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Sacerdocio judío
El sacerdocio judío se remonta a los tiempos en que el Templo de Jerusalén aún permanecía en pie. Tras su destrucción, reconstrucción y nueva devastación se dejaron de ejecutar holocaustos (sacrificios) y la figura del sacerdote desapareció. Desde entonces sólo existen los rabinos, considerados lectores e intérpretes de las Escrituras Sagradas.
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Decodificando el Sacerdocio
Ahora, las investigaciones genéticas muestran que la mayoría de los "kohanim", la clase sacerdotal judía, desciende de un solo ancestro; constituyendo la confirmación científica de una tradición oral pasada a través de 3000 años.
Asombrosamente, el "gen" sacerdotal también ha sido encontrado con alta incidencia entre los Lemba, una tribu sudafricana negra que reclama desde hace largo su herencia judía.
Pesaj 5759: Decenas de miles de judíos llenan el ancho de la explanada del Muro Occidental. Cerca de las antiguas piedras, el amontonamiento de rezantes es sofocante. Los hombres cargan rollos de Toráh. La voz y carraspera de un anciano Rabi que guía los rezos se escucha a través de un alto parlante.
De repente, las hileras de hombres más cercanos al Muro levantan su manto de oración sobre sus cabezas creando pequeñas tiendas. Éstos son los kohanim, descendientes de la antigua casta sacerdotal. Están a punto de recitar "Birkat Kohanim", las palabras que según Nm. 6, los sacerdotes deben utilizar para bendecir al pueblo judío. La bendición recitada por innumerables kohanim, es un punto álgido durante la festividad ante el Muro. También es uno de los remanentes de la multitud de tareas efectuadas en el Templo por hombres que, según la cadena de tradición, fueron los padres, de los padres, de los padres.
Unos minutos más tarde, en un rincón de la explanada esa tradición se pone bajo la prueba de la ciencia. En lo que parece un curso de higiene oral, un grupo de hombres, jóvenes y viejos, ashkenazíes y sefaradíes, todos ortodoxos o ultra-ortodoxos, se reúnen alrededor de una mesa frotándose el interior de la boca con un hisopo largo. Cuando terminan, un investigador pone el hisopo en una solución transparente.
Las muestras que se recolectan forman parte de un proyecto mundial que utiliza tecnología de última generación para estudiar el antiguo linaje del sacerdocio judío. Si la tradición es correcta, todos los hombres que recitan la bendición sacerdotal y sus contrapartes en todo el mundo judío son descendientes directos de Aarón, ungido primer Sumo Sacerdote por su hermano Moisés, hace por lo menos 3000 años.
Ahora, utilizando las células que éstos hombres han raspado del interior de sus bocas, junto con aquellos kohanim en Estados Unidos y Gran Bretaña, los científicos pueden penetrar en sus cromosomas. Lo que ven es remarcable: Por lo menos el 70% de los kohanim, ellos mismo una veinteava parte de los hombres judíos, tienen un grupo de marcas en común en su cromosoma Y, el cromosoma que todo hombre recibe prácticamente sin cambios de su propio padre –y, en efecto, éste otro de su padre, y éste a su vez del suyo.
La conclusión de los investigadores dice que la tradición del sacerdocio judío, o kehunáh, tiene una base genética que apunta a un solo ancestro – posiblemente Aarón. Hay más, la marca genética sacerdotal puede también ser la muestra de la población hebrea antigua, preservada en la kehunáh porque es un grupo cerrado: uno puede convertirse al judaísmo pero nunca al sacerdocio. El rastro del gen, en otras palabras, puede llevarnos pasando Aarón a su tatara-tatara... abuelo, Jacob o Israel.
Como si esto fuera poco, los científicos ya han descubierto una comunidad que no forma parte de la corriente judía común, una tribu sudafricana negra llamada Lemba, cuyos miembros exhiben una alta incidencia del cromosoma kohen. Y así como parece, los Lemba han insistido hace tiempo ya, de que son descendientes de Abraham, y se refieren a sí mismos como los "judíos negros" y tienen costumbres que parecen aspectos cercanos a la Halajá.
Mientras tanto, los científicos se mantienen cautelosos cuando discuten acerca de cómo puede usarse el cromosoma kohen. Pero dicen que, aparte de los Lemba, no hay otro grupo no judío que contenga más de un 5% de incidencia del cromosoma. Por lo tanto dicen que provee pistas, junto con evidencia antropológica y etnográfica de que existe una base para los reclamos de los grupos que dicen ser descendientes de Hebreos o tienen algún ancestro judío.
Formando parte de una investigación más amplia en "antropología genética", los investigadores ahora exploran el ADN de grupos en África, India y el Medio Oriente. En sus análisis van a observar si las marcas kohen aparecen entre los no judíos.
De todas formas, los investigadores no pueden utilizar este método para probar un ancestro común para todos los judíos: no sólo ha habido conversiones a través de los milenios, sino que la pertenencia al pueblo judío es matrilineal, haciendo imposible la utilización del cromosoma Y. Pero la existencia del gen kohen entre un grupo no judío es a primera vista un indicio de que alguno de sus miembros también descienden de un único sacerdote primero.
Los Descendientes Negros de Abraham
Escondidos en las laderas de las montañas Soutpansberg al norte de SudAfrica, quedan los restos de una villa Lemba. Con el fin del Apartheid, la comunidad Lemba ha intentado restaurar su villa y crear una sinagoga en su centro. "Habrá un museo, una biblioteca, una escuela y un centro de iniciación, porque creemos en la circuncisión de nuestros hijos". Los varones Lemba llevan a cabo la ceremonia del Bris, cuando son adolescentes después de aprender los secretos tribales.
Según la tradición oral de Lemba, ellos son descendientes de Abraham, una tribu perdida que emigró al Yemen hace 2500 años y luego bajó siguiendo una estrella hacia el este de la costa de África, asentándose finalmente en lo que es hoy Zimbabwe y SudÁfrica. Hoy, hay un estimado de 50.000 a 70.000 Lembas en los dos países.
La evidencia señala ahora la razón de los Lembas al reclamar su herencia judía: Los varones Lemba muestran una inusual alta incidencia del cromosoma kohen. Es más, el Buba –un clan mayor Lemba– muestra una incidencia todavía más alta.
Los Lemba hablan un lenguaje Bantú y son de diferentes orígenes, provienen del Medio Oriente, son semíticos y llevan consigo un haplotipo (un grupo de marcas genéticas únicas) difícil de encontrar en África, pero sí encontrado entre los sacerdotes judíos.
Una posible explicación para la presencia del cromosoma kohen entre los Lemba es que marinos judíos en un barco mercantil portugués, arribaron a esa área hace unos cuantos cientos de años y tuvieron relaciones sexuales con mujeres Lemba.
Al día de hoy se están analizando los datos de varios grupos de judíos. De aquellos en comunidades aisladas como los Beta Israel (judíos etíopes) y los Bene Israel de India, junto con los judíos de Iraq, Marruecos, Yemen y Bukharan.
La Tradición
Entres quienes están entusiasmados hay cierta corriente de orgullo puesto que el linaje kohen, de aquellos que probaron tener el cromosoma Y, los liga al mantenimiento de la promesa hecha a Dios. Los mismos dicen que registros de kohanim como los que se están haciendo ahora, existían también en la época del Sanhedrin. Pero los más ortodoxos insisten que lo que determina el status sacerdotal es la tradición y no la genética.
Al mismo tiempo los propios científicos observan que la prueba del ADN no puede sustituir a la tradición oral para definir si alguien es un kohen o no. Esto es por que hay kohanim que no exhiben el cromosoma sacerdotal, así como otros varones judíos que no son kohanim, y sí lo poseen.
La infidelidad entre las esposas kohen o más de un origen del sacerdocio pueden explicar por qué no todos los kohanim poseen marcas genéticas únicas. También existe la posibilidad de que en algún momento de la historia judía un hombre se dijera kohen por alguna razón y sus hijos siguieran con la tradición.
La Magia de Y
Para recorrer el pasado los investigadores genéticos dependen de marcas en los cromosomas humanos. Las marcas son cadenas de ADN que no envían ninguna información al cuerpo (no afectan nuestra forma o función) pero pueden variar de una persona a otra.
Pero seguir las marcas tiene un problema: durante la reproducción, los genes de la madre y del padre son mezclados o recombinados, como cartas de dos mazos. Así que una marca en uno de sus cromosomas puede provenir de cualquiera de sus 4 abuelos o de cualquiera de sus 16 tatarabuelos. Con una excepción: el cromosoma Y.
Los genes son combinados en 23 pares de cromosomas; uno de esos pares determina el sexo. Una mujer obtiene un cromosoma X de cada uno de sus padres; un hombre obtiene un Y de su padre, y una X de su madre. La mayor parte del material del cromosoma Y no se recombina porque no tiene un cromosoma "par" para combinarse. En principio, el cromosoma Y de un hombre debería ser idéntico al de su padre, y al del padre de su padre.
Pero a través de las generaciones, cada gen cambia o muta. Uno de los efectos, es que se acumulan diferencias a través del tiempo en la secuencia del ADN de los cromosomas Y de los hombres. En algunos lugares puede ocurrir un "cambio estable" creando una marca fija.
En otros, las mutaciones ocurren con una frecuencia rápida que los científicos pueden determinar.
Encuentre un grupo de marcas con cambios únicos – un haplotipo – en el cromosoma Y, y sepa que todo hombre que lo comparte también comparte un ancestro paterno. Luego, chequée los puntos en donde se repiten las mutaciones. Cuantas más diferencias entre esos genes más antiguo será el ancestro compartido.
Observando los kohanim, los investigadores encontraron cierto número de haplotipos únicos.
Conclusión: Comparten un ancestro. Cuando verificaron las mutaciones repetitivas e hicieron los cálculos, la respuesta fue intrigante: El padre de todos los kohanim aparentemente vivió hace 3000 años, justo cuando la historia judía ubica a Aarón, el Sumo Sacerdote.
Los kohanim recitan la bendición sacerdotal con el manto de oraciones (Talit) cubriendo sus cabezas
Categoría: Judaísmo
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