Batalla de Angaco (16 de agosto de 1841), enfrentamiento de la guerra civil argentina entre el partido unitario y el federal argentinos cerca de San Juan, que dio una efímera ventaja a los unitarios. El jefe de los federales era el general José Félix Aldao y el de los unitarios, Mariano Acha.

Antecedentes

Tras una serie de derrotas de los ejércitos de Juan Lavalle y Gregorio Aráoz de Lamadrid, éstos dos jefes del ejército unitario decidieron dividirse: Lavalle esperaría al comandante del ejército federal, Manuel Oribe, en Tucumán, mientras que Lamadrid intentaría la invasión a Cuyo.

Lamadrid avanzó lentamente hacia el sur, ocupando La Rioja; pero al ver que los gobernadores de San Juan, Nazario Benavídez, y de Mendoza, José Félix Aldao, estaban en La Rioja, los esquivó y aceleró su marcha. Como no podía hacerlo con el grueso de su ejército, envió una división de 900 hombres al mando del recién ascendido a general Mariano Acha como avanzada hacia las provincias de Cuyo.

Acha se lanzó sobre la ciudad de San Juan, ocupándola sin oposición, mientras que la mayor parte de su población la abandonaba. En estas circunstancias, el avance de los federales hacia el norte se detuvo, que es lo que esperaba lograr Lamadrid.

Desarrollo

Se volvieron los federales, furiosos, pero Acha ya estaba prevenido: utilizó los días de respiro que le dieron para alimentar, vestir y montar a sus hombres. Y cuando sus enemigos se acercaron lo suficiente, su segundo, el coronel Juan Crisóstomo Álvarez, dispersó mediante un ataque sorpresa a las tropas de Benavídez.

Al día siguiente, 16 de agosto, Acha esperó a Aldao en Angaco, donde ubicó a sus fusileros (sólo 600 hombres, ya que había perdido la tercera parte por la deserción) dentro de un zanjón a la salida del desierto. Los federales llegaron casi muertos de sed, ellos y sus caballos, y se lanzaron a un ataque frontal desesperado. Con su artillería y su infantería, los unitarios hicieron una carnicería frente a ellos durante todo el día, apoyados por la caballería de Álvarez.

La victoria fue de Acha, pero le costó cara: casi la mitad de sus fuerzas, en la que posiblemente haya sido la batalla más sangrienta de nuestras guerras civiles. La batalla había durado 7 interminables horas.

Consecuencias

Lamadrid continuó su avance hacia San Juan sin apuro, mientras Achas descansaba sin preocupación. Pero Benavídez regresó y lo atacó, derrotándolo en el centro de San Juan. Aldao se vengaría de su derrota en Angaco haciendo fusilar a Acha.

Lamadrid, por su parte, logró ocupar Mendoza, sólo para ser definitivamente derrotado por Pacheco en la batalla de Rodeo del Medio, que terminaría con la resistencia unitaria por una década.