- Cerámica hispano-morisca
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Cerámica hispano-morisca, con este nombre se conoce a todas las vasijas fabricadas en España durante la dominación arábiga y algún tiempo después y que revelan influencia árabe por más que no siempre fueran árabes ni árabes sus fabricantes. Su distintivo principal se halla en las formas elegantes de las vasijas y, sobre todo, en el vidriado de las mismas y de los azulejos característico por sus reflejos metálicos.
Pueden dividirse en tres tipos:
- barros arábigos. Los barros arábigos son debidos a los musulmanes en las regiones ue no habían sido reconquistadas. Los más antiguos que se conocen son los fragmentos descubiertos en Medina Azahara (junto a Córdoba) y que datan de los últimos años del siglo X. En ellos, predominan los colores blanco y rojo que brillan con reflejos dorados siendo sus dibujos figuras de animales y arabescos. Les siguieron los azulejos de Sevilla, introducidos por los almohades en el siglo XII.
- barros mudéjares. Los barros mudéjares, propios de las zonas reconquistadas se distinguen por las decoraciones de leones rampantes, antílopes y otros diferentes motivos heráldicos (o los mismos escudos de las personas que hacían la demanda), junto con inscripciones góticas y hojarasca árabe. Tienen color azul o bistre con reflejos dorados y datan de los siglos XIII hasta principios del XVI.
- barros moriscos. Los barros moriscos propiamente dichos, muy inferiores a los precedentes, corresponden a la época del Renacimiento y tienen ornamentación algo tosca, de gusto árabe, de color rojo y con reflejos cobrizos.
Las formas de vasijas más comunes en toda esta cerámica son los platos finos, de varios tamaños y las jarritas o jarrones con asas a modo de aletas. Hay también tinajas sin barnizar y con cierta ornamentación lineal rehundida, hecha con molde en el barro fresco, las cuales con otras menores de igual estilo suelen ser mudéjares. Se conservan asimismo preciosos azulejos con dibujos de lacerías que desde el siglo XIV iban sustituyendo a los alicatados de igual tipo, siendo ellos mismos reemplazados desde el siglo XIV por otros de variados dibujos platerescos o del Renacimiento. Los centros principales de producción de cerámica hispano-morisca fueron Málaga, Granada, Valencia con Játiva y Manises y Mallorca (de donde procedieron las mayólicas italianas), aparte de otros centros menores como Sevilla, Toledo y Zaragoza.
De Baleares, pasó a Italia la fabricación de lozas moriscas, haciéndose allí más finas y delicadas y correspondiendo su apogeo hacia el 1530. Por entonces, hubo en España diferentes fábricas de loza que imitaron los productos de anteriores siglos, sin excluir la reproducción de obras italianas, mayormente las de Lucca della Robbia. De esta última clase, fue la célebre fábrica de Talavera, que en el siglo XVI produjo toda suerte de objetos de cerámica, predominando el gusto italiano, mientras que las fábricas de Manises y Paterna siguieron con sus vajillas esmaltadas pero de reflejo cobrizo continuando con la tradición morisca. La de Toledo fabricaba, sobre todo, curiosos azulejos de visos metálicos y de estilo plateresco, ostentando variadas figuras con perfiles un tanto de relieve. Hoy se pretenden imitar dichos azulejos, empleándolos como entonces para revestimiento de paredes.
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