- Armisticio del 22 de junio de 1940
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Armisticio del 22 de junio de 1940
El armisticio del 22 de junio de 1940, es el nombre de un acuerdo de cese de hostilidades entre las autoridades del Tercer Reich alemán y los representante del gobierno francés del mariscal Pétain, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, que fue firmado en Rethondes en dicha fecha, en el llamado vagón del armisticio (el mismo en el que se había firmado el armisticio del 11 de noviembre de 1918 que puso fin a la Primera Guerra Mundial).
El armisticio estableció las condiciones oficiales de la ocupación alemana de Francia, que resultó dividida en dos grandes zonas, la zona ocupada, bajo control alemán, y la llamada zona libre, bajo la autoridad de la Francia de Vichy.
Además de las dos zonas antes citadas, se distingue el departamento del Nord o Norte que queda unido al Gobierno Militar alemán en Bélgica, una llamada «zona reservada» al este (Alsacia y Lorena), la llamada «zona prohibida» a lo largo de las costas del Canal de la Mancha y del Atlántico y una pequeña zona de ocupación italiana.
El avance aliado tras el desembarco de Normandía permitió desde junio de 1944 restablecer la soberanía francesa sobre su territorio nacional y poner fín al régimen colaboracionista del mariscal Pétain.
Condiciones del armisticio de Rethondes
La delegación francesa estaba presidida por el general Charles Huntziger e incluyó a un civil, el embajador Léon Noël, habiendo recibido del general Maxime Weygand, nuevo ministro de Defensa, las instrucciones formales de rechazar tres posibles exigencias alemanas: la ocupación total del territorio metropolitano, la entrega de la flota de guerra, y la instalación de soldados alemanes en territorio colonial francés.
Las condiciones del armisticio se hallan motivadas por las preocupaciones en esa época de Adolf Hitler: evidentemente se buscaba evitar de forma permanente que Francia sea una gran potencia militar, pero a corto plazo se trataba de impedir que la flota francesa de guerra se uniese al Reino Unido, único país que queda por vencer, ya que un acuerdo de paz con el Reino Unido queda por ahora lejos de la realidad para el III Reich.
Por otro lado, Hitler no deseaba irritar ni al aliado italiano ni al potencial aliado español. Hitler tuvo un encuentro con Benito Mussolini el 18 de junio en Munich para convencerle de que aceptase las instrucciones de Weygand, que había previsto. El Duce quería ocupar Francia hasta el río Ródano, apoderarse de la flota y anexionar Niza, Córcega y los dos departamentos franceses que conforman la Saboya histórica (Alta Saboya y Saboya), pero el Führer se negó a tomar decisiones que empujasen a los franceses a oponer una resistencia a ultranza contra el Eje.
Es todo este conjunto de consideraciones complejas el que determinará las condiciones del acuerdo de armisticio, un texto breve de veinticuatro artículos, que contiene, entre otras, las siguientes cláusulas:
- Los prisioneros de guerra franceses (más de millón y medio de hombres) siguen en cautividad hasta la firma de un acuerdo de paz.
- El sector norte de Francia, así como toda su costa atlántica, quedan bajo la ocupación militar alemana, constituyendo la llamada zona ocupada, que abarca aproximadamente tres quintas partes del territorio. El resto constituye la llamada zona libre, es decir, la no ocupada por la Wehrmacht y situada bajo autoridad únicamente francesa, zona ubicada principalmente al sur del río Loira. Ambas zonas se hallaban separadas por la llamada línea de demarcación.
- Francia debe proveer el mantenimiento del ejército alemán de ocupación. El importe de dicho mantenimiento es fijado de forma casi discrecional por los alemanes, siendo, como media, de unos 400 millones de francos al día.
- En la zona libre, el ejército francés queda limitado a 100.000 hombres y dichas tropas quedan privadas de todo armamento pesado, así como de aviación de guerra.
- La soberanía francesa se ejerce sobre el conjunto del territorio, incluida la zona ocupada, Alsacia y Mosela, pero en la zona ocupada se estipula que Alemania ejerce los derechos de la potencia ocupante, lo que implica que la Administración francesa colabora con ella de una manera correcta.
- El imperio colonial francés queda igualmente bajo la autoridad exclusiva del Gobierno francés.
- Los buques de guerra franceses deben acudir a sus puertos de amarre de períodos de paz, aunque alguno de ellos, como el de Brest, se hallase en zona ocupada.
- Francia debe entregar a los refugiados políticos alemanes o austriacos refugiados en su territorio huyendo del nazismo.
La elección de Hitler de permitir a la vencida Francia la conservación de su imperio puede parecer a día de hoy sorprendente. Hitler, en una carta a Mussolini, justifica la decisión (así como la de mantener una zona no ocupada), por el temor de no empujar a Francia y a su potente flota naval a la continuación de la guerra desde sus colonias (lo que además ciertamente fue propuesto por varios políticos franceses). La Kriegsmarine alemana no estaba en condiciones para la conquista del vasto imperio colonial francés de ultramar, y el envío de tropas de la Wehrmacht a territorios ultramarinos alejados no entraba en los cálculos de Hitler. De hecho, con la excepción del África Ecuatorial Francesa y de Nueva Caledonia, las colonias francesas no se unirán ni a Charles de Gaulle ni a los Aliados en los meses siguientes al armisticio.
Por su parte, Churchill, enfrentado al riesgo insoportable de ver a la flota francesa fondear en sus puertos de matrícula ahora ocupados por el enemigo, según las cláusulas del armisticio, envía el 3 de julio de 1940 una flota británica para que plantee a la flota francesa que se encuentra fondeada en la base de Mazalquivir que se una a la Royal Navy británica o que se dirija a las Antillas francesas.
El almirante francés al mando rechaza el ultimátum, sin informar al Gobierno de Vichy de todas las posibilidades planteadas en el mismo, especialmente la relativa a dirigirse a las Antillas para quedar a resguardo de los alemanes. Como consecuencia de esta negativa tiene lugar un combate naval, la Batalla de Mers el-Kebir, en el transcurso de la cual son hundidos los principales buques franceses que se encuentran en la base.
El almirante François Darlan, que inicialmente había rechazado enviar a Brest a las unidades allí basadas en tiempo de paz y había ordenado a la totalidad de la flota francesa replegarse a las bases navales en el norte de África, modifica sus órdenes a raíz del ataque británico y ordena a la flota que fondee en el puerto metropolitano de Tolón (que quedaba en la zona libre) a fines del año 1940.
Por otro lado Italia, a pesar de reivindicar los territorios del antiguo condado de Niza y la Saboya, que no había logrado conquistar en combate, debe contentarse con la ciudad mediterránea de Menton, la única población importante tomada por tropas italianas en su breve campaña contra Francia. El resto de territorios reivindicados no serán ocupados por el Regio Esercito italiano sino posteriormente, el 11 de noviembre de 1942, durante la invasión de la zona antes no ocupada.
Controversias
El general Charles de Gaulle reprocha al mariscal Philippe Pétain y, sobre todo, al general Maxime Weygand los principios mismos del armisticio porque prácticamente entregaba Francia atada de pies y manos al Tercer Reich. En su Llamamiento del 18 de junio de 1940, de Gaulle advertía a los franceses que «esta guerra no se limita al territorio de nuestro país, esta guerra es una guerra mundial», creyendo fundadamente que los Estados Unidos entrarán en la guerra y que unidos a los recursos de los imperios coloniales francés y británico lograrán el aplastamiento de la Alemania nazi.
La posterior discusión generada en Francia se refería a la posibilidad real de que el gobierno francés pudiese escapar a sus territorios coloniales de Argelia o a Marruecos y desde allí continuar la guerra contra Alemania. Otros consideraban que, al ser totalmente dominada la metrópoli, el imperio colonial francés debía seguir la suerte de aquélla y acatar al nuevo gobierno basado en Vichy. Ciertamente algunos jefes militares franceses acuartelados en las colonias postulaban aún que "el imperio puede salvar a Francia", pero prontamente cambiaron de actitud y aceptaron el Armisticio bajo la autoridad de Pétain.
Notas y referencias
Toynbee, Arnold (1985). La Europa de Hitler. Madrid: SARPE.
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