- Antonino Reyes
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Antonino Reyes
Antonino Reyes (n. Buenos Aires, 1813 – † Montevideo, febrero de 1897), militar argentino, que ejerciera como comandante del campamento de Santos Lugares, principal cuartel del ejército del gobernador Juan Manuel de Rosas, de quien fue además edecán y confidente.
Biografía
Comenzó su carrera administrativa en 1832, como empleado del presidente de la legislatura porteña, Manuel Vicente Maza. Más tarde fue secretario de los coroneles Juan Antonio Garretón y Pedro Rosas y Belgrano, asistentes y edecanes del general Juan Manuel de Rosas. Participó de la campaña de Rosas al Desierto, como asistente del general Rosas; para poder cobrar sueldo en esa campaña le fue adjudicado el grado militar de capitán de infantería, aunque no tenía mando de tropas.
Desde 1836 pasó a ser secretario del gobernador Rosas. En 1840 era juez de paz del partido de San Fernando. Ese año se produjo la invasión del general Juan Lavalle, y Reyes acompañó a Rosas en el cuartel de Santos Lugares, organizándolo administrativamente. Desde entonces, el de Santos Lugares se convirtió en el cuartel más importante del ejército provincial, y Reyes fue su administrador, con el grado de teniente coronel; unos años más tarde, fue nombrado comandante del mismo.
El cuartel fue también utilizado como cárcel de muchas figuras públicas opositoras – casi todos oficiales y políticos que participaron en la guerra civil – y algunas de ellas fueron ejecutadas. El papel de Reyes se limitó a cumplir órdenes, en una época en que la pena de muerte era usual para los prisioneros políticos de ambos bandos. Intercedió por la vida de varias personas y logró salvar a algunos, como al coronel Pedro José Díaz.
La ejecución más triste y polémica que debió llevar a cabo fue la del cura Uladislao Gutiérrez y de su amante, Camila O’Gorman. Había tratado con suma amabilidad a la prisionera, y se ocupó de consolarla en todo lo que pudo.
Después de la batalla de Caseros fue dado de baja, pero por un tiempo no fue perseguido. Incluso el general Urquiza lo reincorporó al ejército como oficial mayor del ministerio de guerra del gobernador Vicente López y Planes.
Se opuso a la revolución del 11 de septiembre de 1852 y se exilió a Montevideo. Regresó en diciembre, para unirse a la revolución del general Hilario Lagos, ejerciendo como administrador de sus tropas. Después de la batalla de San Gregorio, defendió en un juicio militar al coronel Rosas y Belgrano, que había sido tomado prisionero en esa batalla. El tribunal condenó a Rosas y Belgrano a muerte, pero Reyes apeló la medida, y finalmente la pena le fue conmutada por la de destierro.
Cuando el sitio fue levantado, fue arrestado en Luján por orden del ministro Lorenzo Torres, acusándolo de los crímenes del tiempo de Rosas. Cabe aclarar que Torres y muchos otros dirigentes también habían sido partidarios de Rosas. Frustrado por no poder perseguir a Rosas, el fiscal Eduardo Costa le inició un juicio penal, acusándolo por homicidio por haber cumplido las sentencias de muerte ordenadas por Rosas. Su defensor, Miguel Esteves Saguí, intentó culpar a toda la sociedad porteña por los crímenes de Rosas; el tribunal se negó a cargar con la culpa, por lo que firmó la sentencia de muerte contra Reyes en mayo de 1854. A pedido de Reyes, la Cámara de Justicia revisó el proceso y lo encontró lleno de irregularidades, por lo que lo declaró nulo.
Reyes permaneció preso, aunque sin condena, pero temía por su vida, que dependía en última instancia del gobernador Pastor Obligado, otro ex rosista, que estaba ansioso por eliminar violentamente a sus opositores.[1] De modo que a fines de junio de ese mismo año se fugó de la cárcel y se exilió a Montevideo. Poco antes de su fuga le tocó presenciar las ejecuciones de Ciriaco Cuitiño y Leandro Alén, dirigentes de la Mazorca.
Tras un nuevo juicio en ausencia, durante el cual fue defendido por el abogado y periodista chileno Manuel Bilbao, fue sobreseído oficialmente en junio de 1855. Pero permaneció prudentemente en Uruguay, como empleado de comercio y de periódicos. Escribió varios artículos que fueron publicadas en "El Nacional" de Buenos Aires, referidas a los hechos en que había participado, justificando su inocencia en los crímenes que se le imputaban. Cuando se publicó la "Historia Argentina" de Vicente Fidel López, en que el autor falsificaba hechos históricos, escribió un libro en su defensa, llamado "Vindicación y memorias". No sería publicado hasta 1883, en que lo mandó imprimir Manuel Bilbao.
Sus últimos escritos, también refutación a los de López, fueron publicados por el coronel Prudencio Arnold en Rosario, en 1895. Ese año regresó a Buenos Aires, y colaboró en los libros históricos de Adolfo Saldías, el primer historiador que se animó a reivindicar a Rosas y sus colaboradores.
Cuenta Arnold en su libro que en una oportunidad, visitando las ruinas de Santos Lugares, escuchó al guía turístico explicar que el pozo que ocupaba el centro del cuartel era usado para arrojar los cadáveres de los ejecutados. Asombrado, preguntó entonces de dónde sacaban los soldados el agua para beber. Esa anécdota lo convenció de que el odio irreflexivo a Rosas y sus colaboradores seguía siendo cultivado en Buenos Aires, de modo que poco después regresó a Montevideo, donde falleció en 1897.
Referencias
- ↑ Cosa que haría al año siguiente, al ordenar la pena de muerte por adelantado contra el general Jerónimo Costa por sublevarse contra su gobierno.
Bibliografía
- Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biográfico argentino, 7 volúmenes, Ed. Elche, Bs. As., 1968-1985.
- Carretero, Andrés M., La santa federación. Memorial de la Patria, tomo VIII, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1984.
- Rosa, José María y Chávez, Fermín, Historia argentina, Ed. Oriente, Bs. As., 1998. ISBN 987-21726-2-5
- Irazusta, Julio, Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia. Ed. Albatros, Bs. As., 1943.
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