Batalla de Watling Street

Batalla de Watling Street

Batalla de Watling Street

Artículo bueno
Batalla de Watling Street o de Paulespury
Parte de Conquista romana de Britania
Boudiccastatue.jpg
Estatua de Boudica cerca del puente de Westminster, Londres.

Fecha 60/61 d. C.
Lugar Desconocido, situado en algún punto entre Colchester, Saint Albans y Londres (Britania)
Resultado Victoria romana decisiva y fin de la rebelión
Beligerantes
Icenos
Trinovantes
Imperio Romano
Comandantes
Boudica Cayo Suetonio Paulino
Fuerzas en combate
100.000 según Tácito
230.000 según Dión Casio
Dos legiones incompletas, la Legio XIV Gemina y parte de la Legio XX Valeria Victrix más auxiliares y caballería: Probablemente unos 10.000 hombres
Bajas
C. de 80.000 hombres C. de 400 hombres

Se conoce como Batalla de Watling Street o de Paulerspury a la batalla que tuvo lugar en el año 60/61 d. C., en la provincia romana de Britania, que integraba los territorios que hoy conforman Gran Bretaña. Enfrentó a una alianza de tribus indígenas, dirigida por la reina de los icenos, Boudica, con los ejércitos romanos estacionados en la provincia, los cuales estaban comandados por el gobernador, Cayo Suetonio Paulino.

Aunque ampliamente superadas en número, las tropas romanas compuestas por unos 10.000 soldados, según Tácito, lograron mantener sus posiciones frente a las britanas. El número de hombres que componía la facción britana varía en función de las fuentes, siendo estimadas en unos 100.000 por Tácito, y en 230.000 según Dión Casio. La victoria romana en esta batalla supuso el punto final a la prolongada resistencia britana a la romanización. Se calcula que unos 80.000 britanos murieron, mientras que los romanos apenas sufrieron 400 bajas.

No es conocida la localización precisa de la batalla, pero la mayoría de los historiadores la ubican entre Londinium (Londres) y Viroconium (Wroxeter en Shropshire), en la ruta que actualmente se conoce como Watling Street. La moderna denominación de la batalla es anacrónica, además de ser un poco especulativa, ya que el actual nombre de la calzada se originó en la época anglosajona.[1]

Contenido

Antecedentes

Véase también: Invasiones de César a Britania
Artículo principal: Conquista romana de Britania
Principales asentamientos y calzadas de Britania.

Desde que en los años 55 a. C. y 54 a. C. Julio César desembarcara a la cabeza de sus tropas en las Islas Británicas, no se había realizado intento alguno de anexionar Britania al Imperio. No obstante, en el año 43 d. C., el emperador Claudio ordenó al general Aulo Plaucio tomar la isla. El ejército romano, liderado por Plaucio, invadió el sudeste de Britania, comenzando de ese modo la conquista romana de Britania.[2] La ocupación de dicho territorio se produjo de manera gradual; al tiempo que determinadas tribus hostiles eran derrotadas, otras permanecieron nominalmente independientes en calidad de aliados del Imperio.[3]

Uno de estos pueblos aliados era el de los icenos, asentado en la actual región de Norfolk. Su rey, Prasutago, pensó garantizar su independencia reconociendo en su testamento como heredero de sus tierras, junto a sus hijas, al emperador romano. Sin embargo, al morir el rey, alrededor del año 61, su última voluntad fue ignorada. Los romanos incautaron sus tierras, aumentaron los tributos sobre los icenos y humillaron gravemente a su familia: cuando su viuda, la reina Boudica, protestó por las acciones emprendidas, fue azotada y sus hijas violadas.[4] Mientras esto ocurría, el gobernador de la Britania romana Cayo Suetonio Paulino, ignorante de lo acontecido, estaba en campaña en la isla de Mona, hoy Anglesey, al norte de Gales.[5]

Aquella muestra de brutalidad provocó que los icenos se sublevaran dirigidos por Boudica. Buscaron aliados entre las tribus vecinas, encontrando rápidamente apoyo entre los Trinovantes, cuya antigua capital, Camulodunum, había sido convertida ahora en una colonia romana de veteranos. Además, los romanos habían construido en la ciudad un templo en honor del emperador Claudio a expensas de los nativos, lo que había aumentado el malestar. Excitados por todas estas afrentas y por la encendida oratoria de Boudica, los rebeldes descendieron sobre Camulodunum, que estaba indefensa sin muros ni guarnición, y la destruyeron, matando a todos aquellos que no pudieron escapar.[6]

Ante el inesperado éxito, Boudica y su ejército se dirigieron entonces a la capital de la provincia, Londinium, la actual Londres, con la intención de tomarla a sangre y fuego para expulsar a los romanos. Para proteger la ciudad apenas había tropas, sólo un destacamento, quizá tan solo una cohorte, de la Legio IX Hispana, que inicialmente fue enviado para parar la rebelión. Los romanos cometieron el error de no enviar exploradores y entraron en un bosque; los legionarios sumaban 4.000 hombres, los britanos eran de 10.000 a 30.000 guerreros ocultos. Durante la batalla la caballería romana, al mando del legado de la legión, Quinto Petilio Cerial, huyó y la infantería fue rodeada y muerta totalmente.

Mientras tanto, un mensajero había llegado con las noticias hasta Suetonio, que enseguida ordenó a sus tropas dirigirse a Londinium; sin embargo, no podía hacer uso de las dos legiones con las que contaba, puesto que no podía dejar sin guarnecer el campamento, y las tropas legionarias de las que sí podía disponer no podían desplazarse con la rapidez requerida, por lo que él mismo, al mando de la caballería y de una tropa escogida, se adelantó a marchas forzadas, ordenando al resto de las fuerzas esperarle en un lugar determinado. Suetonio, pese a llegar antes que los rebeldes, y tras analizar las defensas de la ciudad, llegó a la conclusión de que no tenía el número de hombres necesario para defender el emplazamiento y ordenó su evacuación antes del ataque. Londinium siguió el destino de Camulodunum: fue quemada hasta los cimientos y todos los habitantes, ancianos, mujeres y niños que no pudieron huir, fueron asesinados.[7]

Mientras el ejército de Boudica continuaba su rebelión, atacando Verulamium, donde procedieron de igual manera que en Camulodunum y en Londinium, los romanos se intentaban reorganizar. Según Tácito, Suetonio reunió un ejército formado por un total de 10.000 hombres, incluidas la Legio XIV Gemina, un vexillatio —destacamento compuesto de una o dos cohortes— de la Legio XX Valeria Victrix, y todas las tropas auxiliares que pudo encontrar.[8] La Legio II Augusta, acantonada cerca de Isca Dumnoniorum, no logró reunirse con él debido a que su prefecto de campo no acató las órdenes del gobernador.[9] Una cuarta legión, lo que había quedado de la IX Hispana, fue enviada a Camulodunum para levantar el cerco y contener a los posibles refuerzos.

Fuerzas enfrentadas

El tamaño del ejército de Boudica no está establecido de manera fiable. Tácito relata que los britanos eran unos 100.000 y Dión Casio sube la cifra hasta los 230.000; tampoco se sabe a ciencia cierta si esas cifras son las de los combatientes o las de las tribus enteras puestas en marcha, ya que los britanos tenían la misma costumbre que los germanos y sus guerreros, al ser acompañados al campo de batalla por las mujeres y los niños. En todo caso, el ejército britano era varias veces mayor que el romano, por lo menos en una proporción de 5 a 1 y probablemente entre 10 a 1 y 20 a 1. Los historiadores moderno dicen que esas cifras son exageraciones para darle mayor valor a la victoria, estimando entre 30.000 y 50.000 guerreros britanos.

Las fuerzas romanas eran sin dudas bastante inferiores: sumaban 5.000 a 6.000 legionarios, 4.000 a 6.000 auxiliares (en la retaguardia) y según algunas fuentes (aunque no todas lo mencionan) unos 5.000 aliados germanos y britanos como caballería en los flancos.

La batalla

Despliegue al comienzo de la batalla.

Superados en tan gran proporción, Suetonio buscó cuidadosamente un campo de batalla en el que sus tropas pudieran contrarrestar la superioridad britana. Para ello, eligió un estrecho desfiladero cerrado a las espaldas por un bosque y abierto a una amplia llanura. El desfiladero protegía de un ataque los flancos romanos, mientras que el bosque impedía la aproximación del enemigo por la retaguardia y la amplia llanura hacía imposible las emboscadas. Esto eliminó la ventaja numérica de Boudica.

Para evitar la primera embestida de las tropas britanas, Suetonio colocó a la Legión XIV y el vexillatio de la Legión XX en el centro formadas en orden cerrado y duplex acies, a las tropas auxiliares ligeras las dividió en dos y colocó una mitad en el flanco derecho y la otra en el izquierdo de las legiones y, finalmente, apostó la caballería en las alas.[10]

Los britanos emplazaron sus carros en forma de media luna a lo largo del campo de batalla, desde donde sus familias pudieran observar lo que ellos esperaban que sería una abrumadora victoria, y el resto de los guerreros, mayoritariamente infantería, formaron una masa indiferenciada al frente de la línea de carros.[11] Dos dirigentes germanos, Boiorix de los cimbrios y Ariovisto de los suevos, ya habían adoptado la misma formación de combate en sus batallas contra Cayo Mario y Cayo Julio César, respectivamente, siendo derrotados.[12]

Así organizados sus ejércitos, los comandantes trataron de motivar a sus soldados. El historiador romano Tácito, que describió la batalla cincuenta años después, nos informa del discurso de Boudica a sus tropas: «Nada está a salvo de la arrogancia y del orgullo romano. Desfigurarán lo sagrado y desflorarán a nuestras vírgenes. Ganar la batalla o perecer, tal es mi decisión de mujer: allá los hombres si quieren vivir y ser esclavos».[13]

Tácito también consignó el discurso de Suetonio a sus legionarios: «Ignorad los clamores de estos salvajes. Hay más mujeres que hombres en sus filas. No son soldados y no están debidamente equipados. Les hemos vencido antes y cuando vean nuestro hierro y sientan nuestro valor, cederán al momento. Aguantad hombro con hombro. Lanzad los venablos, y luego avanzad: derribadlos con vuestros escudos y acabad con ellos con las espadas. Olvidaos del botín. Tan sólo ganad y lo tendréis todo».[14]

Aunque Tácito, como muchos historiadores de su época, era dado a inventar conmovedores discursos en estas situaciones, el de Suetonio es en esta ocasión inusualmente directo y práctico, lo que le otorga visos de verosimilitud. El suegro de Tácito, el futuro gobernador Cneo Julio Agrícola, formaba parte del estado mayor de Suetonio en ese momento y pudo haberle informado con bastante exactitud. Según Dión Casio, Suetonio da otro discurso muy diferente.[15]

Suetonio no tenía intención de atacar, pues deseaba que fueran los britanos los que cargaran corriendo hacia ellos, pues así estarían más cansados que sus tropas. Tras una tensa espera, Boudica ordenó el ataque y sus tropas, gritando, avanzaron corriendo a través de la llanura y del desfiladero en un masivo ataque frontal. A medida que avanzaban, entre las paredes del desfiladero, fueron canalizados en una densa y apretada masa; a aproximadamente cuarenta metros de la línea romana, su avance fue recibido por salvas escalonadas de pila, el venablo romano. El pilum fue diseñado para doblarse cuando se clavara en un escudo, lo que lo hacía imposible de extraer; así, el enemigo podía elegir entre cargar con una pesada lanza de hierro en su escudo o deshacerse de él y luchar sin esa protección.[16] El daño fue enorme, ya que muy pocos britanos llevaban alguna clase de armadura. A esa primera lluvia de dardos le siguió una segunda, puesto que cada romano portaba dos pila.[17] Esta táctica desarmó el ataque lanzado por los britanos, dejando el frente plagado de cuerpos, en tal cantidad que los atacantes empezaron a retroceder en desorden.

Con los britanos en desbandada, Suetonio ordenó a sus legionarios y auxiliares avanzar en la formación de combate llamada caput porcinum («cabeza de cerdo»), en la que el centro del frente se adelantaba un cuerpo con respecto a los flancos, de manera que recordaba el morro y las orejas de un cerdo, y dispuestos así, cargaban; además, a una orden de Suetonio, la caballería, con las lanzas en ristre, se lanzó al galope. Con una disciplina mayor, una clara ventaja en armaduras y armas, una formación ordenada, más descansados y la victoria al alcance de la mano, los romanos fueron capaces de seguir luchando con la misma ferocidad del principio.[18]

Los britanos habían convertido la retirada en una huida, pero su fuga fue bloqueada por el semicírculo formado por los carros, por la caballería romana que atacaba los flancos y por el avance de las legiones y los auxiliares por el centro: fueron detenidos, cercados y masacrados. Según las fuentes, los romanos mataron no sólo a los guerreros, sino también a las mujeres, a los niños e incluso a los animales, en lo que era práctica habitual al aplastar una rebelión. Tácito dice que, de acuerdo con una estimación, murieron 80.000 britanos por sólo 400 fallecidos entre las tropas romanas. Tras la victoria los romanos esclavizaron a los icenos sobrevivientes y destruyeron sus alimentos para matar de hambre a aquellos que huyeron.

La localización exacta del campo de batalla no ha sido facilitada por ningún historiador, aunque Tácito da una breve descripción. Si bien han sido sugeridos una gran variedad de lugares, sin un acuerdo total, sí existe consenso en que el ataque del ejército britano se produjo desde la zona de Londres hacia la concentración de las fuerzas romanas, en dirección a Cornualles y al País de Gales. Una leyenda lo sitúa en el camino de Battle Bridge en King's Cross, Londres, pero conforme a lo narrado por Tácito es poco probable que Suetonio regresara a la ciudad.[19]

La mayoría de los historiadores son partidarios de un lugar en la región de West Midlands, probablemente a lo largo de la calzada romana de Watling Street entre Londinium y Viroconium (hoy Wroxeter en Shropshire), que es actualmente la autopista A5. Otras posibles sugerencias incluyen Manduessedum (Mancetter), en los alrededores de Atherstone (Warwickshire), un sitio cercano a High Cross en Leicestershire,[20] una pequeña depresión en Cuttle Mill, dos millas al sudeste de Lactodorum (Towcester) en Northamptonshire,[21] o en un sitio cerca de Kings Norton Metchley Camp en Birmingham.[22]

Mapa de los pueblos celtas.

Consecuencias

Se dice que el emperador Nerón se conmocionó tanto con estos hechos que consideró retirarse definitivamente de Britania,[23] pero con la revuelta aplastada y tras mostrar los romanos su contundencia en acabar con las rebeliones, la ocupación de Britania continuó. Nerón sustituyó al gobernador por Publio Petronio Turpiliano, más conciliador, ante el temor de que las políticas punitivas acarrearan más problemas.[24]

Respecto de Boudica, su final no es claro, pues según Tácito se envenenó; sin embargo Dión Casio cuenta que cayó enferma y murió y le fue dado un lujoso entierro.[25]

Poenio Póstumo, prefecto de la legión II, al mando de la misma por carecer ésta de legado, y que la había impedido unirse a la batalla, después de haber privado a sus hombres de una parte de la gloria, se suicidó cayendo sobre su espada.

La batalla se concidera un ejemplo clasico de la superiodidad romana frente a fuerzas barbaras, tras la batalla Roma recupero el control de la isla que parecia perdido.

La provincia de Britania se mantendría dentro de los límites del Imperio Romano durante siglos, sin que se produjeran levantamientos de consideración, a excepción de los protagonizados por los brigantes: el de Venutio, que llevaría a cabo otra revuelta menos documentada, en el año 69 d. C.,[26] el de Argiragus en el 100 y el 105, y posteriormente otros levantamientos en el 115,[27] 118 y 154 (el último documentado).

Boudica se convertiría, con el paso de los siglos, en una figura venerada en Gran Bretaña, sobre todo en la época victoriana, una heroína que desafió un poder mucho más grande que el suyo para conservar la libertad y un paradigma de las virtudes británicas.

Bibliografía

  • GOLDSWORTHY, ADRIAN. El ejército romano. Ed. Akal, Colección Grandes Temas nº 5, 2007. ISBN 978-84-460-2234-3
  • GRANT, R.G. Batalla. Ed. Pearson Educación. 2007. ISBN 978-84-205-5295-3
  • CORNELIO TÁCITO, Anales. Ed. Ch.D. Fisher, Oxford, Clarendon Press, 1906.
    The Latin Library (comprobado: 17–06–2008).
    Perseus Project (comprobado: 17–06–2008).
  • CASIO, DIÓN, Historia romana. Ed. Gredos, Madrid 2004. ISBN 978-84-249-2727-1

Referencias

  1. Graham Webster, Boudica: Rebelión de los britanos contra Roma, AD 60 (1978)
  2. Dión Casio, Historia Romana 19-22
  3. Tácito, Agricola 14
  4. Tácito, Anales 14,31
  5. Tácito, Anales 14.29-39, Agricola 14-16; Dión Casio, Historia de Roma 62.1-12
  6. Tácito, Anales 14.31-32
  7. Tácito, Anales 14,33
  8. Tácito, Anales 14,34
  9. Tácito, Anales 14,37
  10. Tácito, Anales 14,32
  11. Dión Casio, Historia romana 62.8.2
  12. Floro, Resumen de la historia romana 1,38; Julio César, Commentarii de Bello Gallico 1,51
  13. Tácito, Anales 14,35
  14. Tácito, Anales 14,36
  15. Dión Casio, Historia romana 9-11
  16. Plutarco, Mario 25
  17. Polibio, Historias 6.23.8
  18. Goldsworthy, Adrian. El ejército romano. págs. 52-53
  19. Sheppard Frere, Britannia: una historia de la Bretaña romana, 1987, p. 73
  20. Kevin K. Carroll, La fecha de la rebelión de Boudicca, Britannia 10 1979
  21. "Boudica's Last Battle", Osprey Publishing (recuperado el 23 de septiembre de 2006)
  22. «¿Boudicca enterrada en Birmingham?», BBC, 25 de mayo de 2006 (recuperado el 9 de septiembre de 2006)
  23. Suetonio, Nerón 18, 39-40
  24. Tácito, Anales 38-39
  25. Dión Casio, Historia romana 62.12.6
  26. Tácito, Historias, 3,45
  27. Esta nueva sublevación aniquiló a las guarniciones romanas de Eburacum (York)


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