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Polos lunares
Las zonas de los polos lunares son las partes más difíciles de observar debido a la situación que presentan vistas desde la Tierra, aunque las libraciones nos ofrecen, alternativamente, la visión de uno u otro dirigidos favorablemente hacia la Tierra y en mejores condiciones que el otro.
Durante los años 1959 a 1967 se levantaron numerosos mapas cartográficos incluyendo la cara oculta de la Luna, si bien aún persistía un fragmento de la superficie del polo sur, aproximadamente el 1 por ciento de la Luna, que aún nos ocultaba su faz.
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El Polo Norte
El Polo Norte, menos accidentado, no presentó nunca un excesivo problema a la cartografía. La comparación entre ambos polos nos revela diferencias muy acusadas sobre todo en cuanto a circos de gran tamaño: si pudiésemos situarnos en la vertical del punto polar sur apreciaríamos (desde el paralelo 90º hasta el 60º) al menos 8 grandes circos: Zeeman, Bailly, Hausen, Schrödinger, Antoniadi, Drygalski y los recientemente descubiertos y nominados Amudsen y Scott entre otros, mientras que si nos situásemos en la zona norte esta cifra se reduciría a tres: Schwarzschild, Nansen y Belcovich.
El bombardeo sistemático de bólidos ha afectado a ambos polos por igual, pudiéndose contar miles de impactos menores en cada casquete.
Si por algo se distingue de la zona sur es sin duda por encontrarse allí las mayores elevaciones de la Luna, los Montes Leibnitz con alturas del orden de 8.200 metros, es decir el 0,17% de la altura con respecto al diámetro lunar: el Everets con sus 8.848 metros sólo representa el 0,07 del diámetro terrestre.
El Polo Sur
La región del Polo Sur menos conocida, fue denominada como Luna Incógnita por los miembros de la ALPO (Asociación de Observadores Lunares y Planetarios) de Estados Unidos; dicha región se extendía desconocida por casi 1/8 de la circunferencia lunar, desde 50º al mismo polo, con una superficie aproximada de 270.000 kilómetros cuadrados. Esta región es importante porque en ella se alzan las mayores alturas y por contener valles en los cuales, presumiblemente, la luz solar nunca llega a sus fondos con la consiguiente posible existencia de gases y vapores todavía congelados y de agua en forma de hielo.
Pese al rastreo cartográfico de las cinco misiones Lunar Orbiter, este sector seguía siendo desconocido: la luz solar apenas si iluminaba sus detalles marginales; estaba claro que sólo desde la Tierra se podría realizar el levantamiento restante.
El mapa de la ALPO
En 1972 la ALPO junto a la Asociación Astronómica Británica iniciaron un programa de observación cartográfica telescópica que, unos muy pocos días todos los meses, pudiese aportar más datos visuales y fotográficos sobre la región.
Entre 1972 y 1987 un total de 58 observadores, con instrumentos desde 60 mm hasta los 209 cm, añadieron 384 dibujos y más de 1.500 fotografías de la zona, amén de algunas mediciones micrométricas de las elevaciones que se situaban próximas al limbo lunar.
La campaña consideraba esta región dividida en tres sectores:
- La Zona A, la más sencilla de observar por ser bastante ancha y asequible en las libraciones, estaba situada inmediatamente al oeste del cráter Scott y exactamente al sur de los cráteres Short y Newton, llegando hasta la pared este de Drygalski.
- La Zona B, menos favorable por ser más estrecha, se extendía desde Drygalsky hasta la pared sur de Hausen.
- La Zona C, mucho más difícil de visionar, llegaba desde la pared sur de Hausen hasta la zona que se extendía al SW de Pingré.
La ALPO preparó un conjunto de cartas para la observación sistemática: una carta general que ofrecía una vista de las tres zonas, con un rallado de los sectores a estudiar y algunos presuntos detalles internos como orientación. Además, debido a las libraciones, se prepararon otros mapas más ampliados: así de la Zona A, los observadores disponían de 3 cartas (para las libraciones de latitud 6º y longitud +5º, 0º y 5º), de la Zona B nada menos que 27 (que incluían todas las posibilidades de libración en latitud y longitud) y de la Zona C otras 4 para las libraciones en latitud: 6º a 4º y en longitud de 4º a 8º.
Junto a las cartas se remitían periódicamente a los observadores las predicciones sobre las libraciones más favorables de limbo sur y oeste combinados, dado que así aparecen más visibles dentro de la dificultad de las zonas A, B o C.
Dentro de este dilatado período las épocas más favorables ocurrieron con un intervalo de 6 años aproximadamente como 1972 73, 1978 80 o 1984 86.
Resultados de la observación
El mapa final de la ALPO ofreció una perspectiva única de la zona desconocida: así se llegaron a medir más de 850 alturas (tanto visualmente con micrómetros como fotográficamente) y se determinaron 52 posiciones geodésicas de precisión, con ayuda de las cuales se fueron colocando en su sitio los demás accidentes; téngase en cuenta que la perspectiva cerca del limbo es máxima y un error de una decena de kilómetros es algo típico.
La cobertura fue de algo más de 1,1 millones de kilómetros cuadrados que representó el 2,9% de la superficie lunar: la sorpresa más grande fue hallar, en el mismo Polo sur, un cratercillo perfectamente circular denominado provisionalmente Shackleton; nada más digno para tan magno proyecto.
También pudieron determinarse mejor las dimensiones de algunos accidentes clásicos: así Newton mide 89 por 64 km con una profundidad de 5.500 m, Schomberg arroja una profundidad de 5.800 m o Demonax tiene 114 km de ancho y unos 5.000 m de profundidad; está claro que son accidentes con los fondos poco iluminados por el Sol, candidatos a conservar agua en forma de hielo.
La última novedad para los selenógrafos fue el descubrimiento del Palus Solitatis (Pantano de la Soledad), situado a occidente de Hausen e inmediatamente al oeste de Arrhenius: ningún nombre podría cuadrar más que éste, aunque será la U.A.I. la que confirme todos estos nombres previamente asignados a los nuevos accidentes. Entre estos "nuevos" accidentes cabe mencionar los cráteres Ashbrook, Nobile, Faustini, Medervari o Benestell, todos ellos con una latitud superior a los 80ºS.
Las últimas imágenes han sido las obtenidas del polo norte por la sonda Galileo en su viaje hacia Júpiter, o las enviadas desde el casquete sur por la Clementine, desde un lugar al que no tienen acceso los rayos del Sol y que podría ocultar enormes bolsas de agua en forma de bloques de hielo, así como las de la Lunar Prospector, las cuales aún tardarán algún tiempo en ser procesadas y puestas a disposición de los estudiosos.
Referencias
Véase también
Categoría: Geografía de la Luna
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