Leonor de Castilla y Portugal (nacida en 1310 - Castrojeriz, Castilla y León, 1359) fue infanta de Castilla y reina consorte de la Corona de Aragón entre 1328 y 1336 por su matrimonio con Alfonso IV de Aragón.

Orígenes familiares

Hija mayor de Fernando IV el Emplazado, rey de Castilla y León y de su esposa Constanza de Portugal. Era nieta por línea paterna del rey Sancho IV el Bravo y de la reina María de Molina. Por parte materna era nieta del rey Dionisio I de Portugal y de la reina Santa Isabel de Portugal. Fue la hermana mayor del rey Alfonso XI el Justiciero, rey de Castilla y León y tía de Pedro I el Cruel, que ordenó asesinarla en 1359.

Nupcias y descendientes

Retrato de Alfonso IV el Benigno, rey de Aragón, esposo de Leonor de Castilla y de Portugal.

En su infancia fue prometida al infante Jaime de Aragón y de Anjou, hijo primogénito del rey de Aragón Jaime II el Justo. Sin embargo, el infante y heredero de la corona Jaime, deseoso de recibir las órdenes sagradas y de ingresar en un monasterio, renunció a desposarse con la infanta castellana en el momento en que se celebraba el enlace en Gandesa, con lo cual la infanta se vió obligada a volver a Castilla.

El 5 de febrero de 1329 contrajo matrimonio en la Catedral de Tarragona con el rey de Aragón Alfonso IV el Benigno, viudo de su primera esposa, que ya le había proporcionado varios hijos, Teresa de Entenza. Frutos de este matrimonio nacieron:

• Infante Fernando de Aragón (1329-1363), marqués de Tortosa
• Infante Juan de Aragón (1330-1358). Contrajo matrimonio con Isabel Núñez de Lara y fue asesinado en 1358 por orden de su primo Pedro I el Cruel, rey de Castilla.

Sucesión a la Corona

Según el principio de la indivisibilidad de la corona, la sucesión en el trono a la muerte de Alfonso IV, ocurrida en 1336, correspondía a su hijo el Infante Pedro, hijo de Teresa de Entenza, primera esposa del difunto rey, que pasó a ser rey con el nombre de Pedro IV a lamuerte de su padre.

Por ello, y en previsión de ese acontecimiento, la reina Leonor presionó a su esposo para que consintiese en hacer importantes donaciones territoriales a los hijos nacidos de ambos, los infantes Fernando y Juan. El rey se mostró generoso y concedió a su hijo Fernando el marquesado de Tortosa y diversas poblaciones importantes en el reino de Valencia. Su hermano, el infante Juan, también recibió algunos señoríos.

Estas donaciones por parte de Alfonso IV menguaban considerablemente el patrimonio de la Corona y perjudicaban sobre todo al infante Pedro, futuro Pedro IV el Ceremonioso, dando con ello lugar a un clima de resentimiento en la corte barcelonesa. A causa de ello la nobleza se dividirá y una parte apoyará a la reina Leonor y a sus dos hijos. Sin embargo, en el reino de Valencia, los súbditos valencianos protestaron enérgicamente ante estas donaciones, por lo que el rey decidió revocar parte de ellas.

Asesinato y sepultura de la reina Leonor de Castilla y de Portugal

Colegiata de Nuestra Señora del Manzano de Castrojeriz, donde se conserva un sepulcro que se supone contiene los restos de la Reina Leonor de Castilla, hija de Fernando IV el Emplazado.

Poco antes de la muerte del rey Alfonso, Leonor huyó a Castilla acompañada por sus dos hijos, Fernando y Juan, por temor a una más que probable venganza de su hijastro, quien ya reinaba en Aragón con el nombre de Pedro IV. Posteriormente, durante la Guerra de los dos Pedros, la reina Leonor fue hecha prisionera por su sobrino Pedro I el Cruel, quien la hizo asesinar en el Castillo de Castrojeriz en 1359.

Se ignora el verdadero paradero de los restos mortales de la reina Leonor, a pesar de que hay tres lugares en España que manifiestan albergar sus despojos mortales. Los tres lugares que se adjudican la posesión de sus restos son la Catedral de la Seu Vella de Lérida, la Colegiata de Nuestra Señora del Manzano de Castrojeriz, en la provincia de Burgos y por último, el Monasterio de las Huelgas, de Burgos.

En los tres lugares hay sepulcros en los que se asegura que descansan los restos de la reina Leonor, y los tres disponen de sobradas justificaciones para atribuirselos. Por ello, es absurdo dar la preferencia a un lugar antes que a otro.

Bibliografía

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