Gaspar Casal Julián (Gerona, 31 de diciembre de 1680- Madrid, 10 de agosto de 1759) fue un médico español.

Biografía

Pasó la niñez en la Alcarria, patria de su madre, graduándose de bachiller en artes por la Universidad de Sigüenza en 1713, y parece que muy poco después ejercía en Madrid la profesión de médico sin que haya podido averiguarse cuándo ni dónde cursó oficialmente los correspondientes estudios.

Hacia 1718 llegó a Oviedo acompañando a los duques del Parque, y poco después es nombrado médico de la ciudad, cargo que desempeñó hasta el 5 de marzo de 1729, en que pasó al servicio del cabildo catedral. Ejerció en Oviedo treinta y tres años con gran prestigio profesional; en Oviedo enviudó de su primera mujer y contrajo segundas nupcias con María Rodríguez Fernández-Arango, natural del concejo de Oviedo. Tres de los cuatro hijos que tuvo de su primera esposa y los cinco que hubo de la segunda fueron ovetenses; por eso, aunque Casal nació en Gerona, tiene en Oviedo derecho a considerarle hijo adoptivo, como considera a su ilustre amigo, el Padre Feijoo.

Debemos a Fermín Canella la primera biografía de Casal, pero la vida del doctor en Oviedo fue descubierta, en lo que tuvo de dramática, por María Palmira Villa, que nos dio puntual información de cómo, en contra de lo hasta ella mantenido, vivió Casal en Oviedo una vida de zozobra, viendo a su primera mujer y a los hijos que de ella tuvo, perseguidos por el Tribunal de la Inquisición. Ese aspecto dramático de la vida de Casal ya había sido conocido por Fermín Canella. Esto se desprende de la carta que el 7 de mayo de 1902 le escribe Menéndez Pelayo, carta en la que, tras prometer apoyar la adquisición de ejemplares de la obra de Casal, le informa ampliamente de dónde pueden hallarse los papeles de Inquisición, especialmente los relativos a las Causas del Norte.

La obra que inmortalizó el nombre de Casal fue la Historia Natural y Médica del Principado de Asturias, en la que al referir las enfermedades endémicas de esta región, hace -el primero en el mundo- minuciosa descripción de la enfermedad llamada entonces en Asturias, Mal de la Rosa, posteriormente descrita por los italianos con el nombre de pelagra, nombre que prevaleció sobre el adoptado por Casal. En su estudio hace una observación bastante acertada de todos los síntomas cutáneos, mucosas, gastrointestinales, neurológicos, psíquicos, etc., y señala el preponderante uso del maíz en la alimentación de estos enfermos.

Es curioso advertir que, al estudiarse en tiempos modernos las enfermedades carenciales y descubrirse después la vitamina PP como factor antipelagroso, parecía que el maíz no desempeñaba en la etiología de la enfermedad más que el papel pasivo de no aportar esta vitamina y, sin embargo, posteriormente, Krehl y Hillman han podido demostrar que en el citado cereal existe buena proporción de factor PP, lo que inclina a pensar que a la vez contenga una sustancia antagónica o tóxica que, en armonía con lo supuesto por Casal, convierte a este cereal en causa activa y primordial etiología del Mal de la Rosa, aunque también es probable -como indicaron en 1956 Kodicek y colaboradores- que la vitamina PP o ácido nicotínico que contiene el maíz, esté en forma de combinación no asimilable, que sólo se haría útil y libre en el maíz hidrolizado con álcalis.

Se desconocen las causas por las que, después de tan arraigado en Oviedo, trasladó Casal su residencia a Madrid en 1751, aunque es de suponer que el prestigio alcanzado le daría seguridades de un más completo éxito en la Corte. Y así fue, en efecto, porque el 24 de agosto de 1751 fue nombrado Médico supernumerario de la Real Cámara y, probablemente, poco después, ingresó como académico de número de la Real Academia de Medicina. "Desde el impulso que tuvo por los médicos áulicos de Felipe V, tales como Michelet, Cerví, Higgins y otros -dice acertadamente Fermín Canella-, fue la Real Facultad la meta de los médicos españoles y a ella llegó Casal para ser compañero digno de los más famosos profesores de su época". Y médico del rey Don Fernando el Justo -como con igual acierto dice el citado autor-, Casal ascendió a protomédico de Castilla el 8 de enero de 1752. Encumbrado así, por su gran mérito, al más alto rango profesional, este médico, de dudosos estudios oficiales, pero de merecido renombre dejó de existir en Madrid.