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Batalla de Alcazarquivir
Batalla de Alcazarquivir
Batalla de AlcazarquivirFecha 4 de agosto de 1578 Lugar Alcazarquivir, Marruecos Resultado Victoria decisiva de Marruecos Beligerantes Portugal Reino de Marruecos Comandantes Sebastián I de Portugal †
Muhammad Al-Mutawakil, ex sultán de Marruecos †
Abd el-Malik, sultán de Marruecos † Fuerzas en combate 23 000 40 000 Bajas 12.000 muertos[1] .
16.000 prisioneros1.500 muertos[1] . La batalla de Alcazarquivir fue una batalla que tuvo lugar el 4 de agosto de 1578, y enfrentó a las fuerzas portuguesas y a las de los pretendientes al trono de Marruecos.
Esta batalla fue trascendental para el reino de Portugal por muchos conceptos. Originó el mito del Sebastianismo, o la idea de que el romántico rey don Sebastián, fallecido en dicha batalla, ha de volver algún día a regir a la nación portuguesa; pero también lo fue para el reino de Marruecos, ya que también falleció su rey en dicha batalla. Por ello la figura de don Sebastián, rey de Portugal quizá sea una de las más míticas de la historia de ese país.
Don Sebastián era hijo del príncipe Juan de Portugal y Juana de Austria y sucedió a su abuelo Juan III de Portugal en 1557, cuando contaba con tres años de edad. La regencia quedó a cargo de la reina viuda, doña Catalina, hasta 1562, y después el regente fue su tío, el cardenal don Enrique, hasta que en 1568 fue declarado mayor de edad.
Débil y enfermizo, Sebastián fue influido desde pequeño por sus educadores jesuitas, que le imbuyeron un ferviente espíritu de cruzada y un gran fanatismo religioso. Fraguó pues el proyecto de conquistar el norte de África y esta idea se convirtió en su casi única obsesión. Encontró el momento idóneo de invadir Marruecos cuando el depuesto rey marroquí Muley Ahmed (Muhammad Al-Mutaxakkil) le invitó a participar en la recuperación de su trono. Pese a múltiples consejos contrarios a embarcarse en tal empresa, entre ellos los del gran poeta y militar Francisco de Aldana, a quien había puesto como asesor suyo Felipe II, don Sebastián acudió en auxilio del depuesto sultán marroquí, tras asegurarse en 1576 el apoyo económico de su tío español, el rey Felipe II, que aportó al proyecto numerosas tropas, jinetes y carruajes y consiguió además apoyo de otros países europeos como Alemania e Italia, gastándose en ello gran parte del tesoro portugués.
Desembarcó en Arcila, donde descansó unos días y ordenó sus diecisiete mil soldados, y se dirigió hacia Alcazarquivir, plaza en el camino de Fez.
El 4 de agosto de 1578 tuvo finalmente lugar, a orillas del río (wed) de la Podredumbre (Makhazín) la batalla llamada de Alcazarquivir por los portugueses y de Wed al Makhazín por los marroquíes, denominada también Batalla de los Tres Reyes porque en ella murieron el rey de Portugal y los dos sultanes que disputaban el trono de Marruecos. Allí fue derrotado Sebastián, muriendo no sólo él, sino muchos de sus familiares, el gran poeta español Francisco de Aldana y lo más granado de la nobleza portuguesa. También murieron allí su aliado Muley al-Mutawakil y su adversario, el sultán Abd el-Malik.
Gracias a un renegado cordobés, Sulayman del Pozo, que ocultó la muerte de Abd el-Malik, no se difundió la noticia de la defunción del sultán hasta terminar la guerra, para no desmoralizar a las tropas; la muerte de tres reyes en un mismo campo de batalla causó gran asombro en la época.
Una leyenda afirma que Sebastián dijo a sus tropas que ellos no serían quienes tendrían que luchar, sino la misma cruz contra la media luna; los soldados se fueron de Alcazarquivir y, al regresar, encontraron la batalla ya resuelta y ganada por sus adversarios y al rey Don Sebastián desaparecido.
Cuando llegó la noticia de la derrota militar a Portugal, el pueblo entero se vistió de luto, porque toda familia tenía algún miembro suyo en el ejército aniquilado. Corría el mes de agosto de 1578, sin que jamás apareciera el cuerpo del monarca portugués, quizá porque robaron sus ropas y su cuerpo quedó desfigurado y descompuesto rápidamente por las altas temperaturas y las alimañas. Los descendientes de los judíos expulsados de Portugal vieron en esta derrota un castigo divino contra la dinastía real portuguesa; por eso la extinción de su último descendiente acaeció en el mismo sitio donde se refugió la mayor parte de los judíos expulsados del reino portugués y, por eso, sus prisioneros fueron vendidos como esclavos precisamente en los lugares de residencia de los judíos de Fez.
La desaparición motivó la creación de un mito alrededor del rey, el llamado Sebastianismo, alrededor de las profecías de un tal Bandarra, surgiendo en diversas épocas personajes que se hacían pasar por don Sebastián. Una de las más curiosas fue la protagonizada por un pastelero de Madrigal, que dio tema a la pieza dramática de José Zorrilla y a una novela histórica de Manuel Fernández y González.
La muerte de don Sebastián dejó al país portugués inmerso en un gran desconcierto, en bancarrota y con un vacío político que su sucesor, su tío el cardenal don Enrique, intentó llenar sin conseguirlo, con lo que aconteció la crisis dinástica que solucionó Felipe II al ocupar el país como nuevo rey de Portugal, creándose así nuevamente la Unión Ibérica en la historia, después de los romanos y visigodos. Las tropas de esta unión serían dirigidas por el Duque de Alba.
Importancia de este acontecimiento para la comunidad judía
La comunidad judía de Fez, Tetuán, Tánger y otras ciudades del norte de Marruecos conmemoró aquel día de salvación, el segundo día de rosh jodesh de elul, designándolo día de purim (llamado Purim Sebastiano, si bien otros lo llaman Purim de Cristianos o Purim de los Cristianos) para ellos y sus descendientes, puesto que, según la tradición, don Sebastián había prometido que «si vencía, pasaría a cuchillo a todo judío que no aceptara la conversión». Se festejaba anualmente y en él se cerraban los negocios, no se trabajaba y se daba caridad a los pobres para recordar las maravillas de Dios. En el templo de la Tefilá Pintada o de Kalilia de Tetuán solían tirarse monedas al suelo después de la lectura del séfer torá, para que los niños las recogieran y se alegrasen; además se daban regalos a los niños y se hacía una comida; algunos solían comer chumbos al mediodía porque, según la leyenda, Sebastián habría muerto en una chumbera.
También se solía leer la Meguilá de los Reyes en hebreo (hay varias versiones), en la que se cuenta la historia del milagro y se alaba a Dios por Su gran merced; también se solía contar en judeoespañol el relato de la milagrosa salvación en la sinagoga. Todos los años, el día primero de Elul, se lee en las sinagogas de Tánger y de otras ciudades de la zona española (y ahora también en algunas sinagogas de la diáspora judeomarroquí, como en Caracas, Venezuela) la meguilá o relación del grandioso milagro sucedido a los israelitas el día uno de Elul del año 5388 de la era judaica:
Los hechos son como siguen: El poderoso rey de Portugal, D. Sebastián, se propuso la conquista de Marruecos. Una importante escuadra lusitana se presentó días antes en aguas de Tánger, desembarcando un considerable ejército de infantería, caballería y artillería, a cuyo frente venía nada menos que el mismo Rey, D. Sebastián, secundado por lo más granado de la nobleza lusitana y lo más lucido de la oficialidad de aquel país. El cuerpo expedicionario, después de descansar unos días en la playa de Tánger, se organizó en fuertes columnas y se dirigió hacia Alcazarquivir, que en aquella época era la plaza más importante de la región. El plan decidido por el rey y su Estado Mayor fue el de presentar batalla al Sultán de Marruecos y a sus numerosas huestes, en la ribera del río Oued-Mjazén, 'río de la podredumbre' por haberse llenado de cadáveres de ambos bandos y por despedir un hedor inaguantable, que duró mucho tiempo y dio lugar a epidemias. D. Sebastián, confiado en los elementos de que disponía, tenía por segura la victoria de sus armas, pero dominado por su fanatismo, oró ante el altar la víspera y prometió que si vencía, pasaría a cuchillo a todo judío que no aceptara la conversión a las creencias del ejército invasor. Dos judíos, prisioneros de los portugueses, pusieron el hecho en conocimiento de sus correligionarios de Tánger y Alcazarquivir los que, consternados por tan fatal noticia, se concentraron en sus templos, para orar e implorar la protección de Dios. Entretanto, una encarnizada batalla se desarrollaba al margen del río, sucumbiendo muchos miles de hombres de uno y otro lado, hasta la una de la tarde del uno de Elul en que quedó completamente derrotado el ejército portugués, contándose entre las víctimas D. Sebastián, muchos de sus familiares y los más distinguidos próceres de la nación portuguesa. La derrota de los portugueses evitó el degüello de miles de israelitas que, seguramente, preferirían ser inmolados, a abjurar de su religión. Una vez más la Providencia salvó a los judíos de muerte segura. Los jefes de las comunidades declararon día festivo el uno de Elul, dedicándolo a la práctica de caridad y a entonar himnos de alabanza al Todopoderoso, por su divina protección.Referencias
- ↑ a b Fray Luis Nieto, en la Relación de las guerras de Berbería, y del suceso y muerte del Rey D. Sebastián, recopilada en la Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. 100, pags. 411-458.
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