- San Manuel Bueno
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San Manuel Bueno, mártir
San Manuel Bueno, mártir es una novela escrita por Miguel de Unamuno (1864-1936). En la primera edición, que salió publicada en una revista, añadía tres historias más. La novela está compuesta en forma de escrito autobiográfico.
Contenido
El autor
Estructura de la obra
El tiempo
Para enmarcar el relato, sabemos que el adverbio "ahora" es de suma importancia ya que hace referencia al tiempo que pasó, al tiempo que transcurrió en la vida de Ángela y por lo tanto al tiempo mismo de la novela. Ahora Ángela ya es adulta, “... a mis más que cincuenta años...”. Con el transcurso del tiempo se produce un cambio de madurez importante; también cambió su relación con Don Manuel, el rol maternal que cumplía él, llegó a revertirse cuando confiesa a Ángela Carballino.
El lugar
En lo referente al espacio, la novela se sitúa en Valverde de Lucerna. La novela contiene dos paisajes, uno natural, la aldea de Valverde de Lucerna, y otro espiritual, la villa que según la leyenda está sumergida en el lago del pueblo. El paisaje natural es símbolo de la vida real y terrena, mientras que el otro simboliza el anhelo de la inmortalidad, del sueño de la vida eterna de Don Manuel. Ambos paisajes adquieren dimensión humana en el personaje de Don Manuel como se puede ver en esta cita obtenida prácticamente al final de la novela: “Ya toda ella era Don Manuel, Don Manuel con el lago y la montaña”.
Argumento
La narradora es una mujer, Ángela Carballino. Su madre es una piadosa cristiana de fe recia e inamovible. Vive en un pueblecito de la provincia de Zamora, Valverde de Lucerna, situado al borde de un bello lago, junto a un macizo de montaña. Escenario hay San Manuel Bueno, mártir, sugerido por el maravilloso lago de San Martín de la Castañeda, en Sanabria, al pie de las ruinas de un convento de Bernardos, y donde vive la leyenda de una ciudad, Valverde de Lucerna, que yace en el fondo de las aguas del lago.
Tan real es el escenario descrito por Unamuno que le consagra dos poesías:
- "San Martín de Castañeda,
- espejo de soledades,
- el lago recoge edades
- de antes del hombre y se queda
- soñando en la santa calma
- del cielo de las alturas
- en que se sume en honduras
- de anegarse, ¡pobre!, el alma...
- Men Rodríguez, agulucho
- de Sanabria, el ala rota
- ya el cotarro no alborota
- para cobrarse el conducho.
- Campanario sumergido
- de Valverde de Lucerna,
- toque de agonía eterna
- bajo el caudal del olvido.
- La historia paró, al sendero
- de San Bernardo la vida
- retorna, y todo se olvida
- lo que no fuera primero."
- "Ay, Valverde de Lucerna,
- hez del lago de Sanabria,
- no hay leyenda que dé cabría
- de sacarte a luz moderna.
- Se queja en vano tu bronce
- en la noche de San Juan,
- tus hornos dieron su pan,
- la historia se está en su gonce.
- Servir de pasto a las truchas
- es, aun muerto, amargo trago;
- se muere Riba del Lago,
- orilla de nuestras luchas."
Sin embargo, Unamuno no se atiene con servilismo literario al paisaje que le sirve de modelo, tanto en lo físico como en lo humano. No quiere significar esto que el autor no sepa explicar estéticamente los elementos del paisaje.
Ángela se ha educado en la ciudad. Pero al concluir los años del colegio, el magnetismo que irradia Don Manuel (contado todo por la madre de Ángela), la atrae inexorablemente a Valverde de Lucerna.
Lázaro, el hermano incrédulo, que vuelve de América, rico y con un amplio bagaje cultural laico, viene al pueblo muy decidido a trasladar a su familia a la ciudad. El señorito laico enriquecido parece despreciar todo lo que huele a Religión. Pero cae inmediatamente en la cuenta de que Don Manuel no es como los otros curas. Es un santo. Con él hace una excepción. Cuando muere su madre, reconoce claramente que Don Manuel es un hombre maravilloso. Finalmente termina por sucumbir en este duelo entablado entre las dos figuras próceres del pueblo, y entra de lleno en la órbita de Don Manuel. Desde ese día, Lázaro no falta nunca a misa, ayuda al cura, etc. ¿A qué se ha convertido Lázaro? ¿Al catolicismo ortodoxo? ¿A la sugestiva y electrizante personalidad de Don Manuel?
Don Manuel ve eclipsarse paulatinamente su vida. Entretanto, Lázaro es el mejor coadjutor del párroco en la vida pastoral. El pastor de almas muere en medio de sus feligreses en la iglesia parroquial. Lázaro y su hermana recogen la herencia espiritual legada por Don Manuel. Lázaro ve también resquebrajarse su salud y muere como su maestro.
Ángela Carballino, la última superviviente de la familia espiritual de Don Manuel, es la que nos trasmite sus recuerdos personales y el secreto de la vida de este párroco excepcional.
Este es el esqueleto externo de la novela. Desde el punto de vista de la acción, la novela es muy simple. No hay episodios apasionantes. No hay peripecias sensacionales que atraigan nuestro interés. Hay una auténtica tensión dramática, pero queda relegada a un dramatismo sobre todo interno. La anemia externa de la obra queda compensada con la riqueza espiritual de los personajes y de sus diferentes actitudes.
Personajes
El censo de personajes en esta novelita es sumamente reducido. Los que monopolizan casi exclusivamente la escena son el trío compuesto por el párroco don Manuel y sus fieles discípulos, Lázaro y Ángela.
Los nombres propios de personajes son sumamente escasos, al igual que las descripciones físicas de éstos.
Hay personajes que pudieran tener cierto interés, pero pertenecen al anonimato. Los padres y los hermanos de don Manuel, por ejemplo. El padre de Lázaro y Ángela, ¿dónde está? A su madre, de hecho, hay una sola referencia puramente ocasional que no vuelve a repetirse: "-¡Hola, la hija de la Simona!- me dijo en cuanto me vio". Ni el obispo ni el sucesor de don Manuel en la parroquia dejan huellas de sus nombres. En cuanto al pueblo, fuera de algunas excepciones, el mismo silencio.
Personajes Secundarios Tía Rabona y Perote son dos nombres representivos de la onomástica medio picaresca, medio cariñosa, vigente en los pueblos castellanos. Son representantes del pueblo anónimo de Valverde de Lucerna que constituye el transfondo colectivo de esta narración.
Blasillo, el niño bobo del pueblo, tiene una importancia bastante más considerable, dentro de su función de personaje secundario. Desempeña la función meramente imitativa. Es como una parodia burlesca en acción de don Manuel, una forma sin contenido, que actúa en el vacío. Además, es un personaje destinado a reforzar aspectos dramáticos o expresivos de la novela. Como Don Manuel, repite la frase de Cristo: "¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?". En todo momento queda rodeado del respeto cariñoso no sólo del cura, que se vuelca en él, sino de todo el pueblo, que se toma muy en serio sus gestos y sus mímicas. Blasillo es una réplica viviente del cristiano inocente, incapaz de pecar por carecer de responsabilidad, testigo inconsciente del Evangelio. En los pueblos castellanos, por este motivo, se respetaba profundamente a los enajenados mentales. El papel de Blasillo culmina en la escena final de la muerte de don Manuel. En esos momentos Blasillo es un doble del párroco.
Don Manuel
El nombre:
El simbolismo del nombre en el caso de don Manuel apenas necesita demostración. Está impregnado de referencias bíblicas. El nombre es portador de una bendición o de una maldición, revela el destino de una persona, o mejor, lo consagra para una misión nueva.
Manuel es la versión española de Emmanuel, el nombre del Mesías anunciado por el profeta Isaías; su significado es "Dios con nosotros". Don Manuel es el forjador de una nueva religión, nueva no por su forma, sino por su interioridad.
La figura exterior:
Poco se habla del aspecto exterior del protagonista. Dos rasgos físicos: la altura enhiesta de su cuerpo y el color azul de sus ojos. Y un rasgo psíquico muy importante: la capacidad de leer dentro de los corazones. Los dos primeros rasgos encuadran al cura dentro del ambiente de la aldea: la montaña y el lago. El tercero le asemeja al poder de penetración del Mesías.
El carácter:
Son las menudas acciones, repetidas, las que definen el carácter de un personaje. La autora del relato comienza por referir sobre todo las anécdotas externas de la vida del párroco. No ha visto en él ni un solo defecto. Todo son virtudes. Su vocación se inició por un movimiento de caridad familiar. Su familia es una incógnita.
Don Manuel es una persona muy activa, siempre quiere estar haciendo algo. Ayudaba en la aldea a sus feligreses en todo cuanto podía. Era el alma del pueblo. Colaborador íntimo del médico, del maestro, se interesaba por la vida de todos, tanto espiritual como materialmente.
Es el personaje que toma claramente todas las iniciativas. Es el guía espiritual del pueblo, el director de la conciencia de Ángela. Cuando aparece Lázaro, parece que va a entablarse una lucha por el predominio en la aldea. El desenlace nos muestra que en este combate no ha habido ni vencedores ni vencidos. El lago y la montaña son rasgos paradigmáticos que definen incluso el mismo físico del cura.
Lázaro
El nombre:
Unamuno una vez más ha utilizado el simbolismo del nombre. Así lo reconoce el propio Lázaro: "Me hizo un hombre nuevo, un verdadero Lázaro, un resucitado. Él me dio la fe".
El personaje:
Aparece en escena con grandes pretensiones. Por un momento parece poseer todas las características propias de un antagonista: se le presenta como anticlerical, progresista, partidario de la razón, amante de la cultura urbana, preocupado por los problemas sociales. Progresivamente, estos rasgos se van difuminando, y con un evidente esquematismo, de enemigo se convierte en discípulo amado. Se trata de una "conversión" muy especial. En el fondo se trata de un contrato. Don Manuel ha logrado que Lázaro cumpla exactamente con todas las prácticas religiosas. Pero Lázaro le ha arrancado algo precioso: don Manuel ha tenido que entregarle lo que guardaba más celosamente: el secreto de su vida. Todo parece reducirse a un simple intercambio.
Lázaro reconoce que don Manuel ha hecho de él un hombre nuevo. La "manuelización" ha sido completa, incluso en la muerte precoz.
Su personalidad, en un primer momento, aparece muy vinculada a la imagen del Nuevo Mundo. Se opone al Viejo Mundo, que él identifica con feudalismo, reaccionarismo...
Después de su conversión, se apropia de la simbología que acompaña a don Manuel: el lago, la montaña, etc.
Ángela Carballino
El nombre y la Misión:
Ángela Carballino es la supuesta autora del libro. Unamuno no ha hecho ninguna referencia explícita al significado de su nombre. Ángela, en griego, significa mensajera. Se ha propuesto como destino salvar la memoria del cura. Ella es la heredera espiritual de Don Manuel.
Ha vivido en contacto con un santo; sabe que ella es el último testigo de una experiencia única, y quiere que su mensaje no desaparezca con su propia muerte.
Carácter de Ángela:
Manifiesta desde el comienzo dos cualidades típicamente femeninas: la intuición y la religiosidad. Lo más probable es que Ángela por sí misma no hubiese llegado al conocimiento del secreto del párroco. Pero, ¿y la religiosidad de Ángela? Su fe no era una fe tranquila y plácida. Antes de entrar en la órbita de don Manuel, las dudas habían comenzado a abrir brecha en su alma. La fe de Ángela queda fuertemente conmovida cuando se entera por boca de su hermano que la vida del párroco es una piadosa mentira. Su hermano le ha abierto los ojos, y lo que antes poseía contornos precisos y evidentes, empieza a envolverse de una bruma difusa.
La actitud ambigua queda suficientemente perfilada.
La novela, pues, se basa en un triángulo de personajes: Don Manuel, Lázaro y Ángela.
Con la particularidad de que el personaje subordinado del triángulo es el narrador. Al comienzo actúa en solitario el cura, presentado por Ángela. Pero las relaciones entre ambos no son reales, puesto que Ángela aún desconoce la verdadera situación espiritual de don Manuel. Entra en escena Lázaro, inicialmente, como antagonista. Después del "contrato" establecido entre ambos, se firma la paz de convivencia que evoluciona hacia una entrega total de Lázaro en brazos del párroco. La disyunción se ha convertido en una conjunción estrechísima, que la muerte de la madre rubrica para siempre.
Estructura formal y técnica narrativa
Unamuno no dividió su novela en capítulos, sino en veinticinco fragmentos que algunos críticos denominan secuencias. Los veinticuatro primeros constituyen el relato de Ángela, y el último es una especie de epílogo del autor. El autor utiliza en su relato un procedimiento narrativo relativamente frecuente: nos dice que la obra editada es, en realidad, un manuscrito que apareció entre los papeles del protagonista de la novela. Maestro en esta técnica fue Miguel de Cervantes en el Quijote. La narradora sigue otros procedimientos ya empleados por la literatura clásica: Ángela Carballino escribe porque el obispo le "ha pedido con insistencia toda clase de noticias" sobre Don Manuel y ella le ha proporcionado "toda clase de datos", pero se ha callado siempre "el secreto trágico.(...) Y confío en que no llegue a conocimiento todo lo que en esta memoria dejo consignado". Se trata, pues, de la estructura de un libro de memorias que arranca con un "ahora"("Ahora que el obispo de la diócesis de Renada, a la que pertenece esta mi querida aldea de Valverde de Lucerna, anda, a lo que se dice, promoviendo el proceso para la beatificación de Don Manuel") y termina de forma circular con la referencia explícita al proceso de beatificación promovido por el obispo, y al "ahora" o presente actual de la narradora: "Y al escribir esto ahora, aquí, en mi vieja casa materna, a mis más que cincuenta años, cuando empiezan a blanquear con mi cabeza mis recuerdos...". Y si al principio y al final de la novela, la narradora acude a la forma del presente, en el cuerpo del relato domina el pretérito imperfecto, el tiempo propio de la narración. El empleo del imperfecto resulta indispensable para la creación del mundo de la memoria de Ángela Carballino: gracias a este tiempo la narradora logra adentrarnos en la continuidad invariable de un modo de vida intrahistórico, a la vez que se difuminan los contornos y detalles del mundo narrado y permanece sólo la interioridad de la acción. Junto a la narración, desempeña un papel capital el diálogo, que en esta novela, no se limita a transcribir una conversación, sino que es también un vehículo de ideas y un medio de exteriorizar los conflictos y dramas íntimos. A veces se recurre al diálogo dentro del diálogo, como cuando Lázaro, hablando con su hermana, le reproduce una conversación con Don Manuel:<<-¿Pero es posible?- exclamé consternada.-¡Y tan posible, hermana, y tan posible! Y cuando yo le decía: "Pero es usted, usted, el sacerdote, el que me aconseja que finja?",él, balbuciente:"¿Fingir?,¡fingir no!, eso no es fingir!">>. Para relatar la historia y enmarcarla en unas coordenadas espacio-temporales deliberadamente imprecisas, la narradora utiliza diversas perspectivas. Desde el primer momento adopta un tono confesional, con clara función testimonial; Ángela refiere no sólo lo visto y lo oído, sino también lo sentido. Siendo ella la única fuente de información, se interpone entre los hechos y el lector. No se trata de un narrador omnisciente, sino de un testigo parcial, y al lector le incumbe la tarea de separar el puro relato "objetivo" de su dramatización. Además de testigo, la narradora es partícipe en la acción, de ahí que dudemos de la veracidad de los hechos narrados. El tiempo y el espacio aparecen indiferenciados y los límites entre la realidad y la ficción quedan confundidos. Esta diversidad de perspectivas, esta buscada confusión de realidad y ficción, de sueño y vigilia, engarza por un lado con la mejor tradición de la literatura del siglo de oro, y por otra parte anuncia algunos de los rasgos configuradores de la novela moderna.
Véase también
Enlaces externos
- Texto completo de la obra - Ciudad Seva
- Web sobre la obra
- Estudio paralingüístico de estudios filológicos
- San Manuel Bueno, mártir, ejecución de un proyecto totalitario
- San Manuel Bueno, mártir, de Miguel de Unamuno. Entre el cristianismo y el existencialismo
- La santidad de San Manuel Bueno, mártir
- Sobre San Manuel Bueno, mártir - La casa de los Malfenti nº 4 (PDF)
- La novela "San Manuel Bueno, mártir" de Unamuno y la "Leyenda del Gran Inquisidor" de Dostoyevski (PDF)
- Análisis contrapuntual de San Manuel Bueno, mártir (PDF)
- La "meta-antrópica" unamuniana en San Manuel Bueno, mártir, a la luz de los símbolos naturales (PDF)
Categorías: Novelas de Miguel de Unamuno | Novelas filosóficas
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