- El arte del grabado
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El arte del grabado
El arte del grabado es una técnica a partir de la impresión. Las imágenes se graban en planchas de acrílico o metal y luego se estampan, usualmente sobre papel, con la ayuda de una prensa de rodillo.
Existen dos formas tradicionales básicas para grabar las planchas: haciéndolo con buriles, cuya forma prismática y puntiaguda hace posible abrir linealmente el metal o el acrílico, y haciéndolo con ácido.
En el primer caso la acción es directa y por lo tanto inmediata. La figura que se hace con el buril que hiere la plancha va apareciendo en ella en el momento mismo en que se realiza el corte. Es obvio que este procedimiento deba llamarse grabado con buril, pero existe otro similar que no utiliza el buril propiamente dicho sino una punta de acero de bordes redondeados que por lo mismo no extrae rebaba de la superficie: penetra abriendo canales gracias al aprisionamiento de sus bordes. Los grabados obtenidos de esta última forma se denominan hechos con punta seca. Su línea es más tenue y por lo tanto el conjunto tonalmente más suave.
En el segundo caso se utiliza sólo plancha de metal. Las grandes o pequeñas aberturas se hacen con la ayuda de una solución de ácido nítrico con agua (una medida de ácido por diez de agua). El procedimiento es el siguiente: a la superficie sobre la que se pretende trabajar se le extiende una delgada capa de cera inmune al ácido. Sobre ella se dibuja, que no es otra cosa que separar la cera dejando el metal al descubierto. Luego la plancha toda se mete en la solución de ácido y agua. El ácido penetra las línea de metal descubiertas. Cuanto más tiempo se deje en la solución la plancha, más penetra el ácido en los espacios al descubierto. El tiempo de inmersión, entonces, determinará la intensidad de la línea. Hasta aquí este procedimiento, que se suele usar para líneas y que lleva por nombre “agua fuerte”
La labor tonal se alcanza con una técnica similar llamada “agua tinta”. Ella supone que antes de encerar la superficie se le esparza diminutas partículas de un polvillo de cera dura, para lo cual se usa el mueble de colofonia, un recinto hermético en el centro del cual se pone la plancha que recibe las partículas que previamente agita un ventilador. Estas partículas se fijan con calor. Se calienta la plancha por debajo y la cera sólida esparcida se derrite formando surcos ordenados y parejos. Entonces tendremos una superficie encerada con trama uniforme y microscópica, a la que se le esparcirá cera líquida en aquellas partes que queremos blancas, y dejaremos descubiertas aquellas donde queramos sombras parejas. Y todo va de nuevo a la solución ácida, a partir de lo cual el tiempo de inmersión debe contarse en segundos, pues, como es de suponer, el encuentro del metal con el ácido es llano en aquellas partes que dejamos libres de cera líquida.
Una vez la plancha esté terminada, es decir, que el trabajo de su superficie corresponda a lo que quiere el artista, esta se imprime utilizando tinta y papel especial, ligeramente mojado. Se entinta la plancha también de manera uniforme. Sobre la mesa de la prensa se pone la plancha entintada y encima el papel, y se pasa el rodillo. La imagen entonces, como es lógico, aparecerá invertida en relación con la grabada en la plancha.
Los grabados no suelen llamarse copias. Todo grabado es una obra original múltiple. Esa es la obra de arte, y nunca la plancha que le dio lugar.
Se enumeran sencillamente respetando el orden en que se imprimen. Si el total son por ejemplo 50, el primero se numerará 1/50, el segundo, 2/50 y así sucesivamente. Cuando se les pone una P/A, quiere decir que tal grabado es una prueba de artista, es decir, uno que el artista obtuvo en su proceso final de verificación de estado.
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