- Historia de Portugal (1112-1279)
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El origen de Portugal, como un estado independiente, se remonta a la Reconquista de la Península Ibérica. Durante el siglo XI, caballeros cruzados de toda Europa llegaron a la península para ayudar a los reyes de los reinos de Castilla, León y Aragón en su lucha contra los musulmanes. Entre esos aventureros se encontraba Enrique de Borgoña, un guerrero ambicioso cuya madre era catalana y quien, en 1095, se casó con Teresa, la hija natural de Alfonso VI, rey de León.
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Segundo condado portucalense
El condado de Portugal, que habían vencido a los musulmanes durante campañas entre los años 1055-1064 se incluyó dentro de la dote de Teresa. Enrique gobernó como vasallo de Alfonso VI, el cual murió en 1109 dando todos sus territorios a su hija legítima Urraca, lo que provocó la invasión de Enrique para añadir León a sus dominios como vasallo.
Tras tres años de guerras contra Urraca y otros rivales por el trono de León, el Conde Enrique murió en 1112, dejando a su viuda Teresa al frente del gobierno de Portugal, mientras durara la minoría de edad del infante Afonso. El pequeño condado sólo se extendía hasta la localidad de Mondego.
Teresa continuó con la lucha contra su hermanastra y soberana Urraca entre 1116 y 1117, así como en 1120. En 1121 Teresa se refugió en el castillo de Lanhoso, donde sufrió el cerco que le fue impuesto por Urraca y capturada. Estableciéndose una paz, negociada por los arzobispos de Santiago de Compostela y de Braga, unos eclesiásticos rivales cuya riqueza y poder militar les permitían dictar órdenes. Entre ambos arzobispos existía una gran rivalidad, ya que ambos luchaban por ser el primado de "todas las Españas" y su antagonismo tenía alguna importancia histórica ya que fue el que creó las tendencias separatistas entre los Portugueses. Sin embargo, la lucha fue suspendida temporalmente porque ambos, virtualmente príncipes dentro de sus territorios, tenían razones someterse a la autoridad de Urraca. Se pactó que Teresa fuera liberada y continuara gobernando en su condado como un feudo de León, enmarcado dentro del Reino de Galicia.
Durante los cinco siguientes años, compartió riquezas y títulos con su amante Fernando Pérez, conde de Traba, a pesar de la desaprobación de su hijo Alfonso Enriquez, el arzobispo de Braga y muchos nobles, la mayoría de ellos caballeros y aventureros extranjeros. Durante la minoría de Alfonso Enriquez, Teresa rechazó entregarle el control de la herencia paterna, pero ya mayor de edad, madre y hijo entraron en guerra abierta. Aprovechando un conflicto entre Teresa y el rey de Alfonso VII de León en 1128, Alfonso Enríquez derrotó a su madre batalla de San Mamede, y Teresa marchó con su amante al exilio. Murió en 1130.
Alfonso, que se convirtió en Conde de Portugal en 1128 fue uno de los héroes de los romances medievales; sus expolios fueron relatados por trovadores por toda la Europa sur occidental, e incluso en África ibn Errik "El hijo de Enrique" era conocido y temido. Los anales de su reino están difuminados por una gran cantidad de leyendas, entre las cuales se debe incluir el nombramiento de cortes que se celebraron en Lamego en 1143.
Alfonso estaba ocupado en todas sus fronteras luchando contra sus vecinos cristianos y musulmanes. Doce años de campañas en la frontera con Galicia terminaron en 1143, mediante la Paz de Zamora, en la cual Alfonso fue reconocido como soberano independiente, aunque prometió ser un vasallo del papa y pagarle un tributo anual de 4 onzas de oro. En 1167, volvió la guerra. Alfonso venció en la conquista de parte de Galicia, pero en el intento de tomar Badajoz fue derrotado por las tropas de Fernando II de León (1169). Fernando era su cuñado, y estaba dispuesto a negociar debido a la invasión mora que era inminente y en la cual Portugal podría rendir una útil ayuda. Alfonso fue liberado con la promesa de que abandonara las zonas tomadas de Galicia.
Reconquista en Portugal
Alfonso había logrado varias victorias sobre los musulmanes. Al principios de su reinado, el fervor religioso que había sostenido a la dinastía Almorávide estaba decayendo; en Portugal los jefes musulmanes independientes gobernaban sobre ciudades y pequeños Taifas; en África los Almohades estaban destruyendo los restos del poder Almorávide. Alfonso ganó ventaja y logró invadir el Alentejo, reforzado por los templarios y los hospitalarios, cuyos cuarteles generales se encontraban en Tomar y Soure respectivamente.
El 25 de julio de 1139 venció a las fuerzas musulmanas en la planicie de Ourique, Alentejo. La leyenda ha magnificado su victoria hasta decir que 200 mil musulmanes cayeron bajo las espadas de cinco reyes; pero pese a que la batalla había sido tan decisiva, en 1140 los musulmanes fueron capaces de llegar a la fortaleza de Leiria construida por Alfonso en 1135 como puesto de defensa de la ciudad de Coímbra, su capital. En 1140 los templarios fueron derrotados en Soure. Pero el 15 de marzo de 1148 Alfonso tomó la fortaleza de Santarém y al mismo tiempo, un grupo de cruzados en su viaje hasta Palestina arribaron a Oporto y fueron voluntarios del Asedio de Lisboa. Entre ellos había varios ingleses, alemanes y flamencos, que luego fueron inducidos a establecerse en Portugal. Ayudado por las fuerzas aliadas, Alfonso capturó Lisboa el 25 de octubre de 1147.
Esta fue la mayor victoria de su reinado. Las ciudades musulmanas de Palmela, Sintra y Almada capitularon enseguida y en 1158, Alcácer do Sal, uno de los puestos comerciales más importantes de los musulmanes fue conquistado. Durante este tiempo, se produjo el triunfo de los Almohades en el norte de África, invadiendo la Península, donde se toparon con la Reconquista portuguesa y lograron recuperar territorios, pese a que algunos grupos de cruzados se habían establecido en localidades alentejanas. Uno de los colonos más importantes fue Gerardo Sempavor ("Gerardo sin miedo"), que capturó Évora en 1165.
En 1171 Alfonso terminó una tregua de 7 años con los musulmanes; debilitado por su edad, no pudo seguir llevando las riendas de su país y delegó el cargo de comandante en jefe del ejército en su hijo Sancho. Entre 1179 y 1184 los musulmanes recuperaron muchas de sus pérdidas en el Alentejo, pero fueron incapaces de recuperar Santarém y Lisboa. En 1179, a través de la bula papal Manifestis Probatum, el papa Alejandro III reconoció a Portugal como una nación independiente y Alfonso y sus herederos como sus reyes. Alfonso murió el 6 de diciembre de 1185. Había asegurado Portugal, con el estatus y el nombre de un reino independiente, y había extendido su frontera hacia el sur desde Mondego hasta el Tajo. Además había creado la armada portuguesa y había reforzado, si es que no lo hubiera inaugurado, el sistema de cooperación entre la Corona y las órdenes militares que más tarde brindaron un extraordinario servicio al desarrollo marítimo y económico de la nación.
Sancho I continuó la guerra contra los musulmanes con periodos de victorias y de derrotas. En 1189 conquistó Silves la capital del Algarve de la época; en 1192 no sólo perdió el Algarve sino también grandes partes del Alentejo incluyendo Alcácer do Sal, que recuperaron los Almohades. Terminaría por firmar una tregua.
Durante los ocho siguientes años, Sancho se enfrentaría a Alfonso IX. Los motivos de estas hostilidades son oscuros. Terminó en 1201 y la última década del reinado de Sancho fue un periodo de paz y repoblación, motivo por el cual el rey recibió el sobrenombre de el repoblador.
Otorgó Cartas Pueblas a varias ciudades, legalizando el sistema de autonomía que los romanos habían transmitido a los visigodos y estos a los musulmanes, que en ocasiones habían mantenido y en otras no. Lisboa ya había recibido un fuero por parte de Alfonso I en 1179. Sancho se preocupó de atraer a inmigrantes y fomentar la agricultura garantizando tierras a las órdenes militares y municipios, regalándoles propiedades y derechos de cultivo. Cerca del fin de su reinado se vio envuelto en una disputa con el Inocencio III. Él había insistido en que los curas deberían acompañar a sus tropas en la batalla, que debían estar sometidos a la jurisdicción secular además de haber rechazado pagar un canon a Roma e incluso haber reclamado territorios eclesiásticos. Finalmente tuvo una disputa con Martinho Rodrigues, el impopular obispo de Oporto, que fue asediado durante cinco meses en su palacio y forzado a exigir reparaciones a Roma (1290). Cuando sancho se encontraba enfermo y no tenía forma de resistirse a la presión papal, en 1210 accedió a una sumisión total. Repartió sus territorios entre sus hijos e hijas y se retiró al Monasterio de Alcobaça donde murió en 1211.
Sancho II
Sancho II le sucedió cuando contaba con trece años de edad. Para asegurar la eliminación del edicto, los hombres de Estado que habían dirigido el país durante el reinado del rey anterior, dimitieron de sus puestos. Estêvão Soares, arzobispo de Braga, se colocó como cabeza de los nobles y eclesiásticos que intentaban usurpar el poder real durante la minoría de edad de Sancho II, negociando una alianza con Alfonso IX de León, a través de la cual los Portugueses debían atacar Elvas y los castellanos Badajoz.
Elvas fue tomada a los musulmanes en 1226 y en 1227 Sancho asumió el control del reino. Continuó la cruzada contra los musulmanes, que fueron expulsados de sus últimos reductos en el Alentejo y entre 1239 y 1244, tras una disputa con Roma, que de nuevo terminaría en un interdicto y la sumisión del rey portugués, ganó varias batallas en el Algarve. Pero sus conquistas fueron cortadas por una revolución cuyo pretexto era su matrimonio con una castellana, Mecia Lopez.
La legitimidad de la unión fue cuestionada, en base a datos insuficientes; pero de la impopularidad no hay dudas. Los obispos, resentidos por el aprecio de Sancho a los ministros anticlericales de su padre, tomaron ventaja de su impopularidad para organizar la rebelión. Alfonso, el hermano de Sancho se convirtió en su líder, que había adquirido el título de Conde de Boulogne por su matrimonio con la condesa Matilda. El papa dictó una bula a favor de Alfonso, quien llegaría a Lisboa en 1246; y tras una guerra civil de dos años Sancho II se retiró a Toledo donde murió en enero de 1248.
Alfonso III
Uno de los primeros actos del nuevo rey y de los más importantes fue abandonar los títulos semieclesiásticos de visitador o curador del reino y proclamarse rey. Hasta esa época, la posición de la monarquía era precaria; Mientras que en Aragón la nobleza y el clero habían ejercido un gran control sobre su rey nominal, el nuevo rey quería afianzar el papel del monarca y su posición por encima de sus súbditos. Esto marcó un paso definitivo en la evolución de la monarquía nacional y el gobierno centralizado.
Un segundo paso se dio justo después del final de la conquista del Algarve, el último reducto de los musulmanes. Esto trajo problemas con Alfonso X el cual consideraba que el Algarve debía ser un estado feudal de Castilla. La guerra que se llevó a cabo terminó con la aceptación de Alfonso III de Beatriz de Guzmán, hija ilegítima de Alfonso X, como esposa y mantener el Algarve como feudo de Castilla. La celebración de su matrimonio, mientras Matilda, la condesa de Boulogne y primera mujer de Alfonso III seguía viva, supuso la imposición de un interdicto sobre el reino. En 1254, Alfonso III convocó cortes en Leiria en las cuales participaron por primera vez las ciudades en igualdad de condiciones que el clero y la nobleza.
Reforzado por el apoyo de las cortes al rey, rehusó someterse a Roma. Durante las Cortes de Coimbra de 1261, mejoró su posición debido a la conciliación de los representantes de las ciudades, que denunciaron el uso de una moneda devaluada y reconociendo que los impuestos no se podían poder sin la aprobación de las Cortes. El clero sufrió mucho durante el interdicto y en 1262 Urbano IV legalizó el matrimonio en disputa y legitimizó a Dionisio, el hijo mayor del rey. Esto dio fin a la lucha por la supremacía entre la Iglesia y la Corona.
La monarquía logró su triunfo en el campeonato de intereses nacionales, al recibir el apoyo de los municipios y las órdenes militares y el prestigio ganado por los ejércitos en las guerras con los musulmanes y con Castilla. En 1263 Alfonso X renunció a su petición de gobernar sobre el Algarve, y fue ahí cuando Portugal alcanzó los límites que mantiene hoy en día, logrando su completa independencia. Lisboa fue reconocida como la capital. Alfonso III continuó reinando hasta su muerte en 1279, pero la paz de sus últimos años fue rota durante la rebelión que tuvo lugar bajo el reinado de Dionisio I.
Véase también
Categoría:- Historia medieval de Portugal
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