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Batalla de Ruspina
Batalla de Ruspina Parte de Segunda Guerra Civil de la República de Roma Fecha 4 de Enero de 46 a. C. Lugar Ruspina, actual Tunicia Resultado Victoria Senatorial. Beligerantes Cesarianos Senatoriales Comandantes Cayo Julio César Tito Labieno Fuerzas en combate 14.400 infantes,
2.500 jinetes,
150 arqueros20.000 infantes,
10.000 jinetesBajas 5000 aprox. desconocidas. Segunda Guerra Civil de la República de Roma
(Julio César y Pompeyo)
(49 a. C. a 45 a. C.)Brindisi – Massilia – Ilerda – Útica – Bagradas - Dirraquio – Farsalia – Ruspina – Tapso – Munda La Batalla de Ruspina fue un combate que enfrentó al líder popular Cayo Julio César con uno de los líderes optimates, Tito Labieno, antiguo lugarteniente del primero durante la Guerra de las Galias, en la localidad de Ruspina situada en la actual Tunicia.
La batalla precedente a la Batalla de Tapso concluyó con una gran victoria de Labieno, victoria tremendamente cargada de significado ya que significaba la primera gran derrota de César, ya que la Batalla de Dirraquio el ejército de César se puso en fuga de una manera tan rápida y ordenada que Pompeyo no pudo infligir muchas bajas al general. Sin embargo, la victoria de debió más a la ventaja numérica que a la superior habilidad militar de Labieno con respecto a César, el cual, aunque acostumbrado a hacer maravillas con ejércitos tremendamente inferiores en número a los de sus rivales, no pudo vencer a las tropas de Labieno, que estaban además auxiliadas por la móvil caballería númida del aliado de Pompeyo, Juba I de Numidia. Labieno rodeaó a las fuerzas de Cesar. y sus hombres comenzaron a arrojarlas proyectiles, pero César consiguió mantener la formación y logró recorrer los cinco kilómetros que le separaban de su campamento en Ruspina
A pesar de esta victoria de Labieno y las grandes bajas infringidas a César, éste derrotó poco después a los optimates en la Batalla de Tapso, tras la que murieron Marco Porcio Catón el Joven (que se suicidó en Útica eternizando su oposición a César) y Quinto Cecilio Metelo Escipión Pío Nasica Corneliano (que murió en su huida hacia Hispania). El resto de los republicanos encabezados por Labieno y los hijos de Pompeyo Magno (Cneo Pompeyo el Joven y Sexto Pompeyo) huirían a Hispania donde serán finalmente derrotados en la Batalla de Munda.
Contenido
La batalla
Tras Farsalia, una buena cantidad de tropas pompeyanas y de señaladas figuras de la facción, como Catón el Joven, Quinto Cecilio Metelo Pío Escipión Nasica Corneliano y el antiguo legado principal de César en las Galias, Tito Labieno, se replegaron a la África , para reorganizarse y plantar cara de nuevo al dictador.
En 46 a. C. las legiones cesarianas estaban hartas de años de guerra civil e impagos. Se amotinaron, y Cesar las lanzó ima proclama anunciando su licenciamiento, pero dejando bien claro que no tendrían botín. Con ello logró que los amotinados volvieran al obediencia. Inmediatamente llevó este ejército a Sicilia (6 legiones completas con sus auxiliares, 2 de ellas veteranas y 2500 jinetes, un total de unos 20.000 hombres). Desconfiando de su tropa, pensó que con un desembarco inmediato asustaría a los senatoriales y obtendría otra victoria relámpago. Cruzó a África con un mínimo contingente, y sentó sus reales en la ciudad de Ruspina, cerca de la actual Monastir, 165 km al SE de la actual Túnez, mientras iba llegando el resto de su ejército. Por fortuna para él, las fuerzas optimates no llegaron a combatirlo cuando sólo tenía unas fuerzas mínimas. Tras una serie de peripecias, salió en busca de trigo con una fuerza de 30 cohortes armadas «a la ligera», es decir, unos 13.000 hombres más o menos, dos mil jinetes y ciento cincuenta arqueros.[1]
Primera fase
Súbitamente, a unos cinco kilómetros del campamento, los exploradores de César le avisaron de que se aproximaba una gran fuerza de infantería hacia ellos: eran las tropas pompeyanas al mando de Labieno, 30.000 jinetes e infantes númidas. Consciente de su inferioridad, César ordenó a su exigua caballería y a los pocos arqueros que tenía que salieran del campamento y le siguieran a corta distancia.
Mientras César estaba formando a sus hombres, que dada la exiguidad de esta fuerza «expedicionaria», iban formados en simplex acies con la caballería en alas,[2] Labieno desplegó sus fuerzas, que resultaron estar constituidas en su inmensa mayoría por caballería y no por infantería. Fue una hábil celada tendida por el comandante pompeyano, que había juntado al máximo sus líneas, intercalando una numerosa tropa de infantería ligera númida entre los jinetes para dar ese efecto desde la distancia.[3]
Mientras los pompeyanos avanzaron en una línea simple de extrema longitud, César había desplegado sus tropas a fines de no verse flanqueado por las de su enemigo. Pero esto fue precisamente lo que ocurrió: mientras las pocas tropas de caballería luchaban en vano par no ser superadas, el centro de la formación de César se vio golpeado por la masa de la caballería pompeyana y la infantería ligera númida, que atacaban y se retiraban sucesivamente. La infantería cesariana respondió como pudo, pero empezó a disgregarse.
Segunda fase
Al ver la situación, César trató de reorganziar sus fuerzas, ordenando que ningún soldado se alejara más de cuatro pasos de su unidad.[4] Pero la superioridad numérica del enemigo, la escasez de la caballería cesariana, los heridos y caballos perdidos, hicieron que la formación de César empezara a colapsarse. En ése momento, César ordenó a sus tropas que adoptaran una formación defensiva, denominada orbis (literalmente: orbe), básicamente una formación en círculo que tenía como misión la de no ofrecer el flanco al enemigo.
Pero se encontró rodeado por todos lados por las tropas, mucho más numerosas y móviles, de Labieno -en un lejano eco de la desastrosa Batalla de Cannas -, y algunos de sus más recientes reclutas comenzaron a fallar; ante ello César tomó una decisión: ordenó extender la línea de batalla en orden cerrado tan lejos como fuera posible. Esta maniobra fue siempre altamente desaconsejada por los tácticos romanos porque llevaba excesivo tiempo llevarla a cabo;[5] sin embargo, esta vez las fuerzas de César lo hicieron rápidamente y una vez que se hallaron desplegadas en una sola línea, César dio otra orden: que cada cohorte par diera un paso atrás y se enfrentaran de cara a su enemigo, con lo que consiguió transformar la simplex acies en una duplex acies.[6]
En ése momento, la caballería cesariana apareció para romper definitivamente el círculo, forzando a los pompeyanos a formar dos líneas de batalla separadas por las tropas cesarianas. Entonces, los sorprendidos pompeyanos se vieron sometidos a una lluvia de pila por parte ambos lados de la formación contraria, lo que provocó que vacilaran y se echaran atrás una distancia, no lo suficientemente grande como para disgregarse, pero sís suficiente como para que César emprendiera la vuelta al campamento en orden de batalla.
Tercera fase
Mientras volvían a su base, los pompeyanos se vieron reforzados por la inesperada llegada de una fuerza de 1.600 jinetes y un gran número de infantes, al mando de Marco Petreyo y Gneo Pisón, que hizo que atacaran de nuevo con renovadas fuerzas, rodeando otra vez a los cesarianos, pero ahora desde más lejos a fines de que César no volviera a repetir la maniobra, y lanzando sobre sus tropas una lluvia de armas arrojadizas. Las tropas de César se pararon y, ante la avalancha, quizá formaron la "testudo" o tortuga, una formación en la que los legionarios se cubrían con los escudos.[7]
A medida que las tropas pompeyanas se iban quedando sin jabalinas y que su energía combativa disminuía frente a la cerrada formación de César, éste se dio cuenta de que llegaba el momento de romperla y atacar súbitamente, por lo que cursó órdenes de que a una señal suya, se levantara el muro de escudos para dejar pasar a unas cohortes selectas, que adoptando la formación en cuña golpearon a las tropas pompeyanas.[8] Em el relato de la Guerra de África no queda claro si éste ataque se produjo en varios puntos determinados o fue un ataque masivo sobre un sólo punto, pero lo cierto es que tuvo el efecto deseado y las tropas pompeyanas se abrieron, dejando expedito el paso a los cesarianos, que se retiraron en formación hacia su campamento, donde se fortificaron.
Consecuencias
César, pese a ser derrotado, logró sino mediante una serie de decisiones tácticas y variadas formaciones de batalla, evitar lo que podría haber sido una masacre, llevando a cabo una retirada organizada, en la que conservó el mayor número posible de efectivos.[9]
Referencias
Bibliografía
- autores del Corpus Cesariano (2005). Guerra Civil; Guerra de Alejandría; Guerra de África; Guerra de Hispania. Madrid: Gredos. ISBN 978-84-249-2781-3.
- Cowan, Ross (texto) y Hook, Adam (Ilustraciones) (2007). Roman Battle Tactics. 109 BC-AD 313. Osprey. ISBN 978-1-84603-184-7.
Notas
- ↑ César y otros, La Guerra de Africa, 12,3
- ↑ (Cowan y Ross 2007: 15).
- ↑ César y otros, La Guerra de Africa, 13, 2
- ↑ César y otros, La Guerra de Africa, 15, 2
- ↑ Frontino, Strategicon, 12, b, 17
- ↑ César y otros, Guerra de Africa, 15, 2; (Cowan y Ross 2007: 17).
- ↑ (Cowan y Ross 2007: 18).
- ↑ César y otros, La Guerra de África, 18, 4-5
- ↑ (Cowan y Ross 2007: 18).
Categoría: Batallas de Roma
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