algo que dañase el prestigio de la nación, del Ejército o del Gobierno. El Estado era el propietario de los medios de comunicación en España hasta el 1975. En total poseía 49 emisoras de radio, las agencias EFE y Pyresa, la Editorial Nacional y la Televisión Española.

El Estado y los medios de comunicación

En 1937 se creó la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda. En 1938, el Ministerio de Gobernación, dirigido por Ramón Serrano Súñer, decretó la Ley de Prensa, una ley de guerra que permaneció vigente hasta 1966. De este modo, los medios de comunicación transmitían las órdenes del Estado, ya fuesen públicos o privados. En 1939 se creó el Registro Oficial de Periodistas y Franco tenía el carné número uno. Ese mismo año se creó la Agencia de noticias EFE, que era monopolio del Estado en la distribución de la información. En 1941 se creó la Escuela Oficial de Periodismo, que exigía a los alumnos a ser militantes de FET y de las JONS y en 1942 nació el Servicio Español de Auscultación de la Opinión Pública.

En 1942 se creó el Noticiario Documental (NODO). Cada documental duraba 10 minutos y era obligatorio proyectarlo antes de las películas en todos los cines de España hasta 1975. A través del NODO se transmitían los valores del régimen y se exaltaba la figura del Caudillo. En 1942 no se podía hablar de la violencia en el fútbol, de la música negra o de otro tipo de música extranjera. Además, en todos los medios había que publicar los discursos del Caudillo.

En 1951 se reorganizó la política informativa del régimen en torno al Ministerio de Información y Turismo. En 1956, con la llegada del transistor, la radio superó en audiencia a la prensa diaria. De entre los programas de radio destacaron en la época El Consultorio de Elena Francis, Ama Rosa, La sangre es roja o Lo que no muere.

En la década de 1960 fue la televisión la gran triunfadora. Los programas líderes de audiencia televisiva fueron Estudio 1, Bonanza, Historias para no dormir, los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente o Los Chiripitifláuticos. En 1966 se creó la Ley de Prensa aperturista, imbricada en la economía en expansión de la década de 1960 a iniciativa del entonces ministro Manuel Fraga, se suspendió la censura previa y se terminó con el sistema de consignas. si bien los secuestros de publicaciones continuaron.

Los medios de comunicación privados

Los grupos privados autorizados más importantes eran la Editorial Católica, que publicaba el Diario Ya; Prensa española, con ABC; el Grupo Godó, con La Vanguardia Española; y Bilbao Editoria', con El Correo español-El Pueblo Vasco. En radio las empresas privadas fueron las más numerosas, y las más destacadas fueron la Sociedad Española de Radiodifusión (SER) y la Cadena de Ondas Populares (COPE).

De entre las publicaciones que, no sin problemas y censuras, consiguieron mantener cierta independencia se encontraba La Codorniz, fundada en 1941 por Miguel Mihura, una revista de humor de tirada semanal. Contó con colaboradores como Mingote, Chumy Chúmez, Serafín, Tono, Jardiel Poncela, Ramón Gómez de la Serna, Gila, José Luis Coll, Carlos Luis Álvarez, Cándido y Máximo entre otros muchos. En 1944 la dirigió Álvaro de Laiglesia y desapareció en 1978. Hubo otras revistas satíricas como Hermano Lobo, El Papus y Por Favor.

Por su parte, los tebeos, que constituían un auténtico medio de masas en los años 40 y 50, no empezaron a sufrir la censura hasta la creación en 1952 de la Junta Asesora de la Prensa Infantil en 1952 y la aplicación a partir de 1955 del Decreto sobre ordenación de la prensa infantil y juvenil,[9] que afectará sobre todo a series satíricas como Don Pío de Peñarroya y Doña Tula, suegra de Escobar, obligadas a moderar su crítica a la institución familiar o a desaparecer. En 1962 nace la Comisión de Información y Publicaciones Infantiles y Juveniles, cuyo secretario general, el Padre Jesús M. Vázquez carga contra la violencia de los cuadernos de aventuras, contribuyendo a su desaparición.[10] También se promulgó el 19 de enero de 1967 el Estatuto de Publicaciones Infantiles y Juveniles, por el que los tebeos empezaron a clasificarse según la edad de sus destinatarios ("jóvenes", "adultos", "todos los públicos"), muchos años antes del denominado boom del cómic adulto en España.

Véase también

Referencias

  1. «Haga como yo, no se meta en política». Artículo de Antón Losada en El Periódico. Barcelona, 24 de febrero de 2004.
  2. Se hizo famosa la siguiente comparación:
    Los almacenes SEPU estaban -y están- en los bajos de Radio Madrid, de la SER. Tienen dos entradas. Una por Gran Vía (entonces Avenida de José Antonio) y otra por [la calle] Desengaño. Por eso a SEPU la llamaban “La Falange”, porque se entra por José Antonio y se sale por Desengaño.
  3. PAYNE, Stanley (1999), El primer franquismo, 1939-1959, Madrid, Temas de Hoy. ISBN 84-7679-325-1, pg. 10, y Joaquín Prieto Los siete pilares legales del franquismo en Protagonistas del siglo XX Depósito legal B-9.683-1999
  4. Payne, op. cit. BIESCAS, Jose Antonio y TUÑÓN DE LARA, Manuel (1987), España bajo la Dictadura Franquista, Barcelona: Labor. ISBN 84-335-9430-3, pg. 171
  5. Luis María Anson (1994) Don Juan, Barcelona: Plaza y Janés, 1994 ISBN 84-01-37528-2
  6. [2]
  7. [3]
  8. [4]
  9. Vázquez de Parga, Salvador en "El comic realista español desde 1950 hasta los últimos años 60" para Historia de los Comics, 1983, p. 497, de Toutain Editor.
  10. Porcel (2002), 75-82.

Bibliografía

Enlaces externos

Noticia[1]Wikinoticias[2]

Coordenadas: 41°18′0″N 0°44′56″W / 41.3, -0.749


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