- Hermanos Carvajales
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Hermanos Carvajales
Don Juan Alfonso de Carvajal y Don Pedro Alfonso de Carvajal, Maestres Comendadores de la Orden de Calatrava y servidores del rey Don Fernando IV de Castilla en Martos, provincia de Jaén, España
Leyenda
Según la leyenda, allá por el año 1312, estando el rey en la ciudad de Palencia, llegó a sus oidos la brutal muerte que el caballero Don Juan de Benavides, privado del rey, había sufrido a manos de dos hombres. El rey entonces sospechó injustamente que los asesinos podían haber sido los Carvajales, por lo que yendo este hacia una batalla en la provincia de Jaén, pasó por la ciudad de Martos, donde encontró a ambos caballeros. Allí los Carvajales fueron injustamente apresados y retenidos.
Fueron los hidalgos conducidos al Castillo de la Peña, en la cima de la Peña de Martos, una montaña rocosa situada en la ciudad, y allí fueron juzgados por el rey Fernando IV de Castilla a morir de una forma cruel e inhumana. Tal fue la sentencia que fueron juzgados a ser despeñados desde la cima, encarcelados en una jaula con puas de hierro.
Ante tal cruel desdicha, los hermanos, no podían más que suplicar justicia y mantener su inocencia, pero el rey omitiendo sus suplicas hizo firme su juicio.
Antes de morir sin embargo, una última conjura salió de boca de los Carvajales. Manteniendo su inocencia, emplazaron al rey a asistir junto a ellos ante el tribunal supremo de Dios, a los treinta días fijos desde aquella matanza.
Los Carvajales fueron despeñados ante la atónita mirada de los vecinos de Martos, que rompían en lloros e injurias ante la cruel venganza.
Hecha la ejecución, y muertos los reos, el Rey marchó a batallar a Alcaudete, donde cayó enfermo, y fue llevado a su Castillo en Jaén, donde murió el 7 de septiembre de 1312, justo el día que vencía el plazo de los treinta días fijado por los Hermanos Carvajales para reunirse con ellos ante Dios. Por esto, Fernando IV de Castilla fue llamado "el emplazado".
Cruz del Lloro
En la ciudad de Martos, justo en el lugar en el que fue a parar la jaula en la que se llevó a cabo la ejecución, y desde donde una multitud lloraba la pérdida, fue levantada una cruz sobre una gran columna de piedra, que fue llamada "Cruz del Lloro", como símbolo de la justicia de Dios.
Los restos de los Carvajales se conservan en la Real Iglesia de Santa Marta de Martos, bajo una pesada lápida.
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