- Guerra Sueco-Danesa (1658-1660)
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Guerra Sueco-Danesa de 1658-1660
Estudiantes de Copenhague participan en la defensa de la ciudad durante el asalto sueco de febrero de 1659. Óleo de Vilhelm Rosenstand (1889).Fecha 5 de agosto de 1658 - 26 de mayo de 1660 Lugar Dinamarca Resultado Victoria danesa Cambios territoriales Suecia regresa Bornholm y Trøndelag a Dinamarca y Noruega. Beligerantes
SueciaDinamarca-Noruega
Provincias Unidas
Brandeburgo-Prusia
República de las Dos NacionesComandantes Carlos X Gustavo
Carl Gustaf Wrangel
Gustaf Otto StenbockFederico III
Hans SchackLa Guerra Sueco-Danesa de 1658-1660, también conocida como La segunda guerra danesa de Carlos Gustavo, fue una guerra entre Suecia y Dinamarca-Noruega.
Se trataba de un nuevo intento del rey Carlos X Gustavo de Suecia de conquistar Dinamarca, tras salir victorioso de una anterior guerra. Sin embargo, esta vez el conflicto se internacionalizó y Suecia, además de encontrar una tenaz resistencia de los daneses, tuvo que lidiar en contra de una coalición formada por los Países Bajos, Brandeburgo, Polonia y Austria, que apoyaron a Dinamarca.
La guerra concluyó en 1680 con el Tratado de Copenhague, en el que Dinamarca-Noruega recuperó algunos de los territorios perdidos ante Suecia tres años atrás, pero no Escania ni Bohuslän. No se cambió la relación de fuerzas en la Europa del Norte, pero se consiguió evitar que se incrementara aún más la influencia sueca en la región.
Contenido
Antecedentes
En 1658, Carlos X Gustavo de Suecia había terminado una guerra contra Federico III de Dinamarca con una resonante victoria. Dinamarca había sido forzada a aceptar unas condiciones de paz humillantes en el Tratado de Roskilde, en el que perdió los territorios del sur de la península Escandinava y la isla de Bornholm. Noruega, el otro reino de Federico III, había perdido Bohuslän y Trøndelag. Europa quedó sorprendida por la rápida victoria, y Carlos Gustavo hizo publicar con orgullo las felicitaciones de otras naciones. No obstante, la paz trajo consigo más problemas. En el Tratado de Roskilde, Dinamarca fue obligada a suministrar provisiones al ejército sueco hasta mayo de 1658, pero éste necesitaba ser movilizado pronto. El soberano sueco sabía que su ejército no podría ser mantenido en su país por mucho tiempo, y desbandar las tropas no era una solución, con los polacos ávidos de venganza tras la invasión sueca de 1655. Suecia tenía potenciales campos de acción para una nueva guerra, y se consideró realizar una campaña en Livonia y Estonia, pero finalmente se abandonó esa posibilidad por motivos de falta de provisiones. El rey de Suecia evaluó que su objetivo principal era invadir la Prusia Real, pero también tenía en mente una venganza contra Federico Guillermo de Brandeburgo. Sin embargo, los numerosos enemigos en la Europa continental, entre ellos Polonia y unos hostiles Países Bajos, hacían que estas empresas requiriesen de un esfuerzo mayúsculo. Además, un nuevo ataque a Prusia tendría poco apoyo internacional, pues Francia apoyaba la paz. Parecía que la solución para Suecia era involucrarse en un nuevo conflicto con Dinamarca.
Cuando Dinamarca retrasó la entrega de algunas provisiones que el Tratado de Roskilde exigía, el rey sueco decidió utilizar eso como un pretexto para atacar, con los siguientes objetivos: terminar con la soberanía danesa, arrasar la capital Copenhague y dividir el país en cuatro regiones administrativas. Ello le permitiría a Suecia controlar el Mar Báltico y captar grandes ingresos. El objetivo de conquistar Dinamarca, por ambicioso que fuere, era, sin embargo, sólo un escalón de un plan mayor para una futura campaña sueca en la Europa continental sin la interferencia danesa.
Eventos
En junio de 1658 se tomó la decisión del ataque sueco. El 6 de agosto, una flota de 70 barcos con 5700 hombres y 18 piezas de artillería ligera pusieron rumbo a Dinamarca. Desde la guerra anterior, Jutlandia permanecía ocupada por tropas suecas, lo mismo que Fionia. Además, el mariscal de campo Gustaf Otto Stenbock había reunido refuerzos en Escania, en el sur de Suecia. El plan era marchar directamente hacia Copenhague.
Sitio de Copenhague
El 11 de agosto de 1658 Carlos X Gustavo y sus hombres llegaron a la colina Valby (donde actualmente está el palacio de Frederiksberg), en Selandia, desde donde divisaron la capital danesa. Su llegada era esperada por el rey Federico III, quien ordenó que todo edificio fuera de las murallas de la ciudad fuera incendiado, incluso cuando en el extrarradio habitaba un tercio de la población de Copenhague. Ese mismo día las puertas de la ciudad se cerraron para no volverse a abrir hasta después de 22 meses. Una flota sueca bloqueó el puerto para prevenir cualquier suministro por mar, dando inicio al sitio de la ciudad.
Cuando el rey de Suecia llegó a los límites de Copenhague, se encontró con la mitad de la ciudad en llamas y sus habitantes dispuestos a luchar. La disyuntiva estaba entre iniciar un ataque inmediato o sitiar la ciudad por hambre. Los consejeros del rey se dividieron, y Carlos Gustavo se inclinó por la segunda opción. Esta decisión ha sido cuestionada en la posteridad, ya que en un principio, las defensas danesas estaban en mal estado. Pero la población de Copenhague se unió en torno a Federico III y las murallas, fosos y otras estructuras defensivas de la ciudad fueron mejoradas rápidamente. Un gran número de cañones, procedentes de los barcos anclados en el puerto, fueron colocados en las murallas a lo largo de las posibles rutas de ataque. La ciudad contaba también con abundante material defensivo: 50 toneladas de plomo, 4000 mosquetes y 810 km de mecha.
El ejército sitiador consistía de 11 brigadas y 16 escuadrones, incluyendo 4000 efectivos de infantería, 2000 de caballería y 50 cañones. Los suecos tomaron una parte exterior de la fortificación de la ciudad, construida por Cristián IV y que había sido mal reparada. Los daneses lanzaron varios contraataques; por ejemplo, el 23 de agosto unos 3000 hombres, entre estudiantes, marineros y soldados, lanzaron un ataque sorpresa sobre los suecos a través de un pasadizo secreto en la muralla, destruyendo fortificaciones suecas en construcción y capturando tres cañones.
Sobre la ciudad cayeron diariamente más de 200 proyectiles de cañón. En el asedio también se hizo uso de varios obuses de gran tamaño, entre ellos el "Eric Hansson", empleado durante el sitio de Cracovia de 1656. Pero los habitantes de Copenhague resistieron el bombardeo.
Captura de Kronborg
En un tratado de 1649, los Países Bajos se habían comprometido a defender a Dinamarca de una agresión no provocada. Para mantener a los neerlandeses alejados del Báltico por si intentaban intervenir en el conflicto, Suecia intentó controlar el Oresund cuanto antes. El castillo de Kronborg, situado en la parte más estrecha del Oresund (apenas 4 km), tenía una posición estratégica de primer nivel. Federico III designó al coronel Poul Beenfeldt comandante del castillo y le ordenó defenderlo a cualquier coste. Si fracasaba la defensa, el castillo sería destruido para evitar que los suecos hicieran uso de él.
El 16 de agosto los suecos llegaron a Elsinor, se resguardaron en la ciudad y desde ahí comenzaron a bombardear el castillo. Los daneses respondieron al fuego, esperando incendiar la ciudad. Aunque incendiaron una docena de casas, el fuego no se extendió lo suficiente. A pesar que la artillería danesa bombardeó continuamente a los suecos, éstos lograron avanzar y apoderarse de la línea de defensa exterior del castillo. La moral de los defensores disminuyó con el avance del enemigo, y el comandante sueco, Karl Gustaf Wrangel, recurrió a un ardid: extendió el rumor de que Copenhague había caído y los soldados suecos comenzaron una falsa celebración. Desmoralizados, los daneses capitularon. La pérdida de Kronborg fue un duro golpe para Dinamarca: 77 cañones capturados fueron usados de inmediato en el asedio de Copenhague, y con el castillo en manos suecas, se creía que los neerlandeses se verían en dificultades para prestar ayuda a Dinamarca.
La batalla del Oresund
Independientemente de las esperanzas suecas de que los Países Bajos no entrarían al conflicto, éstos veían en el dominio sueco del Oresund una amenaza para el importante comercio en el Báltico. Por ello, enviaron 45 barcos en socorro de Dinamarca. El 7 de octubre de 1658, la flota neerlandesa zarpó de Vlie. Dos semanas después, el 22 de octubre, anclaron al noroeste de Elsinor por seis días, incapaces de continuar debido a las condiciones del viento. Wrangel propuso atacar a los neerlandeses, pero Carlos Gustavo evitó caer en provocaciones.
El 29 de octubre a las 8 de la mañana, se escuchó un disparo desde un barco neerlandés. Era la señal para avanzar y atacar a la línea sueca. La flota neerlandesa fue dividida en tres escuadrones. El vicealmirante Witte de With, a bordo del Brederod, de 54 cañones, inició la carga con su escuadrón de 11 barcos; le seguía el almirante Jacob van Wassenaer Obdam, a bordo del Eendracht —de 72 cañones—, con un escuadrón de 13 barcos, y finalmente, otro escuadrón de 11 barcos comandado por Pieter Florizzon. En total, la flota neerlandesa consistía en 45 barcos con 1838 cañones y 4000 marinos. Siguiendo a los barcos de guerra había muchos barcos de transporte con alimentos, municiones y 28 regimientos de soldados experimentados, en total 2300 hombres. Frente a ellos estaba una fuerza naval sueca compuesta por 43 barcos, con 1605 cañones y 4055 marinos. Los suecos tenían esperanzas en que la artillería de Kronborg causaría un gran daño. Carlos Gustavo realizó, personalmente, el primer disparo desde Kronborg, pero falló. Los neerlandeses habían decidido navegar cerca del lado sueco, donde había pocos cañones en tierra. Los suecos contaban con mayor número de cañones, pero los neerlandeses tenían el viento a su favor.
El encuentro fue confuso para ambas partes, y el cielo se oscureció por el humo de la pólvora. Muchos barcos resultaron dañados y cerca de 2000 hombres murieron o fueron heridos. Hacia el final de la batalla, un escuadrón de barcos daneses hizo contacto con los neerlandeses y los escoltó hacia el puerto de Copenhague. La flota sueca no pudo hacer nada para evitar que llegaran los refuerzos y las provisiones a la capital danesa. La flota combinada dano-neerlandesa tenía ahora el control del mar, y la flota sueca se vio obligada a retirarse hasta el puerto de Landskrona.
El asalto de Copenhague
Con la reapertura de las rutas marítimas de Copenhague, Carlos X Gustavo de Suecia tuvo dos opciones: demandar la paz o lanzar un ataque contra Copenhague, esperando que la conquista de la ciudad pondría fin a la guerra. El número de atacantes suecos no es muy claro, y podría haber ascendido a unos 8000 hombres. El rey planeó meticulosamente el ataque, pero no tuvo mucho cuidado de guardar el secreto; los daneses supieron los detalles del plan de ataque gracias a la información aportada por desertores y por espías infiltrados en los campamentos suecos. Los daneses contaban con 6000 soldados entrenados, además de otros 5000 hombres y mujeres civiles armados, lo que aumentaba el número de defensores a 11 000.
Con la intención de cansar a los defensores, las fuerzas suecas realizaron ataques de diversión en los alrededores de la ciudad por dos noches consecutivas, y el ataque principal dio comienzo a la medianoche del 11 de febrero de 1659. El grupo principal atacó por el sur desde el lago St. Jørgen, con el rey como comandante general y dos divisiones. En la isla de Slotsholmen se colocaron 100 cañones para contener a los suecos, pero éstos pudieron avanzar hasta la empalizada exterior. No obstante, una vez cruzada la barrera defensiva, los atacantes fueron detenidos por la presencia de fosos en el hielo excavados por los daneses y sus aliados holandeses. Los puentes que los suecos llevaban consigo no fueron suficientes para sortear los fosos, y los atacantes tuvieron que esperar a la llegada de nuevos puentes, mientras se mantenían expuestos al fuego de los defensores. Los suecos intentaron desesperadamente establecer una cabeza de puente en las murallas, pero finalmente fueron repelidos por los daneses.
Los atacantes del norte se movieron hacia el sur, hacia la puerta llamada de Østerport, cerca de la fortificación de Kastellet. Los suecos se acercaron al barrio de Nyboder y estuvieron a punto de cruzar el foso, pero fueron sorprendidos por una emboscada y tuvieron que retirarse con grandes pérdidas. Alrededor de las 6 de la mañana, Carlos X Gustavo se enteró de que todos los ataques habían fracasado y ordenó un repliegue hacia la periferia de la ciudad, de regreso a la posición inicial.
La batalla fue un triunfo importante para los daneses, y la burguesía de la ciudad, que participó activamente de la defensa, vio mejorar significativamente su posición frente a la nobleza.
Coalición antisueca
Durante la anterior Guerra sueco-danesa (1657-1658), Brandeburgo, Polonia y Austria hicieron preparativos para una eventual intervención a favor de Dinamarca, pero tomaron mucho tiempo y antes de llegar a buen término se alcanzó la paz entre los beligerantes. Sin embargo, las negociaciones estaban lo suficientemente avanzadas para que, en 1658, se pudiera formar una coalición multinacional para intervenir en Dinamarca.
Un número aproximado de 14 500 brandeburgueses al mando de Federico Guillermo, 10 600 austríacos comandados por el mariscal de campo italiano Raimondo Montecuccoli y 4 500 polacos dirigidos por Stefan Czarniecki cruzaron el río Óder el 14 de septiembre de 1658. Las posesiones suecas de la Europa Central fueron atacadas, y los austríacos mostraron especial interés en el asedio de la ciudad de Stettin, en la Pomerania Sueca. Pero la alianza antisueca padeció conflictos en su interior: los polacos tenían una mala opinión de Austria y por ello participaron con poco entusiasmo.
Con todo, los aliados lograron el control de Jutlandia, y los suecos en la península fueron forzados a una serie de retiradas. El 19 de mayo de 1659 los suecos abandonaron sus últimas posiciones en Fredriksodde y se atrincheraron en la isla de Fionia. Menos de dos semanas después, el 31 de mayo, comenzó el primer asalto aliado contra Fionia, con 9000 soldados. Contra ellos se enfrentaron 4000 soldados suecos, un número considerablemente menor, pero que consistía de veteranos. El primer ataque fue rechazado. El 26 de junio los aliados hicieron un segundo intento: las tropas desembarcaron después de un intenso bombardeo contra lo que se suponía eran posiciones suecas. Sin embargo, los suecos habían retrocedido y una vez a salvo, regresaron y recibieron a los aliados con fuego. La coalición había sido repelida nuevamente. Antes que los aliados pudieran realizar un tercer intento, una escuadra naval sueca dirigida por Owen Cox logró hundir un importante número de unidades de la flota aliada en Ebeltoft y tomar 1000 prisioneros. Finalmente, los aliados no lograron invadir Fionia, y se tomó la decisión de retirarse y atacar la Pomerania Sueca.
Mientras tanto, otras potencias europeas no tenían interés en que una potencia dominara el Mar Báltico. Tras largas negociaciones, conocidas como el Primer Congreso de La Haya, Inglaterra envió a la zona de guerra una flota de 43 barcos con más de 2000 cañones. Los británicos no participaban directamente en el conflicto, pero mandaban un claro mensaje a la flota neerlandesa que patrullaba las aguas danesas. Inglaterra trabajó arduamente para alcanzar la paz, a lo que se sumó Francia, que declaró su disposición a ayudar a los suecos si Dinamarca rechazaba una negociación.
Batalla de Nyborg
El 11 de noviembre de 1659, Hans Schack y sus tropas utilizaron barcos de transporte para trasladarse a la costa oriental de Fionia. Tras algunas dificultades causadas por la tenaz resistencia sueca, el comandante danés logró desembarcar cerca de Keterminde. El mayor general Ernst Albrecht von Eberstein, a cargo de las fuerzas aliadas destacadas en Jutlandia, se dirigió también hacia Fionia; el desembarco tuvo lugar dos días después, sin encontrar ninguna resistencia sueca. Tanto Eberstein como Schack marcharon hacia Odense, donde se encontrarían el 12 de noviembre. Hasta entonces, la invasión de Fionia estaba resultando fácil para daneses y aliados.
El comandante sueco Sulzbach cometió un error táctico al no atacar —al contrario de lo sugerido por sus generales— a Schack o Eberstein antes de que ambos pudieran reunirse. En vez de ello, prefirió retirarse a Nyborg. El rey de Suecia no estuvo de acuerdo e inmediatamente envió a Gustaf Otto Stenbock a relevar a Sulzbach en el mando. Cuando Stenbock llegó, encontró deficiencias en el sistema defensivo y envió una nota al rey avisando que no podía garantizarse la defensa de la ciudad.
En lugar de tomar ventaja de la situación, Eberstein y Schack discutieron sobre quién debía comandar las fuerzas combinadas. El embrollo fue resuelto cuando ambos acordaron que cada uno mandaría las fuerzas alternadamente cada dos días.
Los comandantes suecos decidieron poner un alto al avance enemigo. Unos pocos kilómetros al oeste de Nyborg, el ejército sueco de aproximadamente 5500 hombres se colocó en formación de batalla para interceptar el avance enemigo. Los suecos tenían una buena posición, con un pequeño lago en el flanco izquierdo y un bosque en el derecho, lo que les serviría de resguardo para una retirada a Nyborg si fuera necesario. Enfrente de ellos estaban 9000 hombres, con Eberstein al mando de ese día. Las fuerzas atacantes se dividieron en dos líneas, cada una comandada de manera independiente. Eberstein atacó tres veces, sólo para ser rechazado por un intenso fuego y cargas de la caballería sueca. El mismo Eberstein casi fue capturado.
Incluso entonces, Eberstein se negó a pedir asistencia a Schack. El coronel Ditlev Ahlefeldt, de las fuerzas aliadas, no dejaría que el orgullo y la vanidad fueran la causa del fracaso en el ataque, y rogó a Schack intervenir. Éste blandió su estoque y lanzó un enérgico ataque contra el flanco izquierdo sueco. Como resultado hubo una batalla sangrienta. La caballería sueca no fue rival para las tropas frescas danesas y escapó hacia Nyborg, dejando a su suerte a la infantería. Los jinetes polacos no mostraron conmiseración y arrasaron a la infantería sueca.
Los suecos pelearon valientemente, pero sus pérdidas fueron numerosas, con casi 2000 hombres caídos, cerca de la mitad del total de sus unidades. Mientras tanto, los aliados habían perdido 1900 hombres. Las defensas de Nyborg no estaban en condiciones de resistir un asedio, y los suecos no tuvieron más que capitular, dejando 5000 hombres prisioneros. Suecia acababa de sufrir una derrota devastadora.
La ciudad letona de Mitau (Jelgava) cayó ante un ejército polaco-lituano comandado por Aleksander Hilary Połubiński en enero de 1660. Al mismo tiempo, los aliados estaban preparando la invasión de Selandia. Las perspectivas eran malas para los suecos, pero afortunadamente para ellos, la guerra estaba cerca de su fin.
Insurgencias
Los suecos no fueron populares en los territorios que obtuvieron con el Tratado de Roskilde de 1658. Con los resultados adversos para Suecia en la guerra, los rebeldes vieron una oportunidad para levantarse contra el impopular gobierno. La respuesta sueca, especialmente en Escania, fue más sutil de lo que se podría pensar. Una campaña de terror hubiera sido especialmente desastrosa económicamente. En su lugar, se emplearon pequeñas patrullas en los bosques, combinadas con promesas de incentivos o castigos a los campesinos locales.
Trondheim
La provincia de Trondheim, de la cual la ciudad homónima era la más poblada, constituía el centro geográfico de Noruega. Después del tratado de paz de 1658, Noruega fue dividida en dos partes sin conexión entre el norte y el sur. El gobernador sueco Claes Stiernsköld contaba con 120 unidades de caballería y 600 de infantería, así como la presencia del buque Gotland en el puerto de Trondheim. El 28 de septiembre de 1658, una pequeña fuerza danesa de tres buques y varios barcos pequeños desembarcaron tropas en las cercanías de la ciudad. Otros dos barcos atacaron al Gotland, aunque no hubo daños de consideración entre ambos bandos.
Un pequeño refuerzo sueco llegó a Trondheim, pero la plaza no contaba con suficientes provisiones. El 4 de octubre, un ejército danés se acercó a la ciudad, reforzado por 1000 campesinos noruegos armados provenientes de las aldeas cercanas. Cuando tuvo noticias de la proximidad del auxilio, la población de Trondheim se rebeló, pero la rebelión fue rápidamente sofocada. Carlos X ordenó al lugarteniente Erik Drakenberg reunir un ejército en Jämtland y marchar hacia Trondheim, pero los refuerzos fueron detenidos por la presencia de campesinos noruegos defendiendo los pasos montañosos.
Los daneses aumentaron la presión sobre Trondheim, y la ciudad fue sometida diariamente a un baño de fuego. Pese a las promesas de Stiernsköld de no rendir la plaza, fue obligado a abandonar la ciudad el 11 de noviembre. De acuerdo con los términos de la rendición, se permitió a Stiernsköld y a sus hombres retirarse con honores militares.
Bornholm
El 29 de abril de 1658 se presentó en Bornholm el nuevo gobernador, el coronel Printzensköld, quien llegó a la isla con su familia y 130 soldados. Printzensköld enseguida implementó cierto número de impuestos impopulares y la conscripción de muchos jóvenes isleños. Además, la peste azotó la isla, matando a cerca de 10 000 personas, la mitad de la población. La ira y el resentimiento cundió entre los lugareños. Durante la invasión sueca de Dinamarca, Federico III envió cartas a los hombres notables de Bornholm, exhortándolos a la rebelión. Los lugareños no perdieron tiempo, y Printzensköld fue muerto a tiros durante una inspección el 8 de diciembre de 1659. Los suecos restantes, principalmente escaneses sin mucha lealtad al rey de Suecia, se rindieron. Con la armada sueca ocupada en el Oresund, Bornholm cayó bajo el control de Dinamarca.
Escania
Uno de los guardaespaldas de Federico III, Statius, viajó a Escania para organizar a los campesinos en guerrillas (conocidas como snapphane) e instigar el sentimiento antisueco. En Malmö, hubo una conspiración de ricos burgueses liderados por Bartholomaeus Mikkelsen. Se intentó atraer a la rebelión a Efvert Wiltfang, uno de los dos alcaldes de la ciudad, pero sin éxito, pese a que éste se declaró proclive a Federico III. A finales de diciembre un grupo de daneses intentaron una incursión en Escania, pero ésta se frustró a causa del tiempo y la mala navegación. Las autoridades suecas descubrieron la conspiración y los principales líderes fueron arrestados y condenados a muerte, entre ellos Mikkelsen y Wiltfang. El 22 de diciembre de 1659, Mikkelsen y otros dos fueron ejecutados, pero en un intento de tranquilizar a la población, se detuvieron las ejecuciones de Wiltfang y otras diez personas. Aunque la conspiración no tuvo éxito, en el campo continuó operando la insurgencia.
Tratado de paz y consecuencias
Carlos X Gustavo enfermó a inicios de 1660 y murió de neumonía la noche del 13 de febrero. Con la muerte del monarca sueco desaparecía uno de los principales obstáculos para la paz. En abril se firmó el Tratado de Oliva entre Suecia y Polonia, Austria y Brandeburgo. Sin embargo, los daneses se mostraban reacios a la paz tras su reciente éxito militar. Después de varias concesiones, los Países Bajos levantaron el bloqueo del puerto de Landskrona, lo que permitió a la flota sueca salir hacia el Oresund y bloquear Copenhague. La diplomacia danesa pronto contó nuevamente con el respaldo holandés en la guerra, y una guerra abierta entre Suecia y los Países Bajos parecía inminente. Francia e Inglaterra intervinieron a favor de los suecos, orillando la situación hacia un conflicto mayor.
El estadista danés Hannibal Sehested fue instruido por Federico III para negociar con los suecos, y de hecho, el tratado resultante puede ser acreditado a Sehested en gran medida. Sin ninguna injerencia directa de otras potencias, daneses y suecos pudieron negociar el Tratado de Copenhague en semanas, para sorpresa de las partes. Un motivo de disputa fueron las islas de Hven y Bornholm; ésta última había recibido la promesa personal de protección por parte del rey danés. Finalmente, Bornholm quedó bajo control danés.
En el Tratado de Roskilde dos años antes, Dinamarca había sido obligada a ceder las provincias de Escania, Halland, Blekinge, la isla de Bornholm y la provincia noruega de Trøndelag. El Tratado de Copenhague ratificó el dominio sueco sobre Escania, Halland y Blekinge, mientras que Bornholm y Trøndelag regresaron a manos danesas; fue una victoria para Dinamarca pero no representó la marcha atrás del costoso tratado anterior. El Tratado de Copenhague de 1660 estableció las fronteras actuales entre Dinamarca, Suecia y Noruega.
Carlos X fue incapaz de repetir su resonante triunfo de la guerra de 1657-1658 contra Dinamarca y no pudo neutralizar militarmente a las fuerzas combinadas de sus enemigos. Suecia estaba cerca de dominar por completo el Mar Báltico, lo cual no convenía a los intereses internacionales. Inglaterra, Francia y en menor grado los Países Bajos favorecieron el regreso al statu quo del Tratado de Roskilde.
En Dinamarca, la guerra ocasionó profundos cambios sociales. Federico III, favorecido en popularidad gracias a la guerra, obligó a las familias nobles, que habían tenido gran poder en el país, a aceptar una monarquía hereditaria y conceder vastos poderes a la corona.
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