- No está en los genes. Crítica del racismo biológico
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No está en los genes. Crítica del racismo biológico
La obra No está en los genes. Crítica del racismo biológico fue publicada en 1984. Sus autores, Richard Lewontin, Steven Rose y Leon J. Kamin tratan de ofrecernos una visión de las raíces científicas y sociales del determinismo biológico, analizando las funciones sociales y pretensiones de cientificidad del mismo.
Contenido
Capítulo I. La nueva derecha y el viejo determinismo
En el capítulo I, los autores exponen cómo hacia 1980 se introduce en Gran Bretaña y Estados Unidos la ideología de lo que denominan Nueva Derecha, se impone frente al liberalismo anterior.
Filosóficamente, esta Nueva Derecha se remonta a la visión de Thomas Hobbes de la existencia humana como una guerra de todos contra todos, en la que las relaciones humanas se basan en la competitividad y la desconfianza mutua. Desde esta posición, se considera que el objetivo de la organización social era el de regular estas características inevitables de la condición humana. La visión de Hobbes de la condición humana se derivaba de su comprensión de la biología humana, siendo la inevitabilidad biológica la que convertía a los hombres en lo que eran.
Esta creencia se enmarca dentro del reduccionismo, que explica las propiedades de conjuntos complejos como puede ser una sociedad, en términos de las unidades de que están compuestos. Así las propiedades de una sociedad humana son la suma de los comportamientos individuales de los hombres que componen dicha sociedad. Dentro de este contexto, la explicación que se daría de una sociedad agresiva, sería que los individuos que la componen son agresivos.
Una postura enmarcada dentro del reduccionismo es la del determinismo biológico, que postula que las vidas y acciones humanas son consecuencias inevitables de propiedades bioquímicas de las células que constituyen a cada individuo, y estas a su vez están determinadas por los constituyentes de los genes que posee cada individuo. Así, la naturaleza humana estaría determinada por los genes.
A través de esta posición se han conseguido explicar desigualdades de status, riqueza y poder en las sociedades capitalistas industriales contemporáneas, definiendo los comportamientos humanos como características naturales de dichas sociedades. Este determinismo biológico ha sido aceptado por la nueva derecha como legitimador, ya que si estas desigualdades son determinadas biológicamente, entonces son inevitables e inmutables. De este modo queda paralizada la vía liberal de remediar desigualdades a través de medios sociales, ya que supondría “ir contra la naturaleza”.
A través de esta obra se pretende ofrecer una explicación de los orígenes y funciones del determinismo biológico y someterlos a examen por sus pretensiones vacías de la relación de la naturaleza y los límites de la sociedad humana en lo que toca a la igualdad, la clase, la raza y el sexo. Ante todo Lewontin, Rose y Kamin plantean que podemos conseguir vivir en una sociedad mejor que la actual; y que las desigualdades de riqueza, poder y status no son naturales, sino obstáculos impuestos socialmente, que impiden en último término la creación de una sociedad en la que el potencial creativo de sus ciudadanos se emplee para el beneficio de la misma.
Estos autores pretenden encaminarnos hacia una comprensión dialéctica en contraposición con la reduccionista, que hemos explicado anteriormente. Dicha comprensión dialéctica considera que las propiedades de las partes y de los conjuntos se determinan mutuamente, de modo que las propiedades de los hombres no se dan aisladamente, sino que surgen como consecuencia de su vida en sociedad, tratando así de dar una explicación coherente y unitaria del mundo material.
Capítulo II. La política del determinismo biológico
En el capítulo II, exponen cómo en Gran Bretaña las diferencias biológicas en el coeficiente intelectual se convirtieron en un elemento en la campaña del gobierno contra la inmigración de asiáticos y negros.
Otro ámbito en el que el determinismo biológico tiene claramente consecuencias políticas, es en el de la explicación del dominio de los hombres sobre las mujeres, basándose en diferencias biológicas entre los dos sexos en lo concerniente al temperamento, a la habilidad cognitiva y al papel de cada uno dentro de la sociedad.
Capítulo IV. La legitimación de la desigualdad
En el capítulo IV, nos cuentan cómo también a través de esta postura determinista se han postulado curas, en tanto que si los genes producen el comportamiento, los malos genes producen el mal comportamiento. De modo que ante el mal comportamiento el tratamiento adecuado serían pastillas, por ejemplo. Así, numerosos prisioneros han sido curados por medio de medicamentos o de los métodos de condicionamiento utilizados por la psicología del comportamiento animal.
Estos deterministas también aplican sus remedios curativos a niños hiperactivos o que sufren una disfunción cerebral mínima. Se considera nuevamente que los individuos son los que deben ser modificados para adaptarse a la institución social, que en ningún caso se cuestiona, ni se contempla alteración alguna en ella.
Según los autores, un rasgo importante de este determinismo biológico como ideología política, sería su pretensión de considerarse científico. Para ello se sirven de la utilización de los científicos como las autoridades últimas.
A partir del siglo XX en el que la ciencia de investigación se realiza en universidades, éstas se han convertido según nuestros autores en las creadoras de la ideología del determinismo biológico. Ya que es a través de estas universidades donde se prepara al personal que enseñará en los colegios, o en los centros de enseñanza al profesorado. Además los periódicos, revistas y televisión aportan una visión de la universidad como fuente del conocimiento especializado.
Capítulo VI. El determinismo del patriarcado
En el capítulo VI, estos autores exponen el hecho evidente en nuestras sociedades de que se producen diferencias de status, riqueza y poder entre hombres y mujeres. Hay una división entre hombres y mujeres en el trabajo: los hombres tienden a realizar los trabajos más duros, mayoritarios y mejor pagados y las mujeres, por el contrario, los que requieren menos fuerza, están peor pagados e implican mayor subordinación. Además de que toda una rama del trabajo se le asigna a la mujer, esta es la de la labor reproductora, que no se limita al momento del parto biológico, sino a la de preparar comida, ropa, al padre de familia, y a los hijos por supuesto, transmitiendo además su actividad a las siguientes generaciones.
A la pregunta de ¿por qué existe el patriarcado?, se podría responder que una posibilidad sería que es una forma de organización social que es preservada por aquellos que se benefician de ella, mientras que otros opinarían que es una consecuencia de las diferencias biológicas que se dan entre hombres y mujeres.
Ante el auge del movimiento feminista, el determinismo biológico afirmaba que desempeñar papeles de líder en la vida pública es cosa de hombres. Atacan al movimiento feminista también afirmando que el hecho de que las mujeres ocupen un lugar destacado en los negocios traería consigo cierto peligro, en tanto que se produciría desorganización en las empresas por las “olas de embarazos”. La conclusión a la que quiere conducirnos el determinismo es la de que es un error que las mujeres trabajen fuera de casa , ya que trastorna la economía, porque la seguridad social tiene entonces que pagar sus servicios, que de estar la mujer en el hogar serían suministrados a través de su labor femenina no remunerada.
Así, para los deterministas biológicos las divisiones de género en la sociedad se fundan en diferencias biológicas. El argumento determinista tiene una estructura según nuestros autores, familiar, en tanto que empieza evidenciando las diferencias entre hombres y mujeres, tomando estos hechos como incuestionables, e intenta unificar todas las diferencias más frecuentemente observadas, en base a las opiniones de la sociobiología (de la que hablaremos más adelante), que apela a que las diferencias de sexo han surgido gradualmente por selección natural, como consecuencia de los diferentes papeles biológicos que ocupan los dos sexos en lo que toca la reproducción , convirtiéndolo así en una ventaja social. A través de este argumento ya se nos muestra cómo las desigualdades no sólo son inevitables, sino que además tienen una función.
Capítulo IX. Sociobiología: la síntesis total
El capítulo IX lo dedican al análisis de la sociobiología, una teoría de la sociedad que los autores caracterizan del siguiente modo:
- En primer lugar la sociobiología hace una descripción del fenómeno que pretende explicar. Para ello cita una lista extensiva de características que adopta como universales en una sociedad humana. Describiendo fenómenos muy distintos entre sí, como la cocina, la guerra, la religión, etc.
- En segundo lugar, tras haber descrito la naturaleza humana, se afirma que las características universales se encuentran codificadas dentro del genotipo humano. En general, los sociobiólogos mantienen que la organización social humana es consecuencia de la acción genética.
- Y, en tercer lugar, se produce el intento de demostrar que los universales sociales humanos que son consecuencia de la genética han sido establecidos a través de la selección natural durante la evolución biológica de los hombres.
Así a través de este método sociobiológico, como dicen nuestros autores tras contemplar un determinado rasgo, se lleva a cabo una reconstrucción ficticia de la historia de los hombres, mediante la cual quedase expuesto que este rasgo fue adaptativo, o que habría llevado a los portadores de estos hipotéticos genes que produjeron el rasgo a dejar herencia.
Ante la cuestión de la descripción de la naturaleza humana, que pretende llevar a cabo la sociobiología, parece según nuestros autores que no han tenido en cuenta la complejidad de la vida social humana en el pasado y el presente.
Apuntan nuestros autores que resulta de gran dificultad presentar todo el conjunto de fenómenos sociales que pueden aparecer como pertenecientes a la naturaleza humana. De hecho, hasta se producen discrepancias entre los propios sociobiólogos ante esta cuestión. Aunque en términos generales, consideran a los hombres como animales egoístas, cuya organización social, aunque parezca de cooperatividad, es una consecuencia de la selección natural. Caracterizan a los hombres por su xenofobia, agresividad, fe ciega, etc.
Los Sociobiólogos explican el comportamiento generoso como una forma de egoísmo en tanto que el individuo se encuentra en esa situación motivado por la expectativa de obtener una recompensa.
Según nuestros autores, a través de las descripciones de la naturaleza humana que encontramos en las obras de sociobiología se pone de manifiesto que los sociobiólogos todavía no se han enfrentado con los problemas principales en la descripción del comportamiento humano. Utilizan para ello las categorías que aplican a la naturaleza humana, tales como agresión, territorialidad, xenofobia, etc, como si fuesen objetos materiales, dotados de una realidad concreta. En lugar de ver que son constructos ideológicos históricamente condicionados.
Según nuestros autores los sociobiólogos cometen cuatro clases de error en la descripción de las sociedades humanas, a saber:
- En primer lugar exponen cómo debe dividirse un organismo para entender su evolución.
- En segundo lugar, confunden las categorías metafísicas con los objetos concretos, suponiendo que todos los comportamientos o instituciones a los que se les puede atribuir un nombre son una cosa materialmente existente.
- En tercer lugar, se confunden las metáforas con entidades reales, olvidando por completo que simplemente eran metáforas.
- Y, en cuarto y último lugar, en el uso de la metáfora, combinan diferentes fenómenos como pertenecientes a una misma rúbrica. Este es el caso de la agresión, que en principio implicaba el ataque no provocado de una persona contra otra, y tras esto adquirió significado político, en sentido del ataque de un estado contra otro, englobado en última instancia en la guerra.
Aún cuando observamos que la guerra entre sociedades organizadas nada tiene que ver con los sentimientos individuales de agresividad, sino que más bien la guerra es un fenómeno calculado en términos políticos que se desencadena cuando lo ordenan los que poseen el poder en una sociedad preparada para obtener beneficios tanto de tipo político como económico. Vemos en este ejemplo cómo las hostilidades se inician sin que se haya tenido que producir ninguna hostilidad previa entre los individuos.
Un presupuesto central en la sociobiología, tal y como plantean nuestros autores, es el de que el comportamiento social humano está en cierto sentido codificado en los genes, como comentamos con anterioridad. Sin embargo, hasta el momento nadie ha podido relacionar aspectos del comportamiento social humano con un gen o un conjunto de genes determinados. Por ello, todas las afirmaciones existentes con fundamentación genética de los rasgos sociales de los hombres son puramente especulativas, con independencia de que aparezcan ante nosotros como científicas y por ello válidas.
Se ofrecen varios argumentos acerca de la existencia de un control genético en las estructuras sociales, pero este argumento lo único que hace es confundir la observación con la explicación.
Según nuestros autores, el determinismo genético se encuentra en el centro de la teoría sociobiológica, ya que para que la teoría pueda funcionar tiene que recurrir a los genes, y dotándolos de las características fisiológicas y de desarrollo pertinentes para cada caso concreto.
Conclusión
A modo de conclusión, nuestros autores afirmarán que el medio ambiente es social, y en este sentido las características individuales son relevantes, pero no determinantes en la formación del mismo. Por tanto, habría según ellos, como ya comentamos al comienzo de esta exposición, una relación dialéctica entre los individuos y la sociedad. Así, las leyes que relacionan el genotipo individual con el fenotipo individual no pueden proporcionarnos por sí solas las leyes de la evolución de una determinada sociedad. Para ello tienen que conocerse las leyes que relacionan el conjunto de naturalezas de cada individuo con la naturaleza de la colectividad. Así, la teoría de la relación dialéctica se basa en que los individuos hacen, pero también son hechos por la sociedad. Y esta es una teoría social, nunca biológica.
Referencias
- No está en los genes. Crítica del racismo biológico. R.C Lewontin, S. Rose, L. J. Kamin. editorial Crítica, 1984.
Categoría: Libros de sociología
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