- Pleito del virrey extranjero
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Pleito del virrey extranjero
El conocido como Pleito del virrey extranjero constituyó un conflicto jurídico de competencias entre los reyes de la monarquía hispánica y las instituciones propias del Reino de Aragón, cuyo inicio data de 1482, cuando Fernando el Católico nombró al catalán Juan Ramón Folc IV (1486-1513), conde de Prades, Cardona y Pallars virrey, lo que suponía un contrafuero, puesto que los Fueros de Aragón estipulaban que el Virrey o Lugarteniente General debía ser natural del reino.
Más tarde, el entonces príncipe Felipe, reinando Carlos I, nombró también a un lugarteniente extranjero: Diego Hurtado de Mendoza, futuro Príncipe de Mélito en 1553 o 1554, con lo que volvió a incurrir en desafuero.
En 1588 Felipe II volvió a nombrar un virrey castellano, el marqués de Almenara, sustituyendo al conde de Sástago. Este hecho fue criticado por los diputados de la Generalidad invocando los fueros aragoneses. Almenara fue atacado y su casa quemada, por lo que volvió a Castilla para informar al rey. Felipe II nombró virrey a Andrés Simeno (obispo de Teruel). Pero en 1590 intentó de nuevo la baza del marqués de Almenara.
Esta situación, junto con el problema del condado de Ribagorza y el intento de enjuiciar a Antonio Pérez derivó en las Alteraciones de Aragón en 1591. En 1592, habiendo el rey acabado con la revuelta, convocó las Cortes en Tarazona y obtuvo el poder de nombrar un virrey no aragonés, lo que puso fin al problema legal o pleito del virrey extanjero más de un siglo después de haberse iniciado, y no sin tener que imponerlo por la fuerza.
Véase también
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