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Ebriedad
La ebriedad o embriaguez, es el estado de intoxicación con el alcohol (es decir, etanol) delirium tremens a un grado suficiente como para deteriorar las funciones mentales y motrices del cuerpo. Una persona que habitualmente se intoxica de este modo se etiqueta como «alcohólico», también es catalogado, a menudo, como «borracho» en lenguaje vulgar. Y en lenguaje más formal «dipsómano». En un lenguaje más informal, se suele decir que una persona está embriagada cuando sus sentimientos la sobrepasan, generalmente en un contexto amoroso.
Actitudes culturales
Muchas sociedades tienen estereotipos culturales asociados con la ebriedad; mientras algunos consideran a aquellos capaces de beber grandes cantidades de alcohol como dignos de respeto, otros lo consideran como un serio problema moral[cita requerida]. Discutiblemente, tal actitud se puede abordar como patológica, puesto que puede conducir al alcoholismo. En muchos lugares públicos donde se consumen bebidas alcohólicas tales como los bares, el hecho de rechazar el consumo de alcohol puede ser interpretado como negativo y por lo tanto puede generar la desaprobación social del grupo. Sin embargo, una persona intoxicada con alcohol frecuentemente se considera incapaz de controlar sus límites naturales de consumo y por consiguiente puede ser tratada con desconsideración, debido a las molestias que puede ocasionar su estado.
Los primeros síntomas de la embriaguez normalmente son considerados positivos, por lo menos inicialmente. Cuando los efectos disminuyen, comienza una resaca asociada con la ebriedad, como resultado de la deshidratación y agotamiento.
Los antiguos griegos creyeron que podían prevenir la ebriedad al poner un pedazo de amatista en los vasos o en la boca mientras se bebía. Y de hecho, el nombre de la gema se refiere a esta creencia (en griego antiguo a-methyst significa 'no intoxicado').
Muchas religiones desalientan o prohíben el consumo del alcohol. El Corán, el libro del Islam, declara que Dios prohíbe a la humanidad el consumo del alcohol debido a los efectos dañinos para el cuerpo, para la vida y la familia del consumidor, por problemas sociales que acarrea, y la distracción del pensamiento hacia Dios.
Según el catecismo de los estados católicos de la iglesia en el párrafo 2290: «la virtud del temple nos dispone evitar cada clase de exceso: el abuso del alimento, del alcohol, del tabaco, o de la medicina. Los que incurren en culpabilidad grave, que por embriaguez o un amor de la velocidad, ponen en peligro su propia seguridad y la de otros en el camino, en el mar, o en el aire». Asimismo en el libro de Proverbios aparece el siguiente texto: «Dad la cerveza al desfallecido, Y el vino a los de amargo ánimo: Beban, y olvídense de su necesidad, Y de su miseria no se acuerden más». La Iglesia no prohíbe el consumo del alcohol si se hace dentro de la moderación.
Los budistas se abstienen del alcohol para evitar dañar a otros inadvertidamente. La intoxicación de la mente también está en desacuerdo con la enseñanza de la meditación.
Véase también
- Adicción
- Bar
- Bebidas alcohólicas
- Efectos del alcohol en el cuerpo
- Etanol
- Resaca
Lecturas recomendadas
"Out of It. A Cultural History of Intoxication" de Stuart Walton. (Penguin Books, 2002) ISBN 0140279776
- "Modern Drunkard" magazine — una revista humorística acerca de la bebida y el arte de ponerse borracho.
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