- Camino Español
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Camino Español
El llamado «Camino Español» fue una ruta terrestre creada por Felipe II para conseguir llevar dinero y tropas españolas a la Guerra en los Países Bajos.
A causa de la incomodidad del transporte marítimo, debido al mal tiempo que reinaba con frecuencia en esos mares, y de la enemistad de Inglaterra y Francia, que dominaban el Canal de la Mancha, el monarca español tuvo que abrir una ruta alternativa. Así, se abrió un corredor militar desde Milán hasta Bruselas, pasando por territorios seguros que o bien estaban bajo su poder o bien bajo su influencia.
La ruta fue utilizada por primera vez en 1567 por el duque de Alba en su viaje a los Países Bajos, y el último ejército español en circular por él lo hizo en 1622. Las principales rutas comenzaban en Nápoles, atravesaban Florencia, Génova hasta llegar al Milanesado, o bien desde Barcelona por mar hasta el Milanesado, para después cruzar el Franco Condado, Estrasburgo, Luxemburgo y llegar hasta Bruselas, con variantes pasando por Worms y Colonia.
Una segunda ruta comenzó a utilizarse después de 1622 (debido a la alianza del duque de Saboya con Francia). Esta ruta partía de Milán y pasaba por los valles suizos de Engadina y Valtelina hasta el Tirol. De ahí bordeaba el sur de Alemania, cruzaba el río Rin en (Alsacia) y llegaba a los Países bajos por Lorena.
La mayor parte del ejército de Flandes se desplazó utilizando el camino español, realizando una hazaña logística asombrosa para su tiempo.
Antecedentes
Al suceder Felipe II a Carlos V en 1556, los Países Bajos pasaron a depender de un monarca extranjero y quedaron sumisos a la política española. Las necesidades económicas de la monarquía llevaron a una subida de los impuestos que generó un malestar al que se unió la intolerancia católica contra el calvinismo. Desoídas las peticiones de la nobleza local, comenzó en 1566 una rebelión contra la gobernadora Margarita de Parma. Felipe II envió al año siguiente un gran ejército al mando del Duque de Alba para poner fin a la revuelta. Los principales líderes rebeldes fueron ajusticiados, entre ellos el conde de Egmont. El Tribunal de los tumultos ejerció una severa represión que condenó a cerca de un millar de personas. La revuelta no pudo darse por terminada, pues Guillermo de Orange se puso al frente de la rebelión y, dos años después, entró en los Países Bajos con un ejército de mercenarios alemanes.
Las regiones del sur no secundaron esa nueva rebelión y siguieron leales al Duque de Alba, pero en las provioncias del norte la insurreción alcanzó grandes proporciones. Alba acabó siento destituido al no lograr poner fin a la revuelta, siendo sustituido por Luís de Requesens, partidario de una menor represión, en 1574. Sin embargo, Guillermo de Orange había conseguido poder sobre Holanda y Zelanda. En 1576 Juan de Austria fue nombrado gobernador. Aceptó las reclamaciones de los calvinistas en el Edicto perpétuo y comenzó a replegar a su ejército. Pero no con aquel gesto cesó la oposición, y al año siguiente llegó un ejército mandado por Alejandro de Farnesio, que derrotó a los rebeldes. Nombrado gobernador Farnesio tras la repentina muerte de Juan de Austria, la división entre el norte y el sur de acentuó. Las provincias calvinistas del Norte (Holanda, Frisia, Zelanda, Utrecht, Güeldres, Groninga y Overijsel) se asociaron en la Unión de Utrecht(1579), declarándose opuestas a la soberanía de Felipe II y declarando su independencia.
En un principio, las tropas para sofocar la insurreción se reclutaban en la parte leal a la corona, la zona de Bélgica, pero pronto hicieron falta muchos más soldados, debido al desgaste de los asedios. Se formaron levas en otros territorios de la monarquía de los Habsburgo para enviarlos a Flandes. Sin embargo, la situación geográfica de la región hacía difícil el traslado. Sólo podía realizarse de dos modos:
- Por mar: desde los puertos del norte de la Península hasta puertos flamencos del sur. Esta ruta era más peligrosa debido a que conllevaba atravesar el canal de la Mancha, en manos inglesas, arriesgándose las naves a ser atacadas por corsarios o por la Royal Navy. Además, los piratas hugonotes de la Rochelle, aliados los rebeldes flamencos por religión, también podían atacar la armada, habiendo, de hecho, realizado incursiones en el golfo de Vizcaya con una flota de 70 barcos.[1] Esta ruta se mostró ineficaz, siendo derrotados los españoles cuando trataron de usarla (véase la batalla de las Dunas).
- Por tierra: un camino más lento aunque mucho más eficaz, ya que permitió enviar tropas y dinero a Flandes durante casi un siglo, lo que supuso que Flandes siguiera leal a la corona española a pesar de la lejanía geográfica.
Referencias
Bibliografía
- García de Cortázar, Fernando (2005). Atlas de Historia de España. Barcelona: Planeta. ISBN 84-08-05752-9.
- Parker, Geoffrey (2005). El ejército de Flandes y el Camino Español, 1567–1659. Madrid: Alianza. ISBN 84-206-2933-2.
- Martínez Laínez, Fernando (2007). Una pica en Flandes. La epopeya del Camino Español. Madrid: EDAF. ISBN 8441419476.
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