- Rafael Ceballos Escalera
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Rafael Ceballos Escalera
Rafael de Ceballos-Escalera y Ocón (*Málaga 12 de noviembre de 1791-†Miranda de Ebro, 16 de agosto de 1837) fue un militar español.
Biografía
Hijo de don Rafael de Ceballos-Escalera y Sánchez, coronel de Infantería y uno de los primeros laureados de la Orden de San Fernando, y de doña Francisca de Ocón y Morillas. Casó en Lima, Perú, el 25 de diciembre de 1819 con doña María del Carmen de la Pezuela y Ceballos (*Tudela 30 de octubre de 1794 y †Madrid 15 de febrero de 1858), dama noble de la Orden de María Luisa (1846), hija mayor del teniente general don Joaquín de la Pezuela y Sánchez de Aragón, I Marqués de Viluma, entonces Virrey del Perú, gran cruz laureada de San Fernando, y de doña Ángela de Ceballos y Olarria; con mucha e ilustre sucesión. Educado en el malagueño Colegio de San Telmo, siguió, como su padre y abuelo, la carrera de las armas, ingresando como soldado distinguido en el Regimiento de Málaga en febrero de 1806. Hizo sus primeras armas en la batalla de Bailén, con dicho Cuerpo, que formó en la vanguardia con la División Reding, y a fines de 1808 fue cadete y subteniente. Participó en la batalla de Tudela (23 de noviembre de 1808), pasó a guarnecer la plaza de Melilla durante seis meses en 1809, y en 1810 fue destinado al Batallón Ligero de Vélez Málaga, actuando en la desgraciada acción de Baza (3 de noviembre de 1810), en la que cayó prisionero con casi todo su Cuerpo, aunque aquella misma noche logró fugarse; un mes más tarde ascendió a teniente. En 1811 estuvo cuatro meses destinado en la plaza de Ceuta, agregado a la Artillería, y a su vuelta fue destinado al Regimiento de Castropol -cuyo teniente coronel era su padre-. Participa en la acción de Alcalá de los Gazules, y en la sorpresa de los Campos de Jimena, en el sitio del Campo de Gibraltar, y en el socorro y batalla de Tarifa -por esta acción se le concedería después una cruz de 1ª clase de San Fernando, el 8 de junio de 1832-. Muerto su padre heroicamente en la batalla de Bornos (1 de junio de 1812), Ceballos-Escalera ascendió a capitán, destinado al Batallón de Guías del General del Cuarto Ejército -el mismo que había mandado su padre hasta su muerte-, y nombrado ayudante de campo del general en jefe Ballesteros. Asistió a las acciones de Coín, Málaga y Osuna, y a fines de agosto, a instancias de su madre -que temía perderlo si seguía en las arriesgadas vanguardias- pasó destinado como ayudante de profesor a la Escuela Militar sita en la Isla de León, donde concluyó aquella guerra, y donde conoció al que sería su gran amigo el capitán Baldomero Espartero. En mayo de 1815 fue destinado al Regimiento de Navarra, y enseguida ascendió a comandante en febrero de 1816, pasando a mandar el batallón expedicionario del Regimiento de Cantabria. Tras dos años de preparación en Sevilla, Jerez y Cádiz, embarcó por fin con esta fuerza en la fragata Especulación, arribando al Perú a comienzos de 1819. Enseguida fue nombrado comandante general de la división provisional del Ejército Real, y logró el socorro del puerto de El Callao, sitiado por la escuadra chilena, y hacer reembarcar a los argentinos mandados por San Martín. En septiembre de 1819, sitiado de nuevo El Callao, defendió brillantemente el castillo de San Miguel y la batería de San Joaquín, que guardaban la desembocadura del Rimac: ello le valió el ascenso a teniente coronel, y el grado de coronel (diciembre de 1819). En enero de 1820 fue elegido segundo ayudante general del Ejército Real, conservando el mando de Cantabria; y el 7 de enero de 1821 realizó un arriesgadísimo reconocimiento del puerto de Ancón, en cuyo mismo campo enemigo se introdujo con desprecio del fuego que le hicieron sus grandes guardias, que quisieron fusilarlo como espía -lo que le valió la cruz de 1ª clase de San Fernando, 30 de octubre de 1822-. A fines del mismo mes, la sedición de La Serna obligó a su suegro el virrey Pezuela a resignar el mando, y como ayudante de campo suyo regresó a la Península, entonces en pleno Trienio liberal, desembarcando en Lisboa a fines de febrero de 1822. Liberal era Ceballos-Escalera, y así fue enseguida destinado al Regimiento del Infante Don Carlos. Participó con esta fuerza, pues, en la acción del 7 de julio de 1822, y se enfrentó violentamente con el general Riego, caudillo de la revolución, que le ordenaba hacer fuego sobre el Palacio Real, donde se había refugiado parte de la sublevada Guardia Real. Tuvo luego varios mandos, operó en La Mancha contra los guerrilleros absolutistas, y, mandando desde abril de 1823 el Batallón de Voluntarios de Tarragona, operó contra los realistas en la provincia de Lérida, donde acabó con el cabecilla Miralles y tomó Cervera (15 de mayo) -toma que le valió una segunda cruz laureada de San Fernando de 2ª clase-, y sostuvo el sitio de Lérida contra los franceses, cuya rendición acordó (18 de octubre). Impurificado en enero de 1824, quedó inactivo y desterrado en Guadalajara durante cinco años. Por fin, en junio de 1829 fue destinado por el Rey a las Canarias, como agregado militar al comisario regio de aquellas islas. Purificado en octubre de 1831, obtuvo el empleo de coronel dos meses después, y un año después se le ascendió a brigadier y se le encomendó el mando del Regimiento de Extremadura, 14º de línea -en el que sucedió al célebre Zumalacárregui-, con cuyo Cuerpo operó contra los carlistas hasta 1836. En 1834 fue nombrado comandante general de la provincia de Burgos, con retención del mando de su Cuerpo: en cuyo encargo logró arreglar todas las fortificaciones, levantar en doce días el Batallón de Voluntarios de Burgos, con 1.200 plazas, y acabar con una sedición militar (agosto de 1835). Destinado al Ejército del Norte con su Regimiento en marzo de 1836, participó aquel mismo mes en la sangrienta acción de Unzá -decidida a favor de los cristinos por una violenta carga a la bayoneta sobre las alturas de Salinas de Léniz (por cuyo mérito ganó Escalera una cruz de 3ª clase de San Fernando)-, y en las sucesivas de Villarreal, Galarreta, y Arlabán (24 de mayo), donde ganó una cruz laureada de 4ª clase de San Fernando (concedida en octubre de 1836), una elogiosa mención del general en jefe Córdova, y el ascenso a mariscal de campo (junio de 1836). A fines de noviembre de 1836, participó al frente de la 1ª División de Vanguardia en el levantamiento del segundo sitio de Bilbao, destacando de tal manera en la terrible batalla de Luchana (24 de diciembre de 1836), donde llevó a cabo unas brillantes cargas nocturnas a la bayoneta sobre la cumbre del monte de Banderas -en las que fue herido en un brazo y perdió dos caballos-, que al día siguiente obtuvo sobre el mismo campo de batalla el ascenso a teniente general de los Reales Ejércitos y pocos meses después la gran cruz laureada de San Fernando (19 de marzo de 1837). El 27 de mayo de 1837, al frente de siete batallones de Infantería y algunos escuadrones de Caballería, venció en Cuzcurita al carlista Zaratiegui. Cuatro días después, el 31 de mayo, fue nombrado segundo jefe del Ejército de Operaciones del Norte, y enseguida quedó mandándolo como general en jefe interino, cuando Espartero hubo de salir en persecución de la Expedición Real que amenazaba Madrid. Mermadas sus fuerzas y retirado en su cuartel general a Miranda de Ebro, allí acabó su vida cuando hacía frente a una sedición militar inspirada por los progresistas y la masonería. El Gobierno y las Cortes acordaron concederle a título póstumo el grado, sueldo y honores de capitán general de los Ejércitos Nacionales, y abonar a su viuda e hijas la pensión correspondiente a esta suprema dignidad de la milicia, por ley de 1º de febrero de 1839. Fue, además, gran cruz de la Orden de San Hermenegildo.
Véase también
- Primera Guerra Carlista
- Historia de Miranda de Ebro
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