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El Capital
El Capital. (en alemán: Das Kapital), de Karl Marx es, como reza su subtítulo, un tratado de crítica de la economía política; al mismo tiempo, puede leerse como un estudio sobre la especificidad histórica de la sociedad moderna. En la medida en que Marx considera que la esfera económica, El Capital, domina y condiciona el funcionamiento de la sociedad moderna, la crítica de la economía política, es decir, del saber sobre esa esfera, se torna el punto de partida fundamental para comprender qué es esa sociedad moderna y cómo funciona a traves de las relaciones de dominación entre las clases, de un lado los proletarios y de otra los burgueses.
Contenido
Ediciones
Marx sólo publicó en vida el primer Libro de El Capital en 1867. Los dos libros restantes, publicados entre 1885 y 1894, fueron editados a partir de los manuscritos de Marx por su amigo y colaborador Friedrich Engels (véase también Grundrisse).
Existen varias traducciones al español de esta obra. La más conocida y accesible es la realizada por Wenceslao Roces y publicada por la editorial Fondo de Cultura Económica en 1946. Esta traducción ha recibido críticas. Se considera más fiable, dado el aparato de notas críticas con la que cuenta, la traducción realizada por Pedro Scaron y colaboradores, publicada por la editorial Siglo XXI.
Partes
Unánimemente considerada como la obra cumbre de Karl Marx, El Capital es un tratado en tres volúmenes. El primero se publicó en Hamburgo en 1867; el segundo y el tercero fueron publicados por Engels después de la muerte del autor, en 1885 y en 1894, respectivamente.
- Tomo I. El Proceso de producción del capital.
- Tomo II. El Proceso de circulación del capital.
- Tomo III. El Proceso Global de la Producción Capitalista o El proceso de producción capitalista, en su conjunto.
Libro 1
El primer libro es una exposición general del modo de producción capitalista, sus elementos básicos y su articulación visto de manera general y de manera analítica sin considerar ciertas variables especialmente de la circulación, sino centrándose especialmente en la fase de producción que Marx considera el fundamento de todo el sistema capitalista y de manera general de todo modo de producción. [1]
Al comienzo del primer libro, Marx hace un análisis dialéctico de la mercancía pues Marx parte del hecho de que la mercancía es un elemento básico y una de las premisas del capitalismo. Marx analiza la mercancía en tanto valor de uso y en tanto valor de cambio. Marx expone que la magnitud que determina el valor de cambio o sea por el cual se intercambian las mercancías es la cantidad de trabajo socialmente necesario para su producción, conclusión a la que ya había llegado el economista David Ricardo y que Marx retoma de manera crítica, profundiza y supera[2] . A partir del análisis de las diferentes formas del valor de cambio, Marx explica el dinero como una mercancía y una forma especial del valor de cambio. Seguidamente expone por qué las mercancías se convierten en fetiches, es decir que son cosas a las que la gente adjudica cualidades que en realidad no tienen sino que estas cualidades son en realidad características de las relaciones sociales. Según Marx, el fetichismo que adquieren los prodcutos del trabajo cuando revisten la forma de mercancías procede precisamente de esa forma de mercancía, pues la mercancía materializa en los productos la costumbre social de intercambiarlos de acuerdo a la magnitud de valor, es decir de acuerdo a una estandarización social de la cantidad de trabajo o desgaste humano contenido en ellos medido por el tiempo de trabajo, aun cuando y precisamente porque esta lógica y carácter social que subyace al valor, la teoría del valor, no obstante, es desconocida y este desconocimiento no impide ni mucho menos que la gente la práctique diariamente. Dice Marx: "El carácter misterioso de la forma mercancía estriba, por tanto, pura y simplemente en que proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo de éstos como si fuese un carácter material de los propios productos de su trabajo[...]por tanto[...] [como si] la relación social que media entre los productores y el trabajo colectivo de la sociedad fuese una relación social establecida entre los mismos objetos, al margen de sus productores." [3]
Marx expone las condiciones sociales necesarias para que el trabajo social llegue a convertirse o revestir la forma de mercancía, pues las condiciones históricas para que el trabajo social y los productos del trabajo se conviertan en mercancías. [4]
Marx sigue exponiendo y analizando el proceso de cambio de mercancías y seguidamente los diferentes aspectos del dinero: como medida de los valores, como medio de circulación y como dinero en sí y los diferentes aspectos económicos al respecto, y muestra cómo y por qué el dinero en tanto materialziación de determinadas relaciones sociales, imprime determinadas cualidades a la sociedad en su conjunto y a sus individuos. [5]
Luego Marx entra a estudiar el proceso de producción capitalista en sí. Cómo se producen las mercancías bajo el régimen capitalista. Cómo se produce el capital. Cómo es el proceso de trabajo bajo este régimen y las implicaciones que esto tiene.
La fuerza de trabajo, productora de las mercancías, se cambia, se compra y se vende como otra mercancía cualquiera y obedece a las mismas leyes del mercado, sin importar que detrás de ellas hay un hombre, con su familia: el proletario. Este proletario es libre, dice Marx parodiando el lema de la revolución francesa- pero Marx hace notar que es en realidad libre en un doble sentido: libre (o sea carente) de medios de existencia y libre (o sea carente) de medios de producción y por tanto si no vende su trabajo se muere de hambre, no sobrevive. Vende su capacidad para trabajar, pero ésta es una capacidad inseparable de la persona, y no se puede vender aisladamente; por esto una vez hecho el contrato entre capitalista y trabajador, éste, su personalidad completa, su cuerpo entero pasa a manos del otro. [6]
El proceso de trabajo capitalista es un proceso de valorización y además de producción de un plusvalor. Lo que comienza con una inversión de cierta cantidad de dinero hecha por el capitalista termina después del ciclo en un aumento de esa cantidad, y en apariencia como si el dinero se hubiese multiplicado por sí mismo, y _Marx pasa a analizar y criticar las distintas maneras en que los economistas clásicos han intentado explicar este aumento, y cómo han fracasado de uno u otro modo, y entonces Marx muestra que siguiendo y profundizando en la teoría del valor de David Ricardo se puede explicar el secreto de la plusvalía al mismo tiempo mientras se estudia y expone el funcionamiento del modo de producción capitalista. La formación de la plusvalía en el sistema capitalista, expone Marx, se efectúa de la siguiente manera:
La premisa básica es el intercambio de mercancías, pues el capitalista compra la fuerza de trabajo como una mercancía. Esto implica la otra premisa básica: que las condiciones sociales o históricas sean tales que el obrero tenga que vender su fuerza de trabajo como una mercancía, Marx ya ha mostrado que esto es posible solamente si el obrero carece de medios de existencia y de medios de producción para trabajar, entonces como poseedor de únicamente su fuerza de trabajo para sobrevivir se ve obligado a vender su fuerza de trabajo como si fuera cualquier otra mercancía al capitalista. El capitalista pasa a ser dueño de esta mercancía de la que por tanto dispone o hace uso durante todo el tiempo que le sea posible cada día, o sea que pone a trabajar al obrero todo el tiempo que le sea posible o sea la jornada de trabajo, que dadas ciertas condiciones de producción, se prolongará como premisa por un tiempo mayor que el tiempo que se necesita para producir, en las mismas condiciones normales de trabajo, los medios diarios de existencia y reproducción (víveres, vivienda, educación, hijos, etc.) del obrero. Pero a cambio, el capitalista paga al obrero un precio por su fuerza de trabajo como lo hace por cualquier otra mercancía, es decir, paga un precio equivalente a lo que costó producirla. Así que el capitalista no paga un precio por el trabajo que hace el obrero, que es el uso que se da a la fuerza de trabajo, porque el precio de las mercancías no está determinado por el uso que se hace de ellas, sino por lo que costó producirlas, su valor: la cantidad de trabajo socialmente necesario invertida en producirlas. En el caso de la fuerza de trabajo el costo de producirla equivale precisamente al costo normal de los medios de existencia y reproducción del obrero y se denomina salario. Como se había dicho, el tiempo socialmente necesario para producir los medios de existencia y reproducción del obrero, o sea el salario, equivale al trabajo desempeñado por el obrero durante sólo una parte de la jornada de trabajo y entonces queda claro que el salario es un valor inferior al valor que produce el obrero trabajando durante su jornada de trabajo completa. Esta diferencia de valor es denominada por Marx como plusvalía. Esta plusvalía es la base de la ganancia. [7]
Luego Marx expone la manera en que los capitalistas intentan mantener y aumentar esta plusvalía, así: Ya que el salario solamente representa el trabajo de una parte de la jornada de trabajo, la otra parte de la jornada de trabajo es trabajo no remunerado, y ese es el secreto de la plusvalía. Por eso, para aumentar la plusvalía el capitalista procura aumentar y mantener la jornada de trabajo lo más larga posible para así aumentar de manera absoluta la diferencia entre trabajo remunerado y trabajo no remunerado, o sea la plusvalía por consiguiente denominada por Marx como plusvalía absoluta. Pero, tal como explica Marx, esto tiene unos límites (naturales y sociales) entonces el capitalista procura aumentar la plusvalía de manera relativa, modificando el proceso técnico y las condiciones de trabajo, para aumentar la intensidad o velocidad con que el obrero produce las mercancías, o sea disminuyendo el tiempo necesario para producir las mercancías en general, incluyendo los medios de existencia del obrero, pues así consigue disminuir el valor de la fuerza de trabajo, y el tiempo de trabajo remunerado será menor que el tiempo de trabajo no remunerado, de este modo se aumenta la plusvalía aunque la jornada de trabajo se mantenga constante, cambiando la proporción entre trabajo remunerado y no remunerado, y por eso Marx la denomina plusvalía relativa. [8]
Expone Marx que esta última consideración pone en claro que, en un momento dado de la evolución del proceso productivo, el aumento de la plusvalía se convierte en un problema técnico. La fuerza de la clase obrera consigue disminuir y fijar una determinada jornada de trabajo ante los daños corporales como consecuencia de la larga y extenuante jornada de trabajo. Entonces los capitalistas ya no pueden extender la jornada de trabajo que fue fijada legalmente como resultado de la pugna entre la clase capitalista y la clase obrera, entonces el problema del aumento de la plusvalía solamente es posible de manera relativa y se torna esencialmente en un problema técnico: mejorar los medios técnicos de la producción. La apropiación de los inventos mecánicos ha sido, a este respecto, el gran recurso de los capitalistas. No obstante, como muestra Marx, esto no quiere decir que la clase capitalista, permanentemente o al menos cada vez que la plusvalía disminuye, intenten extender la jornada de trabajo solamente frenados por la oposición de la clase obrera. Marx expone también cómo han sido estas luchas de la clase obrera por la disminución de su jornada de trabajo y algunos de sus aspectos económicos y sociales y los graves efectos de las largas y agotadoras jornadas de trabajo sobre la clase obrera entre otras condiciones del capitalismo que tienen un efecto nocivo para la clase obrera debido a las necesidades peculiares de la industriazazión bajo el modo de producción capitalista, pues muestra algunas contrtadicciones de este sistema de producción como por ejemplo el hecho de que la mayor industialización y tecnificación y desarrollo de la ciencia y de los medios de producción en lugar de favorecer a la clase obrera y a la gente en general termina perjudicándola de diversas maneras, hacinamiento, extenuantes jornadas de trabajo, trabajo infantil, insalubridad, etc., debido a que esa indistrizliación y desarrollo está restringida y condicionada por el modo de produccción capitalista y Marx hace notar que es un error de pensar producto del mismo modo de producción que tanto la clase obrera como los economistas achacan esos males a la industria misma o a las maquinas en sí (fetichismo) y no a la forma en que están son usadas bajo las relaciones sociales inherentes al modo de producción capitalista.[9]
Luego Marx expone como se reproduce el capital. El capitalista invierte la plusvalía en medios de producción y salarios y así la convierte en un nuevo capital que por tanto aumenta el capital ya existente: sucede la acumulación del capital.[10] Ésta, por un proceso cuyas varias fases analiza en detalle Marx en la obra, conduce a la concentración de los capitales y a la centralización de los mismos, hasta que el capitalismo cae en un círculo vicioso. He aquí cómo se sintetiza en el pensamiento de Marx el círculo cerrado del sistema capitalista: en la competencia de la producción vence el precio más bajo; el precio más bajo es el resultado de un alto rendimiento de trabajo, y éste se resuelve en máquinas más poderosas y en talleres más perfeccionados, y por tanto en un capital mayor; de aquí la necesidad de acumular a ritmo creciente; pero cuanto más se acumulan las máquinas, más disminuye proporcionalmente el número de obreros y más pequeña se hace la proporción del capital variable (mano de obra) respecto al capital constante (máquinas, instalaciones, etc.); como la plusvalía deriva del capital variable, cuanto más pequeña sea la proporción de este capital, tanto menor se hace la proporción de la plusvalía (que puede aumentar en valor absoluto, pero disminuye en valor relativo). [11]
Esta es la Ley de acumulación capitalista demostrada y enunciada por Marx: a medida que aumenta la acumulación de capital se produce y consolida necesariamente un número creciente de obreros sobrantes para el sistema, una población supernumeraria teniendo que subvivir en condiciones precarias y presionando a condiciones de explotación mayores a los demás obreros y a mayor miseria para los obreros en general. Esto explica que a medida que se acumula capital y por consiguiente riqueza se produce de manera pareja una acumulación creciente de miseria en la mayoría de la población: la acumulación de capital es equivalente a la acumulación de miseria. [12]
Marx explica que en tanto, crece la masa de obreros desocupados, de manera que las posibilidades de consumo decrecen, mientras por otra parte aumentan las mercancías en el mercado. Entonces es menester, para que los parados vuelvan a consumir, ocuparlos en nuevas ramas de la industria, o desarrollar las que ya existen. Pero para esto son menester nuevos capitales y los nuevos capitales no se pueden obtener sino con la acumulación, y la acumulación no se obtiene sino con el aumento de la plusvalía. Para aumentar el valor relativo de la plusvalía sería menester disminuir el valor de la mano de obra, bajando el precio de las mercancías consumidas por el trabajador. Para disminuir el precio de las mercancías es necesario aumentar la productividad, mejorando la técnica. Y para mejorar la técnica, es menester también acumular, aumentando la plusvalía, y así sucesivamente. [13]
El círculo vicioso queda cerrado. De cuando en cuando el círculo se interrumpe; con los almacenes repletos, y las salidas cerradas, el mercado ya no acepta nada; quiebras, obreros sin trabajo, revueltas de los hambrientos: crisis. Tal es el círculo vicioso del sistema capitalista; pero éste, como el sistema de que es expresión, ha tenido también su punto de partida. Marx expone ahora el secreto de la acumulación originaria. Al origen del capitalismo corresponde el origen de la acumulación, pecado original de la economía política. La primera acumulación del capital es fruto de una expropiación: de propiedad privada conquistada con el trabajo. Por ejemplo, grandes masas de campesinos pasan a formar parte del ejército de obreros en las ciudades, porque son expulsados a la fuerza de sus tierras y expropiados así de todo medio de existencia y de porducción. [14] Inmediatamente se tiene una nueva forma de expropiación: la del capital inferior, que ya se aprovecha de una muchedumbre de operarios. Todo capitalista ha matado a otros y, la mayoría de las veces, será muerto por uno mayor que él.
El proceso alcanza tales extremos que, en un momento dado, el número de los capitalistas es muy pequeño y se vuelve amenazadora para ellos la masa de la miseria que, en el polo opuesto, se organiza, se une y se subleva. Es el propio desarrollo del mecanismo capitalista el que anima esta masa; en efecto, el monopolio del capital se torna un impedimento hasta para los métodos de producción surgidos del mismo capitalismo. La concentración de los medios de producción y la socialización del trabajo alcanzan tales límites que resultan incompatibles con la estructura capitalista, dentro de la cual se han originado y se han determinado. La estructura se convierte en superestructura, y habrá de derrumbarse. El final de la propiedad capitalista está próximo. Los expropiadores serán expropiados. Expone y predice Marx que la dialéctica de la propiedad privada que comienza con la exporpiación de la mayoría por unos pocos y la consiguiente socialización del trabajo cuyo fruto es apropiado individualmente por una minoría, necesariamente llevará a que finalmente esa pugna resultado de la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y el subdesarrollo de las relaciones de producción que restringe a aquellas, lleven a que esa minoría de capitalistas sea finalmente expropiada por la mayoría proletaria y los medios de producción sean totalmente socializados y controlados por el proletariado y se desplieugue toda la fuerza productiva que ha conseguido la humanidad durante siglos.[15]
Libros 2 y 3
El segundo volumen describe minuciosamente el funcionamiento del mercado, del cual son esclavos los capitalistas; pero éstos, para disminuir los riesgos de los caprichos del mercado, se ayudan recíprocamente, fundan las bancas y adoptan medidas de seguridad. Así los fenómenos caóticos acaban por regularizarse, y el capitalista consigue vivir más seguro en su propio edificio. Pero mientras tanto el mecanismo se ha complicado, y el capitalista, a pesar de seguir obteniendo la plusvalía sólo de su actividad de industrial, asume nuevas funciones: se convierte en comerciante, mediador, banquero, latifundista. Se hace ayudar por una muchedumbre de otras personas: éstas ayudan al capital a conseguir su provecho, y por esto reclaman una parte de él. El provecho, en adelante, habrá de ser repartido entre todos los lobos de la horda. El modo cómo haya de ser dividido viene marcado por el propio juego del mecanismo capitalista.
Ya la economía clásica había notado que los capitales empleados en las más diferentes empresas dan, en un mismo país y en un mismo tiempo, una proporción igual de provecho. En el tercer volumen de El capital, Marx explica que los diferentes provechos se igualan en el momento de la venta de la mercancía, porque el capital no ingresa el provecho de su producción particular, sino únicamente su parte en el botín general. Los capitalistas se comportan, en lo que concierne al provecho, como accionistas de una gran sociedad: no se distinguen unos de otros sino por el importe relativo de los capitales empleados por cada uno de ellos.
Polémicas
En el siglo XX los economistas marxistas y los técnicos de países socialistas se apropiaron de la exposición positiva de las teorías de Marx, pretendiendo que, en vez de ser un tratado de crítica de la economía política, El Capital era un tratado de economía política crítica. Las categorías que Marx trabajó en su libro han sufrido numerosos usos derivados de esa lectura. La mayor parte de las polémicas entre economistas marxistas y entre éstos y otros economistas no marxistas parten de esa lectura.
Una exposición en castellano del núcleo de El Capital que se aleja argumentadamente de los tópicos marxistas y marxistas-leninistas que durante más de un siglo de polémicas cubrieron de sobreentendidos equívocos la lectura rigurosa del texto, se encuentra en el libro de Felipe Martínez Marzoa La filosofía de El Capital. Taurus, Madrid, 1982.
Pablo Correa realizó una de las primeras traducciones de El Capital al castellano en 1883.
Véase también
Referencias
- ↑ Prólogo de Marx a la Primera edición. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
- ↑ Véase aquí:[1] las páginas 189 y siguientes de: Dussel, Enrique. Hacia un Marx desconocido. Un comentario de los Manuscritos del 61-63, 1988.
- ↑ Capitulo 1. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
- ↑ Capitulo 1, pag 8. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
- ↑ Capitulo 2. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
- ↑ Capitulo 5. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
- ↑ Capítulos 6 y 7. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
- ↑ Sobre la jornada de trabajo remitirse al Capítulo 8 y sobre la plusvalía relativa remitirse al capitulo 10. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
- ↑ Sobre la jornada de trabajo remitirse al Capítulo 8 y sobre la plusvalía relativa remitirse al capitulo 10. Sobre la industrialización, la división del trabajo y las contradicciones entre relaciones de producción y modo de producción, obreros vs. máquinas, véase capítulo 12 y 13. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
- ↑ Capítulos 21 y 22. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
- ↑ Capítulo 23. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
- ↑ Capítulo 23. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
- ↑ Capítulo 23. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica.. México. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995. ISBN 968-16-0026-6. 769 páginas
- ↑ Capítulo 24. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
- ↑ Capítulo 24. Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959. Reimpresión de 1995
Bibliografía
- Marx, Karl (Edición 1: 1946, Edición 2: 1959, Reimpresión 25: 1995). El Capital: Crítica de la Economía Política, Tomo 1 (en Español). México: Fondo de Cultura Económica, pp. 769. ISBN 968-16-0026-6.
- Fernández Liria y otros (1995). Marx desde cero (materiales). Madrid: Marx Madera. (policopiado).
- Martínez Marzoa, Felipe (1980). La filosofía de El Capital. Madrid: Taurus.
- — (1980). El Capital. Crítica de la economía política. Madrid: Siglo XXI. ISBN 84-323-0192-2.
- — y Engels, Federico (2005). La ideología alemana. Buenos Aires: Santiago Rueda.
- Luxemburgo, Rosa (1913). La Acumulación del Capital.
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre El Capital.Commons
- El Capital en la página Marxists Internet Archive.
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