- Confucio
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Confucio (chino simplificado y tradicional: 孔子, pinyin: kǒngzǐ, Wade-Giles: K'ung-fu-tzu, literalmente «Maestro Kong») (tradicionalmente 28 de septiembre de 551 a. C. - 479 a. C.) fue un filósofo chino, creador del confucianismo y una de las figuras más influyentes de la historia china. Las enseñanzas de Confucio han llegado a nuestros días gracias a las Analectas, que contienen algunas de las discusiones que mantuvo con sus discípulos. Su pensamiento fue introducido en Europa por el jesuíta Matteo Ricci, que fue la primera persona en latinizar el nombre como «Confucio».
El nombre habitual de Confucio en chino es Kǒngzǐ (孔子), literalmente «Maestro Kong»,[1] aunque muchas veces se escribe «Kung Fu Tse». Una variante de este nombre, poco habitual en la actualidad, es Kǒng Fūzǐ (孔夫子), de la que se deriva el nombre tradicional en español a partir de la forma latinizada Confucius.
Contenido
Biografía
Nació en el pueblo de Qufu en el antiguo país de Lu, actual provincia de Shandong, en el seno de una familia de terratenientes noble, el clan de los Kong. Su padre murió cuando Confucio tenía tres años y dejó a la familia en la pobreza. Confucio, a pesar de ello, recibió una esmerada educación.
Siendo aún joven, trabajó para la administración del Estado de Lu. Su primer trabajo fue en los graneros estatales y llegó a alcanzar el rango de Ministro de Justicia. Dimitió del cargo años más tarde, ya que no estaba de acuerdo con la política que seguía el príncipe.
Una de sus grandes influencias fue Zi Zhaan, primer ministro de Cheng, quien introdujo el primer código jurídico en China. También influyó en Confucio el escepticismo de su época en lo concerniente a la religión, pues a causa de haber sufrido muchas guerras se había perdido la fe en los dioses.
A los 50 años empezó sus enseñanzas. Viajaba solo de un lado a otro instruyendo a los contados discípulos que se reunían en torno a él. Su fama como hombre de saber y carácter, con gran veneración hacia las ideas y costumbres tradicionales, pronto se propagó por el principado de Lu, y luego a toda China.
A partir de la dinastía Han, diversos emperadores se inspiraron en la obra de Confucio para organizar la sociedad china. En los siglos posteriores sus enseñanzas ejercieron una poderosa influencia en la filosofía china y en la historia de China.
Durante la segunda mitad de la época en que China estuvo regida por la dinastía Zhou, antes de Confucio, el gobierno central sufrió un proceso de degeneración y decadencia, y las intrigas y la relajación de costumbres se generalizaron. Confucio lamentaba el desorden característico de aquellos tiempos, así como la ausencia de modelos morales que revirtieran tal situación. Por ello, llegó a la conclusión de que el único remedio era recuperar y difundir entre la población los principios y preceptos de los sabios de la antigüedad. Por este motivo instruía a sus estudiantes en los clásicos de la literatura china. También subrayó la importancia de la música china, que en aquella época tenía funciones ceremoniales y religiosas en las prácticas del Estado y del culto. Propugnó el gran valor del poder del ejemplo. Los gobernantes, decía, sólo pueden ser grandes si llevan vidas ejemplares y se guían por principios morales. De esta forma, los ciudadanos de sus estados tendrían el necesario estímulo para alcanzar la prosperidad y la felicidad.
Una popular tradición sobre su vida establece que a los 50 años de edad se convirtió en magistrado de Zhongdu y un año después fue nombrado para ejercer en Lu un cargo equivalente al de ministro de Justicia. Confucio habría establecido numerosas reformas que condujeron a una administración de justicia caracterizada por su imparcialidad y a la práctica erradicación del crimen. Lu llegó a ser tan poderoso que el gobernante de un estado vecino intrigó para conseguir la destitución del ministro. Es más probable, sin embargo, que sólo fuera un funcionario menor. En cualquier caso, Confucio dejó su cargo en el 496 a. C. y se dedicó a viajar por diferentes territorios impartiendo clases y esperando en vano que algún otro príncipe le permitiera emprender reformas. En el año 484 a. C., después de que su búsqueda de un gobernante ideal se revelara por completo infructuosa, regresó por última vez a Lu. Pasó el resto de su vida escribiendo comentarios sobre los autores clásicos. Falleció en Lu y fue enterrado en Qufu (Shandong) en el año 479 a. C. El templo y cementerio de Confucio, así como la residencia de la familia Kong fueron declarados Patrimonio cultural de la Humanidad en 1994.
Filosofía
La esencia de sus enseñanzas se condensa en la buena conducta en la vida, el buen gobierno del Estado (caridad, justicia, y respeto a la jerarquía), el cuidado de la tradición, el estudio y la meditación. Las máximas virtudes son: la tolerancia, la bondad, la benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados. Si el príncipe es virtuoso, los súbditos imitarán su ejemplo. gobernante/súbdito, marido/mujer; padre/hijo. Una sociedad próspera sólo se conseguirá si se mantienen estas relaciones en plena armonía. La base de la doctrina confuciana es recuperar a los antiguos sabios de la cultura china e influir en las costumbres del pueblo.
El maestro Kung fue el primero que reunió a un grupo de discípulos provenientes de distintos principados para formarlos adecuadamente en el buen gobierno. Junto con las medidas a tomar que ya había formulado en su época de joven funcionario, propuso llevar a la práctica sus ideas basándose en el respeto de las Tres Dinastías y recuperar la política del Duque de Tcheu. Confucio confiaba en que un príncipe siguiera sus indicaciones. De este modo, al final de un ciclo de doce meses, se habría logrado algún resultado; en tres años, su proyecto social se habría consumado a la perfección. Podemos resumir la doctrina confuciana en una serie de mandatos que deberían ser los principales deberes de todo hombre de gobierno:
- Amar al pueblo, renovarlo moralmente y procurarle los medios necesarios para la vida cotidiana.
- Por este motivo, debe servirse en primer término con soberano respeto a Aquel que es el Primer Dominador.
- Cultivar la virtud personal y tender sin cesar a la perfección.
- En la vida privada como en la pública, observar siempre el sendero superior del «Justo Medio».
- Tener en cuenta las dos clases de inclinación propias del hombre: unas proceden de la carne y son peligrosas; las otras pertenecen a la razón y son muy sutiles y fáciles de perder.
- Practicar los deberes de las cinco relaciones sociales (explicadas más abajo).
- Tener por objeto final la paz universal y la armonía general.
En el poco legado escrito que dejó, las Analectas, una colección de conversaciones con sus discípulos, vemos que basaba toda su filosofía moral en una enseñanza central: el ren (jen), que es la virtud de la humanidad y a su vez está basada en la benevolencia, la lealtad, el respeto y la reciprocidad. Estos valores son imprescindibles en las relaciones humanas, que Confucio describió:
- Entre gobernador y ministro.
- Entre padre e hijo.
- Entre marido y mujer.
- Entre hermano mayor y hermano menor.
- Entre amigos.
Estas relaciones tienen, además, una característica principal: el superior tiene la obligación de protección y el inferior, de lealtad y respeto. En último término, todas las personas están sujetas a la voluntad del Cielo (tiamchi; t’ien-chih), que es la realidad primera, la fuente máxima de moralidad y de orden (¿logos griego?). No es el tema de especulación, pero en cierto modo está relacionado mediante el ritual. En algunos textos es sinónimo de Shang-ti, el señor supremo. El Emperador gobernaba por mandato del Cielo.
Según Confucio, además del ren y las relaciones adecuadas, son precisos los rituales y el sacrificio regular. El culto al Cielo requería del Emperador, en tanto que «hijo del Cielo», que realizase un sacrificio animal al año en el templo del Cielo de Pekín. También se ofrecían sacrificios a la tierra, al sol, a la luna y a los antepasados imperiales.
No obstante, todo lo que Confucio quiso llevar a cabo no era nuevo, sino que correspondía, como él mismo confesaba, a lo ya dicho por una larga tradición de sabios. Sus ideas estaban basadas en una herencia espiritual que la escuela de los ru o letrados, y más concretamente el mismo Confucio, habían compilado y sistematizado de forma sublime.
También, se atribuyen a Confucio los «Cinco Clásicos», que aparecieron con posterioridad a la muerte del maestro. Tras ésta, su obra y su vida se convirtieron en objeto de culto y generaron todo un paradigma en torno a sus enseñanzas, las cuales, alcanzan nuestros días.
Citas de las Analectas
- «Quien por la mañana capta la vía, al anochecer puede morir contento». (Lunyu IV-8)
- «Si la riqueza fuera digna de desvelos, me haría hasta zurrador. Pero, no siéndolo, hago lo que me place». (Lunyu, VII-11)
- «Huir no me ayuda: en lo que digo no encuentra nada que le disguste». (Lunyu, XI-3)
Máximas de origen no especificado
- «Cuando veas a un hombre bueno, trata de imitarlo; cuando veas a un hombre malo, reflexiona».
- «Lo escuché y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí».
- «Leer sin meditar es una ocupación inútil».
- «El hombre superior gusta de ser lento en palabras, pero rápido en obras».
- «El mejor indicio de la sabiduría es la concordancia entre las palabras y las obras».
- «El hombre más noble es digno, pero no orgulloso; el inferior es orgulloso pero no es digno».
- «Transporta un puñado de tierra todos los días y construirás una montaña».
- «Nuestra mayor gloria no está en no caer jamás, sino en levantarnos cada vez que caigamos».
- «Los que respetan a los padres no se atreven a odiar a los demás».
- «Las atenciones a los padres son en vida porque después sólo queda el culto».
- «Esperar lo inesperado. Aceptar lo inaceptable».
- «Una casa será fuerte e indestructible cuando esté sostenida por estas cuatro columnas: padre valiente, madre prudente, hijo obediente, hermano complaciente».
- «Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos».
- «Estudia el pasado para pronosticar el futuro».
- «Lo prudente no quita lo valiente».
- «El hombre sabio busca lo que desea en su interior; el no sabio, lo busca en los demás».
- «No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti, ni te hagas a ti lo que no le harías a los demás».
- «El campo es la fuente de toda la riqueza humana».
- «No te rindas nunca si quieres volver a casa».
- «Sé como el sándalo que perfuma el hacha que lo corta».
- «Antes de embarcarte en un viaje de venganza, cava dos tumbas».
Virtudes
- Amor y respeto a la naturaleza.
- Amor y respeto a los padres.
- Respeto a los ancianos.
- Respeto al orden político.
- Respeto al orden social.
- Respeto al orden religioso.
- Respeto por la Armonía.
Véase también
Referencias
- ↑ Normalmente abreviado como Kǒngzǐ
Bibliografía
- Confucio (2009). Analectas. EDAF. Madrid. ISBN 978-84-414-0317-8.
- Lévi, Jean (2005). Confucio. Traducción Albert Galvany Larrouquere. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 978-84-8164-794-5.
- Suárez, Anne-Hélène (1997). Lunyu. Reflexiones y enseñanzas de Confucio. Clásicos Kairós. Barcelona. ISBN 978-84-7245-366-1.
- Yu Dan (2009). Confucio para el alma o las claves milenarias para ser feliz. Editorial Planeta. Barcelona. ISBN 978-84-08-08845-5.
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Confucio. Commons
- Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Confucio. Wikiquote
- Wikisource contiene obras originales de o sobre Confucio.Wikisource
- Sitio multi-idiomas sobre Confucio y Las Analectas
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