- Batalla de Tévar
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Coordenadas:
Batalla de Tévar Parte de la Reconquista en la época de los primeros reinos de taifas Fecha Verano de 1090 Lugar Pinar de Tévar
Actual pinar de Pereroles, al norte del puerto de Torre Miró, cerca de La Puebla de Alcolea (Castellón); aprox. 25 km al norte de Morella y 10 al sur de Monroyo (Teruel).Resultado Victoria de Rodrigo Díaz el Campeador Consecuencias El conde de Barcelona tiene que renunciar al protectorado barcelonés sobre Denia. Beligerantes Rodrigo Díaz el Campeador Taifa de Lérida
Condado de BarcelonaComandantes Rodrigo Díaz el Campeador Al-Mundir de Lérida
Berenguer Ramón II de BarcelonaBajas Captura de Berenguer Ramón II y otros magnates barceloneses. La batalla de Tévar se produjo en 1090 entre las tropas del rey Al-Mundir de la Taifa de Lérida, comandadas por Berenguer Ramón II de Barcelona, contra la mesnada de Rodrigo Díaz, llamado el Campeador, con el resultado de victoria del Cid y captura del conde barcelonés.
En su campaña levantina tras su segundo destierro, Rodrigo Díaz actuaba como un caudillo autónomo, y comenzó por asegurarse sobre el terreno controlando el territorio de lo que había sido la Taifa de Denia, en esos momentos perteneciente al rey musulmán de la Taifa de Lérida y cuya protección estaba encomendada, mediante el pago de parias, al conde de Barcelona Berenguer Ramón II el Fratricida, quien debía responder a los ataques de Rodrigo en Denia en defensa de los intereses del rey leridano. Más tarde el Campeador se trasladó desde Burriana[1] a la zona de Morella, invadiendo de nuevo territorio del rey de Lérida. Tras intentar una gran coalición contra el Cid, Berenguer tuvo que hacerle frente con sus propias fuerzas en el pinar de Tévar —hoy pinar de Pereroles (extremo norte de la provincia de Castellón y del puerto de montaña de Torre Miró), en las cercanías de La Puebla de Alcolea, a unos veinticinco kilómetros al norte de Morella y diez al sur de Monroyo—,[2] siendo derrotado y capturado por El Cid.
Desarrollo
Tras el segundo destierro de Rodrigo Díaz el Campeador en 1089 a causa de una falta de auxilio percibida por el rey Alfonso VI cuando solicitó de su súbdito castellano que se reuniera con su ejército para apoyarle en el fracasado sitio de la fortaleza de Aledo (Murcia), el Cid decidió emprender su actividad bélica en Levante de modo personal e independiente.
En primer lugar saqueó y tomó el control de la ex taifa de Denia, en estos momentos en poder de Mundir de Lérida, con lo que el rey de la taifa ilerdense pidió ayuda Berenguer Ramón II de Barcelona, que como el propio Alfonso VI, tenían la obligación de proteger los dominios de Al-Mundir debido al cobro de parias que tenían establecidas con Lérida. También solicitó el apoyo de Sancho Ramírez de Aragón, del conde Armengol IV de Urgel e incluso de su tío Al-Musta'in II de Zaragoza. De todos ellos, solo el conde de Barcelona aceptó aliarse con el rey musulmán de Lérida. Al-Musta'in II de Zaragoza, quizá recordando los servicios que el Cid había prestado durante seis años a su padre, Al-Mutamán, avisó a Rodrigo de la coalición que se había reunido para presentarle batalla.
El ejército del Campeador era inferior en número, por lo que decidió elegir el terreno, y situó sus tropas a la entrada del valle de una zona de bosque montañoso, el pinar de Tévar, en el Maestrazgo, entonces perteneciente a la Taifa de Lérida. El ejército enemigo marchaba al mando de Berenguer Ramón II el Fratricida. Posiblemente ambos recordaran el enfrentamiento pasado en la batalla de Almenar, el caso es que la Historia Roderici hace pensar en que sostuvieron un intercambio de mensajes en el que se provocaban mutuamente.
El conde de Barcelona decidió que un contingente de sus caballeros ascendiese durante la noche el monte a cuyos pies acampaba la hueste del Campeador con el objeto de atacar por sorpresa su retaguardia. Según la Estoria de España de Alfonso X el Sabio, Rodrigo, a su vez, ideó que la misma noche unos cuantos de sus hombres actuaran como si escaparan desorientados de algún peligro y se dejaran prender por los barceloneses, con el fin de informarles erróneamente de sus planes.
La persecución de una parte del ejército de Berenguer Ramón al señuelo del Campeador, junto con los hombres que hubieron de trepar a la montaña rodeando el campamento del castellano, obligó a una importante fragmentación de las tropas barcelonesas. Muchos de los hombres disgregados del grueso de las tropas de Berenguer fueron, además, sorprendidas por contingentes musulmanes que, emboscados, servían a las órdenes de Rodrigo.
Al amanecer, los barceloneses que habían llegado a emboscarse a espaldas del Cid, se abalanzaron monte abajo sobre el campamento castellano. El Campeador consiguió preparar a sus tropas con celeridad y hacerles frente; el resto del ejército del Cid descendió a enfrentar al grueso de las tropas de Berenguer, que subían desde el valle. Al primer choque, el centro del ejército del Fratricida fue desbaratado, aunque el Cid cayó de su caballo resultando herido. Finalmente la mesnada del Campeador logró una decisiva victoria, capturando a muchos enemigos, entre los que se contaban el propio conde de Barcelona y los principales nobles de su séquito, como el Conde de Cervellón, Giraldo Alemán, Ramón Mirón o Ricardo Guillén. El botín obtenido fue muy importante: vajillas de oro y plata, vestidos de tejidos preciosos, caballos de combate, de carga, mulas y gran cantidad de armas de guerra, que presentaron al Cid, convaleciente en su tienda de campaña.
Pocos días más tarde, Rodrigo Díaz negoció la liberación de los aristócratas catalanes a cambio de cuantiosos rescates que, según la Historia Roderici, ascendió a ochenta mil marcos de oro (el equivalente a 18.000 kilos del metal precioso), aunque la biografía latina del Cid refiere que el Cid les perdonó el montante.
El Campeador se retiró a curarse de sus heridas a un lugar llamado «Salarca» en la Historia Roderici, que quizá sea la «Shaqarqa» que las fuentes árabes sitúan cerca de Zaragoza, donde Rodrigo permaneció por dos meses. Posteriormente se instaló en Daroca, posiblemente en el invierno del año 1090-1091, donde consta que el castellano estuvo gravemente enfermo, quizá a consecuencia de la infección de heridas causadas por la caída del caballo en Tévar. Este episodio fue aprovechado por Berenguer Ramón II para pedirle un tratado de paz entre ellos, solicitud a la que en un principio el Cid se negó pero, finalmente, y conminado a ello por sus capitanes, acabó aceptando. El pacto consistía en que a cambio de firmar la paz, el conde de Barcelona cedía al Cid las parias que la taifa de Lérida pagaba por el protectorado barcelonés sobre Denia.
Notas bibliográficas
Fuentes
- MARTÍNEZ DIEZ, Gonzalo, El Cid histórico, Barcelona, Planeta, 1999, cfr. esp. págs. 203-224. ISBN 84-08-03161-9.
- MONTANER FRUTOS, Alberto, «La batalla de Tévar (1090)», en El Cid en Aragón, Zaragoza, CAI-Edelvives, 1998, págs. 45-54. ISBN 978-84-88305-75-6
- — «La batalla de Tévar», en César Hernández Alonso (coord.), Actas del congreso internacional El Cid, poema e historia. Del 12 al 16 de julio de 1999, Ayuntamiento de Burgos, 2000, págs. 353-382. ISBN 978-84-87876-41-7
- — (ed. lit., estudio y notas), Cantar de mio Cid, Barcelona, Galaxia Gutemberg; Real Academia Española, 2011. ISBN 978-84-8109-908-9
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