Biblioteca popular

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Biblioteca Popular es el término oficialmente utilizado en Argentina para designar a una asociación civil autónoma cuyo nombre es equivalente a la expresión inglesa "public library" que se utiliza para los países anglosajones, donde el servicio de lectura colectiva ha alcanzado un desarrollo y perfección notables a la biblioteca libre y gratuita para todos los habitantes de una comuna, distrito o región, cuyo presupuesto se cubre total o parcialmente con impuestos públicos. La diferencia en el caso de Argentina es, que la biblioteca popular es administrada por una Comisión Directiva cuyos miembros son civiles autoconvocados, mientras que la biblioteca pública es solventada por el Estado.

Contenido

En Uruguay

Bibliotecas Populares en Montevideo

Las Bibliotecas Populares, constituyen un tipo especial dentro del universo de las unidades de información. Comparten muchas de las características de las Bibliotecas Publicas, insertándose ambas en la categoría de Bibliotecas para el Gran Publico.

Destinada a cubrir las necesidades de información de una determinada comunidad. Su público es por tanto toda la población integrante de la comunidad en la que la Biblioteca está inserta siendo difícil establecer categorías hegemónicas de usuarios.

Asume especial relevancia desde este punto de vista el concepto de comunidad, entendiendo como un grupo de individuos conviviendo e interactuando en un área territorial determinada. Desde este enfoque no encontramos diferencias entre las Bibliotecas Publicas y las Populares, es más comparten sus objetivos, fines, servicios y funciones. De éste modo, declaraciones de principios dedicados a las Bibliotecas Públicas son totalmente aplicables a las Bibliotecas Populares.

El manifiesto de la UNESCO para Bibliotecas Públicas en su segunda versión revisada del año 94 remarca ciertos aspectos esenciales a ser consideradas en los servicios de las Bibliotecas Públicas para cumplir su misión, destacamos entre los mismos:

  • crear y fortalecer los hábitos de lectura en los niños desde edad temprana;
  • apoyar tanto a la educación individual (auto enseñanza) como a la educación formal todos los niveles;
  • proveer oportunidades para el desarrollo creativo personal;
  • estimular la imaginación y creatividad de niños y jóvenes;
  • promover la vigilancia de la herencia cultural, apreciación de las artes, mejoras científicas e innovaciones;
  • proveer acceso a expresiones culturales de todas las artes;
  • alimentar el diálogo Inter.-cultural y favorecer la diversidad cultural;
  • apoyar la tradición oral;
  • asegurar el acceso a los ciudadanos a toda clase de información de la comunidad;
  • facilitar el desarrollo de información y conocimiento de las habilidades computacionales;
  • apoyar y participar en actividades literarias y programas para todas las edades, y si es necesario iniciar dichas actividades.

Las bibliotecas para el gran público tienen una finalidad recreativa, informativa y educativa. Las diferencias entre las Bibliotecas Públicas y Populares deben ser encontradas en otros aspectos. Así, en tanto las primeras son creadas y sostenidas por los gobiernos. Las Bibliotecas Populares son instituciones de carácter privado, a pesar de poder circunstancialmente recibir apoyo gubernamental. No todas las Bibliotecas privadas son Populares, sólo aquellas que ubicadas dentro de determinado ámbito comunitario, son creadas y mantenidas por l a propia comunidad. El ámbito comunitario en que se encuentran este tipo de unidades de información es variado, clubes sociales, complejos habitacionales como cooperativas de vivienda, comisiones vecinales, instituciones religiosas, etc. En nuestro país, la mayoría de las Bibliotecas Populares son atendidas por personas integrantes de la propia comunidad, realizando una tarea voluntaria. Generalmente su nacimiento obedece a la falta de servicios de Bibliotecas Públicas en la zona en cuestión.

Voluntariado

Una de las características principales de las Bibliotecas Populares, es la posibilidad del carácter voluntario del trabajo realizado por las personas a cargo.

Es posible fijar tres características definitorias del concepto:

  1. la actividad no debe estar motivada por un beneficio financiero (a pesar de que haya una retribución económica permitida);
  2. debe partir de una decisión individual libre (en el sentido de que una persona no se vea forzada al trabajo);
  3. la actividad debe ser desarrollada en beneficio de alguien distinto al voluntario, aunque debe darse una reciprocidad de beneficios con el voluntario ya que de lo contrario estaríamos simplemente ante un acto caritativo.

En cuanto a los beneficios del trabajo voluntario, se destacan: la importante contribución económica a la sociedad (se estima que el trabajo voluntario corresponde entre el 8 y el 14% del PBI); permite la integración social de personas excluidas o marginadas; y puede llevar a la creación de puestos de trabajo.

Bibliotecas populares del interior

Las bibliotecas publicas en Uruguay surgen a partir del movimiento cultural iniciado en 1868 desarrollado por la Sociedad de Amigos de la Educación Popular. Ellos creían que eran necesarias para complementar la enseñanza.

El atraso cultural de nuestro país era muy grande. En el interior del país había un 80% de analfabetos. Esta cifra nos muestra la gran necesidad de tomar acciones para solucionar el analfabetismo que asolaba la campaña Oriental.

Este movimiento es un esfuerzo por acercar la educación a las masas de hombres y mujeres que poblaban este dichoso país. El inspirador de este proyecto Don José Pedro Varela, no nos llamara la atención, ya que él es el padre de la cultura nacional. Según èl los instrumentos para cultivar al pueblo eran la escuela y la biblioteca.

Primera etapa de las Bibliotecas Populares.

Ciclo vareliano

La primer Biblioteca Popular fue fundada en 1873 por la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, ubicada en Montevideo. En el interior la primera de estas Bibliotecas fue creada en Nueva Palmira, por una filial de esta sociedad, en el mismo año. Es la actual Biblioteca Popular “Jacinto Laguna”. El 18 de julio de 1874 se crearon las Bibliotecas Populares de Colonia y Paysandú; el 20 de septiembre la Biblioteca Popular de Rocha, y el 25 la Biblioteca popular de Carmelo. Les siguieron la fundación de las de Pando y San José; y luego las de San Carlos, Florida, Canelones, Mercedes y Maldonado. Todas las Bibliotecas fueron formadas y se sostuvieron con el apoyo voluntario del pueblo, el que contribuyó con libros o con dinero, en otros casos las prohijó en sus clubes sociales. En pocos casos se contó con apoyo económico oficial. En 1873 se presentó un proyecto de ley para el fomento bibliotecario del interior. También fue presentado otro proyecto de en el que el Gobierno destinaría diez premios de $ 1200 para las primeras localidades del interior que fundaran una Biblioteca Popular con un mínimo de 500 volúmenes. Dentro de las Bibliotecas debía funcionar una escuela para 40 alumnos. Esta tentativa de obtener apoyo oficial no pudo materializarse. La Sociedad de Amigos de la Educación Popular contaron con pocos recursos en sus comienzos para poder asistir a las Bibliotecas Populares del interior. En 1874 sé amplió el número de asociados, permitiendo contar con más fondos para dar apoyo a las Bibliotecas Populares. A fines de ese año circuló una circular dirigida principalmente a las sociedades de educación. La circular establecía:

  • Estimular a los ciudadanos a crear Bibliotecas Populares.
  • Se promete apoyo material a esas instituciones.
  • Ofrecía asesoramiento funcional.

La circular sé imprimió en forma de almanaque para el año 1875, y se distribuyó en el interior de la República. Este año se suponía que iba a ser el año en que se crearían más Bibliotecas, pero los acontecimientos políticos li impidieron. Esta situación se prolongó hasta fines de 1876. En 1877 se promulga la ley de Educación Común, con la que se crean nuevas instituciones de la Reforma Escolar vareliana, las Bibliotecas que habían sido creadas con mucho esfuerzo hasta ese momento, por primera vez recibían apoyo oficial, ya que la ley establecía que se brindarían recursos para las Bibliotecas Populares. Esto permitió mejorar las existentes y fundar nuevas. En 1882 algunas Bibliotecas del interior contaban con 2500 volúmenes.

Segunda etapa de las Bibliotecas Populares en el Uruguay.

Ciclo Ateneísta

Este ciclo se extiende de 1882 hasta 1912. Dicha etapa es desarrollada por el Ateneo del Uruguay, en Montevideo. Rápidamente este grupo influirá en el resto del país. Este avance es consecuencia de la implementación de la Ley de Educación antes mencionada y potenciada por el deseo de ilustración que ella provocó. El ateneo se fundó en 1877, su nacimiento respondía al deseo de desarrollar actividades culturales, que llevaran a promover un movimiento de opinión nacional democrático. Desde este momento el Ateneo será un centro activo de irradiación cultural. Llevaba a cabo grandes certámenes literarios y ciclos de conferencias. Contaba con una gran Biblioteca habilitada al público. En este período las Bibliotecas Populares se transformaron o fueron absorbidas por los nuevos organismos de extensión cultural, como los ateneos, centros culturales y sociedades literarias. Estos nuevos centros abarcaban actividades académicas, pasando por la de centro docente hasta servir de escenario a las representaciones teatrales. Sus Bibliotecas fueron la única posibilidad para el esfuerzo autodidacta de mantener vivos ciertos conocimientos y adquirir otros. En este periodo nacieron los Ateneos de Paysandú y Salto; Centros Culturales como el Club Progreso de Mercedes, el “Porvenir” de Rocha, el “Fraternidad” de Minas, el “Unión” de Melo, etc., como nuevos centros de irradiación cultural. El club Progreso es el iniciador de esta nieva actividad cultural. Dentro de estas instituciones se comienza a plantear la necesidad de contar con centros de enseñanza secundaria en el Interior; estos centros iban absorbiendo muchas de las actividades que cumplían hasta ese momento esas instituciones, debilitándolas hasta llegar a su declinación. Durante este periodo, en general, las Bibliotecas se mantenían subordinadas a las actividades desarrolladas por los Ateneos, Centros Culturales y Sociedades literarias.

Las bibliotecas de los primeros Centros Obreros del Interior. Lectura de los clásicos revolucionarios

Los centros obreros que a fines del siglo XIX y comienzos del XX se formaron contaron con una Biblioteca pequeña. En estas sus afiliados leyeron y estimularon su saber. Los libros más leídos fueron los autores revolucionarios. Algunas de estas bibliotecas representaron una reacción frente a algunos centros culturales del periodo ateneísta, ya que estos centros se convirtieron en elitistas, alejándose del terreno popular.

Estas Bibliotecas fueron un esfuerzo de las clases trabajadoras por cultivar la lectura como medio de ilustración. La biblioteca popular ofrecía a la clase obrera el medio para formarse. De ellas saldrían los grandes dirigentes obreros del interior, quienes además sostendrían los periódicos obreros. En las bibliotecas populares libertarias habían una predominancia de autores libertarios y en la actualidad muchas han llegado a tener un extenso archivo de publicaciones obreras y anarquistas.

Surgen los primeros liceos en el Interior y empiezan a declinar las Bibliotecas Populares

En la etapa vareliana y ateneísta las Bibliotecas Populares actuaron como centros de extensión cultural, apoyando los esfuerzos autodidactas, principalmente en el periodo ateneísta. La enseñaza secundaria vino a superar la actividad llevada a cabo por las instituciones del periodo ateneísta. Estos nuevos centros llevaron adelante actividades docentes reglamentadas, con el objetivo de consolidar los niveles culturales que las precedentes instituciones habían intentado desarrollar. Los nuevos institutos de enseñanza relegaron los anteriores. Es por esto que las Bibliotecas del Interior debían adaptarse. Ahora se necesitaba un nuevo tipo de Biblioteca Pública superior, para estar a tono con las nuevas necesidades culturales. No se materializó este nuevo tipo de Biblioteca. Quedando estas instituciones bajo una gran crisis. En la mayoría de los casos las Bibliotecas dependían de las Juntas Económico Administrativas y fueron transferidas a liceos, donde quedaron subordinadas. Esto sucedió en las ciudades de Colonia, Durazno, Maldonado, San José y Paysandú. En casi todos los casos las Bibliotecas perdieron contacto con sus antiguos lectores. Se conviertiron en Bibliotecas internas de las nuevas instituciones. Las Bibliotecas no mejoraron su estado luego de ser transferidas. Los gobiernos comunales no renunciaron por esto a su propiedad. En la mayoría de los casos fueron inventariadas. No se definieron responsabilidades para su prosperidad, más allá de alguna resolución municipal, en las que se fijó alguna subvención anual. Por lo tanto los Gobiernos Municipales, en algún grado se sintieron en obligación de sostener las Bibliotecas. Las autoridades lacéales no sintieron ningún compromiso en mejorarlas. Los libros que ingresaban a los liceos se inventariaban como propiedad del liceo. A través de los años se formaron Bibliotecas Lacéales, que redujeron a las anteriores a la condición de bibliotecas anexas, hoy envejecidas. Hoy no todas las Bibliotecas, Ateneos y Centros Literarios de aquella época viven hoy. De las que sobrevivieron a la incorporación a los liceos muy pocas sobrevivieron. En las localidades que por no ser capitales de departamento, no se instalaron liceos estas instituciones sobrevivieron y continuaron trabajando cada día más aisladas. Esto ocurrió, porque en general la población vio a los liceos como un centro de cultura muy importante, dejando de lado el interés de mejorar las Bibliotecas Públicas. Esto provocó que los liceos se extendieran por el país. Los jóvenes dejaron de ver a las Bibliotecas Públicas como instituciones de formación cultural y las vieron como dependencias administrativas subordinadas a la actividad de la enseñanza.

Fuentes

  • Diccionario de Bibliotecología. Buonocuore, Domingo. Buenos Aires, Ediciones Marymar, 1976.
  • Perfil del intermediario de información en bibliotecas para el gran publico: el caso de las bibliotecas populares en Montevideo. Paulina Szafran Maiche.
  • “La biblioteca popular pública y escolar” Ana Dobra de Lesta, 1988. Editorial de la Patagonia. Argentina.
  • Problemas bibliotecarios del Uruguay. I. A. Espinosa Borges. Editorial: Fuentes de Información Uruguaya. Montevideo- Uruguay 1968


Véase también

  • Biblioteca popular libertaria

Enlaces externos

Obtenido de "Biblioteca popular"

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